domingo, 21 de septiembre de 2008

Acabo de llegar del teatro. Ha sido una experiencia total. Por cuarta o quinta vez he asistido a la representación de "Jesucristo Superstar" y como sempre me ha conmocionado. No sé que fuerzas se despiertan en mi interior cada vez que entro en contacto con esa historia. Desde el principio al fin estoy en constante escalofrío. La música es espléndida, honda y contundente. Los personajes totalmente creibles. Los textos muy bien traducidos, se han cambiado a un vocabulario menos retórico y más coloquial pero no han perdido ni su significado ni su valor poético, simplemente se han aligerado, comprimido, para dar más paso a los símbolos del entorno coreográfico que es un acierto al pleno. Un montaje sobrio,con pocos elementos. Con una simplicidad que recuerda a los cuadros de Zurbarán. Los contrastes escénicos entre luz y sombra, entre el lleno y el vacío. El diseño del vestuario. Tan simple como elegante y variado. La danza y las coreografías de diferentes tonalidades y sobre todo la interpretación y las voces que han sido ejemplares. Gente jovencísima capaz de una disciplina y de un esfuerzo increíbles. Se nota el estudio, el conocimiento que da el trabajo constante y que permite aparecer en escena con una total naturalidad, con flexibilidad y destreza, con inteligencia, con frescura y al mismo tiempo con verdadera maestría. Y luego la calidad de la obra, el acierto de los autores que han conseguido calar en la médula intemporal de la historia. Consiguen el retrato y el perfil aproximativo a la figura de Cristo, colocándole como el gran interrogante que la humanidad aun no ha sido capaz de responder. La cruz supendida en el aire con el cuerpo del hombre divinizado y escarnecido, queda con su misterio balanceando su enigma sobre un mundo que no ha cambiado en estos 2000 años de andadura. El miedo, la violencia, el totalitarismo, la maldad, el interés, la superficialidad, la avaricia, la iconsciencia y el fanatismo, siguen ahora como rasgos habituales, igual que entonces. Y Cristo sigue resultando una anomalía igualmente. Si apareciese ahora, le volverian a crucificar de mil maneras.
Estoy muy agradecida por esta oportunidad de disfrutar algo hermoso, bienhecho y conmovedor. El teatro estaba a tope. Todo ha sido perfecto hasta que en el silencio impactante de la muerte de Cristo, ha comenzado a rascar el aire el telefonillo de una buena señora en la fila de delante. Y encima no lo encontraba. Así que haciendo caso omiso a los requerimeintos que siempre se dan antes de los conciertos, no ha apagado el artefacto. Así funciona una ciudadanía qu está tan falta de esa educación hipernecesaria y que nunca se toma en serio. Será porque al estudiarla en inglés, nuestras reclacitrantes abuelas no han entendido ni pruna.

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