sábado, 25 de abril de 2020

Pienso, luego actúo, es superar la afirmación de Descartes; una necesidad urgentísima en un tiempo de desolación programada que si no reaccionamos, acabará con la vida en el Planeta Tierra, como sucedería en cualquier otro lugar del cosmos en el que una especie davastadora emplease su inteligencia para autoliquidarse y llevarse por delante todo lo que toca, para sacar poder, dinero y placer momentáneo...sin pensar que las consecuencias puedan ser letales. Hasta ahi hemos "progresado". En fin.

Dejo aquí esta ejemplar iniciativa que he leído en El País de hoy. Ojalá estos testimonios abran la puerta de la esperanza. Ojalá todos los ingenieros desarrollen consciencia y trabajen para el bien común como este muchacho, Eugenio García-Calderón, que hace honor a su nombre, en cuyo origen griego significa Bien (eu) Nacido (geniós). ¡Bendito sea!

      Compartir el sol para encender vidas

 

El 90% de la población rural del Amazonas no tiene acceso a la electricidad y quema combustible fósil para iluminar sus viviendas. Muchos desarrollan problemas respiratorios y ahora, en tiempos de pandemia, son más vulnerables. Eugenio García-Calderón, fundador de Light Humanity, ha elaborado un plan urgente para distribuir lámparas solares y llevar luz y salud a más de 7.500 familias   

A las 17:30 se apaga el Amazonas para millones de personas. Emilia tose y respira mal. Tiene 9 años y una sinusitis sin tratar que le condiciona la vida. Todos los días, cuando el sol se pone, Emilia se despide de su familia y se marcha a casa de sus tíos para no ahogarse con los gases del queroseno que quema su padre al iluminar la cabaña. Allí hay un pequeño generador eléctrico que encienden dos horas al día y le permite hacer los deberes, ayudar a preparar la cena o jugar sola sin tener que tragar carbonilla.


A pesar de todo, Emilia es afortunada. Vive cerca de Breves, un pequeño municipio del estado brasileño de Pará, allí donde las calles son de agua, los autobuses son grandes botes de gasóil y la electricidad es un lujo al alcance de muy pocos. Más de siete millones de personas de seis países que viven en la cuenca del Amazonas no tienen acceso a energía asequible, segura, sostenible y moderna. Emilia es una de ellas.


Un día de otoño de 2018, Emilia se acercó a ver con quién charlaba su madre en el pequeño embarcadero que hace de recibidor de su casa. Allí las visitas siempre son noticia. Un joven extranjero de piel muy blanca, alto, vestido con ropa de explorador y con una gran mochila roja a la espalda hablaba sin parar mientras se pasaba un extraño cubo amarillo de mano a mano. Ella movía la cabeza para acoplarse a la conversación desde esa altura donde los niños intentan comprender el mundo: “Con esto podemos solucionar los problemas de su hija y ya no tendrá que pasar las noches fuera de casa”, alcanzó a oír. En ese momento, la cara de Emilia se iluminó con toda la luz que le había faltado durante su infancia.


Aquel pequeño cubo amarillo que iba a permitir a Emilia empezar a encender su vida era una sencilla lámpara solar, sin mantenimiento, capaz de transformar ocho horas de sol en en otras tantas de luz y mucho más barata, segura y fácil de amortizar que las de queroseno. El hombre que traía 40 unidades de aquella maravilla para otras tantas familias era Eugenio García-Calderón (Madrid, 1994), el ingeniero español, fundador de Light Humanity, que se encontraba en la zona aterrizando uno de los proyectos de su recién creada empresa social: “Nunca olvidaré aquella sonrisa de Emilia”, cuenta.

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