Querido hermano Mijail, gracias por tu vida, por tu tiempo, por tu dedicación al bien común y por tu conciencia despierta y comprometida hasta el fin. Sin duda un ejemplo para la especie humana y no porque fueses "perfecto", sino sobre todo por empeñarte en Ser en vez de quedarte solo en el parecer, mandar y trepar. ¡Buen viaje de vuelta a la Casa Común, o sea, al verdadero comunitarismo sabio, humilde e infinito de la luz, en el que ya vivías por dentro!
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