viernes, 1 de febrero de 2019

Objetivamente


El conflicto endógeno en Podemos nos da puntos muy válidos para analizar y aprender. Unos son errejonistas y otros pablistas, o sea, que seguimos como en el siglo XIX, o Cánovas o Sagasta. O como en la Edad Media: o sajones o normandos, o como en la Reforma y Contrarreforma: católicos o protestantes evangélicos, o como en la guerra fría: capitalismo o comunismo.

Llega el 15M y abre la puerta a otra dimensión política y convivencial, y sobre todo, ¡nueva!, pero salen los restos del pasado, se disfrazan de presente, se empoderan del empoderamiento cívico y nos dejan sin futuro: vuelven a cantar la misma partitura del destarifo sempiterno, o tu idea o la mía. O tú o yo.  Pues va a ser que ni lo uno ni lo otro, que o todos y todas o la derechona y cierra España bajo siete llaves. 

Vayamos por partes. ¿Podemos es lo que prometía ser? No. ¿Tiene 'la culpa' Iglesias? No toda. ¿La tiene Errejón? No toda. En realidad no hay 'culpas', sino un simple abandono de responsabilidades por parte de la ciudadanía que les ha permitido, primero, embaucarla con los círculos, segundo, deshacer los círculos como si sus miembros fuesen peones del ajedrez de quita y pon. Y para más inri dejar en manos de un aparato de partido como los de toda vida, los logros y avances del esfuerzo cívico y colectivo, como si fuera cosa de Podemos, para que se lo cocinen y repartan, como algo "propio". ¿Cómo es posible que en la reunión del Consejo Ciudadano de Madrid no hubiese asamblea ciudadana como elemento básico y decisivo? ¿Cómo es posible que los propios implicados, Errejón e Iglesias escurriesen el bulto y no estuviesen presentes para explicar sus puntos de vista vis a vis con sus votantes?

Está clarísimo que Podemos va cuesta abajo y sin frenos. Y no es de ahora la cosa, sino que ya lleva así un par de años. ¿Hicieron bien en utilizar Vista Alegre II para cerrarse en banda y seguir lo mismo, como tras Vista Alegre I, con la venda en los ojos y  aplaudiendo a lo que no funcionaba como si funcionase? No. ¿Ha hecho bien Errejón en comulgar con ruedas de molino tanto tiempo sin decir ni pío y fingiendo lo que no había? No. ¿Hizo bien Iglesias en atrincherarse en su isba personal e intransferible? No. O sea, que les consulta  a los fans un asunto privado de su conciencia en el tema del casoplón, que es cosa suya, pero no cae en la cuanta de que sí se debe consultar y escuchar a las bases en el tema del desplome del partido, que sí, eso sí, atañe a la conciencia de todos, y se las apaña como puede para que parezca que hay cambios y que todo siga igual. Errejón, por su parte,  estaba fatal, pero no dijo nada en ningún momento, no convocó una asamblea para exponer sus puntos de vista y sus propuestas, y también para que se oyeran otras voces diversas que es una gran riqueza, porque muchos ojos ven bastante más que cuatro, y en silencio fue trazando un plan, como Yago con Otelo, y esperó a que la cosa se estropease aun más y entonces, salió con su disfraz de Superman a salvar el Titanic. Se une a Carmena y se coloca como rival de su partido de origen. Otro Llamazares más. 

Lo de traidor en plan puñalada trapera creo que no encaja con los hechos, porque es infantilizar los motivos y dejarlos reducidos y personalizados en plan marujo. Lo cierto es que si, ciertamente, ha habido más que una traición, ha sido un grave error  en Podemos, que no es personal sino sistémico y manipulador con las mejores intenciones, seguramente; y consiste en la misma iniciativa para apoderarse de la fuerza social haciendo una jugada a lo Lenin. El fallo resultó ser  que la España y los españoles del siglo XXI no eran la Rusia ni los rusos de 1917. Por eso la misma estrategia de la implosión política inadecuada en realidad , pero muy llamativa en la apariencia, ha sido la causa de la debacle. Esas tácticas y estrategias, a las que se ha dedicado toda la energía disponible en Podemos-aparato, dejando fuera a los protagonistas principales: el pueblo que los ha hecho posibles, por eso su método ha sido su propia tumba. No se puede comenzar como propuesta de asamblea abierta y sin manipulaciones, y acabar siendo neo-Luises XIV, (le parti c'est moi) y esto vale lo mismo para Iglesias que para Errejón, que el primero lo haya protagonizado a cara vista no quiere decir que el segundo no lo haya estado haciendo a cara revertida. Y el unirse a Carmena no solo no le va a favorecer, sino que además puede perjudicar a la misma Carmena. 

El pueblo, a lo mejor antes era más crédulo y más fácil de camelar, pero ahora, no lo es tanto, aunque sigue siendo muy emotivo, cuando se vuelca en una opción y si se siente estafado y decepcionado llega a la incomprensible medida de castigar la falta de respeto y de coherencia aun más que el mal gobierno, sin tener en cuenta que tal vez tenga más arreglo una ideología desviada que una carencia total de ideología o sea, de conciencia al servicio de los seres humanos y no de los programas que deben ser siempre medios, nunca la finalidad, a la hora de elegir a los gestores públicos, a los que cada vez les exige más ser portavoces que representantes, en vista de que solo suelen representar los intereses de sus siglas y no los de la ciudadanía. 
Errejón predica ahora ese mensaje, pero su trayectoria indica que seguramente puede ser otra táctica más para conseguir más poder y no bajarse de la burra con una insignificante alcaldía, si puede conseguir llegar más lejos. 

La política de partidos, tan lejos de la ética, es la encarnación viva del clásico refrán: 
Dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces.
Pues eso.

Y si no es así en Podemos, que lo demuestren, consulten a las bases  (no solo a los consejos ciudadanos) y pregunten si están de acuerdo o no, en que IU y Equo, marquen las líneas morales, que desde luego ni de coña,  son ni han sido las de Podemos hasta ahora.
La ciudadanía estará mucho más agradecida, menos desconcertada y perdida que con este patético baile de disfraces que se han montado los altos cargos del invento. Con los efectos secundarios que revierten en el crecimiento disparatado de la derecha más impresentable, seguramente por el efecto rebote que genera repugnancia, desprecio y abstención hacia quienes se han reído de los problemas fundamentales y los han usado para trepar, como meros fascistas. El fascismo no es una ideología porque no da para tanto, sino una actitud tóxica de la sociedad en sus peores momentos. Y lo hay a derecha e izquierda, camuflado y/o descarado. Por eso es tan fácil perder el oremus y caer de un extremo al otro en las urnas.
Sólo logra un resultado positivo la política equilibrada y moralmente centrada, que sustituye las luchas de poder por la unanimidad del bien común, aunque eso represente dejar de lado las egopatías reflejadas como candidatura y 'estatus político' . Quienes lo consigan en la práctica de gobierno, ganarán siempre. En estos cuatro años pasados, los mejores ayuntamientos del cambio no han sido de Podemos, sino de la coalición entre izquierda (IU-Psoe), territorio y medio ambiente (sectorialidad, municipalismo, Equo).

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