domingo, 11 de octubre de 2020

Clara Schumann - Piano Concerto in A minor, Op. 7

    


Después del encantador aviso de Sheila Blanco, he buscado la obra impresionante de ese gran ser humano: Clara Schumann. Con catorce añitos se descolgó como compositora e intérprete en este pedazo de concierto. Compuso más obras que desaparecieron y se borraron en el tiempo y sus avatares, tal vez porque siendo madre de ocho hijos y esposa de un compositor depresivo crónico al que sostenía con su amor, su dedicación, su energía,más su trabajo como profesora y concertista, ya no daba más de sí para dedicarse plenamente a la composición en exclusiva. No conocemos ni tenemos noticia de ningún gran genio del arte o la ciencia que haya sido capaz de ser también un genio en el amor desinteresado, en el desapego del propio triunfo, y en el sacrificio por aquellos a quienes amaron y tuvieron más cerca. Puede parecer visto desde la superficie una injusticia, y seguramente lo es, pero también es verdad, que la Obra de Arte más completa es Amar hasta el extremo de olvidarse de los propios legítimos beneficios y satisfacciones justas, si eso impide la dedicación completa a quienes les necesitan más que sus egos triunfantes. Es más, estoy convencida de que esa entrega generosa y plena, hace más por la humanidad que las más hermosas creaciones que se puedan realizar. Son regalos sin parafernalias, sin publicidad, obra del silencio, de su perfume único y precioso, que nutre sin que se sepa cómo lo hace.

Es una maravilla escuchar la obra de la jovencísima Clara y poder valorar en paralelo su obra vital, como ser humano, como madre no solo de sus hijos biológicos, sino también de muchos más "hijos" energéticos que tal vez sin siquiera saberlo están en esa onda benefactora y universal, además de aquellos para quienes, fue maestra y compañera ejemplar de un valor inmenso, creativo, espiritual de alta gama, y seguramente, fundamental para la evolución humana. 

Es lo que tiene la verdadera belleza, que sobre todo es Amor que respira, sana, acompaña y alimenta. Y su huella es imborrable, mucho más allá de las circunstancias por más chungas que sean, de la personalización de los egos. Es Esencia fundamental para que la mecánica se transmute en Vida  y lo mejor que somos cambie la energía del mundo sin tracas ni mascletás. Pasito a paso. Nota a nota en la partitura más plena e inteligente del Universo. 

Si así lo queremos, lo vivimos y lo experimentamos, todas y todos somos átomos y chispitas de Clara Schumman, de Bach, de Buda, de Marx, de Luther King, de Silvio Rodríguez, de Jesús de Nazaret, de Rosa Luxemburgo, de Antonio Machado, de Miguel Hernández, de Cervantes, de Unamuno, de Leonard Cohen, de quien te vende el pan en el horno, de dios.... Es una maravilla energética al alcance de las conciencias que despiertan y que ya está a disposición evolutiva y entendible de quienes lo quieran disfrutar sin prejuicios ni juicios ni appartheids para héroes y santos de diseño. En plena libertad bienaventurada, sin tener que ser los reyes de instagram ni trending topic de nada. Basta con Ser y experimenarlo en un abrazo planetario sin barreras, en el que cabe el mundo, y al mismo tiempo, al pie del fregadero y con la fregona en ristre, o en la cola del súper, por ejemplo. 

Ese cambio que tanto necesitamos empieza por ahí, por ser felices en nuestra condición de átomos que aman y danzan en el Ser, porque esa es su esencia y ya  es el tiempo de comprobarlo y ver que es cierto. ¡Que sí, se puede!

Como Clara Schumann. Como la música o como un verso a su aire. Que en realidad es el aire y el verso de todos y de todas.

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