viernes, 1 de mayo de 2009

Del cromosoma a la galaxia, no hay más distancia que un suspiro

Un átomo de Amor es infinitamente poderoso.
Tanto, que puede deshacer y crear
en un solo parpadeo cósmico. Y no juegos malabares.
Ni sesiones de David Copperfield.
Ni test de inteligencia virtual.
Sino una Realidad tan sorprendente y justa
que anonada y aturde nuestras mentes
acostumbradas a ir de listas por esos universos
del Deus...ex(tra)machina.
Pero no se "sabe" cómo y por qué sucede.
Entonces el vacío elemental se divierte
y procura olvidar lo inevitable
inventando medidas y sistemas de control
empiríco. Como un Tomás cualquiera
incapaz de admitir lo que su "científica observación"
no consigue comprobar materialmente
con el tacto de sus manos.
Y se le escapa. Siempre. Es sobrenaturalmente
natural que así sea.

Si aún no te ha capturado ese átomo divino,
ese tontiloco fantástico y omnipotente
sólo por su inocencia
de bondad y belleza excepcionales,
no te molestes en marear la perdiz
trufando comparaciones micro-macro. Es inútil.
Estás vibrando en ondas imposibles, todavía.
Pegado a las vitrinas del vértigo
y agarrado al pasamanos de la hamburguesa
de cerdo griposo con patatas transgénicas
en salsa de petróleo. Es lo que hay ¿verdad?
Vives, sencillamente, como en el show de un Truman
despistado. Y está bien que así sea. No será tu momento.
Si lo fuese, ya habrías encontrado el portal de salida.
Salir antes de tiempo no es posible.
Lo mismo que los almendros no florecen en agosto
ni las uvas maduran en enero por mucho riego y afán
que se les ponga entre las ramas. Cada cosa a su tiempo
y cada tiempo a su ritmo.
Hay que tener paciencia; y llegará el momento
en que ya no cabrás en vestidos escasos
ni en las mangas tan cortas, ni en los puños enanos
de blusas demodès.
Te cambirá el tallaje, los ondas y la vida.

Y entonces lo sabrás: en plena mutación
verás tus alas blancas. Y que el vuelo que nutre
pasa del Uno al dos en un instante mágico.
Y todo lo demás se te dará por añadidura.
Como las flores silvestres y el beso
de la lluvia refrescante
te rozan sin cobrarte su servicio.

Si somos tan pequeños y fugaces
en esa miserable sintáxis del absurdo
y nada llega a ser lo que parece...
Algo le está fallando a las revoluciones culturales
de la supervivencia, a los argumentos
del stock y del marketing.

Quién sabe, si es que ya estará cerca
el Día del Señor...y su gracia quizás
esté esperando detrás del ventanal
del infinito
a que madure el fruto del granado
y en la palmera broten los dátiles
dulcísmos
de una felicidad sin pagarés
a beso revertido. Y con sabor a estrellas
de mazapán.

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