Opinión
'Españolandia'


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La mejor de todas las frases de la (ultra)derecha sobre los inmigrantes es la que les advierte con que tienen que adaptarse a "nuestras costumbres". ¿Qué costumbres? ¿Suscribirse a Netflix? ¿Comprar con Amazon? ¿Ir a comer a un burriquín, como llama Ayuso a los Burger King? ¿La abominable tortura y muerte de un toro? ¿El licor café gallego? ¿Los afterwork? ¿Los after hour? ¿El pan tumaca o el agua de València? ¿Las tiendas de recuerdos de la Gran Vía de Madrid? ¿La siesta que casi nadie puede permitirse fuera de las vacaciones? ¿El doble de cerveza? ¿El mantón de Manila, de origen chino? ¿Las sevillanas? ¿Trabajar hasta las ocho de la tarde y no dormir hasta las ídem de la mañana? ¿Las tapas que ahora casi siempre se pagan? ¿La ensaladilla del chef ruso Olivier? ¿La tortilla de patata que ya comían los aztecas? ¿El calor cada es vez más insoportable? ¿Los pintxos?…
Es tan absurdo el concepto “costumbre” en esta España nuestra como la frase de Feijóo que nos dice que ser inmigrante “no da carta blanca para cometer delitos”, como si ser español/a (o ministro de Hacienda, ya que estamos) te la diera. Lo único que da carta blanca en este Estado para cometer delitos es ser rey; a los hechos, a la Constitución y a nuestra Historia me remito.
Criminalizar a los inmigrantes en España, un país donde la inmigración sube al mismo ritmo que la seguridad, es tan miserable como tratar a los y las ciudadanas de imbéciles al decirles que un inmigrante que delinca debería ser expulsado, algo que ya contempla el Código Penal, como han insistido estos días públicamente muchos juristas ante la sarta de barbaridades que han echado por la boca los dirigentes de Vox, los del PP en su carrera electoral (empezando por Feijóo) y sus canales de repetición automática.
“La delincuencia está vinculada a la exclusión social y eso es lo que tendría que hacernos reflexionar”. El presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, se refirió así a los mensajes racistas que tratan de establecer una relación directa entre violencia e inmigración, mensajes más viejos que el andar y que no pretenden más que dividirnos y destruirnos.
López Miras es del Partido Popular y es de Murcia, sobre todo, la región de Torre Pacheco. Por eso, es una pena que en una reflexión tan de sentido común con la que apuntó a las causas mayoritarias de la violencia toda, la “exclusión social”, tuviera que meter el absurdo argumentario de Feijóo y Vox como acotación: la culpa es de las políticas migratorias de Pedro Sánchez y del Gobierno de España.
Porque el enfado de López Miras por los sucesos de Torre Pacheco, en la Región que gobierna, es el de tantos y tantas ciudadanas españolas horrorizadas por lo que está pasando en ese municipio de Murcia: nuestros vecinos, nuestras amigas, nuestros compañeros de trabajo… acosados y violentadas por fuerzas de extrema derecha, racistas y neonazis, valga la redundancia, que buscan una españolandia que no existe, por suerte para todas; ya saben, blanca, hetero, patriarcal, homogénea, que solo hable castellano, católica,… Esas son las “costumbres” de las que hablan los que hablan de semejante ensoñación carca.
El irrepetible Forges nos lo explicó un día en una de sus viñetas y antes de dejarnos huérfanas de su lucidez: “Sentimos como íberos, tememos como celtas, pensamos como griegos, reímos como romanos, trabajamos como hebreos, amamos como árabes y creemos como gitanos. ¿Cómo puede haber un español racista?”. Que no nos manipulen; en nuestra diversidad, en la diversidad de España desde sus orígenes, en sus lenguas, en sus culturas, en sus gentes que vienen y van,… está nuestra grandeza frente a un mundo cada vez más autoritario y violento con el vulnerable, el pobre,… Porque al final, es eso; el fascismo es eso y parece mentira que haya que contarlo de nuevo y un siglo después.
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