La presencia de dirigentes políticos de izquierdas que ocupan o han
ocupado cargos en el gobierno en las manifestaciones por la vivienda que
se llevaron a cabo hace unos días resulta un tanto surrealista.
Esas personas y sus organizaciones respectivas han sido responsables del deterioro que
en los últimos años ha sufrido el ejercicio del derecho que reconoce el
artículo 47 de la Constitución Española: «Todos los españoles tienen
derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada».
No digo que la cada vez mayor dificultad de acceso a la vivienda por
los grupos de población de menos renta haya sido provocada por la
izquierda que viene gobernando en España desde 2018, o en periodos
anteriores con Rodríguez Zapatero. Entre otras cosas,
porque lo mismo o peor ocurrió cuando gobernó el Partido Popular y,
además, en otros muchos países del mundo, incluso en mayor medida.
Tampoco digo que me parezca mal que esos dirigentes promuevan, apoyen
y asistan a las manifestaciones. Simplemente digo que eso representa manifestarse contra ellos mismos si, al mismo tiempo, no explican el por qué de su fracaso a la hora de mejorar el derecho de acceso a la vivienda.
Diseñar estrategias y políticas adecuadas a medio y largo plazo,
lograr alianzas sociales para poder llevarlas a cabo y explicar a la
población la naturaleza real del problema
Es ingenuo pedir que la izquierda pueda resolver cualquier problema
mientras gobierna cuando los problemas son de extraordinaria magnitud,
como en este caso, requieren disponer de un poder real que no se tiene,
o mucho tiempo por delante para que las decisiones que se adopten den
frutos positivos. Las barbaridades que durante tanto tiempo se han
cometido en política de suelo y vivienda en España no se pueden
revertir ni en una, ni quizá en dos o tres legislaturas.
Pero sí se puede hacer algo más que es muy importante, puesto que es un
inexcusable punto de partida para no errar en la inmediatez: diseñar
estrategias y políticas adecuadas a medio y largo plazo, lograr acuerdos
y alianzas sociales para poder llevarlas a cabo y, sobre todo, explicar
a la población la naturaleza real del problema, sus causas, las
dificultades o barreras que hay que superar para resolverlo y, quizá lo
más importante, el por qué no se puede avanzar en la dirección deseada.
Es decir, hacer pedagogía, informar, comunicar y lograr que la
ciudadanía pueda ser partícipe, cooperadora y cómplice.
Casi todo esto último es lo que yo creo que no está haciendo la izquierda.
Se está equivocando en la estrategia. En el caso del POSE, de forma garrafal. Dedicarse a pedir solidaridad a los arrendadores o
conceder bonos de alquiler que no van a bajar los precios sino quizá a
subirlos, resulta no sólo frustrante, sino hasta patético.
A su izquierda, creo que se comete el error de empeñarse en corregir
la actuación del mercado, cuando este es muy rígido a causa de la
concentración, de la gran presencia de fondos de inversión especulativos
y del tipo de vivienda que se ha construido. Y también, el de limitarse
a hacer planteamientos puramente moralistas, como el que desarrollaba Alberto Garzón, máximo dirigente de Izquierda Unida hasta hace poco, en un reciente artículo periodístico.
Es imprescindible contar con un parque nacional del bien público de la vivienda. No hay otra
La única estrategia que podrá permitir que se ejerza el derecho a la vivienda es su desmercantilización en
las áreas o modalidades requeridas para satisfacer la necesidad de
habitación de la población, dándole prioridad a ese derecho y
construyendo las que hagan falta para ello, si hace falta, con la
colaboración del sector privado. Dicho de otro modo: no se trata de enfrentarse a los molinos del mercado como quijotes,
sino salirse de él, porque está demostrado que este, movido con el
exclusivo motor del afán de lucro, no es capaz de satisfacer a la
totalidad de la demanda social de un bien de primera necesidad.
Es imprescindible contar con un parque nacional del bien público de
la vivienda. No hay otra. Y es muy urgente avanzar en esa línea porque
lo que está sucediendo con la vivienda y que expliqué en un artículo anterior, va acompañado de la mercantilización de otros bienes y servicios básicos para la vida humana, como el agua y otros recursos naturales, el conocimiento, los remedios a la salud, la educación y muchos otros.
Se puede justificar la impotencia de la izquierda, pero es
injustificable que no sea consciente de ello, no explique el por qué, o
que actúe como si el problema que deja sin resolver no fuese con ella.
En este sentido y por último, no puedo dejar de mencionar una última
responsabilidad (hoy no toca hablar de los promotores, bancos, y fondos
de inversión que se hacen de oro especulando). También creo que la
tienen las docenas de miles de personas afectadas que hasta ahora apenas
se han dejado notar, no se informan bien, no salen constantemente a la calle para reclamar soluciones y
que, para colmo, o no votan o votan a los partidos que aplican
políticas que les impiden ejercer sus derechos constitucionales. Por
tanto, bienvenidas sean estas movilizaciones que, en cualquier caso, son
la condición previa para que dispongan de vivienda todas las personas
que la necesiten.
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Algunos apuntes del blog:
Reflexiones
y testimonios supernecesarios.
Ése es el paso fundamental y urgente que los Estados realmente libres, sanos, justos y democráticos, deben aportar
ya mismo ante el problema de la injusticia como abuso "natural", terrible y ya sin sentido alguno a estas alturas
políticas y democráticas de la historia humana.
¿Tiene sentido inventar
tanta I.A. montar tantos viajes por el espacio, tanta empresa
multimillonaria, tanto rifirrafe institucional y empresas ultramodernas,
tantas redes sociales, tanto turismo desbocado, si en la vida diaria, que es nuestro único don corresponsable e inevitable del presente continuo, no somos capaces de solucionar lo fundamental,
como lo es el derecho natural a la vivienda, al trabajo, a una justicia
mucho más decente que aparatosa, irresponsable y chantajista social, como también lo son el
derecho al trabajo digno, a una enseñanza y a una atención sanitaria que avale y ofrezca
el Estado y no el negocio ni el sectarismo de empresas, religiones y las sectas sólo para los ricos y el
dinero, de modo que sólo valgan l@s triunfador@s como chachis y dignos de admiración y hasta de imitación? Un mundo con tan poco sentido como futuro y un presente que lo permita...
Un Estado donde la base social se reconozca en los seres humanos que lo
sostienen y no entregándolo a las empresas privadas que explotan los Estados y a
sus habitantes que, para colmo, los mantienen, de un modo tan injusto y explotador
como absurdo: que millones de pobres paguen los impuestos que, por otro lado, los
muy pocos e irresponsables millonarios evaden, porque en realidad tienen
comprados a golpe de corrupción los atributos del mismo Estado.
Un tejemaneje
indecente e inhumano que ya se ha convertido en "normalidad" pseudo
social y económica donde la Política y la Justicia sin ética son
sólo una especie de fantasma bipolar en plan señorita Rottenmayer
carnavalesca y exhibicionista del disparate, no las mantenedoras cooperativas de un imperativo categórico kantiano
que alimente e ilumine la vida verdadera de la humanidad. Un nuevo
cielo y una nueva tierra.
Es decir la manifestación vital de esa energía que much@s llaman "dios" y muy poc@s llaman amor, inteligencia, comprensión, cuidado mutuo de tod@s y para tod@s, y para el planeta que nos acoge como casa común sin excepciones ontológicas, sin la cual no habría ná de ná donde habitar, alimentarse, respirar, hidratarse, moverse y convivir...Ese "dios" no es cuento chino a gusto del rezador, es lo mejor de todo lo que podemos SER y alcanzar. No un cacique creador de circunstancias bíblicas que deja por ahí tiradas, a disposición de rezos y ritos, que en realidad no son nada, si para colmo se centran en "pueblos elegidos" por el señorito del cortijo terrestre...
Somos energía cuanto más humana más divina. Cuanto más humilde más lúcida y auto-regeneradora. Sólo desde esa experiencia personalizada y constante, sencilla, sana y supereficaz, podremos salir del sótano y dejar de ser zombis en el no ser .
Mientras sigamos con los colocones de una nada disfrazada de todo, nada cambiará. Ni la política ni la economía ni la riqueza ni el éxito, ni los premios ni la fama. El imperio del ego tiene por siempre los días contados y menos mal. Porque ese disparate atolondrado constante es el autoaborto de lo imposible...De él proceden las depresiones, las adicciones, las decepciones, los complejos, la sensación constante de vacío, el miedo,el odio, la venganza como herencia inconsciente, la inquietud del vacío, que conduce al goteo en la pérdida de lo mejor de un@ mism@.
Si no despertamos a cada instante y vamos tomando conciencia serena y ampliamente del Ser que SOMOS en todo lo pequeño de las células, de los átomos y del respirar, sentir, decir, pensar y desear, contando con tod@s los seres humanos y cósmicos, en plan creciente y contagioso, nunca conseguiremos liberarnos de las ataduras injustas, del toma y daca rebotador de "la mala sombra" que nosotr@s mism@s creamos, creemos e inconscientemente, transmitimos. Nada ni nadie nos puede dar jamás lo que nosotros no queramos conocer, aceptar ni vivir. Dicen en La Mancha que "lo que se come se cría". Una gran verdad totalmente comprobable.
Somos un tejido infinito bienaventurado, en los telares del amor, de la luz y del Ser, en medio de un mundo, que para colmo, envuelto en las burbujas de la propia complicación, también es obra de nuestros errores aunque no lo parezca. No le llamemos "dios" a la ignorancia y ausencia autoprovocada, de lo mejor de nosotr@s mism@s.