Si nos paramos a pensar un poco
tal vez podamos escuchar la voz del Planeta atando cabos entre nuestra
forma de vida y su actual estado demoledor. Clima enloquecido, aluviones
tremendos, sequías interminables, erupciones alucinantes, terremotos de
locura como los que aún hacen temblar Turquía y Siria. Incendios como
el de Chile o los de California o los de España, descongelación de los
polos, con las graves consecuencias del aumento de las aguas marinas y
del permafrost, el deterioro in crescendo de la Amazonia, el
pulmón del Planeta, talado y comercializado por el capitalismo salvaje
de Bolsonaro y sus "cristianos" desatados, cosidos al gran negocio
global del exterminio de la especie y de la habitabilidad del Planeta.
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¿Cómo
es posible que nuestra especie no ate cabos entre cómo vivimos, qué
pensamos, qué ideamos, sentimos y hacemos o no, con lo que nos está
ocurriendo?
Tenemos
un potencial energético con muchas capacidades que aun desconocemos.
Hasta ahora nos hemos estado, y nos estamos, comportando como niños
malcriados y caprichosos, con una inmadurez tan espeluznante como
estúpida, pero metidos hasta el cuello en asuntos y realidades que
requieren adultez y evolución verdadera de nuestra inteligencia
completa, no utilizada egopáticamente por piezas sueltas, para poder
comprender que ser inteligentes no solo se reduce al hecho de descubrir,
utilizar y explotar lo descubierto como juguetes personales y juegos
divertidos para hacerse millonarios en casquería contaminante, desde
donde demostrar al mundo mundial lo listos y habilidosos que somos
jugando a todo lo habido y por haber, sin pararnos a pensar jamás en las
consecuencias de nuestras fantásticas habilidades. Y no solo en el
plano inmediato y tangible de lo material, sino sobre todo en el plano
de la intención, de la percepción de todo el proceso que conlleva cada
paso que damos para cambiar realidades y crear fenómenos adecuados desde
una ciencia, que sin conciencia es la mayor desgracia que nos afecta.
Ahí tenemos el cuadro completito. Basta leer la prensa o ver las
noticias.
El concepto latino scientia no solo se refiere a "saber cosas" por acumulación de datos informativos y teóricos, lo que significa sapere, (en latín vulgar, porque en le clásico el verbo era scio, el origen semántico de scientia) tener idea de que algo existe, sino sobre todo que ese concepto se refiere al hecho de conocer desde dentro de nosotros mismos la realidad que nos rodea. De ahí derivó el actual término conciencia, literalmente, consciencia (cum scientia). O
sea, que no nos basta con saber cosas, para poder comprender hay que
conocer y radiografiar lo "sabido" desde una profunda sensibilidad
psicoemocional, el hecho del mero y superficial saber. Añadiendo la consciencia o conciencia, al hecho de aprender y acumular datos en plan robots memorísticos.
Hasta
ahora esa forma de entendimiento imprescindible, más amplio y profundo,
se ha considerado una nadería, fuera, a años luz, de la realidad
comercial, especuladora del trinke que nos maneja, y que
paradójicamente solo es posible porque nosotros la ponemos en marcha, la
inventamos, la convertimos en negocio y luego cuando se desmadra somos
incapaces de pararla, de modo que cuando nos come, cual monstruo
devorador en plan Minotauro, no tenemos forma de salir del laberinto,
porque nuestro "saber" en modo Frankenstein ya no da para más y el
laberinto se ha convertido en nuestra única casa y en nuestra forma de
vida cada vez más "lista" para la mecánica de sus escenografías del
aparentar, más tonta y discapaz para la vida verdadera. Lo que ha
producido nuestra 'sabiduría' se ha apoderado de nuestra energía, e
incluso esa energía ya imprescindible para nuestra forma de vida(¡?)
depende de nuestro invento fatal, ya que hemos pasado de ser sus
creadores, canalizadores y gestores a ser sus rehenes y sus víctimas.
En fin, el Minotauro en su salsa.
¿Esto
tiene arreglo? Eso depende de nosotr@s. ¿Dependen de nosotr@s las
catástrofes naturales? Pues, visto lo visto y sufrido lo insufrible para
tantos seres humanos demolidos por el sistem in failure, se
diría que sí. Aunque parezca una locura hacer esa afirmación.
Fundamentalmente la cosa deriva de cómo elegimos personal y
colectivamente lo que llega a nuestras vidas en tiempo y espacio, y de
la energía que ponemos a funcionar, y desde qué niveles de percepción y
conciencia lo hacemos.
Lo
que llega a nuestras vidas depende también del estado energético,
racionalemotivo, anímico y cuántico-metaverso/espiritual, del que
también procedemos, que además permitamos que nos alimente, nos ilumine
y nos indique la vía adecuada, con aprendizaje y prácticas conscientes
diarias, como en un laboratorio universal, pero más abierto a las
posibilidades sorprendentes que a las "leyes" funcionales, cerradas en
sí mismas y tajantes, que en este plano cutrecillo y tan dependiente de
causas y efectos, en que vivimos llevan la voz cantante, y por cierto,
mucho más desafinada de lo que debería estar para que la energía cósmica
en que nos movemos y existimos se haga presente también materilizando
las ondas energéticas necesarias para la transformación de la materia en
energía y de la energía en la materia según sea necesario en cada
situación. Queda claro que la materia no es posible sin que la energía
se "cuaje" y le dé forma, sustancia y existencia fenoménica. En cambio
la energía no precisa materia para Ser. Por eso puede manifestarse como
sea necesario. Es el corazón del noúmeno kantiano y el motor ontológico
de toda fenomenología vital y universal. Todo influye en todo. Y todo en
este estado del Ser expandido como origen diluido en la elementalidad
del mero existir, estar y parecer, cambia sin parar. Todo fluye. Todo
cambia. Y sin embargo todo es estable y equilibrado en su esencia. Todo
es la misma sustancia en proceso transformador constante. Acertó de
plano Heráclito de Éfeso hace más de dos milenios.
La
eternidad no es un muermo pasmado, ni la muerte un final, somos también
resurrección consciente y mutante si así lo deseamos y lo trabajamos en
el día a día inmersos en la luz que nutre y cuida de nosotr@s sin
manipularnos ni dominarnos. Los cadáveres no resucitan, lo hace la
energía infinita que nos da vida y nos sostiene, lo hace la inteligencia
luminosa de la luz que nutre lo que llamamos "la creación". Esa
energía es la que nos cura, la que nos transforma, es el constante
oficio del Amor al que se ha llamado "dios" desde siempre, pero es mucho
más.
¿Cómo
son ahora mismo el pensamiento y las emociones de la humanidad,
mayoritariamente? ¿En cuántos lugares del Planeta hay suficiente
serenidad, paz, cooperación, acogida, igualdad de derechos y deberes,
compasión, responsabilidad, generosidad y apertura para reconocer los
propios fallos sin hacer una tragedia, y perdón constante hacia los
errores de nuestros herman@s como hacia los nuestros y luz regeneradora
para repartir en la oscuridad de la desesperación?
Pues ese es el combustible que hace posible la calidad de vida que necesitamos para esta nueva etapa evolutiva.
Lo
mismo que estamos haciendo con los tóxicos materiales para destruir la
atmósfera e intoxicar la tierra y el agua, dando lugar a enfermedades y
pandemias imprevisibles, que cambian de bicho como de camiseta, que
ahora no existen y mañana arrasan, las guerras sin parar, a base de
violencia, en las que el plan consiste en ponerse de acuerdo para matar
mejor y con más solvencia, en una carencia total de sentimientos sanos,
inundación de emociones perversas, fijación obsesiva a base de series y
películas donde todo es destrucción, engaños, abusos, odios, venganzas,
ataques violentos, robos, atracos, crímenes, genocidios, traiciones,
fraudes y mierda para dar y repartir, estamos infectando y
desequilibrando a marchas forzadas el funcionamiento geodinámico de
nuestra casa compartida, que de momento no tenemos otra: la madre
Tierra.
La
basura siempre es basura, da igual en qué estado la repartamos: sólido,
líquido, gaseoso, mental, emocional. Los pésimos estados anímicos,
mentales, emocionales. conductuales, privados y escondidos o públicos y
comunes, igualmente contaminan todo, entristecen la biología terráquea
lo mismo que la humana, animal o vegetal. Cada vez hay más enfermedades
psíquicas y mentales, que los fármacos no pueden curar, mientras
destruyen el organismo humano.
¿Por
qué antiguamente los campesinos y tribus ancestrales hacían
procesiones, ritos y ofrendas al cielo o las montañas o los bosques,
ríos y mares, para obtener comida, buenas cosechas, lluvias, salud y
felicidad? ¿Porque había dioses amos del cotarro a los que,según la
cultura del momento, les encantaba ser adorados y tenidos como máximos
poderes por los ignorantes asustados y dependientes de sus poderíos?
¿Eran solamente supersticiones? No. Más bien estaban cósmica y
emocionalmente más cerca de Tesla y de Einstein que de la economía del
siglo XXI. Más cerca de Jesús de Nazaret que de la OTAN, del Kemlin, del
Pentágono o de la Plaza de Tiannamen.
Simplemente
porque la armonía, la danza, la música, la confraternidad de la fiesta y
el gozo de sentirse parte de la vida planetaria junto a los elementos, a
la luz y al universo visible, hacían posible y facilitaban que también
la Tierra mantuviese su equilibrio con más facilidad, armonía y hasta
más seguridad. La Naturaleza tiene alma también y un tipo de conciencia
especial, no como el humano, pero a veces, más inteligente y más
responsable, a su manera, naturalmente.
En
medio de esos flashes, de repente aparecía la oscuridad, el poder de la
violencia, los instintos convertidos en derecho de pernada, la
confusión y el miedo, las peleas, los conflictos, el odio y la guerra,
con la muerte de por medio. Más perdidos que el alambre para cierrar del pan de molde,
se recurría a "los dioses" para que pusieran orden en el caos, y como
no estaban físicamente disponibles, se fueron inventando religiones,
cuyos funcionarios representasen el poder y la autoridad de las
divinidades siempre intangibles, pero tan necesarias, que si no
existiesen habría que inventarlas. Por esa razón, cada vez que un ser
humano aparecía con más lucidez,inteligencia sana, virtudes naturales
desconocidas para la mayoría social, se les consideraba una aparición de
"los dioses" para los más despiertos y un peligro público para los más
dormidos. Por eso solían matarlos. Más que nada por miedo a que con sus
aportaciones extraordinarias, se cargasen sus imperios y montajes
convertidos en su "normalidad". En realidad esos seres fueron y son la
manifestación más directa del Amor Infinito que es nuestro origen. El
servicio generoso y constante que nada tiene que ver con el poder de los
"señores" y divinidades varias, que se nutren de la eterna esclavitud
mayoritaria, en diversos formatos sociales, económicos, culturales,
ideológicos y religiosos, que mantienen el mundo como un juego de
marionetas con fecha de caducidad del formato. Eso que llaman "dios", no
es real, sino parte de una representación teatral: al haberla
convertido en sistema, se ha ido retrasando el despertar evolutivo de la
especie, que ahora ha llegado al límite de sus viejas posibilidades y
se ve obligada a un cambio de todo si quiere seguir viva en este tipo de
universo. Hay muchos más.
Todo
el conjunto de vida en constante regeneración en mil maneras es el Amor
Infinito. Nada está oculto ni escondido en su luz. Nada le es
indiferente y cuanto más abierta, sana y acogedora sea la conciencia
humana, más y mejor funciona y funcionará todo el conjunto geobiológico
que habitamos y nos acoge, con una generosidad que no se merece
semejantes malos tratos por parte de una especie que no sabe por donde
anda si no encuentra dinero, vacuidad antojadiza y poder sin alma ni
conciencia por el camino hacia la nada de nada, que es la vida reducida a
un sinsentido acelerado exponencialmente y sin pies no cabeza, en el
que sobra el caos y falta la capacidad para evitarlo y sustituirlo pro
la felicidad y la plenitud.
Tal
vez por todas esas razones desconocidas pero flotando en el día a día,
en Siria y en Turquía, los creyentes religiosos se preguntan en estos
momentos dónde está Dios. Y tienen razón al preguntárselo, desde el lado
de la fe religiosa, si Dios fuese lo que les/nos han contado esto no
tendría sentido alguno, para quienes creen en esa divinidad heredada y
cultural, dedicada a premiar a los buenos y castigar a los malos, solo
que también sería muy acertado preguntarnos dónde estamos los seres
humanos como especie en evolución, y qué hacemos con las prácticas que
nos enseñaron en nuestras culturas e inocularon como una póliza de
seguros celestiales que a la hora de la verdad les deja tirados. La
póliza es un timo. La seguridad la llevamos dentro y hay que sacarla y
transformarla en convivencia que alimenta y ayuda, cambia y regenera más
allá de tiempos y espacios. Somos gotas en el océano del Amor. Átomos
de su cuerpo infinito. Piezas del puzle. Cada una distinta y sin embargo
una unidad preciosa. Que le llamen como quieran.
Sólo
dentro de cada uno y una encontraremos respuestas a preguntas tan
desoladoras. Y solo dentro de nosotr@s brillará el faro de la esperanza,
reflejada en el Nosotr@s en medio de la noche más oscura, justo cuando
toquemos fondo y parezca que no hay nada que encontrar. Entonces se
habrá desprendido la costra vieja que nos impedía avanzar y empezaremos a
descubrir la Vida sin tapujos ni lavados de cerebro. Así va llegando el
diseño de la Nueva Tierra para Tod@s, donde nadie pregunta quién eres
ni de dónde vienes, porque todos ya intuimos y experimentamos que somos
hij@s de la paz y de la vida auténtica y habitamos la misma Casa
Infinita: el paraíso del Bien Común. Del que nosotr@s somos cooperativamente l@s arquitect@s, delineantes, maestr@s de obras y albañil@s. La inteligencia del Amor sin fronteras es la materia prima del proyecto cósmico. Si nos enredamos en la banalidad del mal, creyendo que es fortuna, caché, negocio y basura camuflada de glamour, durante siglos y años, luego pasa lo que pasa...Pero, desde la luz interna, contagiosa y compartida, aún es posible el cambiazo. Basta con despertar de la pesadilla convertida en "ilusiones" y sueños disparatados. Si queremos, podremos.
Respirando Vida, Vida se engendra, Vida se gesta, Vida se trae al mundo. De sorpresa en sorpresa, de lo mínimo a lo cósmico y viceversa. Ánimo, familia querida!
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