viernes, 3 de octubre de 2025

¿Qué hacer ante el tabú del aborto?

 

Está claro que la evolución lleva a nuestra especie a desarrollar urgentemente la consciencia  pues las leyes mecánicas se han quedado enquistadas en los enredos de un pasado sin solucionar. Uno de los puntos más evidentes es afrontar el tema del aborto, en un mundo donde no todos los seres humanos nacen siendo queridos, deseados e integrados sanamente. Para los que esta vida, tantas veces, es una verdadera tortura. Hijos de madres violadas, de padres violadores, maltratadores, alcoholicos, drogadictos, delincuentes y tantas veces, enfermos psicoemocionales cuya enfermedad se asume como "lo normal", cuyas conductas sexuales mecánicas dan lugar a hijos que no nacen del Amor, sino sólo como resultado del deseo e incluso del trastorno mental, emocional e inhumano. 

Tenemos que preguntarnos si llegar a este mundo con semejante equipaje lo habrían elegido los seres humanos antes de nacer. Para quienes creen que su Dios es el gestor de todo, y están atados (religados) a las religiones sin el menor signo de consciencia individual ni colectiva, lo más fundamental es dejar que sean los credos religiosos los que decidan por ellos, cuando, en realidad, esa energía que llaman "dios", está en su interior, dando la vida, el SER y la capacidad para un desarrollo necesario y sano, que no tiene fijaciones ni condenas para nadie. Es lo que Kant denominó como Noúmeno y que las creencias autistas, catalogaron como "ateísmo", cuando en realidad es todo lo contrario. 

Es una aberración creer y pensar que el Amor Infinito que nos hace posibles valore la vida física por encima de la vida consciente, y "permita" y "ordene" que para vivir en este mundo lo "normal" sea que el sufrimiento de inocentes criaturas, a las que nadie les ha preguntado si quieren nacer en las peores condiciones, sea un mandamiento sine qua non. 

¿Cómo se puede ayudar a que el aborto no sea la muerte del feto sin más remedio? Educando a los seres humanos, de modo que cuando suceda una violación, o el inicio de embarazos no deseados por razones diversas, cuando el zigoto, el óvulo fecundado, no haya comenzado a desarrollarse aún en el útero materno, en la fase extrauterina, ni aún se haya comenzado a formar el cuerpo del futuro feto. Cuando no se "mate" a nadie, sino que sencillamente se expulsen un par de células unidas en una fecundación indeseada e incluso, tantas veces, el origen de una vida dolorosa, rechazada por la madre y el padre. Ese proceso forzado es una verdadera prisión y sufrimiento incondicional para unas criaturas inocentes que jamás deberían pasar por un calvario semejante y que el Amor Infinito nunca desearía para nadie.

Hay que educar y ayudar a comprender estas situaciones desde la escuela, la infancia, la adolescencia y la adultez sin luces, para no acabar haciendo de la vida de nadie una condena de inocentes. Y facilitar desde la sanidad pública el acceso a lo que no es un aborto ni matar a nadie si se aplica a tiempo, sino impedir que la vida sea un tormento para las víctimas de un existir que nunca podrá ser una vida verdadera, si se disfunciona en ese plan. 

No se tiene en cuenta el daño energético, emocional, mental y tantas veces, también físico, tanto para la madre forzada y emocionalmente discapacitada como para la criatura obligada a nacer en un infierno de rechazo, aunque luego la adopten personas que no la maltraten. Porque siempre llevará en los genes y en el inconsciente toda la basura energética que durante el embarazo materno fue su alimento. 

Eliminar un zigoto extrauterino, sin vida ni energía propia,  no es un crimen ni mata a nadie. Pues aún no tiene cuerpo ni vida propia. Es como quitar un padrastro o un callo. Pero sí beneficia tanto a la premadre forzosa como evita el suplicio a un futuro ser humano inocente que no merece entrar en la vida con semejante equipaje de miedos, rechazos, rabias, odios, desprecios, y egoísmos mucho peores que aparcar el nacimiento para mejores llegadas a este mundo. 

Que los santos inocentes no se vean obligados a que el Herodes sistem  de turno les obligue a soportar un tormento disfrazado de vida que en realidad no lo ES, porque está convencido de que su obligación es hacerle la pelota a su "dios". Y así abortar el desarrollo verdadero de los seres humanos. 

Como madre de ocho hijos, puedo asegurar que la energía de la vida no se puede ni se debe forzar jamás por creencias ni imposiciones sectarias, pues ya no es cosa sólo de la madre, sino sobre todo de las consecuencias más negativas y destructivas para el hijo o hija, herid@s para siempre desde su concepción y llegada a este mundo. Yo misma, precisamente, por la realidad vivida, si hubiese sufrido un embarazo forzado,fruto del miedo, de la rabia o del odio, habría eliminado el zigoto entes de convertirse en feto. Y sé que el Amor Infinito me lo hubiese agradecido y el alma volando alrededor, viendo el panorama intemporal, aún sin feto al que acceder en ese plan, también. 

No permitir el embarazo antes de que se produzca y se instale en el útero, no es abortar. La ginecología debería informar y cooperar, para que el aborto no exista.

 

 



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