sábado, 18 de abril de 2009

Motivos para la alegría

Un signo de evolución muy importante es que el despertar de la conciencia individual conduce a la superación de la indiferencia social y a la recuperación dignificada de la participación ciudadana responsable, en los asuntos de gestión pública.
Una de las bases decisivas es la distinción entre los conceptos de "política" y "cratofilia". La Política es el sistema social de participación y servicio solidario en la consecución del bien común, de la "polis". No identificada con ideologías ni credos. Sino con la gestión. Organización y atención a las necesidades de los individuos y sus comunidades. Es necesario mantener y mejorar los recursos, sistemas y redes de servicios. Para eso se necesitan instituciones que ya tenemos, pero renovadas y puestas al día. Habría que reformar el concepto de "poder" sustituyéndolo por el de "servicio". Así terminará la era de la "cratofilia" ( del griego cratós -poder- y filos -afición, apego- ) y con ella la confusión que ha dado lugar a tantos malentendidos aprovechados siempre por las dictaduras, declaradas o encubiertas, que tan aficionadas son a desmembrar la responsabilidad del ciudadano y a licuarla en la inoperancia que conduce a la destrucción de las posibilidades de gobernar con inteligencia y respeto. Con demosofía. Un término que me parece mucho más adecuado a los nuevos tiempos, que el viejo y demostradamente caduco: democracia.

Realmente en un estado de ignorancia, de irresposabilidad, de lavado de cerebro universal a base de mass-media comprados, de ambiciones partidistas y de lobbies multinacionales que dominan voluntades y silencios, naciones y proyectos, almas y mentes, esa "demo-cracia" es una mentira y un suicidio colectivo. Un poder, aparentemente compartido por la masa y los tribunos de la plebe más votados, pero en realidad manejado por unos hilos ocultos, que en pocas manos, dominan el mundo, bajo la ilusión de un gobernar "democrático". Ni la masa puede alcanzar como tal la capacidad de autogobierno si no deja de ser "masa" y se convierte en un conjunto de voluntades inteligentes y conciencias despiertas. De seres cultivados y aptos para decidir y no para apoyar ideas postizas, carentes de valores, vacías de contenidos aplicables y útiles para evolucionar social e individualmente, y que sólo son trampas para captar votos.

Es notorio que todo lo que educa y colabora a desarrollar independencia de criterios y de juicio, que es la base de la creatividad y de la responsabilidad, produce pánico a los cratófilos. El poder necesita rebaños y pastores. Eso funcionó en la antigüedad, mientras la conciencia del hombre andaba resolviendo la supervivencia material -alimento, territorio, asentamiento y reproducción- y su cerebro estaba dedicado a ello casi por completo. Así se delegaba en el chamán, en el sacerdote o en el militar victorioso o en el magnate rico y poderoso, la responsabilidad del gobierno tribal. Era la época en que el cerebro reptiliano dominaba la actividad mental humana. El "poder" que hace ricas y fuertes a las minorías dominantes, hace cómodas y perezosas a las mayorías gobernadas. Ya lo dice algún refrán popular como "dame pan y dime tonto", es decir, "dame además tv, videojuegos, internet a saco, hipotecas esclavizantes, coches y viajes organizados, entretenimeintos y di-versión, drogas varias y un trabajo que ocupe el resto de mi tiempo y de mi energía, que me abduzca y programe de tal modo, que no me quede ni un hueco para pensar ni decidir quien soy y como quiero y necesito vivir de verdad..." Es natural que semejante "demos", no sepa qué hacer con el "cratós". Le viene grande. Y es un absurdo que esa fuerza "crática" se ponga en las manos de quienes no saben autogobernarse, que es el verdadero poder, ya que ni siquiera se conocen a sí mismos. En esas condiciones, se elige lo que hay y se identifica con el sentir visceral de la masa "crática". Es decir, con las ideologías que sustentan las programaciones que aún subyacen en los restos reptilianos del cerebro.
A más desarrollo neuronal y conectivo, a más energía y equilibrio de los hemisferios y del cuerpo calloso que los une, las necesidades egoistas se refinan y se abren más a la solidaridad, a la universalidad, desaparece el miedo y surge la creatividad. Se está potenciando la capacidad de amar, de sacrificio por los demás, la generosidad y la gratuidad, el respeto y valoración de lo diferente. Por el contrario, a menos desarrollo del tejido neuronal y del córtex, el dominio reptiliano del cerebelo, potencia la programación animal, incluso el uso de la mente mecánica al servicio del instinto exterminador de la vida y de los recursos, a favor de necesidades egoistas y parciales. Y en realidad, suicidas.
En los individuos de cerebro evolucionado no es necesario el "poder" porque la inteligencia racional y emocional son las herramientas que sirven al funcionamiento de las conductas y a la consolidación del carácter, al desarrollo de los valores superiores.
En los individuos de cerebro reptiliano sí que es necesario ese "poder" que se traduce en un estado constante de amenaza y crispación, de inseguridad, de lucha, producidas por el pánico de la animalidad no superada, que necesita reafirmarse con el "poder" y la conservación y acumulación de bienes perecederos, que dan seguridad y continuidad, aunque precaria, ya que el miedo a la muerte y a la enfermedad no los suprimen las posesiones materiales, sino el conocimiento y la serenidad que dimanan de la evolución de la conciencia, sostenida por y sostenedora del propio desarrollo evolutivo del cerebro. Conciencia y cerebro interactúan, se retroalimentan.

En el estado reptiliano lo que debería ser el noble y desinterasado servicio a la comunidad "política", es decir, ciudadana, se convierte en "cratofilia", en dominio y sumisión. En jefes y esclavos. En opresores y oprimidos. En ese estado está claro qué orientación tendrá la masa para elegir a sus líderes. Las leyes se hacen a la medida de los errores comunes. Favoreciendo a los poderosos y plastando a los ciudadanos anónimos. En ese estado reptiliano, las religiones funcionan desde el miedo y la superstición. Son más bien un cojunto de rituales mágicos, donde un mediador o hierofante, se atribuye el poder de administrar los bienes falsamente espirituales, que le confieren otro tipo de poder, quizás más fuerte y potente que el fáctico. Ya que los poderes "políticos" se esfuman cuando el detentador deja de ejercer sus cargos, pero en la superstición religiosa permanecen siempre en el aura dominante del lider carismático.

Gracias a Dios, la evolución no para y va haciendo su camino. Por eso lo que en siglos pasados era sólo una rareza, una rebeldía o una herejía, ahora es un camino compartido por millones de personas en estado de despertar. Hemos llegado a un punto en que la comprensión profunda de la Realidad empieza a ser instantánea y contagiosa. Ni siquiera hace falta la presencia física ni la predicación proselitista. Es simplemente un tejido energético, unas ondas que nacen de sí mismas y se extienden y modifican y amplían la intuición, el conocimiento y la percepción, todo al mismo tiempo, en varios planos simultáneos que están interconectados, que son móviles y al mismo tiempo, permanentes. Que vibran en una frecuencia inasequible a la baja densidad emotiva, mental y desiderativa. Es decir, quienes son "tocados" por ella y se hacen sensibles a su contacto, comienzan a cambiar inmediatamente y cambian en todos los aspectos. No lo "consiguen" por esfuerzo e insistencia, sino porque su maduración energético-espiritual ha alcanzado el nivel adecuado para la trasformación. Y pueden "ver" y descubrir quienes son y qué está pasando en ellos y en su entorno, como en el mismo universo.

Con este estado de cosas, es obvio que el sistema de gobierno a que estamos sometidos y habituados está en la últimas, afortunadamente. La misma crisis que estamos atravesando se ha provocado por ese mismo cambio: las viejas estructuras se han roto porque los contenidos se han ampliado y ya no caben en el recipiente antiguo. El mismo contenido, al crecer y modificarse está dando lugar a formas nuevas, flexibles y adaptadas al crecimiento más acelerado y expansivo de la energía y de la conciencia. El "poder" y su "cratofilia" está en sus postrimerías. Soportaremos sus últimos coletazos que pueden ser dramáticos para quienes aún permanecen encadenados a esas estructuras, cuyo declive aumenta en progresión geométrica, como geométrica es la forma y la estructura del universo conocido hasta ahora. La geometría mentalmente degradada termina con su propia degradación para poder evolucionar y regenararse en otro plano más alto y sutil.

En este nuevo formato cósmico, el servicio y la fraternidad sustituyen al poder y a las diversas tiranías, que van cayendo al ritmo necesario. La falta de compromiso social, se transforma en solidaridad y apertura al "otro", que se empieza a reconocer en uno mismo. El hombre, la naturaleza, la vida, el cosmos, Dios, los seres de luz y maestros intemporales, la creación y todas sus posibilidades infinitas...están dentro del hombre. No hay poderes, ni mediaciones. Todo es UNO y regresa a Casa! Es decir, a un estado lúcido y consciente, autónomo y compartido, "contagioso" y libre, pero obediente a la Ley Suprema: el Amor que Conoce y puede y sabe y se expande y se contrae, como una respiración infinita, donde todo es posible y nada puede dañar. Porque todo está gobernado por esa fuerza maravillosa e inagotable que nace en nosotros y al mismo tiempo nos hace nacer en ella constantemente.

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