Bernardo Vergara/eldiario.es
EL POSO DE LA COSTUMBRE
La costumbre es el aliño que le da sabor al tiempo.
Poco importan sus valores, su sentido, sus razones,
su ética y su condición.
Lo que mola es ese encanto rutinario y persistente
estúpido, irracional, que perdura por sí mismo
en un breve tiempo/espacio convertido en dobladillo
e intenta ser inmortal en cada chispa de vida
mientras se viene y se va
repitiendo como insectos los ritos de cada especie
sin jamás atar los cabos del principio y del final.
¿Para qué reflexionar, unir efectos y causas,
y así poder comprender,
si todo va funcionando al ritmo de lo que pasa
que nada dura por siempre salvo en la imaginación
que confunde sin parar materia y eternidad,
saber con acaparar, conocimiento y ficción?
Ya tenemos una ciencia y una gran tecnología
para ir remendando el roto que ambas
van perfeccionando
usando siempre al revés el caudal de sus hallazgos
sometidos al poder del dinero y su bulimia.
En medio del colocón entre lo bueno y lo malo,
entre propuesta y gestión, entre lo tonto y lo sabio,
de Parménides a Heráclito, entre el cielo y el infierno,
entre sandía y melón, pasa la vida por medio
en un presente infinito, en el que nos encontramos
sin que se pueda evitar,
donde pasado y futuro carecen de espacio y tiempo,
que solo son consecuencias del presente ejecutor,
que es un "siempre" pasajero
y un pozo recolector en plan agujero negro,
pues depende de nosotros y la luz de las conciencias
despiertas al portador como cheques infinitos
para poder dar la vuelta a los mundos que encontramos
convertidos en materia donde inyectar energía
sembrando la eternidad en el curso del día a día.
Explicado con palabras "lo de siempre" se confunde
con rutina resignada, con el moho y con la mugre,
con una seguridad que no existe para nada,
pero que además confunde la memoria con los mantras,
el marrón con la costumbre, la verdad con la ficción
y a lo que le llaman "dios" con el poder del dinero
y la manipulación convertido en religiones
y de espaldas al amor: la eternidad sin fronteras
capaz de hacer el milagro de integrar lo desgarrado,
de curar la enfermedad de un egoísmo cruel,
de despertar al que duerme al borde del precipicio
antes de que se despeñe creyendo tenerlo todo,
de descubrir los adentros llenos de paz y alegría
en los peores momentos,
creando nuevas energías que transforman en consenso
las luchas de cada día.
El amor es el remedio para acabar de una vez
con la pandemia "del siempre",
que extermina por decreto,
con el "chip" de la costumbre,
de la rutina aprendida, del cenizo persistente
que solo puede existir si se ignora lo profundo
que somos y nos sostiene.
Pero no busquéis amor ni en el cine ni en la tele,
ni bailando con medusas,
ni en la juerga ni en el fútbol, ni en las compras compulsivas
ni en cervezas y cafés ni fumando como locos
para que el humo intoxique el aire que somos tod@s.
Entrad en vuestro interior y descubrid el silencio
tan vivo como creador, que tod@s llevamos dentro,
porque en cada ser humano, igual que en cada criatura
y elemento existencial, está vivo y palpitante idéntico capital.
Lo que no descubras dentro, nadie te lo puede dar.
Si la costumbre es tu asa para agarrarte a la vida,
descubre el asa interior y encontrarás la salida
que empezará a reflejarse también en el exterior
sanadora y compartida.
No lo dudes y adelante, que el silencio y el amor
que nacen en los adentros y se nutren repartidos
en la brisa del nosotr@s
son el doble pasaporte para el viaje de la vida.
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