domingo, 3 de febrero de 2019

Ojalá fuera todo tan sencillo, Almudena. A veces en el juego de mesa de los conceptos lo que menos importa a los implicados teóricos en las políticas ajenas, como son las fuerzas "auxiliares" externas de la UE y USA, es el sufrimiento del pueblo que aguanta barbaridades si no tiene medios para sobrevivir con dignidad ni escapar de unos y otros. Incluso presionan aposta en el cerco, sin el menor escrúpulo ni compasión alguna, para que sea el pueblo el que se mate entre sí facilitando los trámites del saqueo interventor. No es cuestión de simpatías, rechazos ni hostilidades hacia a los capitostes, sino de justicia y equilibrio decente, y de un mundo deshumanizado y sociópata, en el que, a base de especular con todo, se ha globalizado y normalizado la rapiña del más fuerte como forma de dominio standard. La internacional del saqueo fue mucho más comprensiva y tolerante con Paco "el medallas" que con Chávez y Maduro; hasta USA instaló sus bases militares en el cortijo franquista sin poner pega "moral" alguna.. Claro,sería porque España era la reserva espiritual y turística de Occidente, si lo hubiera sido del petróleo en tiempos de agotamiento geológico del crudo, otro gallo habría cantado, ¿no crees, querida Almudena? Poderoso caballero es don dinero...El negocio es la clave, sobre todo cuando las ideologías no coinciden en la misma óptica ni en los mismos bancos

Tiranía

La única incógnita a despejar en Venezuela es si Trump se atreverá o no a asumir una intervención militar


El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. REUTERS
No hace tanto tiempo, unos pocos intelectuales españoles intentaron implantar la idea de que el franquismo no había sido una dictadura, sino un régimen autoritario, sin más. El intento por fortuna fracasó, pero les recuerdo ahora, mientras los líderes a quienes seguramente apoyan llaman tirano a Nicolás Maduro. Personalmente, hace bastantes años que no veo el momento de que Maduro abandone el poder y, en consecuencia, los argumentarios de la derecha española, que usa el régimen venezolano como algodón mágico para limpiar cualquier mancha. Personalmente, no siento la menor simpatía por él, pero no me parece tan sencillo calificarle como tirano. Creo que si ejerciera una tiranía clásica, una sanguinaria dictadura del siglo XX, como la que mantuvo a Francisco Franco en el poder durante cuatro décadas, resultaría más fácil derrocarle. Pero Guaidó vive en su casa, convoca manifestaciones multitudinarias, habla ante las cámaras de todo el mundo, y lo va a seguir haciendo. Maduro no cometerá el error de detenerle, porque sabe que eso sería su fin. No hay que descartar, por tanto, que pese al reconocimiento de Guaidó por parte de la comunidad internacional, la situación pueda llegar a enquistarse y alargarse indefinidamente. Los españoles sabemos de sobra que las simpatías internacionales, los bloqueos diplomáticos, las declaraciones de la ONU, no derrocan dictadores, y mucho menos regímenes autoritarios de difícil clasificación. A nosotros no nos libraron del nuestro, y eso que ni siquiera quienes lo protegían en secreto negaban en público que fuera un dictador. La única incógnita a despejar en Venezuela es si Trump se atreverá o no a asumir una intervención militar. Todo lo demás son solo palabras.


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