martes, 7 de diciembre de 2021

M'hancantao encontrar este anuncio, lo confieso! Aunque llevo fuera de la tierra en que nací y me crié, más de la mitad de mi vida, hay un vínculo afectivo de raíces, mucho más fuerte que el tirón de la ausencia no elegida, sino impuesta por las circunstancias. Será por eso, por lo que al ver este anuncio, se me han saltado los versos...Ains!

 

 Sigue el aroma azul 

bajo los soportales de la plaza,

con la pastelería de Bermúdez

y aquel Barrenengoa del chocolate

inolvidable,

los cafés y la horchata de València

y los "helaos" de corte y cucurucho 

en el verano.

El arco memorable bajo el Ayuntamiento

siempre partido en dos

por un puente incoloro

como una pasarela hecha de siglos

para facilitar el paso de la Plaza a la calle,

como es la tradición de estas Españas

programadas desde la antigüedad

en dos cuadrillas

para mirarse al bies de las comparaciones

y la rivalidad. 

El Parque de Gasset, las catedrales, 

El Alcázar, San Servando, Santiago,

morerías, juderías, cristianías,

también Zocodover, la Ciudad Encantada,

el Tajo y el Guadiana, Bolaños, Malagón,

Tomelloso, Puertollano,Talavera, Montiel, 

 Sigüenza,Villalbilla, Chinchón, 

Almodóvar, Caracuel, Torrijos, 

Valdepeñas, Piedrabuena, Aranjuez...

Es cierto: 'yo compro aquí,

yo vivo aquí'. No queda otro remedio.

Así es la vida...

Pero, ¿me puedo abastecer

con lo que se produce y se fabrica

solo aquí? 

¿Quién cultiva las chufas de la horchata,

y el café delicioso,

el cacao convertido en chocolate

y quién cuida y recoge los mangos y las piñas,

el arroz, las bananas, naranjas y limones,

quién recoge las cañas del azúcar, las pela,

las machaca, las seca y las envasa?

 

Es justo y perentorio, ¡ya lo creo! 

valorar el encanto y la necesidad

de consumir en casa,

pero nunca olvidemos el tejido común

que nos engrana en los telares 

de tanta picaresca empresarial,

en el mismo Planeta que nos pare y nos cría,

que hemos nacido aquí, repartidos

en  colores y etnias,

culturas y sorpresas imprevistas,

en la matria de todas y de todos,

con los mismos derechos y deberes

porque somos hermanos de la misma familia

planetaria. Una fatalidad 

para unos cuantos

paladines del roba pan y moja,

y un manantial de vida y sana plenitud 

para quien quiera hacer y disfrutar

un mundo diferente;

que la pasta sin alma no se meta por medio.

Cuando compres y consumas en casa,

como toca,

recuerda que esa casa desborda el territorio,

es infinita,

y aquello que te comes,

te calzas, te pones y te endosas, lees

usas y almacenas,

ha pasado por manos fraternales

que merecen un gracias permanente,

un salario decente 

y el derecho a vivir como tú vives, 

acogida y justicia imprescindibles,

si por una de aquellas, también las necesitan,

sobre todo,

si el mundo, como ahora, se nos hunde 

por exceso de usura y entropía. 

 

Una fraternidad

tan mal urdida que acaba por volverse del revés

y ser una liturgia de suicidas.

Si queremos futuros disponibles

que no valgan más pena que alegría

conviene repasar las bienaventuranzas

sin demora, prejuicios y ñoñeces,

viviendo donde compras, comprando donde vives,

sin olvidar jamás de donde viene

el número y el género

y quién hace posible el intercambio

y qué precio real hay que pagar por ello

y cuántas manos largas se aprovechan

por ser tan solamente interferencias

y narcotraficantes del dinero, 

la droga más letal sin duda alguna.

 

No compres como un zombi.

Pregunta a tu conciencia y ella responderá, 

en su mapa de rutas y estaciones

el tren del alma fluye  sin esfuerzo.

Y vivas donde vivas y compres donde compres,

estando donde estés,

la luz pondrá las vías necesarias

para que no confundas la compra semanal

con lo que  necesitas para Ser de verdad

quién aun no Eres. 

 

Con esa transacción liberadora

comprando o sin comprar,

el camino, de lejos y de cerca,

solo es felicidad 

y no porque la compra sea perfecta

y todo esté dabunten,

sino porque lo que nos llega y lo que damos,

sin pasta y trampantojos de por medio,

se llama humanidad. Tan solo eso.

 

Eso es la base inmensa que nos une

como el cielo y el suelo, la luz que nos alienta

y nos inunda,

el agua que nos nace  y nos hidrata,

el aire al respirar. Ponerle precio a eso

y olvidar cada fuente de energía

natural y divina, gratuita,

es el punto final procrastinado

hasta el momento,

para la misma esencia

que no podremos ser en ese plan,

por más tecnología que inventemos

de nada servirá salvo para aumentar

el riesgo de suicidio maquineto a tutiplén

en plan exponencial. 

 

La Mancha, como el mundo de hoy,

necesita el amor de Don Quijote,

la cordura de Sancho, más Cervantes

y menos carajal

y otra escuela de nuevos traductores

de Toledo,que traduzcan,que expliquen

que limpien las palabras,

y girando con ellas libremente

al ritmo de la luz y de la sombra,

igual que los planetas,

en una danza sufi, de paso

por el tiempo y los espacios,

limpien también el huerto,los sentidos,

las almas, los altares y el percal.


 

 
 



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