jueves, 3 de junio de 2010

Interesante post de J.M. Castillo, de su blog "Teologia sin censura"

viernes 28 de mayo de 2010

¿CAMBIO DE POLÍTICOS O CAMBIO DE MENTALIDAD?
La prestigiosa economista Loretta Napoleoni, consultora del Fondo Monetario Internacioanl y de la FAO, asesora de la BBC y la CNN, la persona que más ha estudiado y mejor conoce cómo se financia el terrorismo mundial, acaba de publicar un libro apasionante, La Mordaza (Barcelona - Paidós), en el que dice esto: "Lo que ha puesto de rodillas a la economía estadounidense y mundial ha sido ha sido la locura de la guerra contra el terrorismo" (p. 34). Se trata del terrorismo que contra el que luchan los poderosos de Occidente en las guerras de Irak y Afganistán. Dos guerras llamadas al fracaso. Porque, ni han resuelto, ni van a resolver nada. Lo único que se ha conseguido con esas guerras ha sido desquiciar la economía de Estados Unidos y de la Unión Europa. Al tiempo que las finanzas islámicas se han disparado en flecha, haciendo de Dubái la Wall Estreet del Gorlfo Pérsico (p. 39). Si a esto se suma el crecimiento económico, imparable y progresivo, de la economía de China (con la que la deuda de Estado Unidos crece más y más cada año), cualquiera entiende que la crisis económica, en la que estamos metidos, no depende (en sus causas y en su solución) ni de Zapatero, ni de Bruselas, ni siquiera de Obama. Es el falso equilibrio de sistema, en el que hemos vivido los países ricos por encima de nuestras posibilidades, el que se ha roto. Y seguramente se ha roto para siempre.
¿Tiene solución este estado de cosas? Depende de lo que entendamos por "solución". Si, al hablar de solución, estamos pensando en volver a donde estábamos antes de la crisis, es muy problemático que eso se pueda conseguir, al menos a corto plazo. En las condiciones, en las que estamos, lo más necesario y hasta lo más urgente, no es que cambien los gobernantes, sino que cambiemos nosotros. Concretamente, lo que más falta nos hace es que cambie nuestra mentalidad. ¿En qué sentido?
Aceptemos que se ha terminado el "Estado del Bienestar" y del "Crecimiento Sostenible", en el que hemos vivido engañados durante años. Sí, lo repito, nos han engañado. No éramos tan ricos como para vivir al nivel que hemos vivido. Eso ha sido posible porque acumulábamos y consumíamos lo que tenía que estar mejor repartido. Por tanto, lo primero que tendrían que hacer los políticos es dejar de seguir engañando a la gente. Que tangan la valentía de decirnos que la solución que urge no es hacer promesas imposibles de cumplir, promesas de recuperar lo que ya es seguramente irrecuperable. Lo que urge es educarnos a todos en la convicción de que podemos ser más felices viviendo más austeramente. Se puede vivir mejor con menos cosas, con menos caprichos, con una vida reorientada hacia el logro de otros valores.
Desde el planteamiento de este blog, propongo (con toda claridad, pero también con toda modestia) dos cosas que me parecen importantes en este momento: 1) Necesitamos repensar nuestras convicciones y nuestras creencias. Está visto que la religión "oficial", que enseña la Iglesia, no le ayuda mucho a este país para hacer a la gente más feliz. No es posible establecer con certeza si es la fe la causa de la felicidad o es la felicidad la causa de la fe (R. Layard). En cualquier caso, lo que sí podemos afirmar es que las personas que han incorporado en su vida convicciones que les hacen más generosos y más sensibles ante la felicidad o el sufrimiento de los demás, esas personas suelen ser más felices. Y son más felices con menos cosas. 2) La forma de interactuar con los demás es decisiva para sentirse bien o para sentirse mal. Está bastante bien probado que las personas que se preocupan por los demás son en general más felices que las que viven preocupadas por sí mismas. La ansiedad derivada de "beneficiarse" uno a sí mismo genera problemas y es causa de mucho malestar. Por el contrario, la preocupación por "beneficiar" al resto del mundo es fuente insesante de un profundo bienestar que sólo conocen los que viven con esa preocupación.
¿Y esto qué tiene que ver con la solución de la crisis? Más de lo que imaginamos. Los miles de ciudadanos, que andan estos días crispados porque les bajan el sueldo, la ansiedad que tienen los que temen que les suban los impuestos, los que no se dan cuenta de que no les llega la camisa al cuerpo porque no ven caer a tal o cual político, los que temen que el jefe de su partido no gane las próximas elecciones..., en fin tanta gente que anda indignada o irritada estos días, ¿por qué no piensa en serio en los que no saben si mañana van a tener para poder cenar? ¿Por qué no se tragan, de una vez, que pueden vivir con menos caprichos? ¿por qué no pensamos todos más en las "soluciones" y menos en las "elecciones"? Lo digo con firmeza para terminar hoy: nuestra felicidad depende de nuestro ser interior y de nuestra filosofía de la vida. Por muy buenos políticos que nos pongan, si no cambiamos de mentalidad, seguiremos siendo bastante desgraciados. A no ser que perdamos del todo la vergüenza y nos hagamos unos canallas. Pero eso no serviría sino para aumentar nuestras desventuras.
Publicado por Jose Maria Castillo en 10:51

No hay comentarios: