Aprendizaje de las emociones en la infancia
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La capacidad de los niños para inferir emociones a partir de señales sociales, como las configuraciones faciales, es crucial para discurrir por las interacciones sociales. La mayoría de los estudios existentes han utilizado estímulos que representan estereotipos de configuraciones faciales en apoyo a la opinión de que el desarrollo emocional progresa desde el juicio basado en la valencia (es decir, se siente bien o mal) hasta una diferenciación de emociones negativas más matizadas durante la infancia, una trayectoria que se cree que está impulsada principalmente por el aumento de la sensibilidad a las señales perceptivas. Sin embargo, las teorías más recientes argumentan que la codificación y discriminación de los movimientos de los músculos faciales por sí solos son insuficientes para predecir los sentimientos y comportamientos de los demás. En cambio, los niños necesitan acumular e integrar conocimientos conceptuales que incluyan marcos culturales para mostrar emociones e imbuir interacciones sociales con significado, así como información lingüística sobre las emociones. Por lo tanto, la aparición de las habilidades de los niños para razonar sobre las emociones de los demás se desarrolla tanto a través de procesos de abajo hacia arriba (atención a señales predictivas potencialmente importantes) como de influencias de arriba hacia abajo (refinamiento de la comprensión conceptual del comportamiento en individuos y situaciones). Es este marco conceptual el que permite a los niños comprender complejidades, como el hecho de que la misma emoción puede ser apropiada o inapropiada según el contexto, que diferentes personas pueden experimentar y mostrar emociones de manera diferente, y que el mismo individuo puede reaccionar de manera diferente a través del tiempo y las situaciones. Sin embargo, sigue siendo difícil encontrar cómo estos procesos perceptivos y conceptuales contribuyen a la comprensión de las emociones por parte de los niños.
La mayoría de los estudios anteriores han examinado la discriminación perceptual y el conocimiento conceptual de las emociones por separado, dejando su interacción con la edad en la configuración de la comprensión de las emociones de los niños sin explorar completamente.
¿Por qué los niños pequeños a menudo pierden las emociones detrás de las expresiones de los adultos? Un estudio pionero dirigido por el investigador Xie Wanze de la Escuela de Ciencias Psicológicas y Cognitivas de la Universidad de Pekín, en colaboración con el profesor Seth Pollak de la Universidad de Wisconsin, revela que la respuesta está en un cambio cognitivo.
Su investigación, publicada en Nature Communications, muestra cómo los niños de 5 a 10 años pasan de simplemente "ver" las expresiones faciales a comprender profundamente las emociones, confiando menos en el instinto y más en la percepción aprendida.
El estudio investiga cómo se desarrollan estos mecanismos cognitivos durante la infancia, llenando un vacío en la comprensión de la trayectoria de desarrollo del reconocimiento de emociones.
A medida que los niños crecen, su capacidad para navegar por entornos sociales complejos depende de una comprensión refinada de las emociones.
Esta investigación ofrece información sobre cómo se desarrollan los procesos cognitivos, con posibles implicaciones para la educación, la crianza de los hijos y las intervenciones para los niños que enfrentan desafíos socioemocionales.
El estudio exploró cómo los niños procesan las emociones a través de tres experimentos interconectados, que abarcan la actividad neuronal, la comprensión conceptual y el comportamiento.
En el primer experimento sobre la percepción, los investigadores utilizaron el etiquetado de frecuencia de EEG para mostrar que incluso los niños de cinco años podían diferenciar automáticamente entre cuatro expresiones faciales básicas (felicidad, ira, miedo y tristeza) a través de respuestas neuronales localizadas en la región temporo-occipital. Esta capacidad perceptiva pareció estable en diferentes grupos de edad.
El segundo experimento examinó el conocimiento conceptual a través de una tarea de similitud de palabras, revelando que los niños mayores tenían asociaciones emocionales más matizadas, como vincular la palabra "llanto" a múltiples emociones, una indicación del desarrollo de la complejidad emocional.
Por último, en el estudio conductual, los niños participaron en tareas de clasificación y emparejamiento. Los participantes más jóvenes tendían a categorizar las expresiones en términos amplios de positivo frente a negativo. Al mismo tiempo, los niños mayores mostraron una comprensión más refinada al distinguir entre emociones negativas específicas como la ira y el miedo.
Para integrar estos hallazgos, el equipo utilizó el Análisis de Similitud Representacional (RSA) junto con las Ecuaciones de Estimación Generalizada (GEE) para rastrear la dinámica cognitiva que subyace a la comprensión de las emociones.
Los resultados revelaron un cambio distintivo en el desarrollo: los niños más pequeños dependen más de las señales perceptivas, mientras que los niños mayores dependen cada vez más del conocimiento conceptual.
Esta progresión de "ver caras" a "comprender los sentimientos" subraya cómo el desarrollo emocional está moldeado por la experiencia, el aprendizaje y la creciente sofisticación cognitiva a lo largo de la infancia.
Por último, compartir esta reflexión de Graham Green: "El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños”.



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