jueves, 30 de marzo de 2017

La libertad de expresión consiste en ofender


Juan Carlos Escudier



La libertad de expresión tiene innumerables paladines pero pocos creyentes. Por lo general, en el espejo de ese derecho fundamental los individuos se ven a sí mismo como abogados defensores de sus palabras y como fiscales de las de los demás. Cada vez menos gente entiende que la auténtica libertad de expresión, que es la que hay que salvaguardar, es la que tienen lo demás para ofendernos, la de nuestros adversarios, por muy brutal que nos resulte. Lo explicaba muy bien Chomsky: “Si no creemos en la libertad de expresión para la gente que despreciamos, no creemos en ella en absoluto”.
A principios de este mes le preguntaron a Pablo Iglesias si la campaña de HazteOír con su autobús tránsfobo podía constituir un delito de odio. “Lo tendrán que decidir los jueces, pero a mí me parece una barbaridad”, dijo. Este miércoles la condena de esos mismos jueces a un año de cárcel a una tuitera murciana por sus chistes en Twitter sobre Carrero Blanco era para el líder de Podemos una “vergüenza” y la demostración que la Justicia tenía dos varas de medir. Todos somos Charlie pero no siempre, sólo cuando nos conviene.
La condena a la tuitera por unos chistes más antiguos que el mear de pie, costumbre ancestral en la parte masculina del género humano- es un disparate mayúsculo, como lo es que los juicios y condenas por enaltecimiento del terrorismo se hayan multiplicado desde que ETA dejó las armas. El culpable es otro chiste, el Código Penal, cuyas reformas y contrarreformas lo han reducido en algunos apartados a una broma de mal gusto.
Días atrás Podemos exigía en una proposición no de ley la supresión del artículo 578 del Código Penal en el que se tipifica precisamente el delito de enaltecimiento, por entender que su falta de concreción era la causante de los juicios contra personas que, sin tener nada que ver con organizaciones terroristas, recibían un castigo penal por hacer humor negro o emitir comentarios de dudoso gusto en las redes sociales.
El enaltecimiento del terrorismo se tipificó como delito allá por el año 2000, como un instrumento más de la lucha que el Gobierno del PP decidió emprender contra el entorno de ETA. No faltan juristas que entienden que estamos ante una legislación de excepción que carece ahora de sentido, no ya por extemporánea sino porque aquellas acciones que encajarían en el enaltecimiento pueden ser abordadas con otros tipos delictivos, como el de la apología, el de injurias graves o el de odio.
El de apología, incluido en el Código de 1995, suscitó en su tiempo un intenso debate, precisamente porque entraba en conflicto con la libertad de expresión. En aquella ocasión ganaron quienes sostenían que la Constitución amparaba incluso las opiniones contrarias a la democracia y que la apología sólo podía considerarse delito si constituía una incitación al crimen que, en el caso de ser perpetrado, debía castigarse como inducción.
A diferencia de la apología -que necesariamente se vincula a la incitación de otro delito se consume o no-, el de odio -recogido en el artículo 510- es, como bien define la Asociación Libre de Abogados, una especie de prospecto farmacéutico que impide a los ciudadanos conocer a priori si sus expresiones son o no merecedoras de sanción. Tal y como está regulado, el delito de odio no precisa que se cause un mal posterior ni que represente un peligro real para la sociedad, por lo que cualquier opinión pueda ser castigada por el mero hecho de ser contraria al actual sistema de valores. Una afirmación en Twitter del estilo “me gustaría acabar de una vez por todas con esta democracia y sus partidos” podría perfectamente ser una simple opinión o merecer una condena de prisión de uno a cuatro años, dependiendo de si el juez está de buen humor o ha empezado el día con mal pie.
La protección de la libertad de expresión requiere, por tanto, una reforma más intensa y más estudiada, que elimine del Código Penal las legislaciones en caliente con las que se ha adobado y las cargas ideológicas de profundidad a las que se ha visto sometido. Ello no habría de impedir que se castigue adecuadamente el enaltecimiento del terrorismo y la humillación de las víctimas, que son delitos que no han desaparecido con ETA y que no deben quedar impunes. Pero evitaría que tuiteros, humoristas, cantantes y titiriteros puedan acabar en la cárcel por excesos en la libertad de expresión que, a lo sumo, merecerían una multa y un tirón de orejas.
El voto particular del magistrado Perfecto Andrés Ibáñez en la sentencia condenatoria contra el cantante César Strawberry es muy esclarecedor. En su opinión, no se puede calificar de apología del terrorismo las expresiones “de la subcultura de algunos grupos sociales, integrados preferentemente por sujetos jóvenes, duramente maltratados en sus expectativas de trabajo y vitales en general, por las crueles políticas económicas en curso”. No enaltece el terrorismo ni humilla a sus víctimas lo que no deja de ser una reacción verbal “contra la cultura de un establishment del que, no sin razón, se consideran excluidos”. Los exabruptos, por muy inaceptables que se consideren, pueden ser provocaciones pero no delitos.
La libertad de expresión consiste, como decía Orwell, en decir lo que la gente no quiere oír pero, fundamentalmente, es escuchar lo que nos irrita sin llamar a la Guardia Civil. Una cosa es que no es un derecho absoluto y otra que se relativice constantemente.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

La libertad de expresion solo tiene sentido y puede llamarse tal cosa, si hay tanto respeto para los demas como para una misma, con autoestima  y madurez suficiente. No se trata tanto de lo que otros opinan como de lo que una misma opina sobre si' misma, si se valora lo suficiente como para poder separar las opiniones que una tiene acerca de lo que sea, de la esencia que una es y en consecuencia, sentir y pensar lo mismo aplicado a los demas. Mal asunto cuando te ofendes por lo que otros opinan y piensan, incluso acerca de ti. Mal asunto cuando te identificas con tus juicios y opiniones acerca de las cosas y las conviertes en dogmas, o al reves, cuando los dogmas que el sistema te inculca los haces parte de ti. Con ello te bloqueas la conciencia, te impides crecer, analizar imparcialmente, conocer la verdad y la esencia de las cosas si no coinciden con tu juicio, que ni siquiera es tuyo la mayoria de las veces, sino el eco del juicio de los que inventaron y predicaron esas certezas que tu' asumes como tuyas. 

Una cosa es la legitimidad de opinar distinto y otra la falsa y obtusa estupidez de darse por ofendidos si alguien no opina lo mismo que yo o expone razones logicas o ilogicas opuestas a las mias, con todo su derecho. No se puede hacer una ley a capricho del cabreo histerico de mucha gente. La cantidad de penya ni el poder ejercido a lo bestia, no garantizan para nada la licitud  moral ni la coherencia etica de leyes obtusas, ni siquiera el derecho a un pataleo que se convierta en mordaza para la libertad ajena. Como ejemplo reciente tenemos el autobus de HazteOir. Tiene derecho a salir por ahi' con su mensaje, claro que si'. Pero no tiene derecho alguno a imponerlo en las escuelas ni en ningun sitio, ni a atacar, humillar y menospreciar a nadie con su criterio, ni tiene derecho por supuesto, a que el dinero publico le subvencione su actividad dogmatica e impositiva, puesto que su mensaje es discriminatorio y hostil para un colectivo legitimo, humano, el transexual, pero no es ofensivo, no hay ningun insulto en decir: 'que no te enganyen porque los ninyos tiene pene y las ninyas vulva'. Ademas de una opinion en plan graffity semoviente, como mensaje inteligente es una patochada.  Deberian ofenderse los trans por ese autobus y ese mensaje? No. Solo se puede ofender quien esta' inseguro de su condicion y la considera en riesgo y esta' demasiado afectado por la opinion ajena. No vive aun con naturalidad su condicion personal. Otra cosa muy distinta es que les agredan fisicamente, les impidan moverse o entrar con normalidad en lugares publicos, pasear por la calle o les ofendan verbalmente con insultos y palabras directamente agresivas y descalificadoras, o arranquen los botones de la camisa al decano de una facultad  universitaria,  o a quien sea, por no permitirles dar una charla en la Universidad, que es publica pero no esta' al servicio de ninguna secta, como paso' cuando los estudiantes de la Autonoma de Madrid impidieron que la secta politica y mediatica de Prisa y Gonzalez que esta' arruinando el estado espanyol a favor del establishment corrompido, diesen una conferencia en un recinto publico, para dar publicidad a un sistema atroz y demoledor. Es como dejar que unos traficantes de droga den una conferencia en la universidad publica para lavar la cara a su negocio. Hay que ir hilando fino y separando el trigo del heno.

Otros ejemplos, en el caso de los titiriteros o de los twits "ofensivos" el problema lo tienen precisamente quienes se ofenden porque son incapaces de superar atavismos e intransigencias, ademas, con una incoherencia total que lo mismo les lleva a apoyar a Charlie Hebdo', con un mensaje mucho mas irreverente y escandaloso para los 'bien pensantes', solo porque las redes se llenan de esa idea. En el fondo esa penya esta' mucho mas proxima a los talibanes que cortan la cabeza por contar un chiste sobre Mahoma, que de la actitud sin prejuicios de ese Charlie Hebdo' que defienden tanto por puro mimetismo y por indignacion contra un terrorismo cultural y un fanatismo lleno de tabues y topicos, que reacciona igual que ellos cuando les tocan sus fijaciones. 

Una sociedad solo alcanza la libertad de expresion cuando ya no necesita estar recurriendo constantemente a los tribunales para que regulen sus libertades, porque ha desarrollado una conciencia colectiva lo suficientemente autonoma y libre como para que tanto los individuos como los grupos, asociaciones e instituciones, conozcan desde dentro, por el imperativo categorico universal y personalizado en la conciencia y no desde la amenanza policial, sus derechos y deberes, y sepan  distinguir el tocino de la velocidad porque ya tienen suficiente madurez y autoestima como para no ir pisando huevos si no mandan o a zurriagazo desatado si estan en el poder gobernando.
Aunque es cierto que una sociedad como la nuestra, tan viejuna como inmadura e infantilona, que lo vive todo en plan fiestuki coleguita o en plan gresca y rivalidad de gallera, envidia, piques, miras muy miserables etc...no lo tiene facil y es un verdadero dramon ser parte de algo tan viejo y pocho y estar asi' de verdes en convivencia, equilibrio, respeto mutuo, escucha y dialogica, en una especie de guarderia borderline donde el estereotipo es de la zorra y las uvas, en la fabula de Esopo: lo que no es "lo nuestro de toda la vida" y nos queda demasiado lejos o demasiado alto etica y cognitivamente, y requiere demasiado esfuerzo de maduracion, es que no vale la pena, esta' muy verde...'que maduren ellos', parafraseando a Unamuno.
Hubiesemos podido superarlo tal vez si en las largas legislaturas socialistas se hubiese educadado a la ciudadania, y no solo desde la escuela infantil sino con escuelas-taller con practicas y coaching para adultos en municipios, barrios, sindicatos, partidos, empresas, etc..pero, claro, quien podria poner el cascabel al gato si todos eran y siguen siendo gatos convencidos de tener los mejores cascabeles del mundo mundial y cada uno el suyo que es el mas molon? Que' podriamos aprender que no sepamos ya, a que si', brothers and sisters? Pues no somos listos ni na' despues de una historia tan antigua, tan intensa y tan acertada...Por eso nos va tan divinamente y ningun pais es tan chulo y apanyao como el nuestro, si somos la rehostia, cachislamar.


No hay comentarios: