Desde siempre me ha conmovido esta canción de Juan Pardo, precisamente, porque ve en la música esa conexión preciosa entre el sonido, la palabra y el fluir sin barreras, que lo mismo llevan en sí las notas musicales que las palabras poéticas. Versos y música son, también, la danza infinita de la misma familia. Sobre todo cuando se convierten en danza para la expresión más completa del ser humano, como supo ver y practicar la experiencia sufi, con el descubrimiento de Rumi. Otro ángel mensajero de la Vida y del Amor infinit@s.
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