jueves, 5 de octubre de 2023

Una sugerencia sobre este tema, la actualidad y los pactos para gobernar o desgobernar: ¿Y si en vez de perder el tiempo en tiras y aflojas antipolíticos y agotadores, se utilizaran las inteligencias y responsabilidades de l@s gestores públic@s, para solucionar los verdaderos problemas, como por ejemplo, acabar con la insostenibilidad in crescendo del sistem in, -perpetuo e imparable,- failure? ¿Qué mejoraría y solucionaria los actuales problemas gravísimos del clima: una amnistía o una penalización, un referendum en Cataluyna o que Cataluyna y el resto de la península donde se ubica, prioritariamente eviten en coopereación el destrozo, el abandono y la contaminación de unos territorios compartidos y torpemente olvidados como lo son la España y la Cataluyna Vaciadas, y/o arrasadas por un turismo ecológicamente demoledor, en todas sus modalidades territoriales y lingüísticas, donde la responsabilidad es de tod@s? Estoy segura, y sé de buena tinta familiar, que a la mejor y más sana Catalunya lo que más le importa es el bien común y no, las especulaciones entre pijos señoritos del cortijo y/o senyorets de la masìa, es decir, del ppastón,que en realidad no entiende de regiones, ni de países, sólo de bancos y pparné...Ainssss!!!! Y muchas gracias, Lluis y Pedro, y a Público/CTXT y elediario.es

Dos miradas fundamentales para definir las salidas del marrón político, con las mejores expectativas posibles, para tod@s. Lluis Orriols sabe de lo que habla y acierta en lo que dice en sus siempre certeras  Piedras de papel

1)

Amnistía contra políticas sociales

Niños en un comedor escolar.


El nacionalismo español ha sido, de siempre, un quebradero de cabeza para el PSOE. Si bien los votantes socialistas muestran un apoyo casi unánime a cuestiones relacionadas con las políticas sociales, están profundamente divididos cuando toca hablar de identidad nacional o del modelo territorial. Si el debate se centra en políticas de bienestar o la ampliación de derechos y libertades, los Socialistas se desenvuelven cómodos y seguros: es un tema que genera enorme interés y consenso entre sus simpatizantes. Sin embargo, cuando el nacionalismo entra en la agenda política, los cimientos del PSOE empiezan a tambalear. Los líderes Socialistas suelen tener una especial aversión a entrar en el pantanoso terreno del conflicto territorial. Se trata de un tema corrosivo para el PSOE. Y eso es así porque el nacionalismo español no es patrimonio exclusivo de la derecha. Son muchos los votantes socialistas que además de ser de izquierdas, se sienten también profundamente españoles y ven con recelo la realidad plurinacional de nuestro país.

Veámoslo con datos. El gráfico 1 recoge las opiniones de los españoles sobre el modelo territorial según la encuesta de 40dB (para El País y la Cadena SER) del pasado julio. Esta empresa demoscópica ofrece en abierto su matriz de datos a investigadores y curiosos. Se trata de una política de transparencia y rigor que muchos valoramos y agradecemos enormemente. Los resultados de la encuesta ponen en manifiesto de forma clara el problema del PSOE con respecto a la cuestión territorial: los votantes socialistas se reparten en partes iguales entre los partidarios de una España más centralista y los que prefieren mayores cotas de autogobierno para las Comunidades Autónomas. No hay duda, pues, que cualquier decisión que toma el PSOE en esta materia (sea en una u otra dirección) acaba dejando insatisfecho a una porción relevante de sus simpatizantes. Lo opuesto le ocurre en el PP o en Vox. En ese tema, los votantes conservadores lo tienen muy claro y sólo una minoría es partidaria de dar más poderes a las Comunidades Autónomas. Por lo que respecta a Sumar, no encontramos un consenso tan marcado como ocurre en la derecha, pero existe una mayoría clara a favor de la descentralización.

Así pues, el único partido que padece una profunda división interna en temas relacionados con el nacionalismo y el modelo territorial es el PSOE. En este sentido, no hay duda de que una potencial ley de amnistía puede provocar el enfado de una porción relevante del votante socialista. Muchos políticos, periodistas y creadores de opinión (especialmente del entorno del PP) están propagando la idea de que el votante socialista se siente altamente insatisfecho con Pedro Sánchez por haber mentido a los españoles con el tema de la amnistía. Si bien antes de las elecciones lo tachaba de inconstitucional, ahora lo considera como una receta útil para la reconciliación.

Creo que se está exagerando el efecto nocivo que puede acarrear esa mentira o cambio de opinión. Es cierto que la amnistía puede enfadar a muchos socialistas, pero no se debe a una sensación de engaño o traición de Pedro Sánchez. Y eso es así por dos motivos. En primer lugar, el hecho de que un político cambie de opinión y asuma postulados que no defendía anteriormente es inherente a la cultura del pacto en democracias parlamentarias. Un presidente que no goza de mayoría absoluta tiene el deber de alcanzar acuerdos, aunque eso suponga asumir medidas que rechazaba o no estaban en su programa electoral. No es la primera vez, ni la última, que esto ocurra. Y en segundo lugar, una ley de amnistía no sería una impugnación o traición a la hoja de servicios de Pedro Sánchez como gobernante. Esta medida, de tomarse, sería una continuación de la estrategia de buscar aliviar la carga penal del independentismo, algo que ya se realizó durante la anterior legislatura con los indultos o la reforma del código penal.

A mi entender el elemento corrosivo de la amnistía para el PSOE no está tan relacionado con la mentira o el engaño como que es un tema que conecta con el nacionalismo español y divide al votante socialista (como vimos en el gráfico 1). La amnistía puede suponer un desgaste importante para el PSOE porque le lleva a un terreno que no le favorece. No sólo por la conmoción que provocaría la publicación de la ley de amnistía en el BOE. Este hecho puede ser nocivo pero podría caer en el olvido con el paso del tiempo. El problema de la amnistía es que podría conllevar la rehabilitación de los líderes del procés y propiciar su regreso a la actividad política. Y tener a Carles Puigdemont en activo y -quién sabe- presidiendo la Generalitat de Catalunya, sería algo altamente perturbador para la política española: sería un recordatorio diario al votante socialista de que Sánchez aprobó esa ley de amnistía.

Existe un antídoto al potencial efecto nocivo de una ley de amnistía: las políticas sociales. Si el PSOE logra transmitir a la opinión pública que la amnistía fue un peaje necesario para consolidar e impulsar la agenda social del gobierno, entonces puede que el castigo no sea tan elevado como muchos auguran. La gran batalla política en la próxima legislatura será muy probablemente la pugna por qué tema monopoliza la agenda pública: el nacionalismo o las políticas sociales.  El éxito o fracaso de un eventual nuevo gobierno del PSOE dependerá de cuál de esos dos temas acaba imponiéndose. 

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Y a continuación Pedro L.Lomas, ecólogo y especialista en el trabajo medioambiental , completa este pack informativo y reflexivo. Ánimo, familia, que junt@s lo conseguiremos, sí, el cambio de conciencia y de orientación humana, inteligente, ecológica, ética, feliz y sorofraterna.Material, energética, mental, emocional y espiritual, que es el jaque mate en el loco ajedrez  de la autodestrucción antropo(i)lógica.

 2)

CRISIS ECOSOCIAL

El modo de vida en España y su contribución a la insostenibilidad

La intensificación agraria es una de las principales causas de la insostenibilidad que nos debería preocupar, dadas las restricciones que va a imponer ese escenario de alteración climática

Pedro L. Lomas 3/10/2023

CTXT/Público 


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Es bien sabido que el modo de vida de la sociedad industrial capitalista altera las dinámicas naturales de autorregulación que, en condiciones normales, llevarían a cabo los ecosistemas. El modelo productivo asociado a tal modo de vida socava las reservas materiales de la corteza terrestre y tensa la capacidad productiva de los ecosistemas, satura los sumideros naturales, y ocasiona distintos grados de alteración y degradación ambiental, mediante diversas formas de contaminación. Esta tensión de la capacidad productiva y la alteración de las dinámicas naturales se traduce en un cierto grado de contribución de las distintas expresiones de este modo de vida a las tendencias locales, regionales y globales de insostenibilidad a través del choque con los límites ambientales a las distintas escalas a las que estos se manifiestan.

En el reciente Informe de Calidad de Vida en España, realizado por el área Ecosocial de FUHEM, se abordan algunas de las manifestaciones más relevantes de esta tendencia hacia la insostenibilidad resultado de los patrones del modo de vida actual en el contexto español.

Así, una de las principales consecuencias de nuestro modo de vida sería el grado de transformación del territorio al que nos ha abocado la apuesta económica por el sector de la construcción, las infraestructuras y el turismo. Según datos del Banco de España, en el período 2001-2008 se construían algo más de 750.000 viviendas de media al año en España, dejando un balance de al menos 3,4 millones de viviendas vacías, según el censo de vivienda de 2021. Este fenómeno de artificialización del territorio crecía a un ritmo de más del 3 % anual desde los años 80 hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria en esos años, y ha afectado, sobre todo, al entorno de las grandes áreas metropolitanas, y a las zonas litorales del Mediterráneo y el sur peninsular, produciéndose, en parte, a costa de áreas boscosas y zonas abiertas, pero, sobre todo de espacios agrarios. Espacios agrarios, cuya superficie se ha reducido, en general, pero que se han intensificado, con la industrialización de las prácticas agrarias y la expansión del regadío.

Entre otras consecuencias, esta alteración del entorno ha promovido el aumento de especies catalogadas con algún grado de amenaza en España, que ha pasado de las cerca de 600 a principios de los años 2000 a más de 960 en los últimos años, como un ejemplo de la afección que esto está teniendo sobre la biodiversidad. 

El fenómeno de artificialización del territorio está asociado, en gran medida, al incremento de la población que habita áreas urbanas. Este aumento ha traído consigo también la concentración de altos niveles de contaminación del aire muy ligados al transporte motorizado que, aunque han descendido, todavía se mantienen por encima de los niveles recomendables en partículas, óxidos de nitrógeno y ozono troposférico, en ciertas zonas metropolitanas de nuestro país, como Barcelona o Madrid. Además, la contaminación del aire no sólo se debe a su composición química, sino que también hay contaminación acústica, con más de 9,4 millones de personas afectadas por niveles más allá de los recomendados por la OMS, especialmente en áreas urbanas cercanas a los ejes viarios de las ciudades, y contaminación lumínica, presente, sobre todo, en las áreas de Barcelona, Bilbao, Valencia, la bahía de Cádiz y Melilla, así como algunas ciudades monumentales del interior (como Salamanca, Segovia o Zamora).

Las emisiones de algunos gases por parte del transporte, los hogares y la industria también contribuyen al fenómeno del calentamiento global y el subsiguiente cambio climático, cuyas consecuencias estamos sufriendo tanto en estas últimas décadas. 

Por una parte encontramos nuestra contribución a las emisiones, especialmente altas en el sector energético y del transporte, que venían creciendo secularmente, pero que presentan un cierto patrón de reducción debido la disminución de la actividad económica durante los años de la crisis de 2008 y la pandemia, así como por el efecto que comienza a tener la transición energética en nuestro país, con la promoción de energías renovables para la generación eléctrica. Si bien los efectos de este último proceso no llegan a alcanzar los niveles deseados debido a que se utiliza una política de gestión de la oferta y no una política clara de gestión de la demanda para mitigar este problema. 

Por otra parte, se encontrarían los efectos del calentamiento global que ya estamos sufriendo en nuestro país que, sin embargo, se vienen incrementando de manera evidente. Así, en un área donde el calentamiento es mayor que el de otras zonas del planeta (20% más que la media global en el Mediterráneo), se ha producido ya un aumento de las temperaturas medias cercano al 1ºC, concentrando los años más calurosos de toda la serie en lo que llevamos de siglo XXI, más que triplicando los episodios de olas de calor y ampliando su extensión territorial, así como su duración. Y, aunque se haya conseguido reducir el número de incendios, los que ocurren son más devastadores, calcinando el doble de superficie que hace 30 años. Además, se está produciendo una alteración del patrón de precipitaciones, aumentando el número de años de sequía durante las últimas décadas e incrementando, a su vez, el número de fenómenos meteorológicos extremos asociados a tormentas explosivas (vientos, inundaciones, rayos, aludes, etc.). Asimismo, el calentamiento global ha hecho que de los 52 glaciares que había a mediados del siglo XIX en los Pirineos, en el año 2020 sólo queden 19, habiendo perdido unos seis metros de espesor y reducido su extensión en una quinta parte desde 2011. El calentamiento y el deshielo están produciendo también un aumento del nivel del mar, que en el caso del Mediterráneo se está traduciendo en un incremento de 16 cm desde que existen registros, la mitad en los últimos 30 años.

La intensificación agraria es una de las principales causas de otra de las manifestaciones de la insostenibilidad de nuestro modo de vida que nos deberían preocupar, dadas las restricciones que va a imponer ese escenario de alteración climática: la sobreexplotación y contaminación del agua. Así, en la última revisión de 2020, el 26% de las masas de agua subterráneas y el 39% de las superficiales presentaban rasgos de sobreexplotación, y el 36% de las aguas subterráneas y el 15% de las superficiales, niveles altos de contaminación. Los usos consuntivos del agua en España están liderados por el sector agrario, por lo que el aumento del regadío en un 12% en las dos últimas décadas, el insuficiente tratamiento de las aguas residuales y problemas de contaminación difusa ligados, especialmente, a la actividad de la ganadería intensiva, estarían, en gran medida, detrás de estas cifras, con aumentos de los gastos asociados de más de 2.500 millones de euros invertidos en alcantarillado y depuración en 2018 en todo el país. 

Aparte de sufrir cambios entre usos, el suelo, como interfaz entre la geosfera y la biosfera, también sufre un cierto grado de sobreexplotación, de tal modo que el 29 % de la superficie de nuestro país sufre procesos de erosión, y un 37% está sometida a riesgos de desertificación (transformación artificial del suelo en una zona árida o desértica) medio-alto o muy alto. Asimismo, las actividades humanas también contaminan los suelos, especialmente las actividades agropecuarias, industriales y mineras, así como por los procesos de generación y tratamiento de residuos. Con respecto a los sectores económicos no hay mucha información, si bien, mientras se actualiza el mapa de suelos contaminados, se tiene información más detallada sobre la incidencia agraria, ya que el 83% de los suelos agrícolas europeos estaban contaminados por algún plaguicida y el 58% por mezclas de sustancias plaguicidas. Con respecto a los residuos, la magnitud del problema se entiende partiendo de los incrementos observados en la generación, unido al hecho de que en 2019 todavía el 78% de los residuos recogidos eran mezclados, cerca de la mitad de los residuos iban a parar a un vertedero y que en 2018 se incineraba alrededor del 12% de los residuos. Además, en los últimos años se ha reconocido la existencia de suelos contaminados con sustancias radiactivas, que tendrán que ser monitoreados y tratados convenientemente. 

Todo esto proporciona un panorama poco halagüeño para la sostenibilidad derivada de nuestro modo de vida, así como un cuadro de múltiples formas en las que éste socava nuestra propia calidad de vida en términos de salud y autonomía. 

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Pedro L. Lomas es doctor en Ecología, miembro del área Ecosocial de FUHEM y uno de los autores del Informe sobre Calidad de Vida en España.

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