martes, 12 de agosto de 2025

Una magnífica clase práctica de consciencia y lucidez. Muchas gracias, doctor y maestro, Manzano Callejo, desde Nueva Tribuna. Sin práctica individual, atenta y abierta al autoaprendizaje constante, de poco sirven las teorías ni las ciencias, excepto para empeorar situaciones. El ego autoenlatado es la peor toxina de nuestra especie, y el Nosotr@s la mejor y más eficaz de la vacunas...Ains!!!!.

 

PSICOECOLOGÍA

Síndrome de la 'mecha corta' o agresividad vial

La agresividad vial, vinculada al trastorno explosivo intermitente, aumenta accidentes y exige una prevención conductual.
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Vamos a exponer en este artículo lo que es una relativa nueva enfermedad, el trastorno explosivo intermitente. Dentro de este trastorno podemos incluir la agresividad vial o “road rage”, en el mundo anglosajón, donde se describió por primera vez. Fue identificada por una cadena de TV en los Ángeles en los años ochenta del siglo XX. En el estado de California había un pobre trasporte público, por lo que los ciudadanos se veían avocados a usar el trasporte privado, con los consecuentes atascos diarios. Este trastorno se denominó a nivel periodístico como síndrome de la mecha corta.

La agresividad vial

En el ámbito internacional, la agresividad vial ha resurgido como un tema emergente, que además es objeto de creciente interés en los medios de comunicación. Su relevancia radica en que se ha observado que tanto víctimas, como agresores tienen un riesgo significativamente mayor de involucrarse en accidentes de tráfico. La relación entre la agresividad vial y la adopción de determinadas conductas peligrosas en la conducción (por ejemplo, conducir a alta velocidad) explicaría el aumento en el riesgo de sufrir un accidente en el caso de los agresores; en el de las víctimas, la accidentalidad sería consecuencia de otro tipo de comportamiento que podría despertar la agresividad de otros conductores (como la no señalización de una maniobra, o la tendencia a circular muy lentamente en determinadas condiciones de tráfico). Por otra parte, la agresividad vial suele manifestarse como un proceso interactivo entre víctima y agresor, con intercambio de expresiones de hostilidad, lo que en ocasiones puede dificultar la distinción entre víctima y agresor, además de poder involucrar tanto al conductor del vehículo como a los pasajeros. Una variable importante es el “efecto de contagio”, porque es posible que la ira de un conductor se extienda a otro u otros en ese momento.

No hay una definición unívoca para la expresión agresividad vial, pero su equivalente en inglés se ha utilizado con frecuencia para describir “un incidente en el cual un conductor o pasajero intenta intimidar, herir e incluso matar a otro conductor, pasajero o peatón, o dañar el vehículo de otra persona”.

Son múltiples las situaciones que en una vía o carretera pueden desencadenar un efecto de ira, por ejemplo, circular lento en una vía rápida; hacer gestos obscenos a otros; insultos verbales o malas interpretaciones de las señales que hace un conductor a otro conductor; entre otro gran un gran número de situaciones. (Estudio realizado mediante un convenio de colaboración entre la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla y León y la Universidad de Valladolid, y con la ayuda del Instituto de Salud Carlos III (Red de Trastornos Adictivos, RD06/0001/0020).

De esta última situación (mal interpretar un gesto), relataré un episodio personal reciente. En una carretera de doble vía (autovía con límite a 100 Km/hora), en el carril de la izquierda aparece un vehículo lento, pongo el intermitente de la derecha y procedo a adelantarlo, por detrás se aproxima a gran velocidad otro vehículo de menor cilindrada que el mío y me da la ráfaga mientras yo adelanto, hago uno gesto de calma por mi retrovisor, y me aparto a la derecha y él también detrás de mí, iniciando una persecución suya hacia mí. En una incorporación de un solo carril a otra vía, (de un solo carril la incorporación), me cierra el paso parcialmente, se baja de su coche en actitud amenazante, yo le esquivo por el arcén y aprovechando la mayor potencia de mi vehículo me distancio definitivamente de él.

Trastorno explosivo intermitente

Comentaré brevemente algo sobre el trastorno explosivo intermitente, donde hoy a nivel psiquiátrico y pericial, se incluye el trastorno de agresividad vial. Es un trastorno del control de los impulsos que aparece de forma intermitente ante un estímulo que lo desencadena, por ejemplo, un corte de mangas de un conductor a otro. Para que se cumplan los criterios diagnósticos, han de haberse producido al menos tres episodios de pérdida del control de los impulsos en la conducción de forma desproporcionada. Todos los autores coinciden en que debajo de este trastorno, hay fuertes conflictos emocionales. Incluso algunos neurobiólogos, que barren para casa, están buscando causas biológicas, como el neurotransmisor serotonina, implicado en numerosas funciones cerebrales, entre ellas la presencia o no de ira, atribuyendo a una mutación genética, el que los individuos con este trastorno explosivo intermitente tienen una mutación del gen HTR2B, que codifica uno de los receptores de la serotonina. La versión mutante de este gen es seis veces más frecuente en personas impulsivas que en la población general.

Guía de conducta

Finalmente, exponer brevemente una pequeña guía de conducta, si nos encontramos ante una situación de agresividad vial en la que nos vemos implicados:

-Quédate en el coche. No salgas nunca.

-No respondas a las provocaciones de los otros.

-Si es de noche encienda la luz del habitáculo.

-Si puedes alejarte hazlo con prudencia (en mi caso así lo hice y a parte inicial de prudencia le añadí velocidad en el alejamiento).

-Si eres tú el que has cometido la imprudencia o el mal gesto, y la situación lo permite, pide disculpas de forma asertiva.

-Si tú eres un sujeto que ha tenido tres o más episodios de conducta agresiva vial, por favor, ponte en manos de un especialista que te ayude a moderar o suprimir estas conductas.

Por último, compartir esta reflexión del humorista español Jaume Perich (el Perich), tristemente fallecido en febrero de 1994, a los 54 años:

“Mis amigos me dicen que soy muy agresivo, pero me lo dicen a gritos”.

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