lunes, 13 de febrero de 2023

¡Gracias, Isaac Rosa y eldiario.es!

 

¿Cuántas películas se han hecho en España sobre los desahucios?

Proyeccion de la película "En los margenes" de Juan Diego Botto en el  Auditorio Marcelino Camacho del sindicato Comisiones Obreras. El pase se hizo especialmente para activistas de los movimientos en defensa de la vivienda.
Foto: Olmo Calvo

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Sugerencia para cineastas y productores de televisión que anden faltos de inspiración y busquen historias que llevar a la pantalla: dejen de adaptar novelas bestseller, no hagan más remakes de comedias italianas o argentinas, no rebusquen en la prensa de sucesos, descarten el biopic de esa vieja estrella de los ochenta que por algo había quedado olvidada. Mejor pásense mañana mismo por una asamblea de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Cualquiera, la que les pille más cerca. Pongan la oreja un par de horas y luego me cuentan.

Lo pensaba después de ver este fin de semana la imprescindible ‘En los márgenes’, dirigida por Juan Diego Botto y coescrita con Olga Rodríguez. ¿Cuántas películas se han hecho en la última década donde aparezcan personas desahuciadas? Se pueden contar con los dedos de las manos, y te sobran unos cuantos. Y más dedos te sobran si hablamos de series, ahora que se estrenan por decenas en las plataformas y de cualquier tema, suceso o personaje te levantan doce capítulos. En teatro tal vez haya algo más, tampoco demasiado. Y escasas novelas.

Sorprende esa desatención cultural, pues pocos asuntos de la última década y media española hay tan impactantes como los desahucios. Pocos que afecten a tanta gente, decenas de miles de familias. Pocos tan dolorosos, perder tu casa, quedarte sin nada, a veces con menos que nada, con una deuda impagable. Pocos que reúnan tantos ingredientes políticos, económicos y sociales como para retratar de una vez la España reciente: en los desahucios están mezclados la vivienda, el modelo inmobiliario español, la burbuja, la crisis, la desigualdad, la banca, las cajas de ahorros, la corrupción, el 15M y la nueva política, la protesta social… Pocos que tengan tanta profundidad humana: cada una de esas miles de historias acumula varias capas, aristas, decisiones, reveses, deseos, miedos, fracasos, esperanza. Con una sola de esas historias ya tienes para una temporada en Netflix.

Y no teman que vaya a pasar de moda, que se metan a rodar una peli o una serie, y cuando dentro de año y pico la estrenen ya nadie se acuerde del asunto. Por desgracia eso no va a ocurrir. Los desahucios no se cuentan en pasado: pese a la moratoria vigente desde la pandemia, sigue habiendo decenas a diario, la mayoría invisibles, silenciosos, sin resistencia. Las medidas del Gobierno, como las de comunidades y ayuntamientos, están frenando algunos, aplazando otros, ofreciendo alternativas en ciertos casos, pero es como un dique endeble, lleno de filtraciones y que amenaza reventón. Y cuando dentro de un año y pico estrenen su película o serie, quizás estemos en medio de otra oleada de nuevos desahucios, vista la subida descontrolada de las hipotecas y los alquileres.

Hoy mismo, esta semana: en Torrejón de Ardoz (Madrid) hay una convocatoria este lunes para evitar que Virginia y su hija de cinco años sean desahuciadas por Fidere, filial del fondo buitre Blackstone que se hizo con la vivienda pública donde vive Virginia. Como ese, varios cada semana. Y el miércoles juzgan a Nani Martínez, una activista que hace seis años impidió un desahucio que terminó en carga policial, y ahora le piden dos años y medio de cárcel por atentado contra la autoridad. Virginias y Nanis, desahuciadas y represaliadas, hay muchas. 

Ya digo, si andan faltos de inspiración y buscando historias, dense una vuelta por el desahucio de Virginia, el juicio de Nani, o por alguna asamblea de vivienda. Ya verán como encuentran material abundante. Y de paso, ya que están allí, echan una mano, que siguen haciendo falta manos para frenar los desahucios.

(En cuanto a la película de Botto, aunque no se haya llevado ningún Goya, no se la pierdan: es magnífica en su inteligencia y sensibilidad, también en su complicidad con el activismo. Y cuando en el futuro hayamos conseguido dejar atrás los desahucios, quedará como memoria de un tiempo infame. Gracias por no mirar para otro lado). 

 

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Comentario del blogg

No hay más verdad que la evidencia y cuando asistimos a nuestr@s herman@s desahuciad@s directamente, con una manifestación en la calle, se comprueba que el proceso injusto se puede parar, que el banco puede entrar en razón y detiene el proceso, que la policía y el juez que acudían en un coche como autoridades competentes, deciden dar la vuelta y marcharse sin que nadie les insulte pero la calle está tan llena de gente que es imposible entrar en ella, que el piso sigue en activo como techo acogedor porque la humanidad y los derechos humanos tienen sentido y son necesarios, porque hay una sensibilidad fraterna en la sociedad tan eficaz como para cambiar lo injusto por lo más ético y razonable, en realidad, también, lo más "rentable" como forma consciente y experimentable de vida y de convivencia inteligente, y así se descubre el verdadero significado y sustancia del bien común y de su urgencia, que sobre todo está en nuestras manos sorofraternas, pacíficas, activas, solidarias y al mismo tiempo -y por ello- transformadoras. 

Es tan cierto como triste que el cine español no incluya en su lista argumental los desahucios y el sufrimiento personal y social que generan, porque son una fuente de inspiración mucho más sana y real que las habituales y que solo las emociones más retorcidas, tantas veces las más repetidas y vacías sean los temas preferentes más cinematográficamente sobados e imitados, año tras año, y la mediocre inspiración de las películas más premiadas, mientras el cine más real, más humano, despierto y nutritivo está en la calle tejiendo una nueva humanidad desde la base social hacia la que "la élite selectiva" no suele mirar...Ains!

Pero todo tiene arreglo si no renunciamos a nuestro derecho al cambio y a nuestro deber de hacerlo posible y efectivo, ¡cambiando nosotr@s, sin esperar a que primero cambien los demás, claro!

 

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