Luz y fraternidad sin excepciones
en la casa global de todas y de todos,
que no es una creencia ni una idea
sino la realidad que nos sostiene,
una simple experiencia con manifestación
tan honda y plena,
y a la vez tan rebelde y sin fronteras
que nos cambia y transforma
para siempre.
Todo lo que buscabas te ha encontrado,
lo que echabas de menos es tu esencia,
el amor que soñabas es la vida
que brota de la fuente universal
y se reparte como lo hace la luz cada mañana,
sin permiso de las autoridades
ni código de barras, pasaporte, visado
y zarandajas.
Una revolución en los adentros
deja patas arriba los afueras
sin que nadie se apunte la victoria
del cambio que ha brotado
como brotan las olas en el mar
o las hojas preciosas de ese árbol.
Un caudal rebosante de nadie sabe qué
corre por las aceras y las plazas,
se reparte y regresa, como un latido enorme,
delicado como intenso y total,
que al volver al origen renovado
expande vida nueva sin elegir a quién.
Todos le importan, amados por igual
en lo particular y en lo común
que ya es el mismo canto sustancial.
Nada es intranscendente y todo es esencial
en ese amor sin bordes ni tapujos,
pero de otra manera.
Y ya solo te queda una seguridad:
nunca regresarás a lo que ayer no era
nada más que un fantasma
fraguado en la inconsciencia.
Ahora solo es ahora.
Y mañana será lo que ahora seas
si despiertas y fluyes, si comprendes
más allá de razones somnolientas
cocidas y envasadas al vacío,
si amando te repartes con la luz y la sal
en la inmensa cocina de un presente infinito,
que muchos llaman "dios" o "buena suerte",
otros "felicidad", otros "rareza"...
Pero cuando estén mal, comiendo
con los cerdos las bellotas de cada batacazo
irán a rebuscar lo que no encuentran
y así hallarán de pronto en su interior,
amor y sacacorchos
para abrir la botella de sus almas
y ya no depender de lo que llega,
porque perdido el ego en la refriega,
porque en la nueva casa, en la trastienda,
se manifiesta todo desde el Ser
que integra lo que pasa en lo que Es.
Amor. Amor sin más. Así,de golpe
y sin remilgos.
Amor de la cabeza hasta los pies.
Pueden llamarlo Dios, si eso ayuda a entender
lo incalculable. Lo mejor del asunto
es que lo suyo
no consiste en pasar por los rincones solamente,
porque también se ajusta en el revés:
"eso" que nunca pasa y siempre está
es el mejor rincón con que contamos
que hace de espacio y tiempo, eternidad.
O no llamarle nada, pero dejarle hacer.
Es la mejor terapia resiliente
que podemos tener.
Y tú, si estás dormid@ en tu sillón,
en una eterna siesta,
esperando que alguien venga a arreglar
este marrón,
afina las antenas, abre el whifi
y ¡despierta, por favor!
Si quieres que este mundo se espabile.
Si es que quieres salir de la prisión
en la que tu despiste te encadena
al mismo mogollón del destarife,
y convierte, además,
la vida del Planeta en imposible.
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