viernes, 30 de octubre de 2020

Una descripción supercompleta del panorama español actual. El Gobierno debería pedir a profesores como Torres López, Pérez Royo, Viçens Navarro y a Jueces como Ximo Bosch, una asesoría y unas cuantas lecciones de inteligencia práctica aplicada a la política. También sería genial un progama semanal en TVE dedicado a la información y al diálogo en el que estos expertos ayudasen a la ciudadanía a comprender lo que está pasando en sistema económico, jurídico y laboral, en los derechos y deberes, qué amparo tenemos de la Constitución y cómo recurrir a ella para canalizar el padecimeinto social en iniciativas legislativas populares. Sería un camino mucho menos duro e injusto, para recorrer junto a un gobierno menos caótico y más inteligente que atropellado por una realidad tan desatada como imprevisible

 La tramoya

No basta con hacer números: hay que ganar complicidad y confianza

La presentación del nuevo proyecto de Presupuestos Generales del Estado es una buena noticia. Una buena noticia obligada porque empezaba a ser surrealista que se siguiera gobernando una economía que sufre la peor crisis de su historia reciente con unas cuentas elaboradas hace casi tres años, en periodo de expansión.

Cuando se aprobaron los todavía vigentes, en abril de 2018, el entonces aspirante y ahora presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo que se trataba de unos Presupuestos de "crecimiento sin derechos" y ahora -quién se lo iba a decir entonces- se debe enfrentar a la cuadratura del círculo presentando otros con derechos sin crecimiento.

Los Presupuestos que se acaban de presentar son una solución de compromiso de muy difícil factura que obligan -y van a seguir obligando- a que la Ministra de Hacienda haga auténticos encajes de bolillos para poder cuadrar las cuentas. Por un lado, ha tenido que hacer frente al tironeo y a la guerra de intereses entre PSOE y Unidas Podemos, el primero más atento que el segundo a la hora de templar a los grandes poderes económicos y el segundo más empeñado en sacar adelante propuestas de mayor calado social pero difícilmente financiables en estos momentos. Por otro lado, ha debido tener en cuenta que el voto de los independentistas –a quienes el Estado le importa un bledo como sus portavoces más sinceros reconocen-, que será imprescindible para poder aprobarlos. Y en medio habrá más dificultades porque es lógico que el Ejecutivo trate de arañar más votos favorables -incluso los de Ciudadanos si fuese posible-, además de contentar las muy diferentes demandas que se hacen desde las comunidades autónomas. Y todo ello, sin olvidar que Europa mirará con lupa no sólo lo presupuestado sino su ejecución y los efectos macroeconómicos que produzcan las cuentas que finalmente se aprueben. Un rompecabezas que va a poner a prueba el buen hacer que hasta ahora viene haciendo la ministra Montero y su equipo.

El proyecto de Presupuestos es destacable, e incluso me atrevería a decir que histórico, por diversas razones positivas, pero también merece algunas observaciones sobre los problemas que pueden acompañarlos.

Lo más destacable que quizá cabe señalar es que suponen una inyección de gasto extraordinario que es imprescindible para aliviar en la medida de lo posible los efectos de la pandemia cuando se han detenido los motores del gasto privado. Y no menos importante es el profundo calado social que impregna la política de gasto. Como decía antes, el Gobierno ha hecho un esfuerzo ímprobo, teniendo en cuenta la coyuntura y la escasez del momento, para hacer unos presupuestos con derechos cuando no sólo no hay crecimiento, sino que sufrimos la caída más fuerte del PIB de los últimos 150 años, si se exceptúan los años de guerra civil.

Sin embargo, diversas razones deben mantenernos alerta y nos impiden tirar las campanas al vuelo.

En primer lugar, yo creo que sólo un milagro permitirá que se cumpla el escenario macroeconómico previsto a la hora de elaborar estos Presupuestos. Por tanto, no van a tener el efecto sanador que se les supone y darán problemas a la hora de financiar y ejecutar el gasto previsto.

En segundo lugar, hay que tener presente que estos Presupuestos serían históricos por su ambición en tiempos de normalidad pero, en la situación en la que estamos y en la peor a la que vamos a llegar en los próximos meses, van a resultar completamente insuficientes. Desgraciadamente, ya en estos momentos nos hace falta más munición y será mucha más la que necesitemos en los próximos meses para combatir el casi seguro empeoramiento de la situación económica si, como parece lo más probable, no somos capaces de atajar muy rápidamente la pandemia.

Por último, me temo que el incremento de gasto social no basta por sí mismo para impulsar las transformaciones estructurales urgentes que habría que comenzar a poner en marcha para salir medio indemnes de esta crisis de la covid-19.

A mi juicio, la clave de la insuficiencia de estos Presupuestos para ser completamente efectivos radica justamente en que estamos fracasando en la lucha contra la covid-19. Hemos comprobado, desgraciadamente, que una desescalada mal diseñada y peor ejecutada alargó la primera ola cuando debería de haberse aplanado por completo y que eso nos está llevando a cifras récord de contagios y hospitalizaciones cuando la segunda oleada ni siquiera se ha manifestado todavía con toda su intensidad.

La explicación de este fracaso sanitario (determinante del económico que nos amenaza) es, sin duda, plural, pero me atrevo a establecer una hipótesis principal.

Los estudios que se vienen realizando sobre la evolución de la pandemia y sus consecuencias económicas indican claramente que la confianza, el apoyo público a las medidas adoptadas y la cohesión social son las variables fundamentales a la hora de combatirla con eficacia. Y es en este aspecto en el que creo que España está fracasando.

Me parece una evidencia clamorosa que la oposición de derechas se ha dedicado justamente a minar la confianza de la sociedad en el Gobierno y a quebrar cualquier intento de generar cohesión social. Pero también es cierto que el Gobierno no ha estado a la altura de las circunstancias.

Los investigadores Olivier Bargain y Ulugbek Aminjonov lo dicen muy claro en un artículo precisamente titulado Confianza y cumplimiento de las políticas de salud pública en la época del COVID-19: "En tiempos de emergencias nacionales, el intento de los políticos por recuperar la confianza es vital". Y eso se puede hacer, siguen diciendo, mediante "una comunicación mucho más clara sobre lo que sabemos de los científicos, más pedagogía para explicar las razones que subyacen a la acción pública y coherencia intertemporal en las decisiones políticas". Estrategias que yo creo que han estado casi ausentes en la política contra la pandemia de nuestro Gobierno.

España está fallando en la contención de la pandemia porque tenemos una derecha ruin que ha antepuesto sus intereses electorales y su dependencia de los grandes poderes a los del conjunto de la población, pero también porque la falta de liderazgo ha impedido que la emergencia y el peligro (como ha ocurrido en otros lugares) sirva para fortalecer la cohesión y el apoyo a las instituciones. Es más, los grandes poderes económicos, financieros y mediáticos utilizan el desconcierto que produce la crisis y las debilitan aún más, haciéndola aún menos confiables, cuando entran por la puerta de atrás del Estado para obtener ventajas, aprovechando precisamente la vulnerabilidad que supone disponer de una administración pública sin recursos suficientes y atrasada, una de Justicia tan sesgada política e ideológicamente, un Estado de las autonomías muy imperfecto o instituciones de representación política poco transparentes, cesaristas y demasiado alejadas de la población representada.

Contratar a despachos de abogados vinculados a las grandes empresas para gestionar el reparto de los fondos europeos, aprovechar la crisis para facilitar el desembarco de los fondos de ahorro privado en el sistema público de pensiones, regalar Bankia al capital bancario, que el Tribunal Supremo se salte a la torera al Constitucional para darle dinero a la banca cuando más lo necesita el Estado, o que el ministro de Sanidad y la clase política en general pidan a los jóvenes que no vayan a las fiestas o a realizar botellones y al mismo tiempo se vayan ellos de bares o a saraos multitudinarios... son algunos ejemplos de lo que no se puede hacer si se quiere que la población se cohesione, confíe y arrope a las instituciones. Así, lo que se produce es hastío, indignación y alejamiento.

Se puede entender la improvisación, es lógico que se produzcan errores de previsión en medio de una pandemia que nadie sabe cómo evoluciona e incluso cabe justificar las contradicciones y las idas y venidas a la hora de tomar decisiones. Pero lo que no puede admitirse es que cuando eso ocurra no se reconozca y se oculten a la población los errores y fallos o se les quieran hacer pasar por alto, como si nada hubiera pasado. Y mucho menos está justificado que se actúe con incoherencia.

Bienvenidos, pues, los nuevos Presupuestos pero si no aumenta la eficacia de la lucha contra la pandemia no servirán de mucho. Hay que reclamar al Gobierno que emprenda con más ahínco la búsqueda de la confianza y complicidad explicando mejor y con la máxima transparencia, rindiendo cuentas, exigiendo responsabilidades, buscando acuerdos amplios con la sociedad civil y no haciéndose fuerte contra los débiles sino frente a quienes no paran de maniobrar para quedarse con todo. Pero también hay que reclamar coherencia a la ciudadanía: si no se apoya al Gobierno en un trance como este, en medio de la emergencia, tampoco se le puede pedir que defienda con eficacia y acierto, como se supone que todos queremos, los intereses nacionales.


Para ellos esa forma de sobremorir por decreto económico y bélico es la pandemia constante y el virus una civilización(¡?) que les condena a muerte sin haber cometido más delito que haber nacido en un infierno sin alma, al que llamamos humanidad por mero eufemismo, porque de humano solo tiene el nombre...Ahí están Lesbos, Abdelhamid y su familia para explicar la semántica de la palabra humanidad

 

En Lesbos pensaban estar a salvo...











#IncendioMoria

Noura, refugiada siria en el campo de refugiados de Lesbos

Abdelhamid tiene 33 años y vive con su hija de 2 años y su mujer - embarazada de 4 meses - en el nuevo campo de Lesbos


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Hace un par de meses conocimos a Abdelhamid, un padre sirio de 33 años que huyó para escapar de la violencia diaria al que estaba expuesto con su mujer - embarazada de 4 meses - y su hija de 2 años.

Como muchas otras familias sirias en el Lesbos, huyeron de la guerra y de los bombardeos diarios que sufrían cuando vivían en Idlib. En definitiva: de la muerte.

Y es que tras más de 9 años de un conflicto que no parecen tener fin, continúa el sufrimiento y la desesperación de millones de familias sirias - refugiadas y desplazadas internamente en el país - que no tienen, hoy por hoy, ninguna solución ni otra alternativa.

En Lesbos, al menos, estaban a salvo… o eso pensaban hasta que se incendió el campo de refugiados donde vivían, arrasando lo poco que les quedaba.

Nos lo contó todo en este testimonio que grabamos en nuestro último viaje a Lesbos.

Tuvo que escapar de las llamas corriendo, con su niña en brazos y a la vez ayudando a su mujer, que apenas podía moverse… Temió por sus vidas y se vio otra vez teniendo que escapar de la muerte.

En el nuevo campo, sus condiciones no han mejorado: no hay agua, no hay duchas y es muy complicado entrar y salir del campo con libertad. Al darnos su testimonio, insiste en la vida que llevan los niños en el campo:

La situación es terrible, en especial para los niños: no hay escuela, ni ningún sitio seguro donde puedan jugar, ni alimentación adaptada para sus necesidades…Estos niños y niñas no van a vivir una vida normal ni tener un futuro.”

Cuando hablamos con él y de las condiciones de vida en el campo, parece que nos habla de una cárcel. Pasan hambre, frío y teme por la vida de su mujer y por el bebé: "Mi mujer está embarazada y no le dan de comer. En dos o tres ocasiones se ha desmayado".

Piensa que un millón de niños sirios han nacido ya como refugiados, después de que sus familias decidieran huir del país y de la guerra, y el 48% de todos los niños refugiados en edad escolar no están escolarizados... El presente para ellos y ellas es muy negro pero desgraciadamente: el futuro también.

Nuestra actual respuesta se despliega tanto dentro del propio país como en los países cercanos para intentar cubrir las necesidades básicas de los refugiados y desplazados.

Si quieres y puedes: hazte soci@ hoy de Save the Children y apoya nuestro trabajo con la infancia refugiada.

María Vázquez,
Save the Children España


Gracias, Ana Pardo de Vera, por estas reflexiones tan nutritivas que nos dejas en este artículo una vez más. Gracias por estar ahí, como la Torre de Hércules de A Coruña, iluminando el oleaje para que veamos mejor


Dominio público

El Papa, Leopoldo López, los pactos y otros regalitos del PSOE a la derecha

Ana Pardo de Vera

Directora corporativa y de Relaciones Institucionales de 'Público'

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el Papa Francisco en el Vaticano. EFE
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (I), con el Papa Francisco en el Vaticano. EFE

En una entrevista de esta semana en el semanario El Siglo, el escritor y colaborador de Público, Daniel Bernabé, concluye lo siguiente al ser preguntado por la situación de la monarquía:  "Felipe VI lo tiene muy complicado porque ha quemado muchos cartuchos, muchos más de lo que parece. No hay una perspectiva inmediata de instaurar una república, pero ahí tiene que decir mucho el PSOE, como en muchas otras cosas".

En una época de crisis del sistema, de cambios y de resistencia ultraconservadora a los mismos, la afirmación de Bernabé contiene una carga de profundidad mucho mayor de lo que puede parecer a primera vista: nuestro futuro como país depende del PSOE a corto, medio y largo plazo, como siempre ha dependido hayan estado o no en el Gobierno (para república, PSOE; para Estado laico, PSOE; para Estado federal, PSOE; para Memoria Histórica, PSOE...) Y para entender que, como me decía un veterano colega hace unos días, "el Partido Socialista es el que manda", hay que remontarse décadas atrás, desde que el rey sucesor de Franco confraternizó con Felipe González, hábilmente consciente de la estabilidad que esa amistad -y no otra- daría a la Corona. Habría bastado un cumplimiento estricto de la base de pensamiento republicana del PSOE en algún momento de estos 40 años para que Juan Carlos I y familia se dedicaran a sus negocios (otros o los mismos, pero sin esconderse).

liberal ilustrado por un día

En el último debate parlamentario, que ha concluido con la declaración de un estado de alarma suave, el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, ha vuelto a poner el dedo en la llaga de la cuestión que más desconcertados/as tiene a los votantes, militantes, simpatizantes del PSOE y partidarios de una transformación profunda del Estado desde la izquierda, la justicia social y los valores republicanos: la búsqueda constante de pactos con la derecha conservadora y neoliberal, sean o no necesarios para tener mayorías y suponiendo en ocasiones costes o desgastes incomprensibles, sobre todo, teniendo en cuenta que Casado parece haber convertido en flor de un día su faceta de liberal ilustrado contra la ultraderecha.

¿Es necesario el pacto con el PP para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)? Es imprescindible. ¿Era necesario el pacto con el PP para declarar el estado de alarma y dar seguridad jurídica en la lucha contra la pandemia también a las comunidades gobernadas por ellos? Era prescindible, y así ha sido, dejando en evidencia la contradictoria estrategia de Casado, que sigue teniendo como último objetivo tumbar al Gobierno, o desgastarlo al menos, sin reparar siquiera en las autonomías en que gobiernan y que solo quieren salir de esta pesadilla sanitaria y social cuanto antes; salvo Madrid, cuya presidenta Ayuso está dejando muy claro que su estrategia trumpista pasa por la inmunidad de grupo o de rebaño contra la que ha alertado la OMS en varias ocasiones, considerándola incluso alejada de toda ética: contagiarnos el máximo posible de ciudadanos/as, caiga quien caiga. ¿Cómo se explica si no que el Gobierno de la CAM se niegue a aplicar el estado de alarma el mínimo establecido; siga sin atender a las súplicas de sanitarios, médicos y enfermeras, profesionales de Atención Primaria pidiendo políticas, presupuesto, herramientas y personal de refuerzo mientras construye un macrohospital para júbilo de las constructoras?

El PSOE debe tomarse en serio el papel que juega ahora en la Historia de este país y que implica un cambio de sistema en medio de una crisis que roza la catástrofe; que un partido con una trayectoria centenaria sea reacio a tácticas revolucionarias puede resultar comprensible, sobre todo, cuando viene de cuatro décadas de entente cordiale con la derecha postfranquista en todas sus versiones, hoy separada en tres partidos con un común denominador: el odio a la izquierda y el ultranacionalismo español, justamente lo contrario a lo que es la España real mayoritaria.

Las comunidades gobernadas por el PP salvo Madrid se han subido al tren de la cooperación con el Ejecutivo central que trata de evitarles sobresaltos judiciales: no hay tiempo para nuevas leyes, es cierto, así que el estado de alarma es la única salida. El PP territorial deja en evidencia a Ayuso y su estrategia trumpista y a Casado y su huida hacia la inanición por incoherencia supina. ¿Qué hay que pactar con ellos o con Vox (Ciudadanos tiene diez escaños, no perdamos tampoco la perspectiva) salvo aquello que no quede más remedio y, sobre todo, hasta que no quede más remedio?

La mejor muestra de la inutilidad -a veces perjudicial- de ese clásico del PSOE que es intentar agradar a la derecha conservadora, neoliberal y nacionalcatólica (ése es el carajal ideológico en el que se mueve hoy), la tuvimos la semana con la visita de Pedro Sánchez al Papa Francisco, un ejemplo claro del valor de la imagen en estos tiempos de liviandad. Cómo se retorcía de gusto la derechona viendo que el "ciudadano Bergoglio", que solo es progresista para Vox, actuaba como lo que es, el jefe de un siniestro Estado que no cumple ni unos mínimos democráticos en pleno siglo 21. ¿Era necesario el bombo que se dio a esa visita desde Moncloa más allá de la normalidad institucional? ¿Creía el presidente del Gobierno que el Papa Francisco iba a renegar de la misoginia, el machismo, la homofobia,... inherentes al poder católico? ¿Qué diferencia al Vaticano de dictaduras que niegan la igualdad a las mujeres y castigan a los homosexuales? ¿Por qué tenemos que continuar con los privilegios y el pacto con la casta católica mientras la base cristiana se busca la vida en la solidaridad ciudadana para abordar la ingente tarea social que hacen, sobre todo, en esta crisis?

"Con la visita de los reyes sí que estaba contento el Papa", celebraban en Núñez de Balboa, muy contentos ahora también con la llegada de Leopoldo López a España, el más radical y divisivo de los opositores venezolanos, y la sustitución del embajador en Caracas por un encargado de negocios, lo que supone de facto la ruptura de relaciones diplomáticas con Venezuela. Un regalo del Gobierno a la derecha que no tardarán en pagarle con lo mejor que hacen: atacarle e intentar desestabilizarle. No aprendemos, y ni siquiera hemos hemos hablado de los 10.000 soldados rusos.  



Comentario del blogg:

 Querida Ana Pardo de Vera, tus reflexiones son, como siempre, muy interesantes y claras. Gracias por tu trabajo, con el que nos ayudas a ver más caras y ángulos de la realidad. 

En efecto, la triste democracia española tiene un baluarte importantísimo en el Psoe, sin ese apoyo, seguramente, estaríamos aun invernando en Altamira, como país de imposible democracia en el siglo XXI. Precisamente por pura democracia no se puede volver la espalda a la pluralidad. Y esa realidad es un puzle social, ideológico, cultural y humano sobre todo, humano, con un retraso evolutivo enquistado durante siglos. 

 Much@s español@s no nos sentimos católic@s ni fans de los papas, ni partidari@s de una Venezuela sometida por el capitalismo feroz, es más, creemos y estamos convencid@s de que religiones dogmáticas y capitalismo deshumanizado, -que por cierto en Occidente van de la mano desde el año 313-, son una verdadera desgracia para nuestra especie. 

 ¿Cómo gestionar una sociedad así? O bien declarando la guerra a la diferencia, con lo cual agrandaríamos e intensificaríamos la hostilidad y la eterna "lucha" que nada consigue, a la vista está, o bien trabajando con la diferencia para que la parte más heavy se vaya educando con mejores propuestas y ejemplos, en otros horizontes menos violentos, impositivos, hostiles y enconados. Una república impuesta a palos y por la fuerza de los más contra los menos no se diferenciaría de una dictadura, un anticatolicismo despectivo nos llevaría al mismo punto de las viejas guerras de religión. 

En España hay una tasa muy alta de católicos, es decir de personas que aun no han experimentado un crecimiento liberador, educadas en la idea de que su iglesia es santa y les va a salvar del castigo eterno con solo invocar el nombre de Cristo y trazar una cruz en el aire aunque se haya machacado y hecho puré al prójimo durante años. Sánchez y el Psoe tienen que tenerlo en cuenta y no para sacar votos, sino para ayudar a su evolución a mejor. 

El actual gestor del Vaticano, Jorge Bergoglio, alias Francisco,  parece estar evolucionando y dando pasos por los que el sector más ciego de sus fieles le está haciendo la vida imposible. Hay que tener en cuenta el mérito y el esfuerzo de ese anciano solo ante los infiernos de su propio origen, él también procede del peronismo, las dictaduras y las democracias hilvanadas -¡y eso que Argentina es una república!, con  un caldo de cultivo muy parecido a España-,  ha llegado a pedir que se reconozca a los gays su derecho a vivir en pareja, porque también son hijos de Dios, por ello ha recibido críticas y amenazas; ya desde el principio renunció a vivir en el Vaticano porque sabe lo que hay. Ese hombre está haciendo un esfuerzo titánico para quitar en lo posible la costra perversa y bloqueadora de conciencias del catolicismo "normal",  acercar a la gente de buena voluntad al Evangelio y viceversa -todos hermanos, Tutti Fratelli, sin fronteras, acaba de decir y escribir- que es el origen histórico del socialismo, y lo dijo Marx, no los "cristianos". 

 En cuanto a la concesión de asilo político para cualquiera que lo necesite creo que ofrecerlo es una obligación humana y un derecho, como lo es acoger a Assange, a Snowden o a este Leopoldo López, en tantos aspectos impresentable y vendido por un plato de lentejas petrolíferas a las marranadas de Trump, pero, después de todo frágil y  necesitado de un suelo que pisar y unas manos humanas que sin compartir sus ideas políticas sean capaces de verle como a un igual en lo más básico de nuestra humanidad. Un hermano, distinto y tal vez muy equivocado, pero un hermano refugiado al fin y al cabo. 

Creo que precisamente el Psoe actual, sobre todo a partir de Zapatero,  teniendo esa sensibilidad, -recordemos que fue el único gobierno europeo que salvó y acogió a los refugiados del Aquarius en peligro de muerte con todos los puertos de Europa cerrados- se hace imprescindible como herramienta capaz de consenso y civismo, a la hora de gobernar con equilibrio. 

Lo primero es comprender el entorno y el vínculo que tenemos con él para poder organizar, y eso es imposible sin comprender, sin agrandar la inteligencia y el maestro corazón, sin esa condición el resultado es siempre un fracaso. Eso no quiere decir que un socialista se traicione sí mismo como monárquico y catóiico ni que lo esté recomendando y menos imponiendo al estado. 

Pero, ay, un socialista es republicano por naturaleza y su obligación es defender la democracia y la república como sistema estatal, aunque al mismo tiempo considerar que si su país tiene un 40% de posibles votos republicanos y un 34% de monárquicos, solo un referendum podría aclarar la elección del modelo de estado. Seguro que unos y otros desean que eso suceda para salir del atasco. Pero, ¿es ahora el momento de salir a votar? Llevamos así cuarenta y dos años. ¿Y es una pandemia el mejor momento para elegir y reorganizar el modelo de estado y la revisión a fondo de la Constitución gastando en urnas la millonada que necesitan la UCIs, los profesionales de la Sanidad, los hospitales y residencias públicas, la enseñanza, los ERTEs y establecer la atención plena del IMV? 

Creo que en estos momentos las prioridades son y deben ser la vida, la salud y la atención en todos los aspectos necesarios a la ciudadanía, y si eso tiene que suponer un recorte importante a la Casa Real y la iglesia católica y una subida de impuestos a lso más ricos y bien abastecidos, un gobierno Socialista debe hacerlo y los mismos ricos ofrecerlo para salvar la economía de su "ppatria" en un estado desastroso, gracias a recortes sin más motivo que complacer a bancos y empresas-piraña. 

Porque la familia real se haga la comida, se lave la ropa y conduzca su coche, no se va a morir ninguno de ellos, ni tampoco porque los eclesiásticos trabajen dando el callo como curas obreros y currantes, pagando a Dios lo que es Dios y al César lo propio, pero por mantener una corte de servidores y un gasto demencial a su servicio, más la millonada que se ha llevado el demérito sin que nada ni nadie lo impida, sí que morirá mucha gente. Como también sucede a causa del impago del IBI de la iglesia católica a la que debería caérsele la cara de vergüenza cuando predica un Evangelio que ella no cumple y una indecencia "sacra" que permiten gobiernos socialistas spanish fashion por no ser claros y justos en esa relación patógena entre iglesia y estado, que no debería existir si esa institución fuese fruto del Evangelio.

 Y esas incoherencias gravísimas sí que deben mover la conciencia, la responsabilidad y la gestión de un gobierno socialista. 

Es fundamental que los árboles no nos impidan ver las dimensiones y los límites del bosque en el que andamos más perdid@s que Caperucita, roja, azul, verde, amarilla, morada, naranja...En fin... 

Hasta aquí hemos llegado, Sancho. 

Es que una no puede evitar ser manchega y muy fan de Cervantes. Ains!

En realidad el pp está siendo muy coherente con su conducta y su finalidad: hacerse con el poder como sea y al precio que sea. Caiga lo que caiga y cuanto más caiga mejor, si luego se puede revender lo caído en el mercadillo de los lunes al sol, o mejor, a la sombra, que se ve menos y no es tan tiquismiquis como la luz. Aunque el precio sea aniquilar derechos, deberes y seres humanos en dificultades, mediante el empobrecimiento y los malos tratos sociales para hacer ricos a los amiguetes y sostenedores. No hemos olvidado los shobresh de Luish she fuerte, ni a Paquito El Chocolatero, alias Camps, declarandose gürtelianamente con el Bigotes una entrañable amistad for ever young, ni el aeropuerto interestelar del Fabri-abuelo. Ni los finiquitos en diferido Capio/cospedalianos, ni la venta de Madrid por parcelas barriales que pepetró Aguirre y todo lo demás, que haría interminable este recuerdo indeleble en la memoria colectiva e individual, sobre todo porque ahí están las hemerotecas. Ains! Es el inefable curriculum del pp. Lo que lleva haciendo desde siempre ese empporio de ratas disfrazadas de seres humanos y lo más inaudito: ¡dando el pego! Lo cierto es que nunca aprendió a hacer otra cosa, ahí está el handicap number one. Las discapacidades se comprenden. Las patologías sociales, también. Pero ambas cosas incapacitan para gestionar y gobernar nada ni a nadie.Lo incomprensible y completamente de locos y borderlines, es que con semejante curriculum ese pp aun esté en el Congreso, en el Senado y metiendo toga en el Poder Judicial, presidiendo comunidades, ayuntamientos, diputaciones y tribunales. España está muy loca, mucho, mucho, al permitir en las urnas que el Cottolengo político ocupe escaños y considerarle con suficiente inteligencia -después de lo que hemos padecido con Rajoy- para gobernar algo más que las cloacoas y el destino de los discos duros de Génova 13 (y martes, seguro!) Ayuso es el pparadigma junguiano y Casado el prototipo tecnológico. Están para "El exorcista". Vade retro, pp!

 

Una abstención que suena a no

El PP no es un partido más. Es el único partido junto con el PSOE que ha sido partido de gobierno en España. De distinta manera a como lo han sido antes de 2015, continúan siéndolo todavía hoy. Aunque en los últimos años ha habido momentos en los que pudo parecer que Podemos podría convertirse en el primer partido de la izquierda española y Ciudadanos en el primer partido de la derecha, esa posibilidad ha quedado descartada. Ya no existe el bipartidismo "turnante" de las primeras décadas de esta Segunda Restauración, como también lo hubo en las primeras décadas de la Primera, pero continúa habiendo una suerte de bipartidismo de menor intensidad, pero de bipartidismo.

Únicamente el secretario general del PSOE o el presidente del PP pueden ser de facto, aunque no tengan por qué serlo de iure, presidente del Gobierno de España. Únicamente a través del acuerdo entre ellos se puede producir la renovación de los órganos constitucionales (Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, Defensor del Pueblo) para los que se exige la mayoría cualificada de tres quintos de diputados o senadores. Únicamente a través de un acuerdo entre ellos se podría pensar en una reforma de la Constitución. Posiblemente no sería ya suficiente un acuerdo entre ellos exclusivamente, sino que se tendría que dar participación a otras fuerzas políticas. Pero, con un acuerdo entre el PSOE y el PP se desbloquearía con seguridad lo que ahora mismo está bloqueado.

Un partido que tiene ese estatus dentro del sistema de partidos no puede abstenerse en una votación como la que se ha producido este jueves en el Congreso de los Diputados. Cuando un país se encuentra ante un problema de la magnitud de la pandemia generada por el coronavirus y la angustia alcanza un nivel alarmante en el conjunto de la población, la abstención no es una opción para un partido de gobierno. Cualquiera de los otros partidos podría haberse abstenido. El PP, no. Hay problemas que exigen una respuesta inmediata e inequívoca, que transmita a la población un mensaje susceptible de ser compartido por la inmensa mayoría de la población. El coronavirus es uno de esos problemas. En tales casos, el concurso de los dos partidos de gobierno es imprescindible. Hay momentos en los que no se trata solamente de no obstaculizar, sino de participar activamente en la respuesta que se hace llegar a los ciudadanos y ciudadanas. La abstención en estas circunstancias no contribuye a la gobernabilidad del país, sino a todo lo contrario.

Más todavía cuando el discurso y el lenguaje corporal, tanto de presidente del PP que habla desde la tribuna, como el de los miembros del grupo parlamentario desde sus escaños, es el discurso y el lenguaje corporal del NO. Oyendo y viendo a Pablo Casado y a los diputados del grupo parlamentario del PP, ningún ciudadano o ciudadana puede entender que se hayan abstenido. El discurso y la actitud del presidente y de los parlamentarios del PP ha sido el del no rotundo y no el de la abstención. Este es el mensaje político que han transmitido en un momento de gravedad extrema, del que todavía no sabemos cómo ni cuándo vamos a poder salir. En el momento en el que hay que intentar dar confianza a la población, uno de los partidos de gobierno se ha dedicado a sembrar incertidumbres. Y es sabido que se recoge lo que se siembra.

Esta es la conclusión que cualquier persona que haya seguido el debate habrá sacado. Es la conclusión que se va a ver reforzada por los comentarios que se están produciendo ya y se van a seguir produciendo en los diferentes medios de comunicación. La abstención del PP transmite más inseguridad que un no. La abstención ha sonado a un no subrepticio, que es mucho más deletéreo que un no expreso. Lo que Pablo Casado ha dicho es que el PP no va a decir no de manera expresa, a fin de que no pueda imputársele responsabilidad alguna si la respuesta del Gobierno fracasa, pero que va a hacer todo lo posible porque dicha respuesta fracase. Ese era el mensaje del PP de este jueves.

En mi opinión, ha cometido un doble error. En primer lugar, porque un discurso de esa naturaleza disminuye su credibilidad como partido de gobierno. En una situación de emergencia extrema un partido de gobierno no se puede poner de perfil. O, mejor dicho, no puede hacer como que se pone de perfil, cuando en realidad se está poniendo en contra. Pero no tiene el valor de decirlo.

Y en segundo, porque de esta manera sigue alimentando a la extrema derecha. El discurso ha debilitado al PP y ha fortalecido a Vox. Ha puesto de manifiesto que el PP no es capaz de mantener de manera consistente la línea divisoria que trazó respecto de la extrema derecha en la moción de censura. La frontera entre el PP y Vox ha quedado diluida.

El PP no es ni puede ser en el futuro inmediato el partido que ocupe el Gobierno de la nación. No tiene fuerza para ello ni aliados que le suministren la que le falta. Sí tiene fuerza suficiente para dificultar en grado extremo e incluso torpedear la acción del Gobierno de coalición. Me temo que esta es su estrategia. Me temo que seguimos donde estábamos antes de la moción de censura.
El líder del PP, Pablo Casado, durante su intervención en el pleno del Congreso de este jueves sobre la prórroga del estado de alarma.

jueves, 29 de octubre de 2020

John Denver - Season Suite (Full)

La CRISIS del #CORONAVIRUS: La bolsa o la vida, la falsa disyuntiva | La...

   

Mirando nuestra historia y repasando los tiempos de pandemias, podemos analizar mejor la situación que atendiendo solo a los miedos y arrebatos instantáneos, por otra parte, naturales y lógicos en una especie como la nuestra, al mismo tiempo frágil y vulnerable que inteligente, prudente y creativa, como abierta y aventurera e irresponsable y/o cerrada, temerosa, indecisa, autolimitada, generosa o/y calculadora y desalmada, capaz de heroicidades como de organizar verdaderos desastres y hecatombes, incluso justificados y avalados por "la dignidad", "el valor", "el patriotismo", "el deber", y "el orgullo", "la audacia", "la estrategia", "el sacrificio", etc, etc...

Las guerras y crisis tienen un final asegurado en plazos más o menos controlables. Las produce el hombre y de su voluntad y decisiones dependen el principio y el final de esos conflictos. Pero las pandemias, como los terrremotos y fenómenos climáticos como sequías, olas de calor o frío, lluvias torrenciales, o la caída de meteoritos,  aunque la especie las facilite y empeore con sus peores hábitos, abusos e ignorancia, no dependen para nada de la voluntad humana, sino de un proceso mecánico de la biología, la física, la química... que desencadena efectos devastadores, imprevisibles e incontrolables. Sobre todo cuando el ser humano se enreda, se equivoca, abducido por su avidez de control, y mediante una tecnología que cree controlar a su disposición olvida su parte frágil, su limitación en tantos aspectos.  Es ahí donde hay que profundizar para entender nuestras reacciones ante lo inabarcable, lo inescrutable y lo sorprendente. 

No es la primera vez que esto ocurre en el Planeta. Nunca el hombre ha terminado con una pandemia. Ha podido remediar, auxiliar, tratar de paliar los daños parcialmente, pero la pandemia solo se acaba cuando su ciclo se agota. Y puede que cuando la especie humana en determinado momento histórico da un salto evolutivo, entiende mejor, abre su mente y sus emociones, elabora los sentimientos -que no son las emociones sino el producto interior nada bruto de la inteligencia emocional- . 

Podemos deducir sin miedo a equivocarnos que las epidemias y pandemias están más ligadas a la evolución global e individual  de la conciencia humana que a la mecánica agresiva de los elementos contaminantes. De hecho es mucho más fácil contagiarse, enfermar y contagiar a otros cuando  se tienen problemas sin resolver, ya sean físicos, emocionales o mentales, unidos a los económicos, laborales, afectivos, bloqueos, pánicos incontrolables, etc...La falta de autoconsciencia nos hace muy vulnerables y dependientes de todo lo que nos rodea sobre todo de lo que consideramos y nos resulta negativo. Si nuestras circunstancias son difíciles nosotros podemos elegir entre someternos a lo inevitable, o rebelarnos en plan Juanas de Arco hasta agotarnos en "la lucha", o aprender con serenidad la resiliencia de gestionar y "rentabilizar" la circunstancia agresora y difícil hasta reconvertirla en un camino de armonización y descubrimientos que mejorarán para siempre nuestra vida y la de nuestro entorno. No es lo mismo vivir al lado de una fuente con agua limpia que de una alcantarilla que rezuma podredumbre. Ambas cosas podemos ser nosotros para quienes nos rodean: somos átomos, electrones y células  del mismo tejido. Tiene muy poco sentido considerar pseudociencia al autoconocimiento que nos hará posible comprender, investigar y conocer mucho mejor la misma ciencia.Y por ello aplicarla acertadamente al servicio del bien común, sin vendernos a ningún interés ni prebenda egopática. En la conciencia radica el principio verdadero de la libertad. No somos libres porque hacemos lo que nos da la gana sea como sea el resultado de nuestros actos, sino porque somos capaces de elegir libremente el  mejor  objetivo para todos construido con los medios adecuados en la misma onda. Es decir, cuando nuestros actos se pueden aplicar como norma universal para construir el bien común, como propone Kant en su ética.  

Este tipo de reflexiones deberían ser una prioridad en el Parlamento. Y en la prensa y en las tertulias de la tele. Es un verdadero crimen que con tanta tecnología aplicada a la comunicación se nos escape lo más importante que podemos comunicar y recibir desde la esencia de todos y todas. La esencia de nuestro Ser compartido y experimentado en vivencias que nos transforman mientras suceden. No está reñido con la alegría ni con la dinámica, ni con la danza, ni con el trabajo, la convivencia, el buen humor y el bienestar, al contrario, nos hacen todo mucho más perceptible e intenso, menos distraído e insulso. Mucho más rico y satisfactorio, menos dependiente y más autónomo, para poder ser sanamente colectivos. Libres y al mismo tiempo unidos por una luz que somos el Nosotros. 

Captando estas realidades no habrá pandemia que resista, ni virus que nos pueda. El lodo de la corrupción puede transformarse en abono y cambio de chip. Las ruinas en reconstrucción, la tierra quemada en tierra repoblada, la tierra abandonada en tierra cultivada y fuente de trabajo, las basuras en material de construcción, la manía de poseer en la libertad del ser y compartir lo que se es.  Familia. Herman@s. Casacomún/Planeta. Aire y sol para funcionar. 

El contacto, la proximidad, la cercanía, la mirada, la escucha, el perfume de la vida, el sabor de una mandarina, el vuelo de una gaviota por el patio, con lo lejos que queda el mar...es el equipaje que necesitamos para viajar junt@s y abrir las puertas al nuevo tiempo, al nuevo espacio que está naciendo en la misma tumba  del pasado ya sin presente ni futuro. Este período de enfermedad imparable ha venido para mostrarnos el camino de la acogida y la compasión. Que todos somos en realidad refugiados y emigrantes si no logramos descubrir la esencia compartida que no admite fronteras. Todos y todas, sin excepción, somos El Pueblo. Hasta que eso no se asimile ni se asuma, ni se comparta ni se disfrute, en común como en privado seguirá habiendo pandemias. Y no habrá vacunas que lo remedien. La vacuna somos nosotros cuando dejamos de ser robots teleprogramados por nuestros automatismos mecánicos, para ser humanidad.

Campanya #*YOALTRABAJOENBICI cap pero em para.

   

Este vídeo no es teoría ni comecocos, es la iniciativa de un ayuntamiento como el de València, cuyo alcalde va en bici a trabajar como cuando no era alcalde e iba a dar clase cada día pedaleando. Eso es la política: trabajar con la conciencia auténtica de lo que se conoce y se practica. ¿Puede gestionar y gobernar con ética, humildad y sabiduría quien no las conoce ni de vista ni de oídas?

Ppiensa, ppueblo, ppiensa...

Esto es la ppseudoppolítica: hacer como que se sabe lo que se ignora, para hacer "legal" el disparate, es decir, aceptar una Constitución para usarla como papel higiénico. Si el pp está convencido de que con esas tácticas chapuceras y vergonzantes va a conseguir tumbar un gobierno, por endeble que les parezca, y que la ciudadanía volverá al redil como si nada, va listo; si lo que estamos padeciendo con este gobierno es duro, no queremos ni imaginar lo que sería esta pandemia con un Aznar, un Rajoy, un Casado, un Teodoro, una Cuca, una Cayetana, una Villalobos, una Soraya , Cospeldal , Aguirre o Cifuentes, etc, etc, etc aposentados en La Moncloa. No te molestes pp, cuanto más histérico, zafio e impresentable se manifiesta tu peculiar patriotismo cerril, más razones das a la inteligencia colectiva para aplicarte el finiquito político e institucional for ever. Lo que vivimos ahora es malo, lo sabemos, pero con vosotros sería el acabóse, ¡eso seguro! Porque ya lo ha sido durante una crisis menos heavy que esta, y por eso gobiernan otros en vuestro lugar. Vosotros sois el guatepeor de cualquier guatemala. Deberíais comprenderlo, pp y brotes verdes adjuntox. Es lo que hay. ¿Qué tal si aterrizáis en la realidad y os despertáis, bellos durmientes? Ringggggg, ringgggggg, el despertador suena y el reloj no para tic-tac, tic-tac, tic-tac...de seguir en este plan , pronto seréis ese pasado rupestre que nadie quiere repetir, más vale lo regular y dudoso por conocer que lo pésimo conocido. Ja hem tingut prou!


Mala educación constitucional

  

Empieza a resultar desesperante la incapacidad de los máximos dirigentes del PP para entender conceptos elementales de nuestro ordenamiento constitucional. Una y otra vez se empeñan en las sesiones de control parlamentario del Gobierno de los miércoles en poner en circulación opiniones constitucionalmente disparatadas, que ponen de manifiesto un desconocimiento inexplicable de las bases en las que descansa nuestro ordenamiento constitucional.

En la sesión celebrada este miércoles tanto Pablo Casado (con un tono distinto al de estos últimos meses), como Cuca Gamarra y Teodoro García Egea (estos no han cambiado el tono) se han empeñado en repetir que la propuesta del Gobierno de que la declaración del estado de alarma por parte del Congreso de los Diputados se extienda durante seis meses supone un intento por parte del Presidente del Gobierno de "eximirse del control parlamentario" durante esos seis meses.

Esta exención de responsabilidad ante el Congreso de los Diputados del Gobierno en general, y de su Presidente en particular, está expresamente excluida en la Ley Orgánica 4/1981, reguladora de los estados de alarma, excepción y sitio, cuyo artículo 1.4 dice textualmente: "La declaración de los estados de alarma, excepción y sitio, NO INTERRUMPE el normal funcionamiento de los poderes constitucionales del Estado".

Creo que el precepto no es de difícil interpretación. Con cualquiera de las reglas de interpretación comúnmente aceptadas en el mundo del derecho, la gramatical, la sistemática, la teleológica y la histórica se llega a la misma conclusión. El Gobierno no puede dejar de ser controlado por el Congreso de los Diputados en ningún momento de la vigencia del estado de alarma. Y no puede dejar de estarlo porque este control forma parte del "núcleo esencial" de la democracia parlamentaria. Por eso la Constitución le dedica el primer artículo del Título V, "De las relaciones entre el Gobierno y las Cortes Generales", el artículo 108, que dice textualmente: "El Gobierno responde solidariamente en su gestión política ante el Congreso de los Diputados". Esto es así tanto si ha sido declarado el estado de alarma como si no. Por cierto, el artículo 116 de la Constitución es el último de dicho Título V. El 108 es el primero y el 116 el último. Y la LO 4/1981 subraya expresamente en su artículo 1.4, como se acaba de ver, que el recurso a cualquiera de los estados excepcionales previstos en el artículo 116 de la Constitución pueda suponer una excepción a la vigencia de lo previsto en el artículo 108.

Señores Casado y García Egea; señora Gamarra, ¿es tan difícil de entender esto? ¿Puede un partido que presume de "constitucionalista" desconocer de manera tan palmaria lo que la propia Constitución dice? ¿Cómo es posible que con el lugar tan destacado que ocupan ustedes en nuestro sistema político puedan decir los disparates que están diciendo? ¡Y desde la tribuna del Congreso de los Diputados!    

Pero es que hay más. En lo que al estado de alarma se refiere, el Gobierno propone y el Congreso de los Diputados dispone. El estado de alarma gubernamental dura como máximo 15 días. A partir de ese momento el estado de alarma es parlamentario. Es el Congreso de los Diputados el que define el derecho vigente durante el estado de alarma. Tanto el derecho sustantivo, es decir, el contenido de las decisiones que se puedan adoptar durante el estado de alarma, como el derecho procesal, es decir, qué órgano constitucional va a ser la "autoridad competente" para adoptar dichas decisiones.  

Y en la propuesta enviada al Congreso por el Gobierno para este estado de alarma se contempla que no haya "mando único", sino que la "autoridad competente" sean los presidentes de las 17 Comunidades Autónomas y de las dos Ciudades Autónomas. El Presidente del Gobierno, el Gobierno en general y el Ministro de Sanidad en particular tendrán que estar pendientes de la "coordinación" de la gestión que hacen los Presidentes y los Consejos de Gobierno de las Comunidades y Ciudades Autónomas, pero nada más.

No es el Gobierno de la Nación el que va a "ejecutar" la normativa vigente durante el estado de alarma aprobada por el Congreso de los Diputados, sino los Consejos de Gobierno de las Comunidades y Ciudades Autónomas son los que van a hacerlo. Son, en consecuencia, los Presidentes de los Consejos de Gobierno los que tendrán que dar explicaciones en sus Parlamentos de cómo están gestionando el estado de alarma declarado por el Congreso de los Diputados.

Al Gobierno de la Nación se le podrán pedir todas las explicaciones que los grupos parlamentarios estimen pertinentes, porque, insisto, el estado de alarma "no interrumpe" el control parlamentario del Gobierno. Pero sobre las medidas de "ejecución" del estado de alarma declarado por el Congreso de los Diputados poco control se va a poder ejercer, porque el Gobierno no va a adoptar ninguna.

¿No se estará pretendiendo por los señores Casado y García Egea y por la señora Gamarra intentar desviar la atención de los ciudadanos sobre el control exigible a los presidentes de las Comunidades y Ciudades Autónomas? ¿Les preocupa que Pedro Sánchez intente eximirse de un control parlamentario que no puede producirse en ningún caso, o que se ponga el foco donde se tiene que poner y se exija la presencia periódica de Isabel García Ayuso o Juan Manuel Moreno Bonilla para dar cuenta de "su" gestión del estado de alarma ante los Parlamentos de la Comunidad de Madrid o de Andalucía? ¿O incluso que puedan ser llamados por el Congreso de los Diputados para que den explicaciones de la forma en que están "ejecutando" la decisión parlamentaria?

No tengo ninguna esperanza de que ustedes atiendan ninguno de mis razonamientos. Pero sí mi interesa alertar a la opinión pública de los disparates que ustedes están poniendo en circulación. La educación constitucional es la mejor garantía para hacer efectiva la fuerza normativa de la Constitución. Por eso, "su mala educación constitucional" es tan dañina. Es importante que los ciudadanos y ciudadanas sean conscientes de ello y no se dejen engañar.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Mil gracias, Isaac, es un privilegio leerte, de verdad! Un abrazo inconfinable, y venga, sí, vamos p'alante, de la entropía a la creación comunitaria y cooperativa de la eutropía! Y no me pienso perder la peli de mañana sobre Marcelino Camacho, un santo cívico ejemplar sin necesidad de altares ni de inciensos, bendita sea toda la gente como él...


Un artículo optimista en plena pandemia (y no es ironía)

  

eldiario.es

 Martes, día 231 de Pandemia. España alcanza el mayor número de fallecidos en la segunda ola. Varias comunidades superan sus peores registros de contagios. Aumentan la presión hospitalaria y el colapso sanitario. El exceso de muertes supera las 9.000 desde principios de septiembre. La pandemia repunta en toda Europa. Se anuncian confinamientos autonómicos y nuevas restricciones. Los expertos avisan de que nos vayamos despidiendo de la navidad, y algunos operadores turísticos dan por perdida la próxima semana santa. Los ensayos para una vacuna van rápidos pero no la esperemos antes del verano. La policía denuncia cientos de fiestas y botellones en la primera noche de toque de queda. Crece el número de parados. Empeoran las previsiones económicas. Decenas de dirigentes políticos se reúnen en una lujosa cena en Madrid.

Todo mal, vaya. Mal los contagios, mal la respuesta, mal los gobiernos, mal la economía, mal las consecuencias sociales, mal las previsiones, mal las próximas semanas que se anuncian muy duras. Mal los jóvenes, mal los irresponsables, mal los políticos. Todo mal. Y así un día, y otro, y otro. El ametrallamiento diario de malas noticias nos está haciendo añicos el estado de ánimo, el individual y el colectivo. Tenemos la autoestima como sociedad por los suelos (¡el peor país de Europa en la pandemia!), la confianza a cero, más tristeza que ira, y abandonada toda esperanza a corto plazo.

¿A qué nos agarramos en días así? ¿Nos dejamos hundir un poco más, o buscamos un asidero por escaso que sea? Los no creyentes, ¿solo podemos encomendarnos a la matraca del pensamiento positivo, la autoayuda de saldo o la moral de victoria esa que siempre invoca el presidente? Así que me he dicho: venga, Isaac, escribe un artículo optimista en plena pandemia. Pero optimista de verdad, no uno de esos que parece ser optimista y al final te deja peor cuerpo del que tenías al inicio. Optimismo sin ironía. Venga, valiente.

Pues venga, lo confieso en voz alta: soy optimista. Lo soy pese a todo, contra todo. Optimismo de la voluntad, vale, pero optimismo al fin. Puedo leer el primer párrafo de este artículo y seguir siendo optimista. Me obligo a serlo cada día, porque si no, me confino yo solito sin esperar a que me lo manden, pero confinado bajo la cama. Optimismo sin ingenuidad, no para sentarse confiado a esperar lo que venga; ni tampoco optimismo para bajar la guardia y empeorarlo; sino como forma de resistencia, para que acabe siendo también una forma de acción.

Mi optimismo no niega que estamos mal, incluso muy mal. Pero podríamos estar peor. Incluso mucho peor. Y si no lo estamos es porque, cha-chán, cha-chán, por debajo de toda esa capa grasienta de ineptitud e irresponsabilidad que parece cubrirlo todo… (redoble de tambores)… hay mucha gente que desde el primer día lo está haciendo bien, lo está haciendo mejor, y nos está salvando, o por lo menos impidiendo que nos hundamos más. Y son muchos.

Por cada gobernante o dirigente político, estatal, autonómico o municipal, que estos meses nos indigna con su ineficacia, su ceguera o su psicopatía, hay muchos otros responsables políticos que lo están haciendo razonablemente bien dadas las circunstancias. No repitamos que "todos los políticos son iguales". Los hay que no dan espectáculo, bronca ni portadas, y que a cambio llevan meses durmiendo poco, sin apenas vacaciones, escuchando a quienes saben del asunto, cambiando prioridades y destinando recursos en el ámbito de sus competencias. A algunos les acompañan los resultados, no siempre. También cometen errores, claro, pero nadie podrá negarles que han hecho todo lo que estaba en su mano. Pónganles nombres, seguro que los conocen en sus territorios, que no quiero ser injusto y dejar fuera a quien lo merezca. O sí, daré un nombre que merece mi reconocimiento, con todos los errores que haya podido cometer, y en cuyo lugar nadie querría estar: el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

Pero por debajo, o por encima de todos esos gobernantes, tanto de los ineptos como de los esforzados, hay además miles de trabajadores públicos que nos están salvando. Los sanitarios los primeros, claro, que están dejándose la piel (y algunos la vida) para suplir las carencias estructurales y presupuestarias que ellos no causaron. No hay aplausos suficientes para reconocer a tantas mujeres y hombres buenos. Los trabajadores del sistema educativo también, que reparan con su trabajo e ingenio los agujeros que dejan las administraciones, han amortiguado los contagios en colegios e institutos, y le están haciendo fácil a nuestros hijos un año tan difícil como este. Los trabajadores de las fuerzas de seguridad, que tienen la labor más ingrata pero también hay que reconocerles en un año tan conflictivo. Y muchos otros trabajadores públicos que están sosteniendo unas administraciones sometidas a una tensión sin precedentes.

No solo en las administraciones públicas: están también todos aquellos trabajadores que ahora llamamos "esenciales" y que llevan meses en primera línea de pandemia, normalmente acompañando el riesgo de contagio con unas malas condiciones laborales. Y tantos otros que, teletrabajando o no, están ellos también tapando grietas en medio del naufragio económico. Sin olvidar a tantos trabajadores de la cultura que no se han rendido en su peor año.

¿Se sienten un poco más optimistas, piensan que estamos en buenas manos pese a todo? Pues echen un vistazo alrededor, a toda esa gente responsable que seguro conocen. Yo veo botellones y fiestas en la tele, repetidos en bucle, pero puedo contar con los dedos los irresponsables a los que conozco personalmente. Frente a esa imagen de país frívolo y temerario, lo que más veo es gente que respeta las normas sin tener un policía encima, que sigue las recomendaciones todo lo que sus circunstancias se lo permiten, que va a acumulando planes aplazados para "cuando pase la pandemia". También jóvenes, sí, que no todos están de botellón, ni siquiera la mayoría. Jóvenes, y niños, todos aguantando cinco o seis horas diarias con la mascarilla puesta y las ventanas abiertas sin quejarse, manteniendo distancia en juegos infantiles y quedando al aire libre, viendo menos a su gente de lo que querrían.

Entre todos esos ciudadanos están también los que ya nos cuidaban y nos salvaban antes de la pandemia, y ahora no faltan: todos aquellos colectivos, organizaciones, sindicatos, asociaciones vecinales, redes comunitarias tradicionales y otras nuevas, que estos meses no han parado de ayudarse unos a otros y a los demás, repartiendo alimentos, asegurando cuidados, organizando redes de solidaridad, acompañando soledades, denunciando necesidades, buscando recursos o parando desahucios –que se siguen produciendo–. Si quieren doblegar el pesimismo y coger fuerzas, acérquense a cualquiera de esos colectivos y colaboren en la medida de sus posibilidades, ya verán qué subidón.

Por debajo de esa imagen de país fallido, arruinado, de gobernantes incapaces y ciudadanos irresponsables, yo me quedo más con todas esas personas que en distintos frentes están consiguiendo que, en medio de una pandemia descomunal que golpea a tantos países y ante la que hay aún tanta incertidumbre, estemos mal pero no peor. Que no es poco. Ahora llámenme ingenuo si quieren.

Si no les vale para acostarse hoy un poco menos pesimistas, ahí va un bonus track: los mejores investigadores, laboratorios, universidades y centros de investigación de todo el planeta están trabajando incansablemente por conocer mejor el virus, frenar los contagios, desarrollar remedios y vacunas. Y en muchos casos lo están haciendo de manera colaborativa, intercambiando información y experiencias, un gigantesco cerebro colectivo como no se ha visto otro igual en la historia. Tardarán más o menos, pero lo conseguirán.

Para alimentar un poco más el optimismo y la resistencia, dos recomendaciones culturales:

-Una película: Lo posible y lo necesario, sobre la vida de Marcelino Camacho, que La 2 de TVE emite este jueves para recordar el décimo aniversario de la muerte de un gran resistente.

-Un libro: Un paraíso en el infierno, de Rebecca Solnit (Capitán Swing), sobre las formas de comunidad y solidaridad que surgen precisamente en medio de las catástrofes.

Venga, ánimo.

La voz de Iñaki Gabilondo | 28/10/2020 | Momentos críticos

    


Gracias, Iñaki. Es muy cierto y lúcido lo que comentas. Cumplir las normas que garantizan y protegen la salud de todas y todos es fundamental, pero hay algo imprescindible que si falta es un desastre: la conciencia despierta de cada ser humano, para poder distinguir la norma justa de la norma arbitraria, el ruido de las nueces. 

Cada individuo despierto es un protector  y una vacuna en esta pandemia, cada individuo dormido es una protuberancia adhesiva del virus C-19, tanto para sí mismo como para los demás. No hay mejor demostración de que somos un tejido de  humanidad sin fronteras, que una pandemia con sus contagios. Nadie está a salvo si unos cuantos están contagiados. Los virus habitan el aire, la tierra, el agua, los objetos, los espacios, las plantas, las mascarillas  y por ello okupan las especies animales, lo mismo que las ondas electromagnéticas que se utilizan en las tecnología de vanguardia sin ningún estudio previo acerca de sus ya  conocidas contraindicaciones para la salud. Ahora mismo no se sabe  si esas ondas maravillosas para el 5G, la velocidad de la comunicación en el viaje de imágenes y sonidos, no serán capaces también de estar modificando e intoxicando la energía de los virus e incluso de las bacterias, e incluso bajando las defensas de quienes las soportan y con ello disparando contagios a lo bestia. La inconsciencia temeraria de nuestra querida especie sería de premio Nobel, si la irresponsabilidad del ego tuviese un hueco en el programa de los sesudos reconocimientos internacionales.

Todo este tinglado es una gran lección para salir del ensimismamiento endiosado de una especie como la nuestra, siempre a la que salta en los detalles pero en la higuera en cuanto a la esencia y sus fundamentos no solo cuantificables. 

Con este panorama creo que tenemos mucha suerte de que haya en España un gobierno socialdemócrata de coalición  y no la cuadrilla del bandido Luis Candelas o de el Jaro - "metidos en política para forrarse" y "que se jodan"-, al cargo de la gestión social y política. No cabe duda de que la ciudadanía está tomando nota de quién es quién a la hora de gobernar, aunque sea con errores que se pueden corregir y eso da aun más credibilidad a los humildes que por encima de sus fijaciones y dar un puñetazo en la mesa de la inteligencia, consideran lo más importante el bien común. 

El abuso y la manipulación política, que también son malos tratos indudablemente, es también una cara del machismo que nos viene llevando por la calle de la amargura durante todas las legislaturas de la democracia excepto en la de Zapatero y en la actual. Por eso creo que estamos teniendo muy buena suerte gracias a la única moción de censura que ha salido adelante en este país del estrambote y el saltimbanquismo de los mismos esperpentos durante siglos...con una resignación que solo explica un analfabetismo programado desde la escuela, el NO.DO, la tele, los sermones, sainetes y  pelis llenas de tópicos y de macarreces en catarata. Haciendo que todo lo que invite a pensar sea un horror y un aburrimiento, hasta hacer desaparecer programas que favorecían el pensamiento, la reflexión y el debate hasta con llamadas telefónicas de los tele espectadores para participar, como  La Clave en los primeros años de democracia (del 1976  a 1985) , sustituída por tertulias y supuestos debates impresentables, en las que siempre están los mismos diciendo las mismas cosas. Y de las que hay que huir antes de pillarte un cabreo que te amargue el día al ver la manipulación descarada, los entuertos de manual y la mentira elevada al trono. Por cierto, que La Clave desapareció con el Psoe y bajo el cetro de Calviño, el papi de Nadia ahora ministra de Economía y opuesta al IMV como a la subida de impuestos a los que pueden pagarlos sin riesgo de arruinarse para mejorar la inversión del estado en donde más falta hace...Qué cosas, ¿verdad? 

Es cierto que Sánchez se ha pasado una jartá con las alarmas hasta mayo, pero no me parece tan grave, es simplemente una idea propuesta al Parlamento, seguro que se puede modificar durante el debate si se ve adecuado, más que nada porque no tiene sentido programar a tan largo plazo una situación indefinida e incontrolable por los métodos de siempre, que lo mismo sube que baja: en esos casos lo más prudente es diseñar estrategias en plazos más cortos, que si la cosa va a peor  pueden prolongarse, pero si mejora, los plazos podrían acortarse y para ello es más acertado diseñar proyectos flexibles y modificables sin que haya daños colaterales si la cosa empeorase y el caso se ha previsto con antelación y de ese modo el susto no nos pilla en tanga en medio de una tormenta de nieve pirenaica, ibérica, penibética o alpina, que la nieve vírica es la misma en cualquier lugar, pero no en todos los lugares se dispone de las misma conciencia ni de la misma inteligencia para utilizar y gestionar los recursos disponibles. 

Desde luego que el pp - menos aún Vox- no es ni de lejos el partido que puede solucionar emergencias ni cambios necesarios y urgentes de paradigmas administrativos ni estatales en  una situación como esta. Calladito  en su cubil y dejando hacer a los más capacitados, lúcidos y dispuestos estaría mucho más guappo y nos caería mucho mejor a todos/as, lo veríamos como a los democristianos europeos, o sea, Merkel, Macron y gente así, que comparados con el colocón genético ppoppular son socialistas y rojísimos. Y claro, eso el pp lo lleva fatal, antes muerto que sencillo, antes hecho puré que confundiendo valores esenciales, como dios (el suyo, claro), ppatria (la suya) y rey (el suyo, of course), un soberano a su imagen y semejanza y viceversa, por eso se tienen ese apego ansioso, ese pegamento indisoluble que los unifica bajo el mismo yugo de Isabel y Fernando y también el de las flechas que comparten tan ricamente con Vox y la momia de su caudillo inolvidable. Vamos, un equipaje como para parar emergencias de una plebe al borde de la extinción por contagio, si a ellos les da igual, es más, es que les mola mazo, cuantos más se mueran más ahorro en sanidad, en pensiones, en escuelas, en universidades que no sean privadas, y en atención y cuidados, en problemas salariales y sindicales. En todo, menos en el turismo, que en ese sector no se puede recortar, les va de lujo porque fomenta lo que mola de verdad: licenciados en Derecho, Psicología, Física, ingenieros, arquitectos y médicos,todos bajándose los humos en el INEM, y sirviendo cocacola en los bares y platos maravillosos en los mejores restaurantes...un caché quepaqué. Una marca España como tiene que ser. Comodioshmanda. A ver si no. Otra cosa será sacar adelante la economía que los enriquece, sin mano de obra disponible por defunción a saco. Y un verdadero problema tener que recurrir a los emigrantes, que hablan otras lenguas, no entienden el español, son de otras razas y religiones...y a ver como se lo iba a tomar Vox...pordiox! Pero seguro que con lo baratitos que les saldrían, sin papeles, sin derechos ni pamplinas de esas, pagándoles en especie lo comido por lo servidoy alojándolos en los invernaderos para que nadie los vea, seguro que se quedan tan contentos, les regalan como limosna treinta  euretes al mes como mucho y ellos se ganan el cielo mientras se siguen forrando sin tener que pagar nada al estado ni a nadie. Negocio redondo.

Lo cierto es que este Gobierno lo tiene muy crudo con ese ganao en el Parlamento y nosotros, la ciudadanía, lo tenemos muy chungo también con ese tramppantojo voxciferante de manos larguísimas tapando las vergüenzas heredadas que nunca nos han permitido adecentar. 

Momentos muy críticos, Iñaki, desde luego, pero esperemos que además sean catárticos y aleccionadores para que el chappappote se disuelva y no regrese ¡nunca mais!

Entrar en nuestra conciencia, explorarla y compartir con nuestro entorno los resultados de la exploración íntima. Preguntarnos hasta conseguir elaborar las respuestas, que nadie puede darnos como soluciones sin contar con nuestra cooperación, ya sea para aceptar lo que descubrimos o para crear alternativas a lo que descubrimos y nos nos convence. Sin esa responsabilidad atómica en el tejido colectivo no es posible que esto cambie. Si como átomos sociales vamos sanando, el cuerpo social sanará. Aunque sanar en esta ocasión no significa volver a la enfermedad eutanásica del sistema actual, sino reinventarnos en planos vitales más inteligentes, sanos y sostenibles. Menos complicados y por ello, más felices y unidos a la Naturaleza. Un mundo zombi como este no es vida propiamente dicha, solo un un simulacro, un almacén globalizado de latas de conserva con fecha de caducidad creciente a velocidad exponencial. Pero eso tiene arreglo: salir del almacén entrópico y emprender la ruta de la eutropía; basta con darle la vuelta a la "n" y convertirla en "u". Nuestra conciencia tiene la clave de ese cambio. Si ya nos hemos despertado, nada nos parará y si no queremos despertar nada nos sacará del bucle-finiquito. Unos darán el salto cuántico y cualitativo, otros no. Por eso somos libres para elegir, pero no lo somos para destruir la libertad del Otro, por eso si destruyes al Otro, te destruyes tú también, un átomo solo no es nada y muchos átomos egocéntricos que no quieren Ser, sino solo poseer y mandar también son nada, porque destruyen el cuerpo que ellos mismos son sin saberlo. La Física como la Química, las Matemáticas, la Biología y la Economía, también son espíritu. Ignorarlo es un suicidio.

 

¿Resistimos o nos rendimos a un destino catastrófico?

Emmanuel Cappellin, director del documental ‘Once You Know’.

 El Asombrario. Público

28/10/2020

Como un barco que se adentra en la tormenta, hoy nuestra civilización industrial se enfrenta a los primeros síntomas del agotamiento de la energía y de un colapso inducido por el cambio climático. ¿Hay mejores formas de acabar con nuestro propio planeta? Es la pregunta que lleva haciéndose Emmanuel Cappellin desde que tomó consciencia de la huella negativa que genera el ser humano en la Tierra. En su documental ‘Once You Know’, que hemos podido ver en el festival Another Way Film Festival, que termina este viernes, el director trata de responder a estas preguntas desde una perspectiva personal y colectiva.

“¿Es mejor morir mirando a la muerte a los ojos y en consciencia con el proceso que decidamos seguir? Vivimos en un momento difícil, pero prefiero ser parte del cambio y huir de esa comodidad psicológica y material de la que disfrutan todas las sociedades”, nos cuenta Emmanuel Cappellin, director del documental Once You Know. Hace un par de días, este joven director se encontraba en medio de una ocupación para bloquear la destrucción de tierras fértiles a las afueras de París. Por suerte, en El Asombrario hemos podido tener un larga y reflexiva charla con él sobre su ópera prima antes de su próximo viaje.

 “Todo comenzó sin darme cuenta, tres años antes de que empezara a preparar el documental. Me encontraba en Australia como asistente de cámara para un documental sobre refugiados ambientales cuando conocí a una pareja de científicos que estudiaban los corales en Australia. En ellos pude ver que existía una especie de conocimiento tóxico que afectaba a sus vidas en el día a día”, relata Cappellin. “Se trataba de una pareja que no podía hablar del cambio climático con su hijo, que tenía depresiones a menudo, ni con una hija que había dejado la escuela. “¿Para qué, si no hay futuro?”, decía. No entendía qué estaba pasando en aquella familia. Al principio me parecía algo muy particular, pero luego descubrí que eran los primeros síntomas de un proceso social mucho más largo y profundo. La única diferencia es que esta familia sabía. Fue la primera vez que asistí a un tipo de ecoansiedad que nunca había visto antes”, cuenta.

Ante este “conocimiento tóxico” que iba tomando forma en la cabeza del director, Cappellin se obsesionó sobre la idea de qué estamos haciendo en realidad, como sociedad, frente a lo que está por llegar. En aquel entonces, este joven director recapacitaba sobre la pregunta: “¿Contaremos en el futuro historias de resistencia o simplemente de cómo nos rendimos ante un destino catastrófico?”. Su búsqueda de respuestas lo ha llevado a emprender un largo viaje por el mundo para conocer a cinco de los principales científicos climáticos y expertos en energía del mundo. Comparten con él la verdad, el caos y la esperanza en su trabajo. Y, a su vez, le permiten desafiar todo lo que este dio por sentado, desde las democracias basadas en el crecimiento hasta las libertades personales.

“No tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Hace ocho años no era director de cine y tuve que aprenderlo todo. Me costó mucho trabajo encontrar el enfoque que quería darle al documental, que era alejarme de los tópicos cinematográficos que siempre vemos, como las típicas imágenes de huracanes y tifones, y darle una visión más personal e interna”, explica el director. “Cuando el productor leyó mi guión me dijo que era una buena idea para un libro, pero no para una película. Fue una labor muy difícil para mí y la solución que encontré es que cada personaje fuera una etapa de ese proceso de ‘conocimiento tóxico’: la tristeza, la rabia, la valentía, la impotencia… Cada experto es una escalera para alcanzar el saber, para conocer”, señala Cappellin. 

Para financiar el documental, Cappellin lanzó una campaña de Kickstarter, una plataforma de crowfunding. En poco tiempo se generaron más de 60.000 euros en donaciones on line. Un ejemplo de cómo el espíritu y la acción ciudadana pueden marcar la diferencia: una manera de decirle al mundo que la sociedad no se siente cómoda por cómo se están haciendo las cosas y que son más conscientes de los problemas que nos acechan de lo que pensamos. No obstante, el presupuesto de la película llevó al director a poner una gran suma de dinero de su bolsillo, utilizando los ahorros que tenía guardados para su propia casa. Actualmente, aún no ha conseguido recuperar el total del presupuesto que se empleó para rodar la película y, a día de hoy, su organización continúa con la campaña de crowdfunding.

“No salvamos al mundo con documentales. Solo nos salvamos a nosotros mismos con cualquier tipo de arte. El problema con el clima es que nos falta un punto de inflexión emocional. El saber intelectual es solo el principio del camino, pero después necesitamos entenderlo y sentirlo”, responde Cappellin a la pregunta de si el cine puede ser un altavoz que conciencie al mundo sobre los problemas reales del cambio climático. “Se necesitan comprensión emocional y comprensión política. Y el cine es sólo pura comprensión emocional. Por eso soy el personaje principal del documental. Necesitamos identificarnos de alguna manera con algo o alguien para unir nuestras emociones y llevarlo después a un plano de identidad general”, señala el director.

Frente a un pronóstico tan sombrío, es fácil sentir que los esfuerzos individuales para reducir el consumo de energía o ser más sostenibles son inútiles, especialmente cuando nuestros líderes mundiales parecen no estar dispuestos a tomar medidas significativas. Por eso la película de Cappellin es tan importante. En un momento en el que muchos de nosotros nos sentimos impotentes, Once You Know nos ofrece una especie de estrategia de resistencia: Juntos, venceremos. “La razón por la que vivimos en una época oscura es porque vivimos a la sombra de las catástrofes que están por llegar. No hablamos sobre ellas, pero sabemos que están de camino”, explica el director. “Nuestros dirigentes no tienen mucho coraje, pero sucede lo mismo con el pueblo. Creemos que es mejor no hablar de ello y aprovechar estos años de comodidad psicológica y material, y cuando vengan los problemas ya intentaremos solucionarlos. Ese pensamiento de que anticiparnos al derrumbe robaría a la gente ese preciado confort psicológico que disfrutan ahora es lo que nos va a llevar al desastre”.

En el documental, el director no pretende inventar por arte de magia algo que nos ayude a superar todas las consecuencias del cambio climático. Él, al igual que muchos expertos, admite que puede que ya sea demasiado tarde para que podamos evitar un desastre económico y un colapso derivado del agotamiento de la energía. En cambio, en su película sí podemos centrarnos en la capacidad colectiva para enfrentar los desafíos que nos esperan. “Lo que es extremadamente peligroso es que este fenómeno ocurre en una sociedad individualizada”, decía Cappellin en una entrevista antes del estreno del documental. Y añadía: «Tendremos que recurrir a entidades políticas más pequeñas, como las comunidades y el biorregionalismo».

Por eso su odisea alrededor del globo lo devuelve a Saillans, un pequeño pueblo francés perdido en las montañas, donde reside con su mujer y su hijo. En las imágenes del documental vemos que se trata de un oasis en medio del caos mundial. Un espacio donde todo vuelve a ser posible: tener un hijo, redefinir cuestiones de justicia social, implementar la democracia participativa o iniciar una transición energética. Los primeros pasos, quizás, hacia una especie de resiliencia colectiva.

“No pienso que podamos cambiar todo de la noche a la mañana, pero sé que esos cambios van a imponerse cuando nos falte la energía. La relocalización será algo necesario en nuestras vidas. Es un pensamiento idealista y una utopía en la época de la globalización, pero creo que ahora existe una pulsión increíble y que la energía fósil no va a durar mucho tiempo a esta escala. Este sueño y modelo económico están muriendo poco a poco. Aquí en Saillans, por ejemplo, tengo control sobre mis relaciones sociales, sé de dónde viene mi energía o qué es lo que como cada día y de dónde proviene. Es un proceso que todo el mundo debería experimentar, cuenta el realizador francés.

Al final de su viaje, Cappellin reflexiona: «¿Qué traemos de vuelta de nuestros viajes mentales diarios al futuro? ¿En quiénes nos convertimos una vez que regresamos a nuestro presente, con nuestras familias, comunidades, estructuras y políticas? Dentro de la tensión, la belleza, el dolor y las luchas de nuestra era se encuentran las decisiones que cambiarán la vida que queremos tener, ya sea usted un padre, un alcalde, un empresario o un ciudadano. Esto es lo que decidirá si el ser humano va a ganar la apuesta más importante de nuestras vidas. ¿Qué harás tú una vez lo sepas?”.