domingo, 23 de enero de 2011

Palabra de honor

Hoy he leído un artículo precioso de Roberto Saviano sobre el poder de la palabra, una parte de su interesante discurso me ha gustado especialmente: no tiene tanto valor en sí lo que se dice, como la importancia de la escucha. Y es cierto. De nada vale hablar o escribir maravillas si no hay al otro lado del mensaje, alguien que las descodifique y las comprenda. Conocí a un poeta que decía:"Ojalá nadie fuese capaz de entender mis versos". Como hipérbole del infantilismo narcisista tan frecuente en el carácter egocéntrico del artista amanuense, que aún no ha crecido, se puede admitir. Pero desde la óptica del poeta maduro, pulido y crecedor, del escritor despierto, del artista en sazón, es un absurdo, darse los mensajes uno mismo. Crear para sí mismo y para la claque que te aplaude, que son los clones de tu vanidad. No. No es por ahí. El poeta, el escritor, el artista, el místico, el obrero del espíritu y orfebre de la materia, tiene como función evolutiva trabajar para despertarse despertando y para despertar mientras se despierta. No es un elemento aislado, un altavoz ni un micrófono inerte. Es simplemente parte del mismo proceso de comunicación interactiva.
La palabra no vale nada si no se escucha y no se siembra en la conciencia. Ahora mismo el mercado está invadido y saturado de palabras. Montones de libros se imprimen cada mes. Páginas y páginas que dicen cosas pocas veces dignas de perdurar. Las noticias, leídas, habladas, filmadas, son la condensación de la palabra, pero igual que el agua condensada en las nubes, puede producir lluvias benéficas, aguaceros, tempestades y tormentas secas. Depende de como la tierra "escuche" y beba la sustancia caída del cielo. Si ese agua abundante cae en cauces y torrenteras naturales en los que se ha construído, o en bosques arrasados por el fuego provocado por la irresponsabilidad, lo normal es la inundación catastrófica. Lo mismo que si llena una presa sin capacidad para drenarse. Es la tierra, es la conciencia humana la gestora de esa lluvia, de ese caudal que da la vida. Por eso debe escuchar y absorber la mejor cualidad de cada gota. Entonces esa lluvia hace germinar la vida en el interior. Y luego brotará, crecerá y dará fruto.

Cuando leo a seres de esta categoría, como R. Saviano, me empapo de su lluvia, de su palabra, de su capacidad para soñar una realidad posible que se hará real con el empeño y el trabajo de todos, mientras nos vamos despertando. Seres capaces de vivir profundamente el presente mientras ponen las bases del futuro. Seres capaces de arriesgar hasta la vida, como tantos otros que han sido masacrados por denunciar la injusticia y clavar la flecha de la palabra en el centro de la diana del absurdo. Agradezco infinitamente su sacrificio, su esfuerzo diario por no rendirse, por no ceder a la tentación de la comodidad, de lo superficial, del juego idiota que entretiene lo mejor de cada uno en bagatelas y necedades, en distracciones huecas y pretendidamente intelectuales, asépticas y distantes de una realidad que de verdad no se puede obviar. Al fin y al cabo, ¿ acaso sirve de algo el análisis y la crítica, cuando se es cómplice de aquello que se pretende "denunciar"? La escucha se produce cuando el mensajero merece respeto y atención. Cuando su vida es un paradigma de aquello que proclaman sus palabras. La coherencia.
Muchos católicos se preguntan por qué su religión ha perdido credibilidad en la sociedad y por qué nadie se toma en serio al papa y sus discursos. Pues porque no es creíble, porque lo que predica no se cumple, porque ¿cómo se puede condenar la homosexualidad con una corte de pederastas besándole la mano y hablar de la pobreza evangélica viviendo en un palacio alucinante y habiendo convertido el legado de un proscrito, ajusticiado por el poder, en la base política de un estado poderoso y riquísimo? Por eso esas palabras nunca dan fruto, son estériles y están muertas, porque están separadas de la vida y de su función creadora. ¿Por qué la antigua palabra de Jesús movió el mundo y revolucionó la sociedad si los evangelios se escribieron después de muchísimos años de estarse haciendo realidad diaria? Por esa misma razón. Primero fueron palabra escuchada, acogida, realizada. Después se escribieron, porque se pidió que así fuese, tal vez cuando la palabra empezó a petrificarse como la herencia del pescador galileo.

El mundo que vivimos está saturado de palabrería y de ruido, pero carece del conocimiento de la Palabra y por lo tanto de capacidad para acogerla. Oye, pero no escucha. Lee pero no entiende. Estudia y lo que aprende, lo aplica al revés, le hablan de la iluminación y se compra una lámpara halógena último modelo, le sugieren limpieza y se compra una lavadora y un aspirador, o se mete en un spa cada semana. Le hablan de tantra y se vuelve sexópata. Le hablan de estados profundos de conciencia y se coloca con drogas a ver si así llega antes y se monta un quiosco informativo y expendedor. Escribe, grita y habla, pero ha perdido el sentido y no sabe por qué lo hace ni el contenido real de lo que oye, escribe o dice. Simplemente, el mundo no es aún nada serio para tener en cuenta. Sino un carrusel enloquecido que sólo provoca aturdimiento y dispersión. Y lo más grave es que ese deterioro es su negocio principal. Se nutre y se envenena con él. Y además, si alguien lúcido y sin miedo se atreve, como en el cuento, a señalar que el rey está en cueros paseando entre la multitud idiotizada, se le convierte en sospechoso, en terrorista mediático, en una incomodidad social, que provoca el mal hábito de la reflexión y el análisis honesto. La posibilidad de alcanzar un verdadero camino de desarrollo integral.

Pueden suceder dos cosas: O un cambio profundo de conciencia, que sería la mejor aportación de la crisis actual, o un agotamiento pleno de lo que hay. Un acabamiento. Una putrefacción que dé lugar al nacimiento de otro campo biológico y energético, en el que sólo perdurará aquello que, darwinianamente, es benéfico y positivo para la evolución del conjunto y del individuo. Sólo aquello que tiene la verdadera inteligencia de evolucionar cooperando, tiene la vida a su favor. Y no se olvide que esa evolución es ya consciente, no sólo mecánica. Que ya lleva impresa, cuánticamente, una vibración ética superior que crece con la especie. El universo es el desarrollo atemporal de las realidades temporales intencionales, filtradas por la conciencia naciente en cada escalón evolutivo. La medida son la leyes inamovibles que ya hemos oído y leído tantas veces, pero ignorado absolutamente en su aplicación práctica. Confundido con credos y religiones, con formas de comportamiento separadas de la vida, precisamente por la manipulación y la noescucha, de la palabra.
En ello andan nuestros Roberto Saviano, Michael Moore, Baltasar Garzón, Nelson Mandela, Gorbachov y tantos y tantas, que siguen trabajando sin cansarse por la causa del hombre y su preciosa historia en busca de sí mismo y de su trascendencia natural.

El poder de la palabra radica siempre en la inteligencia de quien la escucha, como el poder de una carta no lo tiene el cartero ni siquiera el escritor, sino la mano que abre el sobre y el alma inteligente, la conciencia, del lector que la recibe, la comprende y la convierte en vida.


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