¿Se puede aprender la empatía?
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Siguiendo a Carla Giani, Profesora de la Universidad de Buenos Aires, la empatía es la capacidad de conectar emocionalmente con otros individuos, ya que esto permite reconocer, compartir y entender los sentimientos y los estados de ánimo de otros congéneres.
La empatía está vinculada con la capacidad de ponerse en el lugar del otro, conectar con sus necesidades y comprender su forma de actuar.
Suele aparecer como una reacción inmediata e inconsciente, porque un individuo experimenta algo que le sucede a otro como si fuera un sentimiento propio.
Una persona empática es aquella que tiene actitudes positivas como escuchar a los demás cuando están atravesando una situación difícil, comprender cómo se sienten otras personas, solidarizarse y ayudar a quienes lo necesiten.
Características de la empatía
La empatía se caracteriza por una serie de atributos:
- Comprensión de los sentimientos ajenos. Una persona que actúa con empatía busca comprender cómo se sienten otros individuos. Además, regula su comportamiento teniendo en cuenta cómo sus acciones pueden afectar a otros.
- Escucha activa. Una persona empática escucha con atención a los demás para ponerse en su lugar y darse cuenta de que necesitan.
- Intento de no juzgar. Una persona empática intenta no juzgar a los demás para poder comprender mejor lo que ocurre y poder entender el punto de vista del otro.
- Respeto por el otro. Una persona empática respeta los sentimientos y los pensamientos de los demás. Esto no significa que comparte las mismas ideas, pero sí que acepta las que son distintas.
- Reflexión sobre las palabras propias. Una persona empática es cuidadosa cuando se comunica con otros, puesto que tiene en cuenta que sus comentarios pueden herir los sentimientos de los demás.
Empatía como valor
La empatía fomenta vínculos sanos y respetuosos en todos los ámbitos.
La empatía es considerada un valor porque es una cualidad positiva que permite que una persona pueda comprender las reacciones, las actitudes o los sentimientos de otra. Está relacionada con otros valores, como la compasión, la generosidad, el respeto, la bondad, la solidaridad y la tolerancia.
Es un valor que le permite a un individuo identificarse con el resto de las personas y vincularse con sus pares de una forma amable y comprensiva, respetando sus derechos. Es una cualidad que se inculca desde la niñez y que puede mejorarse con el tiempo.
La empatía es un valor muy importante, porque fomenta vínculos sanos y respetuosos en todos los ámbitos, como la familia, la escuela, el trabajo y los espacios públicos. Por lo tanto, la falta de empatía hace que primen actitudes negativas que incluyen intolerancia, desigualdad e individualismo.
Tipos de empatía
Existen tres tipos de empatía:
- Empatía afectiva o emocional. Es la capacidad de percibir, comprender y sentir las emociones que otra persona experimenta. Por ejemplo, cuando una persona entiende que otra está triste porque perdió en una inversión en bolsa.
- Empatía cognitiva. Es la capacidad de entender la forma de pensar de otra persona, es decir, de “ponerse en sus zapatos”. Por ejemplo, cuando una persona comprende que alguien tiene una opinión diferente.
- Empatía compasiva. Es la capacidad de ayudar porque se comprende que otra persona está pasando por un momento difícil. Por ejemplo, cuando una persona dona parte de su dinero a personas que lo necesitan.
La empatía no solo es innata, sino que se puede entrenar asociando la felicidad de otra persona con recompensas personales.
Estudio publicado en Psychological Science
Cuando te sientes recompensado por la felicidad de otra persona, tu cerebro comienza a tratarla como favorita. Esa es la sorprendente conclusión de una nueva investigación realizada por psicólogos de la Facultad de Letras, Artes y Ciencias de USC Dornsife: la empatía no es solo un rasgo fijo, se puede entrenar.
En un estudio publicado en Psychological Science, los investigadores encontraron que las personas comenzaron a preocuparse más por alguien no por experiencias o valores compartidos, sino porque la alegría de esa persona se había relacionado emocionalmente con la recompensa personal.
El efecto fue sutil pero significativo, y duró incluso cuando no había recompensas involucradas. "Es un giro social en el experimento clásico de Pavlov", dijo Leor Hackel, profesor asistente de psicología.
"Al igual que un perro aprende a salivar cuando una campana hace una señal de comida, nuestros cerebros pueden aprender a sentirse bien cuando alguien más está feliz".
Para probar la teoría, los investigadores diseñaron una serie de experimentos en los que los participantes observaron a un personaje de dibujos animados que experimentaba altibajos cotidianos, como jugar con un perro o caerse de una bicicleta.
Después de cada escena, los participantes vieron un número en la pantalla subir o bajar, lo que representaba una ganancia o pérdida personal para ellos.
Con el tiempo, aquellos que experimentaron constantemente ganancias de los momentos felices del personaje comenzaron a asociar las emociones del personaje con la recompensa.
Más tarde, cuando se les mostraron nuevas escenas que involucraban al mismo personaje, esos participantes informaron sentimientos empáticos más fuertes, incluso cuando no había recompensas involucradas. También trabajaron más duro para ganar recompensas mientras veían las emociones positivas de ese personaje, lo que sugiere que el vínculo emocional tenía fuerza motivadora.
En un experimento final, los participantes eligieron tarjetas de regalo digitales para el personaje, sabiendo cuáles le gustarían o no. A veces, seleccionar un regalo que le gustaba al personaje reducía el total de puntos del participante.
Incluso entonces, aquellos que habían aprendido a asociar la felicidad del personaje con la recompensa eran más propensos a priorizar la preferencia del personaje, o a dudar más antes de elegir lo contrario, incluso cuando eso significaba perder puntos.
Los resultados sugieren que el aprendizaje emocional moldeó no solo cómo se sentían los participantes, sino también cómo actuaban.
Los investigadores dicen que estos hallazgos podrían ayudar a explicar por qué la empatía a menudo crece en entornos cooperativos, como aulas, familias o equipos, donde el éxito de una persona a menudo beneficia a todos. En entornos más competitivos, donde la ganancia de otra persona significa tu pérdida, esos lazos emocionales pueden ser más difíciles de formar.
Por último, compartir esta reflexión del psicoanalista Alfred Adler:
“La empatía es ver con los ojos de otro, escuchar con los oídos de otro y sentir con el corazón de otro”.
José Mª Manzano Callejo



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