miércoles, 29 de diciembre de 2021


Dominio público

Reforma laboral, sífilis y capitalismo

Ana Pardo de Vera

Hace poco más de seis años, un mes de noviembre de 2015, Jordi Évole entrevistaba por segunda vez al expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, en su chacra de los alrededores de Montevideo. Durante la primera charla de ambos para el programa Salvados, Mujica era presidente; durante la segunda, lo había dejado hacía ocho meses con unos índices de popularidad muy elevados, aunque, según él mismo confesó a Évole, fueron muchas las cosas que no pudo hacer durante su mandato (2010-2015)

En buena parte, Mujica culpaba al capitalismo por habérselo impedido y entre todas las frases memorables que pronunció durante esa conversación, me quedé con ésta por su expresividad: "La sífilis es evitable, el capitalismo todavía no". Era 2015 cuando lo dijo, en España tratábamos de recuperarnos del estallido financiero de 2008 y no éramos ni remotamente conscientes de lo que se nos venía encima cinco años después, con una pandemia mundial de la que aún no hemos salido. Mujica admitía, sin andarse por las ramas ni poner paños calientes, que luchar contra el capitalismo es duro y frustrante, y muchas veces, encima, inútil.

He recordado esta frase de Mujica escuchando y leyendo a unos y a otras sus conclusiones sobre la contrarreforma laboral pactada entre Gobierno, sindicatos y patronal y que cuenta con pocos amigos entre los socios de izquierdas (Más País y Compromís), nacionalistas e independentistas (ERC, PNV y EH-Bildu), cuyo apoyo es necesario para que el proyecto del Ejecutivo -y la medida estrella de la ministra de Empleo, Yolanda Díaz- salga adelante. Las negociaciones están en marcha en el Congreso y, pese a las advertencias de CEOE, CC.OO. y UGT sobre no tocar una coma a lo pactado, me sorprendería que la vicepresidenta segunda no guardara un as en la manga para rematar la faena, pues en este momento que escribo, las posiciones entre los partidos citados y el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos parecen poco conciliables.

La negociación de la reforma laboral lleva nueve meses sobre la mesa y, más allá de las cuestiones técnicas, Gobierno y socios parlamentarios, como mínimo, sabían que había dos opciones: una contrarreforma con sindicatos y CEOE, la niña mimada de Mariano Rajoy en la reforma laboral de 2012, que echó a UGT y CC.OO. de la mesa de diálogo, o una reforma pactada solo entre Ejecutivo y sindicatos, excluyendo a la patronal y arrancándole de golpe todos los privilegios que le regaló el PP y que provocaron, sobre todo, el descenso a la precariedad y la pobreza laboral rampantes hoy. Esto último, un pacto entre Gobierno y trabajadores que contenga todas las reivindicaciones de la izquierda en materia de derechos laborales, es lo que ahora mismo reclaman los socios. No lo dirán con estas palabras, pero saben que si se cumple punto por punto la derogación fáctica de ["todos los aspectos lesivos de"] la reforma laboral de 2012, la CEOE abandonará la mesa.


¿Es "no evitable", citando a Mujica, que la patronal participe de este acuerdo de 2021 cuando en 2012, con el PP en La Moncloa, ambos aceptaron una mesa sin representación de los y las trabajadoras y ausencia total de remordimiento en plena crisis económica? ¿Acaso peligran los fondos europeos si la CEOE abandona el acuerdo? ¿Es preferible un pacto que incluya a los empresarios y que dé largo recorrido a esta reforma para que, si Pablo Casado llegara a gobernar con la ultraderecha Vox, se mantenga la protección laboral conseguida ahora y no volvamos al escenario de hace nueve años o peor? ¿Por qué los gobiernos y las oposiciones progresistas se empeñan siempre en el acuerdo con la derecha mientras en España, el PP revienta los consensos sin ningún tipo de pudor en cuanto tiene ocasión? ¿Es el consenso a toda costa un complejo del PSOE -efecto secundario del bipartidismo muerto- o es una responsabilidad exigida a cualquier gobierno? ¿Qué redunda en mayor beneficio del interés general, una reforma laboral con la CEOE o sin ella?

Todas estas preguntas carecen de respuesta en este momento o, al menos, aún no se nos han ofrecido. La negociación parlamentaria está en curso y, sea cual sea el resultado, y aparte de las cuestiones técnicas muy bien explicadas, la gente trabajadora debería saber cuál es la ventaja de tener a la CEOE en la mesa frente a no tenerla y, como aseguran los socios parlamentarios del Gobierno y otros muchos actores sociales, avanzar (más) en derechos laborales. Se llama pedagogía y ésa sí que debería ser "no evitable"; a Mujica le funcionó muy bien y, sobre todo, le diferenció del resto. Para bien

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Respuesta del blogg

Gracias, Ana, por esta invitación a reflexionar, algo tan urgente como imprescindible, tanto para las bases sociales como para el capitalismo, que más que sífilis personalizada es la auténtica pandemia terminator de nuestra especie, y según pintan las cosas, de las demás especies también. No hay peor enfermedad contagiosa que la que se soporta e incluso se asume como "normalidad" y comportamientos habituales, durante décadas e incluso centurias. 

Lo malo no es la necesidad del dinero, sino hacer del dinero y la especulación el único "capital", la máxima y más urgente necesidad, y por supuesto, elevar la pasta a la enésima potencia social, pisoteando la conciencia, e incluso creando realidades paralelas y absorbentes, que sustituyen el alma y la conciencia por emociones e instintos primarios, retorcidos y devoradores, donde la pedagogía del bien común y de su justicia no solo es una utopía fuera de tiesto sino un estorbo y un problemón para una "cultura" del "aquí te pillo y aquí te aplasto y te arruino si con ello me forro y me hago con el poder". 

La "lucha" no es el camino. La historia nos lo ha ido dejando cristalino. Toda "victoria" genera orgullos y prejucios, vencedores enfermos de ego ganador y perdedores heridos en el ego que no ha sabido ganar. Los egos son los gestores de la inmadurez, de la eterna lucha, de la incapacidad para ver y comprender. O sea, crueldad, desprecio, venganzas, odios, rencores y derechos de pernada sobre los mindundis que no han sabido ganar.  Por eso la lucha política o empresarial o sindical, es un suicidio intencional compartido entre ambos bandos. Ninguno de los dos logrará nunca lo que pretende, porque la misma tensión del " y tú más", impide salir del pozo negro y vuelve a reproducir lo mismo una vez y otra. Es el bunker de Hitler reproducido sine die en la política incapaz de evolucionar y de alcanzar niveles sanos y eficaces.

Enfrentar poderes en el cortoplacismo, aunque "se gane" en la periferia de las cosas,  es pura esterilidad ejecutiva a medios y largos plazos, que son los que dan estabilidad, eficacia y credibilidad sostenible. Vencer no sirve de nada si no se convence. Ya lo avisó Unamuno antes de que sus carceleros a domicilio lo liquidasen, en la Nochevieja de 1936. Y "convencer" nunca es un lavado de cerebro, sino la demostración real de lo evidente. Millones de español@s creemos que es el camino que ha emprendido Yolanda Díaz y el camino que emprendió Errejón, más Madird y Más País, en su momento, y el mismo que ha ido siguiendo Mujica y que siguió en España Izquierda Unida desde que sustituyó al PC. 

Ya no se trata de reventar el capitalismo que tal y como disfunciona, se ha reventado per se, absolutamente insostenible en todos los aspectos, desde el laboral, económico, político, energético, sanitario, religioso, cultural y científico singing mornings, hasta en el planetario y climático. Ahora se trata de que sus fans y al mismo tiempo sus víctimas/verdugas se despierten/nos despertemos,  y comprueben/comprobemos,  adónde nos ha llevado y sigue llevando, el uso miserable y ya insostenible de las riquezas, de los oportunismos con paradigmas paradisiaco-fiscales y tan campechanos, para todo el que pueda aprovechar la ocasión y su paradójico y exterminador sentido de "la libertad" de máquinas enloquecidas y autodemoledoras. 

¿La prueba más evidente del fracaso de los valores de izquierda y de derecha?: que los pobres cuando consiguen dinero actúan igual que los ricos, excepto cuando se han despertado. Que los que son dignos de compasión y ayuda, cuando se forran y se ven "poderosos" monetariamente , olvidan lo que sufrieron y lo siguen perpetrando igualmente hacia los que están peor, que para colmo, les recuerdan sus peores momentos de pobreza lacerante. Valga, como referencia reflexiva, un hecho en el evangelio muy interesante a este respecto: Jesús de Nazaret encontró un grupo de diez leprosos -aislados del resto de la población y  abandonados a su pésima suerte por miedo al contagio-,  y los curó. Nueve se fueron corriendo y saltando de alegría. Sólo uno volvió  para dar las gracias. Sólo uno tenía conciencia de lo que estaba viviendo y se estaba transformando en sí mismo. Y ahí estamos aun  -antropo/ginecológicamente hablando-, que en eso los géneros no se diferencian tanto. Hacerse ricos, en este mundo es curarse de la lepra, salir de la marginación social que supone no tener derechos humanos por la ley de la costumbre convertida en normativa social y psicológica, pero ¿qué curación puede proceder de un remedio tóxico en sí mismo, como es el ego salvaje, que solo conoce la crudeza de la supervivencia, el dolor del abandono y el olvido del muy poco prójimo, en un mundo feroz , con  la marginación como resultado existencial? ¿Qué valores sociales éticos, humanitarios y compasivos conocen y experimentan los pobres? Solo la limosna de la lástima o la indiferencia, o el miedo a ser proscritos además de marginados "si no se portan bien" y dan la lástima suficiente como para parecer "buenos".

La primera condición para poder ser libres es estar viv@s y san@s. En el capitalismo, entendido como hasta ahora, ese fundamento esencial ya es imposible hasta para la misma libertad, que a estas alturas de la historia es más irresponsabilidad y falta total de lucidez que una forma patológica de ser "felices" solo en la cantidad y desgraciados y víctimas de sí mismos en la calidad. La misma pandemia lo está demostrando exponencialmente siendo la resonancia magnética clavaíta de las peores profecías: si no cambiamos la forma de entender la vida y despertamos YA, por más que nos vacunemos, los virus repuntan y se eternizan. La economía va en paralelo. Economía y salud van de la mano. Y no solo por las cantidades de los remedios del tipo que sean, -que también- sino por el uso nefasto y la canalización pésima de la inteligencia racional emotiva de la sociedad y por ello, de los individuos. 

En las escuelas religiosas enseñan a rezar y a creer en un dios que les han contado, pero no se enseña a vivir con el espíritu que llevamos dentro y compartimos, no solo con los que se educan como nosotros, sino con  todos los seres humanos y con todas las especies que comparten la vida sin fronteras en común. En las escuelas laicas al menos, incluso, es más fácil conectar con el wifhi espiritual, porque no nos intoxican previamente y el encuentro natural con la energía infinita que nos hace posibles resulta más accesible. Las comidas de tarro desde la infancia son pedruscos que se interponen en nuestra evolución hacia la luz que somos. Las comidas de tarro nos bloquean y nos encadenan, justo lo contrario que Jesús vino a demostrar, incluso tirando los puestos de los mercaderes en la puerta del templo. El ser humano despierto y sin programaciones, es el verdadero templo en el que puede manifestarse el equilibrio, la ética, la sencillez de la evidencia y la conexión del amor, que sin duda es mucho más que un tirón de deseos, posesiones y sumisiones. Mucho más que cualquier tipo de posesión de verdades. Es La Vida. 

Obviamente, Pepe Mujica en su experiencia humanísima, tremenda, autoterapéutica y profunda, ha llegado ahí -por sus obras los conoceréis- . Así logró hacer tanto bien mientras sirvió más que mandó, y su pedagogía deja por los suelos a las de Wall Srteet fashion, sin tener que hacerles la guerra ni el boicot. Tan solo demostrando con su propia vida y actitudes prácticas, -o sea, valores materializados y no solo predicables en un bla, bla, bla, que sin hechos se queda en agua de borrajas-, que ese montaje injusto, miserable, generador de pobrezas endémicas en las que se basa para existir y loco de remate, es el verdadero boicot de la misma Vida que tod@s somos, independientemente de los efectos detergentes cerebrales a que estemos aferrad@s sin saberlo. Para detectarlos está la pedagogía del amor y su manifestación más clara: el entendimiento, el diálogo y el acuerdo para lograr el bien común, que simplemente ama a l@s demás como a sí mism@. Y a eso unos le llaman dios, conciencia despierta, alma en acción y otros justicia, igualdad, derechos con deberes adjuntos y bienestar auténtico, en el que nada se impone a lo bestia porque la comprensión, el respeto a la diversidad equilibrada y la responsabilidad van juntas. El mejor logro posible y ya imprescindible para que la humanidad se pueda llamar humanidad de verdad. Sin olvidar que la pedagogía no es un valor absoluto, porque se pueden enseñar y aprender actitudes que nutren y ayudan a crecer en ética y en amor fraterno, y también actitudes empecinadas, crueles.pero justificadas  y hasta bendecidas social, ideológica políticamente, que mutilan y matan de muchas formas a millones de seres humanos. Y ambas tendencias son pedagógicas.  No lo olvidemos. Tenemos a nuestra disposición a los maestr@s del sí y a los del no. Nosotr@s elegimos las gafas de ver. La óptica la llevamos dentro desde que nacemos hasta que nos vamos.

 

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