Es incomprensible que con la cantidad de incendios forestales que estamos padeciendo actualmente, en los reportajes gráficos que se editan en los medios de comunicación solo se vean recursos aéreos intentado apagar los fuegos descomunales desde unos desvalidos helicópteros que casi parecen de juguete, con un cubito enano colgando mientras sobrevuelan, igual que moscas o mosquitos, los inmensos bosques y superficies en llamas, como si se tratase de apagar una falla o unos ninots ardiendo. Con semejante tiberio, cabe preguntarse, si con tal baile volador y en las dimensiones del cubito llegará algo de agua a su destino apagador.
Supongo que no seré solo yo la única que se pregunte, alucinando, ¿dónde están en estas movidas terribles aquellos aviones Canadair del 43 Grupo del Ejército del Aire, con sede en la base aérea de Torrejón, que desde los años 70 han trabajado constantemente con una total eficacia, cada verano y en cualquier momento de peligro ígneo a lo largo del año en cualquier zona incendiada? Esos aviones además de tener una capacidad extraordinaria para combinar volumen, velocidad y flexibilidad de maniobras, disponen de unos depósitos para almacenar agua con unas dimensiones suficientes como para conseguir apagar los fuegos con mucha más pericia, cantidad y espacio a cubrir, las fotos que acompañan este post lo evidencian. La labor conjunta del ICONA y el Ministerio del Aire fue de una eficacia indiscutible para que el fuego no arrasase la tierra en los veranos, sobre todo, por eso mismo no se explica que ahora ese trabajo cooperativo e imprescindible ya no exista. También hay que considerar si la sustitución de la Dirección General de Montes por el ICONA mejoró las cosas o las empeoró. A la vista está que el mejoramiento fue evidente durante años, hasta 1991, cuando el ICONA desapareció y el 43Grupo fue perdiendo la atención del Estado para irse sustituyendo por contratos privados y la entrada en escena de los ineficaces helicópteros, que ya no son cosa del Estado, obviamente, sino de la especulación privada; el negocio por encima de todo suele tener estas cosas...
(Wikipedia: El Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) fue un organismo administrativo español para el estudio y actuación en la conservación de la naturaleza, que por el Decreto-Ley 17/1971 de 28 de octubre reemplazó al preexistente de la Dirección General de Montes. Estuvo adscrito al Ministerio de Agricultura.
El ICONA durante su tiempo de funcionamiento desempeñó un papel clave en la conservación de los espacios naturales,1 y tras la asunción de la mayoría de sus competencias por las distintas comunidades autónomas, fue sustituido en 1991 por la Dirección General de Conservación de la Naturaleza.)
Ese departamento del Ministerio de Agricultura trabajaba unido al 43Grupo del Ejército del Aire, que mientras el ICONA cuidaba de la Naturaleza en general, se ocupaba de apagar y controlar los fuegos de montes, campos, bosques y poblaciones que estuviesen sufriendo incendios, para ello, se trabajaba diariamente en el entrenamiento completo de los pilotos y de los mecánicos, todos ellos militares y técnicos, en el estudio práctico sobre embalses, playas y mares , tomando y soltando las aguas adecuadas y con destacamentos temporales ad hoc cuando el peligro incendiario estallaba por cualquier causa en cualquier zona del Estado. Los incendios duraban muchísimo menos que ahora, estoy segura de que con dos o tres Canadairs actuando en Bejís, en Extremadura, en Galicia, Catalunya o en Zamora, nunca se habría llegado a estas catástrofes espantosas. Un ejemplo: sencillamente, ¿cómo apagar cuanto antes en el campo una hoguera peligrosa : a) aportando agua con dedales, -alegando que los dedales se manejan mejor que los cubos, o b) con mangueras y cubos grandes llenos de agua? Hay que ser muy tontos o muy sanguijuelas financieras, para apostar por los dedales. Los resultados del destrozo cantan La Traviata en estéreo.
El Escuadrón del 43 Grupo disponía de 30 aviones, con el personal perfectamente activo volando cada día para entrenarse sobre el agua y sobre la tierra y que así cuando el fuego se hacía presente, todo estaba más que preparado para apagarlo cuanto antes y con los menos efectos secundarios posibles. Jamás tuvimos en aquel tiempo que recuerdo entrañablemente (en nuestro caso, el paterfamilias fue piloto allí durante nueve años), la experiencia del destrozo total de superficies agrícolas, de pueblos y de campos, bosques, casas, pueblos...Y que los medios aéreos para la extinción del desastre solo sean un par de helicópteros inoperantes con un mínimo cubito de agua flotando por el aire atado como una cometa a la tripa del aparatejo, cuya ineficacia si no fuera tan real como palpable, parecería un ocurrencia de José Mota, se usen como "remedio" ignífugo en una hecatombe bestial.
Me pregunto, ¿En qué piensa el Ministro de Agricultura?, si es que es capaz de pensar, claro...Nunca el Ministerio de Interior se había ocupado del Medio Ambiente ni de la Agricultura, a Marlasca se le agradece la intención, pero en el Medio Ambiente y Agricultura lo suyo no encaja mucho ni poco, a lo mejor Ximo Puig podría dar unas clases de trellat, en fin, estas innovaciones huelen más a chapuzas que a un Gobierno central con las cosas claras...
¿No sería ya hora de crear por separado un Ministerio del Medio Ambiente, hasta que se aclare el significado concreto del concepto 'Transición Ecológica', -que al parecer no están completamente entendido ni asumido- con un departamento dedicado especialmente al tema de los incendios, a prevenirlos constantemente y a eliminarlos antes de que achicharren todo el país? ¿Cómo se explica que la escasez de luces de la dictadura franquista tuviese mucha más capacidad previsora en el tema incendios forestales que una Democracia en plena crisis climática? Izquierda y derecha incapaces para cooperar construyendo...si no se se limpian esas legañas, la dislexia impolítica y sus secuelas acaban haciendo puré los Estados. Hacer negocio destrozando el bien común solo es propio de la ceguera de un capitalismo deshumanizado tan garrulo y torpe como suicida. Ains!
Ah, un detalle: ser ¿¡expertos?! no significa conocer todas las teorías acerca de cualquier especialidad, -lo que antes se llamaba con sorna, "enteraos"-, sino tener experiencia práctica, presencial y auténtica en las materias de las que tanto se habla y, con demasiada frecuencia, tan poco se conoce de verdad. Pensemos un poquillo, que no es moco de pavo: ¿qué pasaría si los médicos o los arquitectos o los ingenieros solo estudiasen en los libros y no hubiesen tocado nunca un bisturí, un ladrillo, un andamio o una herramienta porque esos elementos no dan glamour y son cosa de pobretones de baja estofa? Pues ya basta con tanta "expertología" porque la realidad inevitable desautoriza y deja en ridículo constantemente a sus lumbreras, demasiadas veces con unas secuelas terribles.
Como muestran las imágenes, no hay nada que ver entre un concepto de eficacia extintora y otro...En fin, lo deseable es que los dos cerditos del cuento con las casas en plan chapuza cuando el lobo, -como el viento en Bejís y su comarca, se anima y dice "soplaré, soplaré y la casa derribaré"-, deshace todo en un plisplás, se junten de una vez con el hermano más inteligente y, por ello, capaz de construir la casa adecuada para estar protegidos y a salvo del fuego. No es tan difícil de entender; la humanidad "enterada" e inexperta nunca logrará ir más allá de fabricar robots y bombas atómicas, mientras las secuelas y efectos de tanta "expertorancia" va dejando el planeta para el arrastre. Menos adicción al boom constante de la teledirección forrística y más alma y conciencia, porfis!
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