Un saludo a todos desde Alemania. Hasta los padres y abuelos nos vemos amorosamente obligados a "emigrar" como temporeros del cariño, si queremos ver a los seres queridos que han debido irse para poder seguir trabajando en otro país menos asfixiado por la crisis.
También aquí la crisis se manifiesta; parece que con más sutlileza y menos dramatismo que en la Eurozona "gipsi"; hay una tristeza en el aire, un cansancio...también aquí se han hecho recortes y los sueldos llevan años congelados. Pero esa tristeza es algo que desborda los cauces materiales. Es un desgaste de la esperanza, un abandono energético, que se nota en la limpieza menos cuidada de las calles, en el deterioro de las fachadas que no se pintan ni se reparan como se hacía en los años más prósperos. Sopla un estro desanimado y sin fuerza. Sin embargo la gente está contenta y animada, como siempre, al menos aparentemente; los más preocupados y cansados son los campesinos y los artesanos; los que están en contacto con las realidades más elementales. Los que tiran del carro y viven al día.Los que dependen de la climatología o de que les compren sus productos diariamente.
En realidad todos estamos afectados por el mismo tiempo y las mismas circunstancias, aunque en unos lugares sea más grave y en otros menos, por ahora...pero el espíritu humano es el mismo en todas partes. La humanidad es un organismo inmenso y las diferencias que nos parecen abismos son nimiedades insignificantes cuando un contagio como esta crisis nos demuestra lo frágiles, vulnerables y desconcertantemente enormes que somos. Que estamos en un momento global tan decisivo como la historia escrita no recuerda otro.
Sólo nos salvará la confianza esperanzada en nuestra buena voluntad y en los recursos humanos que seamos capaces de desarrollar, crear y compartir. Todos y todas. En esta historia no hay héroes "salvadores", porque o nos implicamos todos o no se salvará este presente y mucho menos el futuro, que es el presente de mañana. Sin olvidar que vejos remedios no curan males actuales, que viejas ideas no pueden solucionar los nuevos desafíos, que aplicar esquemas mentales del siglo XIX es inútil perjudicial en el XXI y mucho más si una sociedad sigue anclada en el medievo, con monarcas vividores a sus expensas, con validos omnipotentes y carentes de lucidez, gobernada por los mercaderes y los comerciantes en dineros y tecnologías al servicio de los dineros., comprando esclavos en las plazas bursátiles. Ya no sirve, aunque lo parezca. El mercadillo de este sistema está en la ruina. Que se soporte la precariedad con apreturas y recortes indecentes y desahucios crminales, no significa que las cosas vayan a mejorar para nadie. Sólo mejoraremos cambiando el modo de entender nuestra relación con el medio y con el prójimo. Sólo así podremos reinventarnos.
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