domingo, 31 de diciembre de 2023

IMAGINE : JOHN LENNON (Lyrics)

  


He aquí un múltiple regalazo, por parte de Luis García Montero, Ian Gibson, Infolibre y John Lennon. Tomayá! Un festín infinito de conciencias estupendamente coordinadas sin previo acuerdo, en infinito proceso de liberación sin tapujos, más allá de tiempos y circunstancias manipulables. Almas, conciencias, creación, luces, expansión sorofraterna, descubrimiento constante de lo más profundo, de lo más humilde, de lo más sano, sencillo  y evidente...De lo más completo y de lo más feliz que podamos imaginar: la creación constante y serena, la libertad de la familia infinita y sin fronteras que vuelve a casa celebrando  una navidad diaria en la que todo renace en sí mismo y nunca muere en realidad, porque  todo  cambia y se renueva en las formas, creando divinamente nuevos fundamentos panta rei fashion sin parar...

Y es que las gafas y lentillas del Amor Infinito se adaptan solas a la nueva visión en el nuevo paisaje sin fronteras ni ataduras religiosas, como nos explicó Jesús, hasta que fundidas en la misma luz del cariño y las entendederas, resultan ser la visión total, integrativa, medicinal, pedagógica, inocente, sin ínfulas ni fanatismos, y a la vez tan limpia, fresca y amplia como detallada y detallista. 

Nueva Tierra, Nuevo Cielo, Nuevo Universo a estrenar diariamente. Bien venid@s  por fin,  a la Casa Infinita y por ello, la Casa Común en la que nadie sobra ni falta...Amor, Inteligencia, Luz y Vida sin precio ni negocios de por medio, sorpresa tras sorpresa...En ese nuevo plano vital donde cada día amanece un año nuevo, y a estrenar..., si así lo queremos y lo coordinamos entre tod@s, que de nosotr@s depende cada pasito que damos y en qué dirección...Un planazo infinto y siempre por estrenar... No existe mejor creación vital que el Ser cuando se reconoce a sí mismo en plena expansión de sus mejores facultades...y así compartir disfrutando su propia esencia creadora e innovadora...Siempre, siempre, mejorando lo presente ....¡Casi na!

Freguemos las escaleras de la política

Ensuciar la actividad política es una de las tareas fundamentales de los que quieren limitar la autoridad del Estado social a la hora de definir los marcos económicos y jurídicos de la convivencia. El neoliberalismo que apuesta por la acumulación de beneficios de las grandes fortunas y la generación sin escrúpulos de desigualdades no sólo necesita consolidar el predominio de las mayores corporaciones económicas para imponer la ley de los más fuertes. Necesita también desprestigiar el poder político, deteriorar la voluntad cívica de establecer normas que democraticen palabras como beneficios, inversiones, derechos, trabajo, educación, salud, fiscalidad, comunidad, justicia y progreso.

Cuando se crispa una situación y se hacen descalificaciones impudorosas del adversario, se intenta dañar la imagen de la persona atacada, pero se procura –al mismo tiempo y sobre todo– dañar la política, situarla en un espacio enfangado. El paisaje final que se busca es el de un basurero lleno de frases como todos son iguales, todos son unos corruptos, todos vienen a robar, nada tiene arreglo o sálvese quien pueda. Y el mal olor del basurero político provoca algunos efectos que conviene analizar:

  1. Los problemas sociales son una consecuencia de la mala política.
  2. La negación de que los éxitos y los progresos sociales son resultado de la buena política.
  3. El impudor público extrema el uso de la mentira y de la manipulación de los datos.
  4. El impudor privado favorece la confusión entre deseos y derechos, egoísmos personales y libertades.
  5. El respeto a la diversidad en el espacio común se sustituye por una fragmentación de identidades enfrentadas y sectarias
  6. El atractivo adquirido como líder o lideresa por quien mejor se mueve en el fango de la mentira, el insulto y el impudor.
  7. El uso de las identidades nacionales y del patriotismo para dañar la convivencia nacional.

Y 8. El daño causado al prestigio de las instituciones por su uso partidista o su descalificación interesada en las disputas coyunturales.

Por desgracia, la voluntad de informar está siendo superada por un fluido comunicativo que busca fomentar obsesiones polarizantes más que una conciencia de la realidad

Las amenazas a la convivencia democrática no vienen hoy señaladas por el miedo a un golpe de Estado, sino por estos males nacidos de la agitación permanente  y el desprecio de la política. Si una democracia se funda en el pluralismo, esta dinámica crispada cancela cualquier entendimiento de la pluralidad en favor de la descalificación, el insulto, la tergiversación, el descrédito y la difamación. Ocurre, además, que la democracia requiere mecanismos de intermediación con la ciudadanía. Uno de estos mecanismos es la prensa, su obligación de informar y sostener una opinión pública basada en el conocimiento de los hechos. Por desgracia, la voluntad de informar está siendo superada por un fluido comunicativo que busca fomentar obsesiones polarizantes más que una conciencia de la realidad. Hoy no hace falta mucho dinero para que un pequeño grupo de manipuladores componga una cabecera periodística en las redes sociales al servicio de la mentira. Tampoco resulta difícil que algunas cabeceras tradicionales, subvencionadas por los políticos de la crispación o por las grandes fortunas partidarias de la ley de la selva, confundan a diario la palabra periodismo con la basura del titular manipulado, la consigna partidista o la demagogia tóxica.

Estos días hemos escuchado abundantes críticas para ensuciar la política de una forma extrema. Se ha considerado inconstitucional el respeto a la Constitución, se ha considerado un golpe de Estado la decisión de un parlamento elegido democráticamente, se ha invitado al pueblo a que cuelgue por los pies a un presidente de Gobierno, se ha agredido en público a un político en un pleno municipal y se ha vuelto a utilizar sin escrúpulo la memoria de las víctimas del terrorismo para deslegitimar una escrupulosa decisión democrática. 

Como el deterioro de la política es una amenaza general, conviene que nos tomemos en serio la situación y defendamos la palabra política en lo posible. Los demócratas somos responsables de la pulcritud y debemos fregar con orgullo las escaleras ensuciadas de la política, porque a través de ellas se asciende al bien común y a la convivencia social más allá de cualquier elitismo. Tengamos en cuenta las dificultades de la situación y todo lo que está en juego a la hora de establecer nuestros debates. Por lo pronto, hay dos inercias que me preocupan:

  1. La irresponsabilidad de una derecha democrática que parece dispuesta a identificarse con las formas indecentes de una derecha extrema y fanática.
  2. La soberbia de un izquierdismo democrático menos comprometido con la solución progresista de los conflictos que con algunos protagonismos personales. Las impurezas de los puros caracterizan todo tipo de clericalismos.

Con estas preocupaciones ya viejas comienzo el año 2024.

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Solsticio de regocijo

Ian Gibson

Si el solsticio de invierno siempre suscita alivio, por la garantía de la paulatina vuelta de la luz y la promesa de la estación florida de Don Luis de Góngora, lo hace más que nunca este año. Por lo menos en mí. Y es que el Congreso se ha pronunciado, Sánchez y los suyos han prevalecido (por mucho que al PP le parezca injusto) y, si no hay una catástrofe, todo indica que el milagro de una España de progreso se va a poder consolidar a lo largo de los próximos cuatro años, no obstante todos los estorbos, impedimentos y tejemanejes que orquesten las derechas para impedirlo (que las orquestarán). 

Hay que decir que la hipocresía, codicia y miserabilidad de las mismas quizás nunca han sido tan patentes como ahora. Y uno se pregunta cómo es posible que no haya todavía por estos pagos un partido conservador moderado, civilizado, antifascista, dialogante, capaz de cooperar, como oposición leal, con gobiernos legítimos de otro signo cuando a estos les toca el turno en el poder. Da rabia. ¿Murió o no murió Franco en 1975, casi hace medio siglo? ¿La Constitución no es de 1978?  

Sigo con atención las declaraciones de Abascal en el Congreso y fuera, así como los nefastos resultados de los pactos que Vox ya ha conseguido con el PP en cinco autonomías (por cierto, ¡vivan los calzoncillos, tan pecaminosos ellos!). Los exabruptos y diatribas del mismo adalid son a menudo no solo lamentables sino incompatibles con cualquier pretensión democrática. ¡Si se trata de un facha hecho y derecho y no lo oculta! Su más reciente advertencia, y luego su intento de minimizarla, ha sido del todo repugnante. Como tantos otros, Abascal, pese a su presumida valentía, sale por peteneras cuando le pillan con las manos en la masa, alegando que han sacado de contexto sus palabras, manipulando, tergiversando. ¡Si él es un ángel! ¡Un católico de verdad! ¡No desea que se cuelgue por los pies a nadie, que se le haga daño a nadie! Y luego tiene la cara de trasladarse a la Italia de Meloni, donde sí colgó el pueblo al dictador, y entonar luego, ante las críticas, su “donde dije digo digo Diego”. 

Si a mí me produce el solsticio un alivio especial este fin de año es sobre todo por la esperanza de que se vaya a poder llevar por fin a buen término, a lo largo del próximo cuatrienio, la exhumación de los muchos miles de víctimas del régimen de Franco todavía tiradas, como animales, en fosas comunes y cunetas. Régimen cuya criminalidad nunca están dispuestas a admitir y asumir las derechas. ¡Qué sintomático de todo ello la reaparición el otro día del tétrico exministro del PP Jaime Mayor Oreja, el que en su momento nos aseguró que vivió bajo el franquismo con tranquilidad!  Invitar al individuo a arremeter contra las izquierdas actuales en horario lectivo, ante 300 alumnos de 14 a 17 años del colegio concertado de Cristo Rey, fue un abuso intolerable. Durante su diatriba, Mayor Oreja no dudó incluso en cuestionar, a estas alturas, la autoría yihadista de la matanza del 11-M, señalando, cómo no, a ETA, cuando hoy todo el mundo sabe a ciencia cierta que no fue obra de la banda criminal. Tal ha sido el escándalo que los mismos responsables del colegio se han cuidado de retirar de las redes el vídeo del acto. 

No puedo dejar de mencionar, una vez más, algunas de las vilezas acerca de los asesinados por el franquismo que hemos tenido que escuchar durante los últimos años. Pablo Casado sobre la “fosa del abuelo”, que le tenía harto; el chismoso Rafael Hernando, siempre celebrando sus propias ocurrencias, alegando que las familias solo buscan a sus muertos cuando hay de por medio una subvención; el abyecto Ortega Smith y la obscenidad de lo que dijo de las Trece Rosas, sin luego pedir perdón y recordándonos que en España hay libertad de expresión (hace unos días se le vio el mismo talante de bully en Ferraz); Feijóo sobre la exhumación de Queipo de Llano, el mayor asesino de andaluces de todos los tiempos, a principios de noviembre de 2022 (“Creo que la política debe centrarse en los vivos y dejar a los muertos en paz”); Mariano Rajoy, jactándose de no haber gastado un euro en Memoria Histórica y de haber cerrado la oficina de atención a las familias de las víctimas nada más llegar a la Moncloa; el grave insulto a los fusilados de La Almudena perpetrado por Almeida y los suyos; la acusación por parte de Isabel Ayuso, en junio pasado, según la cual el Gobierno de Pedro Sánchez “hace campaña” con las exhumaciones del Valle de los Caídos.  En fin, la lista de barbaridades sería larguísima, todas cometidas por gentes que se consideran, seguramente, buenos católicos pero que en realidad son los hipócritas religiosos de siempre a los que, con la metáfora de tumbas blanqueadas por fuera y llenas de podredumbre por dentro, se refirió, según el Evangelio, el mismísimo Jesucristo. 

Y para ir terminando este desahogo. Hace poco el energúmeno Donald Trump dijo alto y claro: “Los inmigrantes están envenenando la sangre de nuestro país”. Hay que estar desquiciado cuando, por más señas, tu propia gente llegó hasta su Tierra de Promisión americana desde Europa. Me recordó instantáneamente la obsesión española secular con la pureza de la sangre y la fatuidad de Aznar al decir, en los felices tiempos de su amistad y colaboración bélica con Bush: “Ningún musulmán me ha pedido nunca perdón por haber invadido mi país”. ¡En 711! Pensé entonces: ¿y los españoles que “descubrieron” América? ¿Alguna vez uno de los “conquistadores” pidió perdón a los allí nacidos por haber hecho lo mismo a partir de 1492?

España, lo sigo pensando, podría ser uno de los territorios más civilizados del mundo, dada la mezcla de culturas, sangres, idiomas y genes que hay aquí. Si no lo es todavía se debe, en gran medida, a la renuencia de las derechas a asumir la verdadera historia del país y a reconocer la criminalidad del régimen de Franco. Lo lamento profundamente. Pero me niego a tirar la toalla, recordando que, según el refrán, “nunca es tarde si la dicha es buena”. 

Feliz 2024, hasta donde sea posible, a todos y todas. 

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Ian Gibson es hispanista, especialista en historia contemporánea española, biógrafo de García Lorca, Dalí, Buñuel y Machado. Su último libro, autobiográfico, lleva el título de 'Un carmen en Granada' (editado por Tusquets). 

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