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Es
29 de octubre y se cumple un año de la trágica dana de Valencia que
dejó 229 muertos, decenas de miles de afectados y a todo un país
sobrecogido por las imágenes, por el dolor, por la magnitud del desastre.
Ha
pasado un año y la rabia que sigue viva en la sociedad valenciana tiene
un nombre grabado a fuego: Carlos Mazón. Y no es porque, ante dramas
inevitables, el ser humano siempre busque a alguien a quien culpar, sea a
un Dios, a un enemigo extranjero o a un gobernante. En este caso, es
mucho más que eso, porque Carlos Mazón hizo lo único que un gestor
político no puede hacer en un caso de pánico colectivo: nada. Sobre esa
nada, Mazón ha construido un castillo de mentiras,
que empezaron ese mismo día y se mantienen hoy, para tapar una realidad
vergonzosa: mientras su pueblo se ahogaba, él estaba disfrutando de una
tarde libre, desconectado del mundo. Un jersey amarillo le delata.
Hoy en el podcast,
contamos cómo fue aquel 29 de octubre para dos personas muy diferentes.
Contamos hora a hora dónde estaba Carlos Mazón y dónde estaba una mujer
llamada Nilka Baena. Él tenía toda la información, ella no sabía lo que
iba a pasar. Es la reconstrucción de lo que ocurrió y de la única duda
que queda por resolver en este puzle.
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