domingo, 12 de junio de 2022

Qué percepción tan acertada la de esa novela, querido hermano poeta, haciendo la transición atemporal de los antiguos amantes a los amantes universales, ese salto cuantitativo y cualitativo, del apego primario de la parejitis a la liberación transcendente de Médicos sin Fronteras, en la experiencia infinita del Amor y sus incontables manifestaciones. Es una maravilla que literatura y profecía sean experiencias siamesas, que los profetas sean poetas, en verso o en prosa , lo mismo da un Orwell, un Huxley, un Verne o un Francesco d'Assissi que una Laura Restrepo, una Hildegard von Bingen, un Salomón, un David, un Isaías o Juan de Patmos que una Isabel Allende, Una Tere de Ávila, un Juan de Yepes, o una Rosalía de Castro que un Pérez Galdós, un Paco Brines, una Almudena Grandes y tú mismo, Luis. Cuando el verbo se hacer carne todo es posible.Y por esa razón tan poco tecnológica los antiguos amantes como nubes transmutan en la lluvia infnita del mismo amor inconfinable tan atemporal como palpable, que evoluciona y nunca se apaga ni se agota, aunque la materia y la energía cambien sin parar, como cambian los ciclos de la luz diaria sin dejar de ser luz en uno de los dos hemisferios del planeta, como en los del cerebro humano. La eternidad también es el roce constante, consciente y amoroso de la eterna mutación; basta con hacernos conscientes del proceso para disfrutar como niñ@s. Se le puede llamar como se quiera: imaginación, creatividad, consciencia universal, acequia y manantial interior que riega todo, wifi infinito en conexión inagotable, resurrección a la carta, universo en construcción y constante reciclaje.Eso ya depende del punto de vista que se descubra al mirar por la cerradura de la Verdad y sus mútiples aspectos variopintos, lejos de los absolutos y por ello tan ricos como plurales, terapéuticos y fértiles

VERSO LIBRE

Canción de antiguos amantes

Luis García Montero

InfoLibre  

 

La imaginación es una compañía necesaria para convivir con la realidad. Aliada imprescindible de la memoria, nos ayuda a mantener la presencia de lo perdido, de lo que va convirtiéndose en el fondo maternal de nuestro paso por el mundo. Imágenes de otro tiempo se hacen presentes, y se hacen presente, cuando cerramos los ojos o cuando se cruza lo que nos sorprende en el día de hoy con lo que hemos sido en el ayer. También la imaginación es una buena aliada de la esperanza, de la persona que está a la espera, de la conciencia que necesita pensar un futuro más habitable. La imaginación busca respuestas contra las hostilidades. De ahí que la literatura no se limite a escribir la crónica de los grandes acontecimientos. De la mano de la imaginación, se mete dentro de la vida, mira desde el interior lo que ocurre en cada casa, en cada dormitorio, en cada corazón, más allá de las encuestas, de las estadísticas y de las fechas. El mundo es diverso y coral.

Como el olvido no sólo afecta al pasado, sino también al presente, la imaginación forma parte del combate contra la indiferencia. Después de algunas semanas de noticias sobre la guerra de Ucrania, corremos el peligro de acostumbrarnos a esa zona calamitosa de la realidad. Quien imagina una ciudad bombardeada, una familia en ruinas, un zapato de mujer entre los escombros, el muñeco de un niño junto a un cadáver, un perro desorientado bajo el humo, no puede acostumbrarse a lo que está ocurriendo de manera tan hiriente. Pero, además, la imaginación nos impide que la actualidad oculte unas realidades con el ruido de las otras. También es bueno imaginar lo que no vemos todos los días en el televisor, recordar que existe Afganistán, Siria, Yemen, Palestina, Etiopía… La razón y el conocimiento necesitan alimentarse de sus imaginaciones. Y el periodismo también. Una imaginación no convertida en fantasía, sino en curiosidad e impertinencia, favorece que pensemos más allá de los discursos únicos y las corrientes establecidas de opinión.

Escribo estas cosas después de haber leído Canción de antiguos amantes (Alfaguara, 2022), la nueva novela de Laura Restrepo, una invitación a conocer la realidad a través de la mitología y a perseguir o imaginar el presente con la mirada de unos personajes literarios que pisan los conflictos actuales de la tierra, y los ordenan en el tiempo, a la sombra de figuras como la reina de Saba y el rey Salomón. Un joven estudioso, que intenta reparar su experiencia de la pérdida con la imaginación de una belleza mítica, persigue el sueño de la reina de Saba a lo largo de la literatura, desde Santo Tomás de Aquino a Malraux, pasando por Nerval y Rimbaud. Pero su desplazamiento geográfico lo lleva a conectar con Médicos Sin Fronteras y con una realidad marcada por Pata de Cabra, los campos de refugiados, las migraciones, la violencia sobre las mujeres, el hambre y la difícil supervivencia. El relato de la imaginación no sirve para huir de la vida, sino para enfrentarla.

La historia de la reina y el rey se convierte en el amor entre el joven Bos Mutas y Zahra Bayda, una partera que conduce el dolor de su propia historia a la solidaridad, incorporándose a Médicos Sin Fronteras, una organización con la que ha colaborado mucho Laura Restrepo, viajera comprometida en la decisión de escribir diversas crónicas sobre las realidades olvidadas del mundo. Como a uno de sus personajes, a ella también se le acercó una madre para ponerle en los brazos y regalarle una niña recién nacida porque la mujer que la había parido no encontraba manera de mantenerla. Y también conoció la desgarradura de no poder evitar una ablación, aprobada como un acto tradicional en el país con el que se intenta cooperar.

La imaginación no sirve mucho a la hora de solucionar el peligro de cruzar a un bebé ajeno y sin papeles por una frontera. Tampoco ayuda del todo la imaginación a la hora de mantenerse quieta ante la barbarie porque no se puede irrumpir de forma brusca en las costumbres ajenas, arriesgando la permanencia de un campamento médico imprescindible para miles de personas. Pero la imaginación sí nos ayuda a vivir por dentro el dolor del otro, a ponernos en la piel de una adolescente violada, una madre que necesita regalar a su hija recién nacida o unos médicos que deben salvarle la vida a un hombre herido que acaba de degollar a varias mujeres.

La imaginación ayuda a no olvidar que los derechos humanos son universales y que más allá de la actualidad europea existe un mundo diverso y coral, y una barbarie de evacuaciones, migrantes maltratados y sufrimientos. Sólo quien tiene imaginación puede comprender el dolor del otro, decía Rousseau. Sólo quien conoce el dolor, comprende el significado de la palabra amor. No es extraño que la novela dolorosa de Laura Restrepo se pueda leer como un homenaje a la literatura, al sentido de la palabra escrita con capacidad de imaginar a los otros, pero desde la conciencia propia. Por eso el argumento de esta Canción de antiguos amantes acaba en manos del Cantar de los cantares, la primera gran historia de amor de los seres humanos, amor con ellos mismos y amor con la naturaleza.

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