sol: ya no hay casi ningún lugar libre de microplásticos.
Se han encontrado en el aire que respiramos, la comida que comemos y
bebemos, en nuestros órganos e incluso en la sangre. Se estima que al
año “se nos cuelan” unos 250 gramos de microplásticos en el cuerpo
humano.
Tortugas atrapadas en anillas de refresco,
pájaros con globos en el estómago, ballenas varadas con un estómago
lleno de basura plástica, islas de plásticos en varios mares y océanos, microplásticos en sal de mesa, en la placenta de mujeres embarazadas…
La contaminación por plásticos y microplásticos es una pandemia
silenciosa, que no solo afecta al medio ambiente, sino también a nuestra
salud a causa de su potencial tóxico, inflamatorio y neurodegenerativo.
Mientras los políticos deciden si quieren
acabar con el problema —estas semanas se va a negociar en Suiza el
Tratado de los Plásticos— aquí te dejamos algunas maneras para luchar
contra los microplásticos en tu vida:
Textiles para el hogar y en tu ropa: el
poliéster es una pequeña fibra de plástico que se desprende con el uso,
es decir, con el roce de estas prendas y también en cada lavado. Para
evitar los microplásticos hay que sustituir el poliéster por fibras
naturales, como el algodón, el lino o la lana.
Tablas de cortar y otros utensilios de cocina:
por cada corte que haces, pequeños trozos de plástico que tú no ves
salen desprendidos y, en el mejor de los casos, quedan flotando por tu
cocina o tu comida. Pásate a las tablas de madera o metal, no sólo para
cortar sino en todo lo que puedas en tu cocina.
Cosméticos y jabones:
en este caso los microplásticos se añaden “a posta” en el producto para
que su fricción haga el trabajo del jabón o del exfoliante o incluso
para que adquiera determinada textura. Por normativa en España y Europa
están prohibidos, pero la ley aún no ha llegado a todos los productos.
Puedes evitarlos leyendo la etiqueta y huyendo de los siguientes
nombres: AC, ACS, PA, PMMA, PEG, PQ, Dimethicone o Methicone, entre
otros.
Botellas de plástico:
liberan microplásticos al producto que hay en su interior, aunque la
acabes de comprar. Además, NO se deben rellenar, ya que liberan más
microplásticos aún y productos químicos tóxicos para tu salud, sobre
todo si se calientan. Mejor una botella reutilizable de acero. Y ya que
estás leyendo esto, tampoco calientes tu comida en un táper de plástico:
pásalo a un plato o usa un táper de cristal.
sol: los microplásticos no son solo un
problema ambiental, sino un desafío a la salud de las personas en todo
el mundo que necesita atención inmediata. ¡Actúa hoy por un futuro libre
de microplásticos! Súmate a la lucha cambiando tu consumo y firmando la petición, por tu salud y la del planeta >>
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