MALOSERÁ
La hora de los buitres
Me induce un asco agotador contemplar tantos intentos de apropiarse de un crimen odioso para convertirnos en culpables de la muerte de Charlie Kirk
Antón Losada 12/09/2025
Charlie Kirk habla con el público durante una conferencia en Florida en 2019. / Gage Skidmore
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Ya llevábamos buena parte de la semana enfrascados en debatir la capital cuestión de si interrumpir la celebración de una prueba deportiva cortando la carretera con una pancarta o rompiendo las vallas de seguridad en la meta puede o debe etiquetarse como violencia, y compararse con las prácticas de desalojo por bombardeo indiscriminado o los francotiradores eligiendo víctimas a boleo en las colas del hambre en Gaza. Elija su víctima favorita, los ciclistas o los niños gazatíes. Suena a broma macabra y de mal gusto, pero no lo es; lo dicen en serio.
Pero el asesinato a tiros de Charlie Kirk ha desatado definitivamente todos los demonios. Se ha llenado la conversación pública de agitadores, vengadores, justicieros y recaudadores tratando de cobrarse su libra de carne antes que el resto. En la sociedad digital los buitres siempre aparecen en la primera hora y nada les sacia hasta que se aburren o se cansan. En el negocio de la violencia siempre están aquellos que apuntan con la pistola y aquellos que señalan con el dedo; forman un dúo inseparable.
De Charlie Kirk solo sé que me salía con demasiada frecuencia en las redes sociales sin que a mí me interesase o lo buscase, que en cada aparición me hacía perder aún más el tiempo solo con el fatigoso esfuerzo de sacarlo de mi pantalla, que afortunadamente no recuerdo nada de cuanto decía verbalizando un pensamiento tóxico, agresivo y argumentado desde el desprecio y la ignorancia, que se enorgullecía de no haber ido a la universidad pero había ideado una lista de sus profesores a los que había que tener bajo vigilancia por ser “sospechosos” de no pensar como él y que su muerte constituye un crimen execrable y una tragedia humana que lamento sinceramente.
Me produce una enorme aversión moral ver a tanta gente debatiendo si merecía morir. Ignoro de dónde procede ese convencimiento de poseer el derecho a decidir si alguien merece o no merece la muerte. Es la misma antipatía moral que me producen autócratas en prácticas como Donald Trump o Benjamín Netanyahu tratando de emular a Charles Bronson en Yo soy la Justicia ante los micrófonos y las cámaras mientras mandan a sus jóvenes a hacer el trabajo sucio. Su vocación de fiscales resulta del todo incompatible con mi agenda.
Desear mal a alguien no es política ni puede ser materia de debate político; es miseria, odio y sufrimiento. Me induce un asco agotador contemplar tantos intentos de apropiarse de un crimen odioso para convertirnos en culpables de su muerte a todos los que no pensábamos como él, o no votamos como él, o no amamos como él, o no rezamos como él, o no defendemos el derecho a llevar armas y el bien superior de soportar algunas muertes para proteger ese derecho.
Me genera hasta indignación patriótica asistir a los patéticos intentos de la extrema derecha española para importar como sea los parámetros suicidas de la política norteamericana sin más plan que viralizar el siguiente video y que Santiago Abascal siga sin tener que trabajar. Únicamente un ignorante o un indecente trataría de devolver a una sociedad, que ha tardado décadas en superar la violencia política como recurso principal, a los días de las pistolas y los tiros en la nuca en nombre de la libertad o de un país donde has nacido por pura casualidad.
Matar a alguien es algo terrible; le quitas todo lo que ha sido y todo lo que puede llegar a ser. Lo dice el pistolero William Munny en esa tesis monumental sobre la violencia que firma Clint Eastwood en la magistral Sin Perdón. Si alguien necesita aclaración sobre el significado de la frase debería buscar ayuda profesional. Yo no me siento capacitado.
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Antón Losada
Profesor Titular de Ciencia política y de la administración en la USC. Doctor europeo en Derecho por la USC. Máster en Gestión pública por la UAB. Escritor y analista político. Padre de Mariña.
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