martes, 21 de diciembre de 2021

Pablo Iglesias da las claves de cómo gestionar la nueva ola de la PANDEMIA

  


Creo que Pablo Iglesias en esta entrevista en la SER da en la diana por completo. Sus reflexiones críticas y constructivas son exactas y ajustadas a la realidad. No son cháchara de "partido", sino la descripción lúcida  de realidades indiscutibles que vemos y padecemos a diario, y que compartimos por completo, porque no dependen de quién las presenta, si no de que son la pura verdad en un conjunto global de problemas que afectan actualmente a toda la sociedad. Una claridad de ideas absolutamente imprescindible que en estos momentos hace mucha falta. Da igual que sea Iglesias o Sánchez, UP, ERC, el PNV, BILDU, el PP o el PSOE, ya no se trata de trincheras y peleas, sino de equilibrio, de entendimiento , cooperación y bien común como resultado. La realidad y sus consecuencias no es de nadie, es de todos y de todas. Y sin comprenderla y organizarla en común no podremos jamás superar este abismo de calamidades que ya no son solo estatales, sino también globales. 

Parece que Iglesias ha madurado y eso es una muy buena noticia. Así es posible que sus mejores cualidades ayuden política y humanamente a ver con más claridad y acierto en las instituciones y estamentos sociopolíticos. Es posible que como pedagogo y asesor tenga mejor presente y futuro que como líder de un partido determinado, porque el enredo de los árboles en un entorno caótico y lleno de intereses personales y grupales, no deja ver el bosque de la cotidianidad, de las necesidades y sus urgencias, cuyas soluciones no deben ser improvisadas, sino previstas a medio y largo plazo, teniendo en cuenta el presente y los medios con que se cuenta para afrontar el futuro más próximo y las señales del futuro más remoto, que a veces, por cualquier calamidad repentina, como una crisis económica del sistema o una pandemia o una catástrofe climática, hace saltar por los aires todo el montaje habitual, lleno de improvisaciones, chanchullos, chapuzas y procrastinaciones constantes en los asuntos más espinosos, para que las solucione el partido que gobierne luego, después, cuando ya se haya quemado y achicharrado la paciencia de la ciudadanía que en las urnas votará, justamente, todo lo contrario a los que la han estado des/gobernando. Por eso la vieja política podrida dedica mucho más tiempo a poner zancadillas al gobierno que no la ha dejado gobernar, y a castigar a los votantes que no les votaron lo suficiente, que a proponer soluciones y cooperar para que los problemas desaparezcan, ellos, por el contrario procuran el aumento de los conflictos para que haya adelanto electoral y volver a ser todopoderosos. Pero se les ve el plumero. Es irremediable.

La política tiene que recuperar la conciencia para no olvidar el sentido imprescindible de su existencia y las responsabilidades compartidas: se debe gobernar para todos y no solo para "premiar" a los que hacen ganar al partido en las urnas, como agradecimiento por haberles votado. O se fomenta y construye el bien común desde la escucha, o la política se devalúa y se pudre por  sí misma. 

Creo que en las últimas convocatorias electorales, el pueblo, la ciudadanía, ya ha dado pruebas más que suficientes de que necesita con urgencia en el Gobierno del Estado más coaliciones éticas e inteligentes que victorias arrasadoras. Más servidores del bien común que señoritos del cortijo, más trabajadores comprometidos con la regeneración integradora, que funcionarios desconectados de la realidad de los barrios, de la urgencia de los servicios públicos, que sostienen los impuestos pagados con  las privaciones de la inmensa mayoría, tratada como sierva de la gleba por las castas en el poder: judicial, financiero, ideológico, económico, funcionarial, eclesiástico, de despacho eterno y asfalto missing, capaz de forrarse comprando terrenos y pueblos de la España vaciada, por ejemplo para montarse y vender granjas contaminantes o pisos de desahuciados para sus empresas de alquileres astronómicos, cuyos antiguos inquilinos acaban en las Cañadas Reales o en los Gallineros o directamente en chabolas y basureros, o escandalosas subidas de la electricidad y del gas, aprovechando, precisamente, las situaciones difíciles, como esta pandemia, por ejemplo, que ningún gobierno se atreve a poner en orden, ya que la política actualmente usa esas empresas como puertas giratorias para sus miembros, cuando vuelven a la vida profesional ya olvidada por la cantidad de años chupando del bote estatal. Un político, por pura higiene ética, social e individual, nunca debería superar en la política activa más de dos legislaturas.  Y por puros principios morales, no colocarse nunca en las empresas con las que tuvo manga ancha y cloaquismo evidente mientras estuvo en el poder.  

Ojalá los políticos sanos que tanto se necesitan, maduren y se atrevan, como este nuevo Pablo Iglesias, a cambiar de orientación y de actitudes. Ellos serían más felices y mejor valorados y los pueblos y ciudadanos españoles también cambiarían, España podría ser el gran colectivo políticamente maduro y regenerado, sano y limpio de herencias tóxicas que aun no ha podido ser, y  todos  lo agradeceríamos eternamente. Por descontado!

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