jueves, 30 de abril de 2020

Genial este artículo, Elisa, hermana. Y gracias por compartir lucidez y salud política




"Hay dos modos de conciencia:
una es luz, y otra, paciencia.
Una estriba en alumbrar
un poquito el hondo mar;
otra, en hacer penitencia
con caña o red, y esperar
el pez, como pescador.
Dime tú: ¿Cuál es mejor?"
Antonio Machado


Ha sido CAT la que ha dejado en el Congreso el grito indignado de los que buscan la certidumbre y fue Kant el que dejó dicho que la inteligencia del hombre está proporcionalmente ligada a la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar. "El pueblo español necesita certezas (…) la ausencia de fechas claras provoca incertidumbre" claman los populares y hasta algunos actores económicos, como si la vida no fuera ajena a las certidumbres y como si un despojo de ARN, con destajo de asesino, fuera a firmales ante notario un pliego de seguridades.
No haber comprendido que la certeza no será parte de nuestro mundo, porque de hecho nunca lo fue, es no haber sacado receta alguna de esta debacle. Ni los que encuentran el consuelo de la fe para apaciguar el miedo a lo incierto dudaron nunca del dios de la incertidumbre, ese que les animaba en Mateo a velar "porque no sabemos ni el día ni la hora".
No hay certidumbres, no hay ni siquiera aún certeza científica. Sólo el socrático scio me nihil scire halla hueco en nuestros corazones. Así que el plan de desescalada es un desastre, dicen, porque no nos da certezas, porque no pone plazos a nuestras ansias, porque no nos asegura la seguridad ni el tiempo. El plan de desescalada es racional porque sólo se ancla en la falta de certeza, en las preguntas, en la falta de seguridades que preside nuestro descenso a la categoría no ya de humanos sino de animales cuyos organismos se exponen a un peligro biológico que luchamos por controlar.
Los hay quejumbrosos por lo que afirman es un plan incomprensible y complejo, lioso y poco claro, y en su lamento no parecen darse cuenta de hasta qué punto expresan su falta de claridad mental. El plan es meridiano. Ensayo y error, un método heurístico para obtener conocimiento. No lo tenemos, ese conocimiento. Ensayo y error y paciencia. Esas fechas que pide la oposición, esas señales con límite, no dejan de desearse también como mojones en el camino en el que colgar los dogales políticos del incumplimiento porque es sabido que ningún gobernante que dé fechas precisas puede asegurar que las cumplirá o siquiera que no tendrá que retroceder. No poner fecha es estimular también al ciudadano. Ladran los que consideran que el Gobierno está haciendo recaer la responsabilidad en los españoles pero, díganme en serio, ¿quién ha de ser responsable de nuestra propia salud y de la de nuestros seres queridos, de nuestras vidas, si nosotros mismos pretendemos no comprometernos en ello? Sí, también y sobre todo es cosa nuestra cuidarnos. Cosa de hacer bien las cosas. Cosa de ser cívicos y responsables, incluso siendo conscientes de que todo lo que se permita hacer no es obligatoriamente lo que hemos de hacer.
El plan responde a la razón científica. Pretende ir volviendo a la actividad con un máximo de medidas que eviten el contagio y un mínimo de riesgo. Nadie asegura que eso produzca planes "lógicos". "No tiene ningún sentido que la gente pueda ir antes a la terraza de un bar que al pueblo a ver a su madre. Bueno sí, uno. La presión de la patronal", clamaba Rufián. Y erraba porque la lógica en la que nos movemos no es la de antes ni siquiera la del capital ni la de la importancia simbólica que le demos a las cosas sino la lógica del bicho. Así que sí, es lógico que puedas ir a una terraza al aire libre, guardando las distancias, y que no puedas ir a otra provincia que puede estar en mejor situación epidemiológica porque, Rufián, si los padres viven en un pueblo de la misma provincia sí que podrás, pero tendrás que valorar si deberás.
La provincia, el otro aparente escollo que han encontrado como asidero. Hace falta ser muy parvo para tragarse eso de que la provincia no vale porque se diseñó en el siglo XIX. ¿Qué pasa con la provincia? ¿No votamos por provincias como circunscripción? El Gobierno ha dicho que aceptará otras unidades administrativas si se les propone de forma motivada. La provincia como estrambote que no rima. ¿Han pensado en lo fácil que es instalar controles en los límites provinciales? Nunca se me hubiera ocurrido que la provincia per se fuera centralista y centralizadora, castradora de la nacionalidad. Si todo lo que chirría es la provincia, me arraigo en mi postura de que el plan está basado en la racionalidad y de que compete a cada comunidad entrar en la carrera de las cosas bien hechas para lograr superar las fases de forma inequívoca.
Hay también quejas sobre la imposibilidad de obtener rentabilidad de ciertos negocios jugando con las reglas del coronavirus. Es muy triste, pero es que es lo que hay. A nadie se le obliga a abrir su terraza con un 30% del aforo. Con trescientas muertes aún al día es imposible pensar en amontonarnos más. Vivíamos en la promiscuidad, vivíamos de la muchedumbre y eso no va a ser posible hasta que la ciencia halle la vacuna. La ciencia, esa única diosa capaz de producir la certidumbre.
Zozobran algunos ante la "nueva normalidad" y yo no alcanzo a ver una construcción más afortunada. La nueva normalidad les suena distópica porque no es a una utopía a lo que vamos a asomarnos. La normalidad, como uso y costumbre, no va a regresar a nosotros sin la vacuna. Sobre eso sí que hay certeza. Recobraremos una suerte de normalidad, por oposición al confinamiento y al estado de alerta y a los miles de muertos y a la lucha detonada en hospitales, que es la anormalidad en su expresión suma. Volveremos a intentar vivir como la pandemia nos permita. Debería inquietar que nuestra normalidad siga siendo tan frágil, tan poco normal en suma, y no un término acuñado para que los ciudadanos, el pueblo, la gente, entendamos que nada va a ser como antes… todavía. La humana incertidumbre le ha explotado a algunas generaciones en las manos. Se han despertado en un mundo en el que no podemos asegurar las cosas. El mundo de siempre, vamos, no el que les habían vendido. Kant, danos paciencia.

España es un estado democrático, libre, laico y aconfesional, demostrémoslo en la Declaración de la Renta, a Dios lo que es de Dios y al Estado lo que Dios quiere y exige que se reparta con justicia y sin prebendas religiosas y chantajistas. El cielo no se compra con dinero, pero el hambre y la miseria no están a ese nivel, sino en manos de la pasta, como los beneficios eclesiásticos. No piques el anzuelo y coopera con el Estado, no con el montaje del anticristo que se inmatricula todo lo que pilla y ni siqiuiera paga el IBI. Que trabajen como todo el mundo y ejerzan gratis su ministerio

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Más información:
Folleto en PDF para descargar o imprimir: IRPF 2020
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La voz de Iñaki Gabilondo | 30/04/20 | Si nos comportamos como nuestros ...




Creo, modestamente, que llamar política a una constante pelea de corrala entre marujones ideológicos, más parecida a la escena inicial de la zarzuela Gigantes y cabezudos, que a una sesión parlamentaria de cualquier país civilizado, es demasiado arroz para tan poco pollo. No es política ni de coña. Sino una deplorable pelotera de taberna entre clanes de vecinos descerebrados, partidarios del Barça y del Real Madrid, enardecidos por el exceso de cañitas, finos, cafés y cocacolas a saco. 
La política se está haciendo en los hospitales públicos bajo mínimos, en la panadería, en las farmacias, aconsejando, preparando diluciones homeopáticas y mandado pedidos a domicilio, en la limpieza de las calles, en el servicio solidario a los ancianos y personas de riesgo que no pueden ni salir a comprar la comida y los medicamentos, en los esclavos de Glovo o Amazon, que se tienen que pagar la seguridad social con  la miseria de sueldo que les pagan por llevar comidas y compras a domicilio aunque caigan chuzos de punta. La política la está haciendo la chica que dos días a la semana sigue limpiando las escaleras, puertas, ascensores, cristales, accesos, descansillos y la entrada en los bloques de viviendas, expuesta a que se le contagie cualquier modalidad del Covid-19. La política se está haciendo en las clases online entre maestros y alumnos, en la reposición de material y en la caja de  tiendas y supermercados, en las pocas Cajas de Ahorro que la crisis no se llevó por delante en 2008, como las de Manacor, Ontinyet o Unicaja, que no dudan en atender a los pensionistas personal y humanamente, sin maltratarles como sí está haciendo por ejemplo en , el BBV, Santander o Bankia, reduciendo la atención a una sola sucursal, en cuyas aceras se hacinan durante horas esos pensionistas que no pueden con su alma y cuando les llega el turno es la hora de cerrar la ventanilla, que solo atiende lunes y miércoles de 8 a 10, exclusivamente a sus clientes, a pesar de estar comprometidas con el Ayuntamiento para cobrar el IBI, por ejemplo. La política la están haciendo los trabajadores que no pueden cobrar el salario porque la empresa ha parado y a los que la renta básica no les ha llegado.
Esa es la política, la dinámica de la Polis (ciudad) y la vida de la politeia (ciudadanía). De ese carnaval de los animales que tenemos en el corral de la Carrera de San Jerónimo, nos sentimos completamente al margen. No por nuestra voluntad, es que no podemos comprender su idioma. Necesitamos tiempo y reflexión para concederles un lugar digno de estudio, pero nos falta tiempo: hay que emplearlo en desinfectar todo constantemente, en lavarnos las manos cada cinco minutos, en lavar sin tregua fregaderos y encimeras con lejía, tres veces las verduras, en poner lavadoras sin parar, tender, recoger y guardar la ropa, bajar basura separando lo orgánico, el plástico, las latas, el aluminio, los vidrios, los textiles, el cartón y el papel, en poner y quitarse mascarillas y guantes, en descalzarse y calzarse al entrar y salir de casa. En conectarnos al teléfono y al ordenador para saber algo de nuestros seres queridos, familiares y amigos. Ahora mismo, la política está ahí dando el callo desde la base imprescindible para que la gestión de la vida en común, que en realidad es la política no se vaya por el desagüe. Lo "otro", o sea "los otros", se parece más a la peli de Amenábar que al parlamento de un estado democrático. Son más zombis que otra cosa.

Sánchez está en la parra. Sigue con la mentalidad provincialista del Imperio Romano desde la cúpula, como si fuese Augusto, a decretazos porque sí, sin darse cuenta de que estamos en el siglo XXI y el concepto pro-vincis, está más que superado por el desarrollo autónomo imprescindible de los territorios. Por otra parte hay autonomías incapaces de desarrollar una empatía responsable y solidaria en tiempos de peligro universal, donde es fundamental la unidad de lo diverso, que no equivale a que un centralismo fagocite las partes de su identidad-puzle aprovechando la ocasión para meter goles en un sentido o en otro. Y esa realidad, personajes como  Torra o como los australopitecos de la derecha feroz, ni la ven ni se la imaginan. Cuando el Planeta debe ser una piña para salvarse del destrozo des-humano, y se le está pidiendo a Europa que reaccione con decencia, lucidez y humanidad en el nivel económico y social, no tiene el menor sentido aprovechar el Armagedón para sacar votos de las comanditas ideólogo-folkloricas. Porque el finiquito general no tendrá en cuenta si se es de derecha o izquierda, catalán, gallego, balear, riojano, holandés  o saharawi. 

Lo cierto es que la politeia española está hasta la coronilla de que su dolor y su esfuerzo constante sirva de comidilla cutre y manipuladora en el Parlamento, que debería ser la sede de representación del pueblo soberano en el que precisamente el pueblo ni siquiera es el convidado de piedra, es que no existe, no se puede reconocer en ese mejunje. Ni siquiera con la mejor voluntad. 

Si la oposición no tiene más ni mejor argumento que el insulto, la coz, el mugido, el rebuzno, el mordisco, el arañazo, la embestida, la cornada, el erupto emocional y la defecación instintiva, no está capacitada para ocupar escaños, sino establos. Es evidente. Y es seguro que sus votantes lo van a tener en cuenta. Pero lo que tampoco tiene sentido es que un Vicepresidente del Gobierno les responda en el mismo plan, considerando que el fascismo es menos grave que el parasitismo. No se puede bajar tanto el nivel de comunicación sin quedar a la misma altura que los provocadores. Exabruptos e insultos no pueden ser el recurso que llene el vacío argumental. Entre quejas, reproches personalizados y zarandajas viscerales, se está evitando entrar en la realidad política, porque ese tipo de show no es política, es vergüenza ajena. Ojo, que la ideología tampoco es política sino mera especulación de ideas, aplicables a cualquier gestión y forma de vivir, que nunca se debería usar como justificante de las propias incapacidades y de la falta de autocontrol. Si no se tiene siquiera la capacidad para escuchar, que no es lo mismo que oir, pensando en cómo rebatir lo que te están diciendo sin haberlo escuchado, comprendido y asimilado para poderlo analizar y responder con acierto y claridad, nunca se debe asumir una responsabilidad de representante de nada que no sea el propio tinglado individual, o sea, jamás se debería intentar representar a nadie y menos a millones de personas. La política no es una carrera profesional, es un servicio público y temporal, el gestor político no puede ni debe carecer de una profesión, de un oficio que le permita vivir al margen de sus convicciones ideológicas lo que éticamente es un bochorno y un negocio nada más. Y un perjuicio demoledor para su credibilidad como servidor y gestor púbico. 

Una vez hecho al análisis y la crítica, vayamos con las propuestas. ¿Cómo actuar concretamente en semejante cisco de paranoias, miedos y cabreos sordos y vocieferantes?  

1. El presidente Sánchez si quiere lograr lo que dice, no tendrá más remedio que tragarse el marrón y convocar a la oposición como se convoca a un socio, a un vecino del mismo bloque que se está hundiendo. Aunque haya sido ese mismo vecino el que ha socavado los cimientos del edificio pretendiendo hacerse un garaje particular con el que forrarse alquilando plazas sin pedir permiso a la comunidad ni pagar impuestos municipales. Teniendo en cuenta que cuando eso sucedió el Presidente Sánchez no dijo nada y le siguió la corriente aprobando que 155 coches ocupasen plaza en el sótano provocando la amenaza de derrumbamiento. Es decir, que no basta con que el consejo de ministros de un gobierno en minoría parlamentaria decida decretos si no cuenta con la oposición; la tarea que ahora toca realizar no es luchar por imponer el propio criterio, sino conseguir que en el propio criterio se pueda incluir la cooperación de la oposición, que alguna cosa útil puede aportar, si se logra que se calme y se aclare más allá del piñón que se pilló perdiendo las elecciones e imputada en todos los juzgados. Valorar al pp más que a vox debería ser un puntazo. Mientras ambos se identifiquen con el mismo "enemigo" no habrá nada que hacer. Es hora de abandonar el concepto "lucha" y la hostilidad como señuelo. El horno no está para bollos.  La opción menos cafre podría ser contar con el pp, comunicarle las decisiones y pedirle su opinión y propuestas, y así vox se quedaría como la vanguardia kamikaze que se desgasta en el ataque a todo bicho viviente con más tripas que inteligencia,  con lo que el pp iría tomando conciencia de que le acerca más a su regeneración y al perdón social, una cooperación civilizada con el bien común que montarse un pastiche destroyer con la política más descerebrada, que de cara al momento político global es una devastación para el propio partido popular y para la sociedad. Imprescindible fomentar una empatía regeneradora y dejar atrás esa estúpida y salvaje antipatía devastadora.

2. Si los partidos derechistas, de verdad quieren el bien de España no se pueden seguir comportando como la falsa madre en el Juicio del Rey Salomón. O mía o que,matándola, la partan por la mitad. Evidentemente, esa barbaridad no es sostenible. España nunca va a ser otra vez 'una, grande y libre' al estilo franco-falangista. Ha tenido la única y más larga etapa democrática de su historia y ni siquiera los peperos más zafios querrían renunciar a las libertades que aun tenemos, a la libre expresión, al libre albedrío y a la salud social de no depender del miedo para casarse con alguien del mismo sexo, como Maroto, o a expresar libremente el pensamiento como hacen en las redes sociales tantos derechistas,sin que "la social" de Billy el Niño se los lleve a la DGS y los tire por la ventana diciendo que se han suicidado.
Cierto que nuestro caso es muy chungo, pero debemos rescatar lo que aun no se ha ido al garete, conservarlo y mejorarlo. Cambiar lo que no funciona pero se ha hecho privilegio para unos y costumbre sufridora para otros, no solo no nos va a hacer daño ni nos va a hacer menos españoles, al contrario, nos va a ayudar a cambiar lo que no nos permite avanzar y crecer en civilización y cultura convivencial. Es más, solo en esa dirección podremos salir de este estado de marasmo total. Entenderse con inteligencia es propio de seres humanos lúcidos y conscientes. Volverse la espalda, ignorarse o andar a la greña dando palos de ciego para que cualquier sigla prevalezca sobre los derechos y deberes humanos, es de irresponsables, ciegos y estúpidos.  Estoy convencida de que en el fondo de esas poses y conductas estrábicas, hay un alma, una sensibilidad y una conciencia, que aun no han podido salir del armario, atrapadas en prejuicios y sambenitos falsos, heredados de un miedo y un concepto del poder completamente suicida en otro siglo y otra situación que ya nada tienen en común con el pasado que nos privó de ese zona cognitiva y sensible de la consciencia, a la que tenemos el derecho de disfrutar para crecer y el deber de sanar y compartir para hacer habitable y humano este mundo.
Por lo tanto la oposición tiene el deber ético y de oficio de presentar al gobierno alternativas y propuestas razonables, que no solo favorezcan lo "suyo" y perjudiquen al resto de españoles. Hundir el gobierno no les iba a salir gratis, puede que con semejante putada hasta desaparezcan como partido político y nadie les perdonará semejante atentado terrorista parlamentario en un momento crucial para el propio Planeta Tierra.
Con el exterminio de la vida no se puede especular para sacar tajada. Ya se está comprobando en las zonas donde el pp ha destrozado la sanidad pública para hacer negocio, sin que el Psoe hicies nada para evitarlo. Nadie los acusa, solo los muertos a miles en las residencias de ancianos privatizadas,  dejan al aire las vergüenzas que ningún insulto, descalificación o calumnia pueden ocultar con su estrépito. Esa terrible plaga deja a la oposición por los suelos y no necesita que nadie la "combata".
Torra y el independentismo más heavy deberían aplicarse la misma reflexión.

No deberían infravalorar de ese modo al pueblo que trabaja, se arruina, sufre y muere por ello, en vez de vivir con justicia e igualdad. Con inteligencia política. Que sin un contenido ético, justo y humanitario, no es posible desarrollar.

Menos violencia verbal y más compromiso ético y político de verdad, no de trapicheos. Menos desperdicios y más sustancia. Menos residuos y más reciclaje. El mejor modo de hacer que la mierda de hoy se recicle es convertirla en abono orgánico para la cosecha de mañana. Psoe, Podemos y Oposición, por favor, salid de la caverna que ya es hora, el Paleolítico se acabó hace miles de años y la humanidad no puede avanzar con un lastre como vosotros, ni en España ni en el mundo.

Propuestas, propuestas y propuestas. Iniciativas sanas, generosas y de miras mucho más amplias y al mismo tiempo, concretas. Estamos hasta la peineta de que nos gobiernen niños de guardería emocionales, inmaduros e ineptos para una responsabilidad como la que requieren los gravísimos problemas que nos llueven encima. Mientras a vosotros solo os importa hacer mercadillo pseudopolítico con el negocio de los paraguas. Ya basta, por favor.


La evasión fiscal genocida, el crimen perfecto y 'legalizado' del capitalismo neoliberal





La tramoya

Evasión fiscal en tiempos de emergencia: otra vergüenza europea

Manifestación en París de personal sanitario, en septiembre de 2019, con una pancarta que denuncia los paráisos fiscales y la escasez de recursos para la sanidad. AFP/Philippe Lopez
Manifestación en París de personal sanitario, en septiembre de 2019, con una pancarta que denuncia los paráisos fiscales y la escasez de recursos para la sanidad. AFP/Philippe Lopez
En estos momentos, los ministros de Hacienda de todo los gobiernos de mundo andan revisando hasta la última línea de sus presupuestos para ver de dónde pueden sacar la más mínima cantidad de dinero que pueda atender la urgencia en la que nos encontramos. El del estado alemán de Hesse, Thomas Schaefer, se suicidó, según se informó, ante los problemas que estaba ocasionando la pandemia a las empresas y personas a las que tenía que ayudar. Imagínense cómo lo estarán pasando en países más pobres.
Sin embargo, justamente ayer miércoles 28 de abril, se publicó el último informe de la Red de Justicia Fiscal (aquí) que una vez más vuelve a poner de manifiesto que los ministros europeos se podrían evitar sus desvelos muy fácilmente, si se lograra que en la Unión Europea todos pagásemos los impuestos que nos corresponden, ni uno más ni uno menos, los que están establecidos.
Según el informe, cuatro países europeos (dos de ellos pertenecientes a la Unión Europea y a la eurozona) constituyen un eje de evasión fiscal de empresas multinacionales de Estados Unidos que hace perder, como poco, unos 27.600 millones anuales al conjunto de países miembros de la UE.
Se trata de Reino Unido, Suiza, Luxemburgo y los Países Bajos que establecen tasas impositivas muy bajas (del 0,7% en Luxemburgo al 10,5% en Reino Unido) para que las grandes empresas declaren allí los beneficios que obtienen, en realidad, en otros países. De esa forma, esos cuatro líderes de la evasión fiscal se han convertido en la cloaca por donde se pierde la mitad de la que realizan las grandes corporaciones mundiales.
El escándalo tan evidente que representa esa práctica se manifiesta si se tienen en cuenta los beneficios por empleado que reportan las grandes empresas estadounidenses en diferentes países europeos: 8,8 millones de dólares en Luxemburgo, 826.000 dólares en Suiza, 575.000 dólares en Países Bajos y 84.000 dólares en Reino Unido, mientras que las mismas empresas declaran 46.000 dólares en Alemania, 45.000 en Italia, 36.000 en Francia y 34.000 en España.
En total, en esos cuatro países se declaran tres veces más beneficios que los declarados en toda la Unión Europea por empresas multinacionales de Estados Unidas (o cuatro si se excluye Irlanda).
Subraya el informe que son precisamente los países que están registrando un mayor impacto de la Covid-19 los que sufren más pérdidas fiscales por esta causa (Francia, casi 7.000 millones de dólares, Alemania algo más de 4.000 millones, Italia un poco menos de esta última cantidad y España más de 2.000 millones). Y Luxemburgo es el responsable de la mayor pérdida de ingreso fiscal para el resto de la Unión Europea (12.000 millones de dólares anuales), seguido de Países Bajos (10.000 millones), Suiza (3.000 millones) y Reino Unido (1.500 millones).
Se trata de pérdidas de ingreso fiscal muy elevadas pero inferiores a las que realmente se producen por la evasión fiscal de las grandes empresas multinacionales porque los datos que he mencionado solo reflejan beneficios de las estadounidenses y no los de las europeas. Y, además, porque la competencia que hacen esos países del eje viene es uno de los factores que provoca que los demás países europeos continuamente reduzcan sus tasas impositivas sobre los beneficios de las empresas. Si se suman todas las vías de evasión fiscal que verdaderamente se producen en Europa las cifras que se alcanzan son astronómicas. Un estudio de Richard Murphy para el Grupo Socialista del Parlamento Europeo de enero de 2019 (aquí) estimó, con datos de 2015, que la evasión fiscal producía en Europa una pérdida de ingresos a los gobiernos de 825.000 millones de euros anuales (unos 60.000 millones en España).
Estas pérdidas de ingresos fiscales que son consentidas por las autoridades europeas deberían resultar incompatibles con la democracia más elemental en cualquier circunstancia, pero mucho más en medio de una situación de emergencia sanitaria como la que estamos viviendo.
Ni siquiera se trata de reclamar más impuestos sino de exigir a las autoridades que obliguen a que todos paguen los ya existentes y que no sean ellas mismas las que abren las puertas a la evasión fiscal. El informe de la Red de Justicia Fiscal reclama tres simples medidas para atacar el caso de la evasión fiscal de las empresas multinacionales: obligarlas a pagar sobre una base imponible conformada por los beneficios globales obtenidos en Europa en función de parámetros objetivos (empleo y ventas), a que publiquen anualmente un informe, país por país, donde se indique la ubicación de su empleo, ventas, ganancias e impuestos que pagan y establecer una tasa efectiva mínima común del 25% para toda la Unión Europea.
El informe presenta finalmente una propuesta que deberían tener en cuenta todos los gobiernos a la hora de conceder las ayudas que son imprescindibles para salvar a las empresas que pierden ingresos a causa de la pandemia de la Covid-19: puesto que se las salva con dinero público, deben estar vinculadas a cumplir compromisos de protección del empleo, no pueden dedicarse a retribuir a accionistas, deben ir acompañadas de un alto grado de transparencia para poder conocer el uso que se hace de ellas y formularlas de tal forma que incentiven, en el periodo post crisis, la formación de mercados más equilibrados, transparentes y competitivos y el compromiso de las empresas con sus obligaciones fiscales. Por último, la Red por la Justicia Fiscal propone que no se den ayudas públicas a las empresas que utilizan paraísos fiscales para evadir impuestos.
De momento, sólo Dinamarca, Polonia y Francia han renunciado a conceder ayudas a las empresas que utilizan los paraísos fiscales. En Inglaterra (un país oficialmente religioso y cuya monarca es la jefa de la Iglesia), el gobierno ha rechazado una petición de los obispos en este sentido y en Alemania sólo algunos Estados han evitado ayudar a las empresas que no están al día en sus obligaciones fiscales.

Las autoridades e instituciones europeas no hacen lo debido, lo que tienen fácilmente al alcance de su mano, para que la justicia fiscal, un imperativo ético de las naciones democráticas, sea una realidad en nuestro continente.
Los recortes de gasto que harán casi todos los ministros de hacienda que mencioné al principio se harán con cargo a los servicios públicos de salud, educación, cuidados o pensiones que en mayor medida necesitan las personas de menos recursos. Mientras tanto, las grandes empresas y las mayores fortunas de dentro y fuera de Europa siguen evadiendo impuestos europeas ante la actitud complaciente de esas mismas autoridades. Manga ancha para los ricos, mano dura para los pobres: Europa no tiene futuro si sigue actuando así.

Brahms, el más clásico de Los Románticos / Sheila Blanco (Con subtítulos...

miércoles, 29 de abril de 2020

La clase de hoy nos la da el Doctor Guillermo Basauri. Los ojos nos premiten percibir la realidad que nos rodea, la mirada con que captamos el mundo. Ver no es lo mismo que mirar. El ver es una función fisiológica espontánea, y mirar es poner la atención en lo que vemos, un intercambio emotivo e intencional entre quien mira y lo mirado. La visión es objetiva, la mirada subjetiva. Por eso una conjuntivitis nos revela que nuestra visión y nuestra mirada requieren un cuidado específico y tal vez una consciencia que no hemos considerado necesaria todavía. La homeopatía tiene la capacidad de curarnos y aclararnos los dos aspectos del déficit. Gracias, Guillermo, hermano,por iluminar el día a día y abrirnos los ojos de la salud



Tratamiento de la conjuntivitis con Homeopatía



La conjuntivitis es la afección ocular por la que más se consulta al médico. Puede tener diferentes causas y puede afectar a bebés, niños y adultos, incluso a nuestras mascotas. Y para ellas la Homeopatía también resulta, como no podía ser de otra manera, de gran ayuda.
En este post vamos a ver cuáles son las causas de la conjuntivitis, sus síntomas, cómo se diagnostica y cómo podemos prevenirla y tratarla. Y veréis cómo la Homeopatía puede ser una de las opciones de tratamiento de la conjuntivitis más interesantes.

¿Qué es la conjuntivitis?

El sufijo -itis significa inflamación así que la conjuntivitis será la inflamación de la conjuntiva que es una fina membrana transparente que recubre la superficie blanca del globo ocular y la cara interna de los párpados.
La conjuntiva tiene una función defensiva para el ojo y, junto con la lágrima, actúa como una barrera ante gérmenes o partículas ambientales. Además contiene pequeñas glándulas que producen una secreción que mantiene hidratada y lubricada, también junto con la lágrima, la superficie del ojo permitiendo el perfecto movimiento del globo ocular.
En caso de conjuntivitis pueden también verse afectados otras partes del ojo como puede ser la córnea.

¿Qué puede provocar una conjuntivitis? Causas de la conjuntivitis

Las causas que pueden provocar un “ojo rojo”, otra forma de denominar a las conjuntivitis, pueden ser:

Infecciones

Las más frecuentes son las producidas por virus aunque también pueden estar implicados bacterias y hongos. Todas ellas son contagiosas.
Es muy frecuente que estas conjuntivitis víricas aparezcan en el contexto de un resfriado o de un proceso de garganta también vírico. Los virus pasarán de las mucosas respiratorias a los ojos a través de las manos o de objetos que hayan estado en contacto con las secreciones nasales y después toquen los ojos. Es frecuente también que comience en un ojo y luego acabe pasando al otro.
Otra fuente de infección suele ser la mala higiene de las lentillas y de los envases que las contienen.
En el contexto actual que estamos viviendo en relación con el COVID-19 parece ser que la conjuntivitis puede ser también uno de los síntomas que provoca la infección. De hecho en un porcentaje significativo de pacientes puede llegar a ser la primera manifestación y la puerta de entrada en el organismo. La lágrima puede funcionar también como vehículo de contagio.

Alergias

La conjuntivitis alérgica aparece cuando los ojos se exponen a una sustancia a la que la persona es alérgica (alérgeno). Los factores más comunes son los ácaros del polvo, el polen, hongos y epitelios y pelo de animales.
Normalmente los síntomas oculares se acompañarán de rinitis con picor, estornudos y secreción nasal. También puede asociarse a la aparición de una dermatitis alérgica en la superficie de los párpados o en otras zonas de la piel y otros síntomas respiratorios tipo asma.

Irritantes

El cloro de las piscinas, el agua del mar, el humo, la contaminación, vapores químicos, un cuerpo extraño, incluso el aire frío pueden funcionar como irritantes que acaben desencadenando una reacción inflamatoria de la conjuntiva provocando lo que conocemos como conjuntivitis irritativa.
Las lentillas, cuando se mantienen puestas durante un tiempo excesivo, también pueden provocar la irritación de la conjuntiva.
Cuidado con el sol en la playa y, sobre todo, en la montaña. En la nieve siempre gafas de glaciar incluso aunque esté nublado.
Las personas con sequedad ocular (ojo seco) también estarán más predispuestas a sufrir conjuntivitis.

Síntomas de la conjuntivitis

Los síntomas principales de la conjuntivitis son:
  • Enrojecimiento de los ojos.
  • Hinchazón de los párpados.
  • Picor.
  • Sensación de “arenilla” o de cuerpo extraño.
  • Lagrimeo.
  • Secreción viscosa amarillo-verdosa que suele formar una costra durante la noche en el borde del párpado, las legañas. Es frecuente en las conjuntivitis bacterianas.
En las conjuntivitis alérgicas pueden sumarse, como decíamos, otros síntomas propios de la alergia como la rinitis, el asma o la dermatitis.

Complicaciones de la conjuntivitis

No es frecuente pero en algunas ocasiones, sobre todo en las conjuntivitis irritativas e infecciosas, puede afectarse la córnea y repercutir en la visión.
El dolor al abrir y cerrar los párpados, la sensibilidad exagerada a la luz, la visión borrosa o alterada, la hinchazón importante de los párpados o la sensación de cuerpo extraño dentro del ojo serán síntomas a tener en cuenta y siempre habremos de consultarlos con el médico.

Prevención y contagio de la conjuntivitis

Hay que tener en cuenta que solo son contagiosas las conjuntivitis infecciosas y que lo son incluso menos que un resfriado común al no contagiarse vía aérea.
Aun así es muy importante tener unas pautas correctas de higiene para evitar que los gérmenes presentes en la lágrima pasen de un ojo a otro o de una persona a otra:
  • No tocarse los ojos con las manos.
  • Lavarse las manos con frecuencia.
  • No compartir nada que haya estado en contacto con el ojo infectado.
  • Cambiar a diario la funda de la almohada.
  • No compartir maquillaje ni productos de higiene ocular que puedan transportar los gérmenes.

Diagnóstico de la conjuntivitis

Normalmente el diagnóstico de la conjuntivitis se hace en base al interrogatorio y a una exploración simple del ojo.
En algunas ocasiones en las que se sospeche alguna posible complicación o un origen bacteriano poco común, como puede ser una enfermedad de transmisión sexual, el médico puede tomar una muestra de la secreción del ojo para someterla a un análisis de laboratorio y hacer alguna exploración especial del ojo.

Conjuntivitis en los bebés

Al nacer los niños corren el riesgo de contaminarse por bacterias y virus que se encuentran en el canal del parto, pudiéndose producir lo que conocemos como conjuntivitis neonatal. Para evitar esta situación se suele aplicar a los bebés una crema antibiótica de forma profiláctica nada más nacer ya que la mayoría de estas conjuntivitis son de origen bacteriano.
Estas conjuntivitis en los recién nacidos puede ser causadas también por una obstrucción en el conducto lagrimal.
La sintomatología es similar a la de los adultos con ojos rojos e hinchados y secreciones amarillo-verdosas espesas. El médico deberá valorar cada caso pues en algunas ocasiones, según su origen, estas conjuntivitis pueden presentar complicaciones que afecten a la visión.
A veces, incluso la misma pomada antibiótica que se aplica de forma profiláctica puede desarrollar una conjuntivitis irritativa en bebés sensibles.

Tratamiento convencional de la conjuntivitis

La mayoría de las conjuntivitis son víricas por lo que el tratamiento convencional se enfocará a aliviar los síntomas mediante colirios refrescantes y lavados oculares mientras la infección se va resolviendo sola, pudiendo durar varias semanas esta evolución hasta la curación. Solo estarán recomendados los colirios con antibiótico en el caso de una conjuntivitis bacteriana confirmada.
El uso de medicamentos antivirales estará justificado si la conjuntivitis está provocada por el virus del herpes.
A esto habrá que añadir todas las medidas de cuidado e higiene que hemos comentado anteriormente para evitar el contagio de un ojo a otro, si aún no se ha dado, y a otras personas.

La Homeopatía en el tratamiento de la conjuntivitis

Los medicamentos homeopáticos, en mi experiencia, tienen un gran valor en el tratamiento de las conjuntivitis por varios motivos:
  • La mayoría de las conjuntivitis son víricas por lo que los antibióticos están contraindicados y solo se justifica el uso de antivirales en el caso de conjuntivitis por el virus del herpes o en pacientes con procesos severos de inmunodepresión.
  • Los medicamentos homeopáticos actúan estimulando los propios mecanismos de defensa del organismo.
  • Los medicamentos homeopáticos son compatibles con cualquier otro tratamiento si fuera necesario. En el caso de tener que usar antibióticos o antivirales los medicamentos homeopáticos serían compatibles con éstos y contribuirían a elevar la capacidad de defensa y de lucha del organismo frente a los gérmenes.
  • Podemos usar los medicamentos homeopáticos en cualquier paciente, desde embarazadas hasta bebés y también en personas que estén tomando otro tipo de medicamentos para otras dolencias agudas o crónicas.
A la hora de elegir el tratamiento homeopático adecuado es muy importante individualizar cada caso. No usaremos los mismos medicamentos homeopáticos para todas las conjuntivitis sino que tendremos en cuenta la forma particular en la que cada paciente manifiesta sus síntomas y la causa de cada conjuntivitis.
Algunos de los medicamentos homeopáticos de uso más frecuente:
  • Aconitum. El ojo está muy rojo y la inflamación aparece de manera brusca. Es frecuente que debute a la noche después de haber sufrido un enfriamiento brusco. El ojo está seco, sin lagrimeo.
  • Belladonna. El ojo está rojo con sensación de ardor y dolor que puede ser pulsátil. Las molestias se agravan con la luz y con el aire frío. En estos pacientes tampoco hay lagrimeo.
  • Apis mellifica. Lo característico de estas conjuntivitis es que se acompañan de un edema importante del ojo. El paciente suele sentir dolores punzantes y ardientes que mejoran con el fresco y se agravan con el calor.
  • Euphrasia. El ojo está rojo con sensación de ardor e impresión de cuerpo extraño, como si tuvieran “arenilla” en el ojo. En estos pacientes el lagrimeo es intenso y suele ser irritante. La infusión de esta planta se ha usado clásicamente para hacer lavados de ojos como tratamiento de las conjuntivitis. Yo sigo recomendándolo y, además, en las farmacias existen colirios a base de Euphrasia que van verdaderamente bien.
  • Allium cepa. Es un medicamento homeopático que usamos habitualmente en las conjuntivitis alérgicas. Es un cuadro muy similar al de Euphrasia pero en este caso el lagrimeo no irrita los bordes del ojo. Suele acompañarse de los otros síntomas propios de la rinoconjuntivitis alérgica como son la secreción nasal y los estornudos. El medicamento es capaz de aliviar todo el cuadro.
  • Argentum nitricum. Aquí la secreción es mucopurulenta. Los párpados pueden estar hinchados y es muy característico que el paciente refiera dolores punzantes “como por una astilla”. Se agrava con el calor y la luz intensa y mejora con el fresco. Es, en mi experiencia, el medicamento más usado en las conjuntivitis de los bebés, junto con Hepar sulfur.
  • Mercurius solubilis. Aquí el derrame es amarillo-verdoso y corrosivo. Las molestias empeoran con el calor y por la noche.
  • Hepar sulfur. El derrame suele ser abundante y no irritante, a diferencia del de Mercurius. Los dolores se agravan con el más ligero tacto y el frío; no soporta la más mínima corriente de aire. El calor suave le alivia.
  • Prunus spinosa. Medicamento homeopático clásicamente utilizado en el herpes oftálmico.
  • Silícea. Es un gran recurso en las conjuntivitis neonatales en los bebés que tienen un problema de obstrucción del conducto lagrimal. Es también un buen medicamento homeopático de blefaritis y de orzuelos recidivantes.
Estas son algunas de las posibilidades que la Homeopatía nos ofrece a la hora de tratar las conjuntivitis, teniendo siempre en cuenta las causas y la forma individual en la que aparece la dolencia.
Además, en los pacientes con una tendencia importante a repetir con excesiva frecuencia sus conjuntivitis podremos utilizar los medicamentos homeopáticos de su terreno particular para equilibrar su organismo e intentar frenar su tendencia patológica. Para encontrar estos medicamentos tendremos en cuenta, además de las características de sus conjuntivitis y de su relación con alguna causa habitual, aspectos personales del paciente como su constitución física, sus otras tendencias patológicas, otras enfermedades que haya sufrido a lo largo de su vida (él y sus familiares) y también aspectos comportamentales y emocionales de la persona.

#HomeopatíaSuma


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Erik SATIE - Gymnopedies 1, 2, 3 (60 min)

La voz de Iñaki Gabilondo | 29/04/20 | El capitalismo se salta sus línea...

  


Muy acertada y oportuna esta reflexión de Iñaki.
Hay algo evidente: el capitalismo salvaje está compuesto por seres humanos también. Es cierto que a rasgos generales, su humanidad está en entredicho constantemente, pero está, de eso no cabe duda. Nacen y mueren solos, como los pobres. Son infelices y desgraciados en muchos aspectos de sus vidas, sobre todo cuando descubren que el dinero no puede comprar la felicidad, ni el equilibrio, ni la salud, ni el verdadero amor, ni la inteligencia que uno mismo no quiere desarrollar porque está convencido de poder pagar para que piensen por él o para que lo salven del infierno que él mismo está creando constantemente si da limosnas en la parroquia para comprar a dios y no porque le importe el sufrimiento de los pobres que le tienen sin cuidado. Tal vez por ese estado de pérdida de sí, de miseria íntima, los ricos capitalistas también lloran y se mueren de asco sin poder evitarlo a base de cheques al portador. 
Es posible que esta pandemia, esta guerra sin disparos, pero mortífera a tutiplén tanto o más que una guerra de las de siempre, este boomerang inevitable, tenga el peso suficiente para despertar las conciencias capitalistas, o más bien, capitaltorpes, si fuesen capitalislistos de verdad jamás habríamos llegado a este ppudridero pplanetario. Lo del new deal, sería el abc de su orientación cotidiana y no un humillante borrón en sus cuentas viejas que nunca debería repetirse. 

Pero, afortunadamente, los ricos tienen también un equipo interno para conectar con su Ser, aunque 'normalmente' lo desconozcan y lo ignoren, y muchos de ellos se mueran sin haberlo descubierto enredados en el mercantilismo más tóxico, lo que les obligará a repetir curso una vez y otra hasta que descubran que no son robots financieros, sino Seres Humanos en evolución constante, y que mientras estén en este plano de la experiencia, tienen arreglo si abren los ojos y cambian de dirección. Entonces descubrirán su fragilidad, sus zonas oscuras, sus dependencias, sus miserias y carencias, que los bienes exclusivamente materiales no alcanzan a remediar. Entonces comprenderán que no son lo que tienen, sino que solo tienen lo que no son ni podrán ser si no despiertan. El resultado indiscutible es la historia, el legado del tiempo, donde ellos han estado llevando las riendas desde que "los dioses" aparecieron en el Planeta como ejes de los imperios, de la guerra, de la crueldad y la explotación de los más indefensos por los más violentos, avariciosos, soberbios, crueles y desalmados. Carentes de la capacidad de unir emociones e inteligencia, para dar lugar al alma, a los sentimientos y a la conciencia. Un déficit terrible que está acabando con la gallina de los huevos de oro: la vida y el Planeta.

Si el capitalismo empieza a comprender su responsabilidad demostradísima en este proceso de destrucción masiva, es posible que la sociedad humana se salve del finiquito, ya nada simulado ni en diferido. Más que evidente, en tolosmorros. La verdadera pandemia es el capitalismo carente de conciencia consciente. Que se lucra con las guerras, los conflictos, la enfermedad, l sexualidad manipulada y convertida en negocio y esclavitud, al nivel mortífero del tabaco o del alcohol, la avidez y la peor de las estupideces: usar la inteligencia para autodestruirse, la ciencia de Einstein para crear bombas atómicas y asesinar pueblos enteros, como en Hiroshima y Nagasaki, usar la biología y la química para bombardear campos y envenenar a generaciones enteras, como en Vietnam, fabricar armamento para asesinar inocentes como en Los Balkanes, Siria, Libia, Irak, o Yemen. Invadir Ghana, por ejemplo, con millones de toneladas de basuras tecnológicas supertóxicas, que están matando niños que deben trabajar quemando plásticos para sacar metales, o sacando coltán de las minas para fabricar la basura que también les matará como otro boomerang que ellos no han generado. Lo mismo vale para la quema de las selvas y la contaminación asesina de las combustiones conla pérdida in crescendo de oxígeno y ozono en la atmósfera. Ese capitalismo solo puede mejorar desapareciendo en su formato actual. Deshumanizado y por ello, depredador y suicida en su misma naturaleza degenerada. Ese capitalismo es el fabricante de la pandemia actual. Y lo sabe. 
Tendrá que asumirlo, igual que  sus cómplices no capitalistas lo han consentido como "normalidad". Tendrán que aprender a escuchar la voz de la humanidad oprimida por el concepto de "libertad de los mercados" para destruir al prójimo como así mismos, que no es la libertad de expresión ni de opinión, sino la manipulación de las necesidades, problemas y conflictos, creados para forrarse con ellos. De momento es la propia Vida la que ha constituido ante el sistema de la aberración, su propio y universal Juicio de Nüremberg. En el que posiblemente la condena no sea abandonar este mundo sino seguir en él tal y como está.

Ahora el capitalismo tiene que elegir entre su cambio o su suicidio. Y el resto de la humanidad no capitalista entre ajustarle las cuentas o iniciar un nuevo espacio en el que, sacando lo mejor de cada opción y desactivando lo peor,  entenderse cooperando en los mejores términos y opciones  posibles para poder sobrevivir sin destrozar la vida ni a los seres vivientes de cualquier especie.


Genial, Isaac Rosa. Y gracias, como siempre

 La mascarilla es la nueva normalidad. El teletrabajo es la nueva normalidad. No dar besos es la nueva normalidad. Los restaurantes con mamparas, las playas con distancia y los cines a medio aforo son la nueva normalidad. Justificar cualquier cambio odioso añadiéndole la coletilla “es la nueva normalidad” es también la nueva normalidad.
Cada vez que estos días oímos hablar de nueva normalidad, no nos bebemos un chupito porque más bien se nos encoge el estómago. Se supone que una expresión que incluye la palabra “normalidad” debería tranquilizarnos, y sin embargo nos provoca un sobresalto. Añadirle “nueva” a “normalidad” resulta una contradicción en términos, un oxímoron, y el efecto es inquietante, amenazante.
“Nueva normalidad” ha sido la expresión más repetida por el presidente del gobierno en su anuncio de plan de desescalada. Tampoco le culpemos, pues la expresión no es una creación orwelliana del maléfico Sánchez: en otros países también se habla mucho estos días de “the new normal” o “la nouvelle normalité”, aunque no he visto a otros gobernantes usarla con tanta insistencia. Quiero pensar que Sánchez lo hace para aliviarnos, para ofrecernos en el confinamiento un horizonte próximo de cierta normalidad, aunque no sea la normalidad en la que vivíamos hasta hace dos días. Pero tanta insistencia consigue el efecto contrario: malestar, inquietud, desánimo, nostalgia de nuestra normalidad, la única que merece tal nombre, esa que nos resistimos a dar por perdida y no aceptamos llamar “vieja normalidad”.
Hay en Sevilla un mercado de barrio que en su fachada exhibe lo que cualquiera pensaría una coña si no estuviese oficialmente grabado en azulejo: “Mercado Las Palmeritas. Instalación provisional. 1973”. Me acordé de Las Palmeritas y su provisionalidad de casi medio siglo mientras escuchaba al presidente del gobierno hablar una y otra vez de la “nueva normalidad”, esa que alcanzaremos en junio si nada se tuerce, y para la que necesitamos todo un “Plan para la Transición hacia una Nueva Normalidad”.
Queremos pensar que la nueva normalidad es justo eso, una instalación  provisional, cuatro paredes con techado de uralita donde vivir lo mejor posible mientras reconstruimos la normalidad que el virus tumbó. De hecho, cada vez que el presidente usa la expresión aclara que será “la nueva normalidad que regirá nuestras vidas hasta que no tengamos una vacuna”. Tranquilos, es solo hasta que haya vacuna. Tranquilos, es solo hasta que construyamos el nuevo mercado.
Como ningún científico se apuesta hoy ni un café a ponerle fecha a la vacuna, habrá que hacerse a la idea de que la nueva normalidad será nuestra única normalidad por una temporada que puede ser larga. ¿Un año, dos, más? Y según se vaya prolongando, el problema ya no serán las mascarillas, las mamparas o los besos, sino otras medidas con las que se irá construyendo esa nueva normalidad. ¿Qué pasará cuando tu empresa te cuente que “bajar sueldos es la nueva normalidad”, o tu proveedor de servicios te informe de que “subir tarifas es la nueva normalidad”? ¿Y si algunas de las medidas excepcionales que estas semanas hemos aceptado mansamente por responsabilidad, y que afectan a derechos y libertades, se acaban convirtiendo en la nueva normalidad?
Habrá que ir pensando en disputar esa nueva normalidad, ya que vamos a vivir en ella. Disputarla para hacerla habitable, para que no sea coartada de cualquier tipo de medida, y para que, en lo que pueda depender de nosotros, no acabemos dejando a nuestros hijos un azulejo que dentro de medio siglo lean con la misma guasa con la que hoy vemos el mercado de Las Palmeritas: "La Nueva Normalidad. Instalación provisional. 2020".

No queda otra, quien la hace debe pagarla según la Ley, y no es por venganza, sino por justicia. El bien común no excluye a los causantes del mal común, solo se excluyen ellos mismos al crear estados insoportables de enfermedad universal, que tienen efecto boomerang


           QUE PAGUEN LOS RICOS


La lucha contra la evasión y elusión fiscal pasa por cuestionar el acaparamiento de los recursos del planeta por una minoría que se intenta lavar la cara con un “filantro-capitalismo” obsceno 

Miguel Urbán

22/4/2020
CTX- Público

<p><em>La banda de Robin Hood</em> (1859)</p>
La banda de Robin Hood (1859)
Edmund George Warren
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Netflix está hoy presente en alrededor de dos millones de hogares españoles. No parecen irles muy mal las cosas. Sin embargo, la multinacional paga más o menos los mismos impuestos que tú. ¿No te lo crees? Las dos filiales españolas del gigante de producción y distribución audiovisual en streaming pagaron 3.146 euros en concepto de impuesto de sociedades en su primer ejercicio fiscal en España. Y no, no falta un “millones”. Pagaron 3.146 euros en impuestos. En todo el año 2019. Que, por cierto, no era su primer año, porque llevan operando en nuestro país desde 2015, pero nunca antes habían tributado. Aunque, visto el resultado, igual hasta les habría interesado empezar antes: ¡podría haberles salido a devolver y todo! Bromas macabras a parte, la factura fiscal por impuesto sobre beneficios de Netflix España equivale, aproximadamente, al IRPF que paga un trabajador que ingrese 24.000 euros anuales.
El caso de Netflix no es una anécdota. Desde hace tiempo vemos año tras año salir a la luz nuevas filtraciones de papeles que demuestran cómo multimillonarios y multinacionales del mundo se consideran a sí mismos como una “nueva aristocracia global” que goza del privilegio de estar exentos de pagar impuestos. Leona Helmsley, esposa del multimillonario Harry Helmsley (condenado por evasión fiscal), afirmó con orgullo que ella no los pagaba porque los “impuestos son para la gente normal”. Y, visto lo visto, la verdad es que razón no le falta. Mientras trabajadores y pequeños empresarios contribuyen con sus impuestos –y ponen la parte que otros no han pagado–, la desigualdad en el mundo se multiplica y la austeridad se instala en las políticas públicas con recortes sobre nuestra educación, sanidad y, en definitiva, sobre nuestros derechos. Y a lo largo de estas semanas estamos comprobando de forma dramática cómo esos recortes en sanidad se convierten literalmente en muertes.
Pero la evasión y la elusión fiscal no son casos aislados o coyunturales: entrañan un fenómeno estructural del capitalismo líquido de nuestro tiempo, íntimamente ligado a la ofensiva neoliberal que desde hace décadas azota nuestras economías. No son manzanas podridas: son ladrones que arramplan con los manzanos comunes, pero se niegan a contribuir a su cultivo colectivo. Y aquí en Europa, la propia arquitectura económica de la UE promueve, en un marco de libertad de movimiento de capitales y sin armonización fiscal, regímenes fiscales dispares en su seno. Un sistema que propicia una devaluación fiscal permanente de la que se benefician tanto las élites de Holanda y Alemania como las de España o Italia. Así mismo, la UE cuenta con sus propias estructuras offshore y un entramado regulatorio cuyos desniveles, permisividades y estímulos en la sombra, potencian la evasión y elusión que de facto beneficia sólo a los grandes capitales, rentistas y familias más ricas, en perjuicio de las mayorías populares. El resultado es una Europa de millonarios a costa de millones de pobres.
Un entramado de elusión y evasión que no podría funcionar sin una red de guaridas fiscales al margen de las obligaciones tributarias. Y decimos “guaridas”, por no decir directamente “cloacas”, porque llamarlas “paraísos fiscales” sería aceptar la gramática de la misma minoría peligrosa para quienes esos lugares resultan paradisíacos. Gracias a estos lugares donde la lex mercatoria impera sobre cualquier otro derecho, a la ingeniería contable y a recovecos legales, un puñado de privilegiados ha encontrado numerosas fisuras para ocultar o disimular una proporción sustancial de sus fortunas. Y hoy todo el sistema hace aguas por esas grietas. Según todos los estudios, nunca ha habido tanto dinero en paraísos fiscales como hoy. Aunque la cantidad exacta es imposible de contabilizar: por el secretismo y por lo obscenamente abultado del monto. Según el economista Gabriel Zucman, habría cerca de 7,6 billones de dólares procedentes de fortunas personales ocultos en lugares como Suiza, Luxemburgo o Singapur.
La evasión o elusión fiscal de las grandes fortunas y multinacionales está en el corazón tanto del vertiginoso aumento de la desigualdad en todo el mundo como de la tendencial carestía financiera de los estados que alimenta el discurso de los recortes y la austeridad. Se estima que en toda la UE se pierde cada año un billón de euros en recaudación tributaria por este motivo. Un billón es básicamente el PIB de España. Algo especialmente obsceno en estos años de crisis en los que desde las instituciones europeas se pedían esfuerzos a la mayoría de la población para que aceptasen recortes de derechos e ingresos a cambio de "salir entre todos" de la crisis. Pero a los “paraísos” fiscales nadie les aprieta el cinturón.
Además, es fundamental recordar que la concentración de la renta y la riqueza estuvo en el origen de la crisis y que, lejos de disminuir en estos años, no ha dejado de crecer. Las políticas económicas aplicadas por las instituciones comunitarias y por los gobiernos han producido una masiva transferencia de recursos de abajo arriba. Una socialización de las pérdidas. Un expolio fríamente organizado. Una economía de Hood Robin, ese ladrón de guante invisible que roba a los pobres empobrecidos para dárselo a los ricos enriquecidos. Y cual canciller Palpatine con el Consejo Jedi, para que no quedase contrapeso alguno al atraco perfecto, las instituciones y las políticas redistributivas han sido objeto de una sistemática operación de acoso y derribo desde las tribunas, lobbies, partidos políticos y medios de comunicación al servicio de multimillonarios y multinacionales.

Estos diez años desde el inicio de la crisis de la deuda en Europa han supuesto una década perdida para las clases populares, pero una época de ganancias para las grandes corporaciones que no han parado de aumentar sus beneficios y su poder. Un tiempo marcado por la combinación de escasez y desigualdad, donde la pérdida de peso de las rentas del trabajo en favor de las del capital reluce de forma especialmente sangrante. Tiempos de oligarquización acelerada del poder: un fenómeno que se erige a la vez como resultado, causa y eje central del nuevo ciclo histórico que vive tanto Europa en general como España en particular.
En su último informe, la OIT destaca el caso de España en esa pérdida de las rentas del trabajo en relación con el PIB. Y le pone cifras: desde 2009, las y los trabajadores han perdido 64.500 millones de euros al año en ese proceso, que no es otra cosa que la lucha de clases en cifras macroeconómicas. Básicamente lo que costó (hasta ahora) el rescate bancario. Pero como si lo tuviéramos que pagar cada año. Revertir esta escandalosa situación pasa irremediablemente por situar en la agenda europea la reducción del poder económico y político de los de arriba mediante el reparto del trabajo y de la riqueza como eje central para atajar la desigualdad creciente. Y hoy ya no es solo una cuestión política o ideológica. Ni siquiera moral. Es también la única manera de tener herramientas para poder enfrentar la pandemia social que se avecina.
Estas últimas semanas estamos escuchando que, ante la crisis económica y social que se avecina, será necesario implementar un ‘programa de reconstrucción’, un ‘Plan Marshall a la europea’, un ‘New Green Deal’ o un ‘New Deal’ a secas ahora que parece que las élites se bajan de la fiebre verde y vuelven a relegar la agenda ecológica para tiempos mejores. En cualquier caso, muchos nombres grandilocuentes que concretan poco o nada en qué consistirían y menos aún cómo se financiarían esos programas. Y no son precisamente detalles menores. Porque tan importante como hablar de aumentar el gasto social es determinar quién pagará la factura. ¿Pasará como en la crisis de 2008? ¿Pasará como pasa con los paraísos fiscales? ¿Pasará como con Netflix?
Si queremos que esta vez la historia sea diferente, tenemos que plantar cara de forma decidida a la revuelta de los privilegiados: ese puñado de multimillonarios y multinacionales que se niega a pagar impuestos, practicando un auténtico terrorismo fiscal con la ayuda cómplice de gobiernos y principales partidos, mientras se dedica a denunciar o a amenazar directamente a quien denuncia sus prácticas de desfalco de las finanzas públicas. Así que, cuando saquen su postureo de estadista a pasear y nos hablen de implementar un ‘New Deal’ para rescatar la economía post-pandémica, sería bueno recordarles que para poder financiar el original, Franklin D. Roosevelt llevó el impuesto sobre la renta a su máximo histórico a lo largo de los 12 años de su mandato (1933-1945). A quienes ingresaban más de 200.000 dólares de entonces (al cambio histórico unos 3 millones de dólares actuales) se les aplicaba un tipo impositivo del 94%, el más alto de los 24 tramos en los que se estructuró el impuesto sobre la renta en Estados Unidos en aquellos años post-depresión.
Hoy puede sonar revolucionario. Seguramente porque la contrarrevolución neoliberal se ha encargado de que solo la antigua distopía nos parezca cruda cotidianidad. Por eso necesitamos una revolución fiscal sobresaliendo en la caja de herramientas contra la desigualdad galopante. Pero además de un instrumento necesario, la lucha contra la evasión y elusión fiscal y en favor de una fiscalidad realmente progresiva constituye también hoy un cuestionamiento del orden mundial neoliberal imperante. Un cuestionamiento del acaparamiento del conjunto de los recursos del planeta por una minoría peligrosa que luego se intenta lavar la cara con una especie de “filantro-capitalismo” obsceno.
El ejemplo más paradigmático lo hemos tenido estos días en la Comunidad de Madrid, con el Gobierno del PP de Díaz Ayuso un día anunciando la mayor bajada de impuestos de la historia y al día siguiente pidiendo donaciones por internet a empresarios y multinacionales para para financiar la sanidad madrileña durante la pandemia del coronavirus. Solo en impuesto del patrimonio, Madrid dejó de percibir 955 millones de euros en 2017 (el último año en el que hay registros) por exenciones a los más ricos. No queremos su marketing caritativo; queremos que paguen la factura de una sanidad pública, gratuita, universal y de calidad. Porque, como hemos visto estas semanas, entre otras cosas nos va la vida en ello. Y para que empiece a ser una realidad hay que aumentar los impuestos de forma sustancial a quienes más tienen.
Porque enfrentar la pandemia social que se avecina pasa ineludiblemente por el combate de la desigualdad, de todas las desigualdades crecientes, plurales e interconectadas, interviniendo en las realidades que son fuente y reflejo de esa desigualdad, como la fiscalidad, la precariedad, la austeridad o el poder corporativo. En definitiva, volver a poner en el centro del debate la redistribución de la riqueza y de los recursos como eje central de un programa ecosocialista. Porque nuestras vidas valen más que sus beneficios. Y porque nuestro combate es tanto contra las élites que provocan desigualdad como contra quienes se aprovechan de ella para convertir a los más golpeados en chivos expiatorios y exculpatorios de las primeras. Una revolución fiscal para que los paraísos de una minoría peligrosa no sean el infierno de la mayoría social.
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Miguel Urbán Crespo es eurodiputado y militante de Anticapitalistas.
Autor

Cositas buenas que nos hacen crecer hacia arriba y hacia adentro, para tener los pies bien firmes en el suelo y regenerar "lo de fuera", que aunque no lo parezca es el reflejo calcaíto de lo de dentro




Víctimas de trata cosen mascarillas para ancianos

publicado el 28 de Abril de 2020-Público

15 mujeres rescatadas de la prostitución hacen cada día 800 mascarillas para residencias de ancianos y centros sanitarios. Trabajan en el taller de costura de la Asociación para la Prevención y Reinserción de la Mujer (Apramp), la ONG que las ayudó a salir de la trata y que ayuda a más de 2.500 mujeres cada año.


martes, 28 de abril de 2020

J. S. Bach - Flute & Viola Sonatas - (2CD)

Desde Greenpeace la Naturaleza nos explica lo que hay y lo que pasa cuando la depredación inhumana toma el mando en un Planeta

🔴 El peor blanqueamiento de coral de la historia






Malas noticias para los océanos: la Gran Barrera de Coral sufre el peor episodio de blanqueamiento de la historia.
Es la tercera vez que ocurre en los últimos cinco años, y en esta ocasión ha afectado a un 60% de los corales que quedaban, dejando en entredicho el futuro del mayor ecosistema vivo del mundo.
El CO2, principal responsable del cambio climático, es la mayor amenaza para los sistemas de arrecifes de coral en todo el mundo. La actividad humana, especialmente la quema de combustibles fósiles como el carbón, gas y petróleo, ha provocado que los océanos estén más ácidos y más calientes.
Durante cientos de miles de años la Gran Barrera de Coral se ha ido adaptando a su delicado entorno. Pero además de unos océanos que se calientan cada vez más y más, el tiempo que transcurre entre un episodio de blanqueamiento y el siguiente se está reduciendo, lo que dificulta su recuperación. Parece que estamos llegando demasiado rápido a un punto de no retorno.
La industria del carbón es el principal motor del cambio climático en el mundo y en Australia, que en los últimos meses ha sufrido una de sus peores sequías, una de las temporadas de incendios más devastadoras de su historia y una de las tormentas más fuertes en varios decenios, además de la actual pandemia del COVID-19.
Los océanos son una de nuestras mejores defensas contra el cambio climático, y nuestra salud depende directamente de la suya. No podemos permitir que el lugar con mayor biodiversidad de nuestro planeta se destruya por un fenómeno que hemos causado por nuestra continua dependencia del petróleo, el gas y el carbón.
En Greenpeace ahora más que nunca necesitamos tu apoyo para poder seguir trabajando en buscar soluciones reales que aborden la crisis climática y poner freno a la industria de los combustibles fósiles., ayúdanos a seguir protegiendo la salud del planeta y de nuestros océanos, únete ahora >>

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Una vez más, gracias al Profesor Torres López por su cooperación incansable a una nueva visión del mundo, según reza el título del libro de Laval y Dardot.Otros dos currantes de la conciencia social, colectiva. Tenemos que crear nuevos arquetipos sociales, desde la ética, la justicia, la lucidez, la empatía, la compasión y la cultura. Sólo así podremos abrir las puertas a la sutileza del Ser que somos en realidad, al sentido verdadero de la viida y salir de la ficción. Las aspiraciones más nobles del ser humano nunca son ilusorias, sino fundamentales, primero son intuiciones, luego reconocimiento materializado, así se evoluciona de las tinieblas a la luz y la llave es la cultura, el cultivo del espíritu que nos inspira, nos empuja y nos potencia, transformando la realidad en la medida de nuestro crecimiento como especie y por ello, como individuos, por supuesto





La tramoya

La cultura, una industria y mucho más que hay que relanzar




Entrada al Teatro de la Comedia, en Madrid, cerrado durante el estado de alarma por la pandemia del coronavirus. E.P.
Entrada al Teatro de la Comedia, en Madrid, cerrado durante el estado de alarma por la pandemia del coronavirus. E.P.
La cultura, en su sentido más amplio, es una de las actividades que siempre paga en mayor medida los efectos de las crisis económicas. Como cualquier otra que consista en la producción de bienes o servicios, necesita recursos materiales y gasto procedentes de la iniciativa privada y de la pública, y ambos disminuyen notablemente cuando la economía se deteriora. Aunque, en el caso de la cultura, el daño suele ser mayor por otras razones.
Como consecuencia de la última crisis económica iniciada en 2007-2008, bajó el peso de las actividades culturales en el PIB español, el empleo, el número de empresas, el gasto total de la administración central, de las comunidades autónomas y ayuntamientos y el gasto familiar y personal, por citar sólo algunas magnitudes expresivas de su evolución. Y, cuando la mayoría de ellas todavía no había logrado recuperarse, la epidemia del Covid-19 trae consigo una nueva crisis; ahora mucho peor, pues no sólo supondrá la disminución de la demanda y del gasto que traen consigo todas ellas, sino la imposibilidad de generar oferta durante un tiempo que, en algunas casos, puede llegar a ser literalmente letal para los productores.
Una vez rectificado el grave error inicial del ministro de cultura, cuando al principio de esta nueva crisis descartó adoptar medidas específicas de apoyo al sector, es imprescindible que todas las administraciones pongan en marcha estrategias efectivas que impidan que, una vez más, la producción y el consumo de bienes y servicios culturales esenciales para la vida personal y social y para las democracias tan debilitadas de nuestro tiempo, vuelvan a quedar en mantillas en España.
En materia de financiación, la cultura siempre ha tenido que navegar entre dos mares. Por un lado, se la considera -con razón- una actividad industrial más y de ahí se deduce que debe financiarse a través de los mercados, en función de que sea capaz de crear la demanda suficiente. El Estado, así, puede desentenderse de ella. Por otro, y cuando no es industria en su sentido estricto, la cultura tiende a ser considerada como algo banal, tan sólo relativo al ocio y al entretenimiento, cosa de artistas, de excéntricos y bohemios que con sólo alguna ayuda ocasional pueden sobrevivir si no han conseguido, como le sucede a la gran mayoría, alcanzar el estrellato.
En España no hemos terminado de entender (ni siquiera estoy seguro de que hayamos comenzado a entenderlo) que la cultura ni es sólo industria ni un simple pasatiempo. La cultura, en todas sus expresiones, es una pieza sin la que no puede existir vida en libertad, ni democracia, ni bienestar porque sin ella se carece de la simbología, de las ideaciones o los sueños que conforman la comunidad imaginada sin la que los seres humanos no podemos vivir. La cultura es todo lo que envuelve nuestra vida personal y social para que pueda tener sentido ante los demás y lo que le da sentido a lo que vemos de los otros. Sin cultura seríamos seres desnudos, no podríamos interpretarnos, como tampoco tendría sentido la economía de nuestro tiempo que tiene cada día más componentes inmateriales o icónicos para poder lograr que los sujetos se identifiquen con los propios objetos, aunque eso sólo sea para que sigan consumiéndolos sin descanso.
Es por eso que las constituciones modernas reconocen el acceso a la cultura como un derecho más de la ciudadanía y de ahí que los Estados no puedan limitarse a ayudar a la producción cultural, como si de una vieja obra de caridad se tratase, sino que deben considerarla como una pieza más del entramado que puede sostener las democracias bienestaristas, como puedan ser la seguridad, la salud o la justicia, es decir, como un auténtico bien de interés público cuya provisión, a través de cualquiera que sea el procedimiento, debe quedar garantizada con suficiencia y, esto es muy importante, con plena libertad.
La cultura es algo demasiado grande y no podemos dejarla caer de nuevo en esta crisis.
Con carácter inmediato, urgente, las administraciones públicas deberían tomar medidas para evitar la sangría de ingresos que están sufriendo muchas empresas culturales y trabajadores autónomos, teniendo en cuenta que la especificidad de muchas de sus actividades les dificulta acudir a las fuentes de apoyo (sobre todo crediticias) que se han aprobado en las últimas semanas. Se tiende a creer que los creadores no hacen nada en los procesos de ideación y creación y que, por ello, pueden efectivamente vivir "de la nada" durante ese tiempo. Hay que evitar que se desvanezcan los procesos creativos de mayor o menor envergadura que estén en marcha y entender que, cuando eso ocurre, se pierde valor económico exactamente igual que cuando cierra cualquier otra empresa o negocio.
Al mismo tiempo, hay que ser muy consciente de que la crisis que estamos viviendo es el inicio de un nuevo tiempo, de cambios que van a transformar la vida social en todo el planeta y no sólo por algún tiempo. Vamos a tener que acostumbrarnos a vivir en otro tipo de espacios, con otras distancias entre nosotros; consumiremos productos que vendrán con envoltorios icónicos diferentes y que se pondrán a nuestra disposición a través de redes muy distintas a las que ahora conocemos. Cambiará el uso del tiempo, la forma de divertirnos e incluso el tipo de ropa que usemos porque vamos a comenzar a percibir y a relacionarnos a nosotros mismos y a todo lo que está a nuestro alrededor de otras maneras. El Gran Encierro, como ya se le llama, está modificando, quizá para siempre, nuestro oikos, nuestro espacio doméstico en el más extenso sentido de la palabra. Y también el relato, como gusta decir ahora, que la cultura y no otra cosa, escribe de nuestras vidas
La cultura va a ser el instrumento que nos permita dialogar inteligible, razonable y amablemente con todos esos cambios y con quienes nos rodean para poder sobrevivir, con más o menos libertad y democracia, a los tiempos de transformación y dificultades que nos esperan. La cultura, las imágenes, los cuentos, los ideales de belleza, los sonidos que nos rodean, los sueños, lo imaginado, la música y el movimiento... son piezas sin las que no se va a poder armar el rompecabezas económico que tenemos por delante.
La cultura no es el celofán que recubre lo que nos parece que tiene valor en nuestras sociedades, una guinda de poco precio que ponemos sobre el pastel, sino un componente intrínseco del valor de las cosas que tanto apreciamos. No hay empresa sin icono, que pueda vender un producto sin dotarlo previamente de cultura, de intención o de narrativa, cualquiera que ésta sea; no hay ciudad que hoy día salga adelante sin imagen; no hay país sin marca; ni seres humanos sin sueños. No hay vida posible sin cultura.
Los gobiernos deben meterse en la cabeza que no se trata de ayudar a los culturetas, como a veces dicen los burócratas que reparten el pastel del presupuesto, sino de invertir en valor para generar un ecosistema socioproductivo que facilite la creación y el consumo de bienes y servicios culturales, no como una actividad en el margen que sólo tiene un fin en sí misma (que también), sino como componente de todos los demás procesos de creación de riqueza. Para eso debería empezar por garantizar que exista información rigurosa y actualizada, un mapa completo de la cultura como fuente de valor en nuestra sociedad y en la economía.
Los productores culturales, por su parte, también deben entender que no precisan tan sólo de ayudas, sino que ellos mismos han de crear los tejidos, cada vez más complejos, que son necesarios para lograr que lo creado se disfrute en la mayor medida de lo posible, para que se realice finalmente y complete.
Hay que crear sinergias entre el resto de los sectores productivos y sociales y la actividad cultural, proporcionando espacios, facilitando el consumo y haciendo posible que lo que no tiene precio también se remunere.
La cultura en España necesita una auténtica política industrial que le proporcione acceso a los recursos, que anticipe financiación especializada, que contemple las singularidades productivas, financieras, fiscales, laborales y comerciales del sector y de los mercados en donde se desarrollan la producción y el consumo de mercancías culturales. Pero también se necesita promover la política cultural, la producción y el consumo cultural, en la industria y los servicios, en toda la vida económica. Para ello hay que inventar nuevas entidades de crédito especializado, formas novedosas de mecenazgo y de financiación compartida, ocupar nuevos espacios y aprender a usar y poner en valor lo común, hacer más cultura con las nuevas tecnologías y convertir a la tecnología, con la cultura, en una práctica auténticamente liberadora, o promover con rapidez las nuevas formas de consumo de los bienes y servicios culturales que se están abriendo paso tanto en los hogares, como en las empresas y en los espacios colectivos.
Y, como he dicho, todos (administraciones, creadores y productores y consumidores) hemos de aprender a darle valor a lo que, como he dicho, no tiene precio, para que la cultura que no es industria ni exactamente una producción mercantil, pero que sí se concibe y existe para el intercambio, pueda llevarse a cabo.
Puede parecer que son palabras algo abstractas, una simple filosofía, pero lo que de verdad plantea la crisis del Covid-19 es la necesidad de que las sociedades y las economías se rehagan, se reconstruyan dicen los políticos. Esa es la tarea de los gobiernos, de las empresas, de las familias y las personas y organizaciones de todo tipo. Pero nada ni nadie se puede rehacer ni reconstruir sin haberse imaginado previamente y esa es, justamente, la función de la cultura, hacer posible que todos nos imaginemos a nosotros mismos y nos hagamos imagen y a imagen de todo lo demás que nos rodea. Sin ella, sin cada día más, mejor y más libre cultura, seremos cada vez peores y más esclavos.