Opinión
'No kings', 'No fascisms'... pero más ultraderecha

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¿Hay en España un 16 por ciento de votantes fascistas, o sea, xenófobos, racistas, homófobos, machistas, ultracatólicos, ultranacionalistas, antidemocráticos, autoritarios, algo de esto o todo junto? Las encuestas de las últimas semanas dicen que sí, que Vox se haría con este porcentaje de votos —si no, más— y en torno a un millón de esas papeletas viajarían directamente desde el PP. Que en el partido de Alberto Núñez Feijóo ha habido siempre un porcentaje más o menos estable de electorado ultraconservador —minoritario pero no tanto en función de las circunstancias— es un hecho desde que Manuel Fraga fundó Alianza Popular. Que ese electorado ultra amenaza con votar al partido de Santiago Abascal porque aborto, ETA, antisanchismo patológico, islamofobia, aporofobia u otros odios irracionales alimentados con bulos de la peor calaña, sobre todo entre la población más joven, lo dicen los citados sondeos, pero también la lógica elemental: si Feijóo hace oposición al pérfido Gobierno de Sánchez con las razones originales de Vox —la escisión más radical del PP, al fin y al cabo—, a ver por qué sus propios electores no van a irse con la versión más pura y desacomplejada, ésta que encima cuenta con el beneplácito del líder entre los líderes despóticos, el presidente de los EEUU.
En el PP admiten el preocupante ascenso de Vox, pero lejos de calmar el discurso de quien se presentó en Madrid como el colmo de la moderación y los hombres de Estado, el expresidente gallego, han decidido continuar su huida hacia delante y disfrazar los mismos discursos antipolítica y anti-Estado de la ultraderecha de medidas que favorecen a la clase media. Por ejemplo, bajando impuestos, ese mantra que el PP siempre esgrime cuando no gobierna para subirlos en cuanto gana las elecciones y entra en La Moncloa, como hizo Mariano Rajoy en 2011. Y eso Vox lo sabe, y lo utiliza, y le funciona.
Si encima el PP da con un Gobierno muy torpe en el planteamiento de la subida de cuotas a los autónomos (en vez de abordar ese debate desde la mejora de derechos laborales del colectivo, sean ceses de actividad o jubilaciones), el discurso para los ultras está hecho. A saber: "Feijóo dice que te bajará los impuestos y ya te demostró que es mentira, que nunca lo hacen. Sánchez no solo no dice que te los baja, sino que sube hasta las cotizaciones al sector más castigado de la España que madruga, el de los autónomos (3,4 millones de españoles). Solo queda Vox y su supresión total de impuestos y cuotas, la aniquilación de lo público".
Desde el otro lado del Atlántico, donde, con permiso de Putin y Netanyahu, gobierna la representación más palmaria del poder neofascista —utilizar las herramientas democráticas para entrar en las instituciones y coronarse king absoluto, un clásico en la Europa del siglo 20—, nos están advirtiendo con proclamas multitudinarias como "No kings" o "No fascisms" sobre lo que nos viene, pero no importa: el poder en España bien vale una monarquía. Si lo sabrán ustedes…
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