domingo, 5 de junio de 2022

Conexión con el wifi infinito en el siglo XXI. Otro rap de la abuela por si sirve de algo, querida familia...Ojalá!

 

Madre nuestra y padre nuestro

que lates en lo más hondo de tu propia humanidad

que es el verdadero cielo,

y al mismo tiempo te expandes en afueras y en adentros 

sin pedir el DNI, ni la nacionalidad, ni el pasaporte en vigor

ni partida de bautismo ni afiliación a los credos, 

que eres amor, porque sí, y sin más explicaciones,

para que todo se entienda en humilde y en directo,

que es el jugo de tu esencia, la luz de tu faro inmenso

en constante amanecer, del que tod@s somos chispas

aunque no nos enteremos mientras vamos dando tumbos

en busca de los tesoros que no vamos a encontrar

si no encontramos al Otr@, ese espejo fraternal

que hace del ego el Nosotr@s y del Nosotr@s el mar

de una constante sorpresa, que de los acantilados

del paripé y la soberbia saca playas infinitas

donde lavar las heridas y convertir en cariño

el marrón de los andrajos, de la ofensa, del montaje,

del miedo y sus jamacucos, hasta  las desigualdades

de los renglones torcidos convierten en doctorad@s

a l@s más escarnecid@s y a l@s menos valorad@s.

¿Cómo bendecir tu nombre si no hay nombre que te abarque

y todo se queda chico en esa esencia tan grande?

Un dios requiere un cortejo de fans y de adoradores,

de devotos 'reveníos', e inversores en virtudes

buscadores de milagros

y de cielos reservados para pueblos elegidos...

Un señor requiere esclavos que le recuerden quién es

y con esa devoción poner cascabel al gato

de los infiernos malignos, lo del amor poco cuenta

en ese culto exquisito, cuentan más los intereses

que sirven para pagar la entrada en el Paraíso...

con un arrepentimiento más propio de Wall Street

que de un amar infinito. 

Tu reino no ha a venir,  que lo tuyo ya está aquí

sin trono, corona y cetro, que tu humildad

magistral no necesita teatros ni poderes de salón

para cambiarnos por dentro y dedica el presupuesto

del amor y la justicia a todos lo olvidados

si nosotros lo queremos y lo vamos construyendo,

que ese reino es imposible si nosotros no queremos

descubrirlo y disfrutarlo en la luz del compartir

con la familia global en la paz y el quilibrio

que da esa felicidad que no se puede comprar

en los grandes almacenes de los cultos y los ritos

con bocanadas de incienso;

no hay últimos ni primeros en el abrazo constante

de ese presente continuo que regalas sin parar

a quienes no han encontrado ni sentido ni lugar

en un mundo desnortado y ese reino somos tod@s

al tropezarnos contigo. 

Y así vamos descubriendo

que tu santa voluntad es la voluntad de tod@s, 

que los cielos y la tierra son la misma realidad

si el amor la canaliza, la reparte y la administra. 

 

Cuando el pan de cada día se amasa en el corazón

y se cuece en ese horno que a base de puro amor

ni quema ni contamina, porque es pura ecología,

nunca falta en la comida ni en la mesa de quien ama

y comparte sin remilgos lo que el cielo le regala,

pues la vela que alimenta arde con la misma llama

que espera en la misma puerta a que de dentro le abran,

aunque se tarde mil años y puede que hasta dos mil,

en escuchar la llamada y en estar dispuesto a abrir.


Toda deuda se perdona en el mismo descubrir,

comprobar y comprender,

que no hay deuda en el amar, ni nada que perdonar

a quien no puede pagar porque aun no logra entender

otra forma vivir que no sea causar dolor 

porque no le han enseñado a caminar sin herir.

 

En nuestra fragilidad es muy fácil tropezar

cayendo en la tentación de cualquier banalidad,

pero cuando descubrimos que somos gotas de agua 

en el mar del infinito, el tropiezo se evapora

porque el mar es padre/madre y las gotas somos hij@s

y en cada una de ellas se manifiesta el amor

que siempre nos recupera aunque estemos por los suelos,

si queremos disfrutar ese don sin condiciones

que siempre está en los adentros esperando a que lleguemos,

para darnos el abrazo que nos cura y nos transforma, 

tan sencillo como un verso, tan suave como una flor,

tan sutil como un suspiro, tan dulce como el retorno 

a la casa en que nacimos, tan delicado y tan claro,

tan humano y tan divino. 

    Escuela Metafísica "Maitreya": 12/21/2012




 




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