domingo, 18 de enero de 2009

Si la verdad que encontraste no te hace libre, sigue buscándola

El riesgo de la verdad es que nos hace crecer
y nos hace abandonar los engaños del ayer,
la fantasía de un mañana
que no se desarrolló en la cuna del presente
y las ilusiones huecas sin raíces ni porqués.

La verdad nos hace libres y eso es un reto difícil
de asumir con madurez. Y no es que lo diga yo
es que está escrito en lo alto. En el medio
y en el bajo.
A veces nos cuentan cuentos disfrazados de "saber",
nos ocultan lo real para que lo descubramos
no para justificar el valor de las mentiras.

La verdad puede ocultarse en matáforas divinas
en relatos adaptados a la mente que comienza
a intuir la luz del sol y precisa unos cristales
adecuadamente opacos que le oscurezcan el aire
para evitar deslumbrarse con aquel descubrimiento
pero el cristal es verdad y la luz también lo es.

El iniciado y el sabio no necesitan mentir
porque ellos son de verdad y a la verdad pertenecen.
Se les nota a simple vista
lo mismo que un manzano da manzanas
y no uvas, una vid no da nueces, ni almendras un peral,
tampoco un SER real dará mentiras.
Metafísicamente es imposible.
Si miente es que no ES y si ES no hace falta engañar
la verdad nos conquista cuando llega
y ya no es necesario el disimulo.
Que tiene tal poder de convicción y tal respeto
por las formas y modos diferentes
que jamás disminuye a ninguno ni le ofende,
que sólo nuestra propia vanidad
y nuestras falsedades subsidiarias
podrían ofenderse delante de su limpia condición.
Pues ante la verdad sólo nos duele
aquello que entorpece lo que SOMOS
y no queremos ver honestamente.

No miente nunca el sabio que mitiga
con parábolas simples un mensaje difícil de entender.
Pues filtrar la verdad no es ocultarla
sino facilitar que se asimile sin forzar el proceso.
Es un acto de amor y de creatividad y de poesía
de confianza plena en las capacidades de los otros
que crecen en la luz sin darse cuenta
hasta que al fin la vida les considera adultos
y les pone delante la evidencia absoluta de la prueba.

Y ante la prueba no sirve disfrazarse para evitar el lance
sino afrontar el resumen del camino a pie sereno y firme
a cara descubierta. Adultamente.
Claro está que todo ese proceso es necesario
y no existe maestro ni guía ni instructor
que lleve con mentiras la paz al corazón,
el enfermo a la cura, el camino a la meta
y el loco a la razón.

Todo lo que encontramos al pasar
es la linterna que nos descubre un trozo de verdad.
La escuela de la vida es implacable
en sus clases se aprende cada día
la fuerte disciplina y el trabajo
que consiste en vivir siempre despiertos
aprovechando el golpe de kung-fu
para poder cambiar la sombra en luz
o quedarse en la sombra, siendo estrellas, tantas veces
como el cielo lo exija y la tierra precise.
Pues cielo y tierra es nuestra sustancia eterna.

La verdad lleva implícita la práctica.
Por eso en realidad nunca es teoría.
Las fórmulas dogmáticas y rígidas no le son propias
pues Ella es siempre nueva igual que eterna.
Lo mismo es una anciana que una niña.
Se hace ciencia en un beso, oración y poesía,
comprensión instantánea de realidad divina,
trabajo silencioso y ardiente sacrificio
que colma la alegría
en el sereno templo de la paz
aunque la guerra empuje el tiempo
y deshoje los días.
Las cifras y arquetipos se deslizan
en formas de precisa y preciosa geometría
ante su sencillez y su excelencia
que fluye como un río hacia la mar bendita
de la infinitud.

La verdad nos arranca de las garras del drama
nos deja como nuevos en los brazos del dharma
y siendo alimentados por las leyes eternas
habitamos la Casa de la gracia
no para convencer ni conquistar
no para ejercitar ningún poder
no par combatir ni batallar
sino para vivir la Libertad que el universo siembra
por doquier, en el sabio precepto de gozo y santidad
nacido en la espiral de luz que emite el SER.
Inteligencia pura. Puro Amor.
Fluído prodigioso y natural
que baja a lo más hondo, oscuro y demencial
para abrazarlo con dulzura y candor
e invitarlo al palacio celestial.

Por eso la verdad, más que árido tratado
de enigmas y charadas o un dogma impositivo
basado en mil teorías importadas
que alargan nuestro sueño dormilón,
creyéndonos despiertos,
es el convencimiento inocente y amable,
honesto y perceptivo, siempre vivo y atento,
inteligente,
que concede la práctica constante y armoniosa
del verdadero AMOR

No hay comentarios: