martes, 13 de junio de 2023

Gracias, Javier Gallego y eldiario.es, por estas reflexiones que ayudan a ver lo que hay en el fondo de armario izquierdista y devoto de "lo de siempre"


Sumar la división


La ministra de Igualdad, Irene Montero, y la vicepresidenta y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante la marcha del pasado 1 de mayo en Madrid.

Javier Gallego


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eldiario.es

La izquierda debería ser una fiesta. Ha conseguido la coalición más amplia desde el Frente Popular. Sumar ha reunido a quince formaciones de todo el Estado. Pero no hay aires de victoria sino humo de batalla, no hay ambiente de celebración sino de funeral, no hay alegría sino amargura, porque ha habido una guerra fratricida que no ha acabado, porque se han profundizado las heridas y porque el pacto con Podemos más que un acuerdo de adhesión es un acta de rendición del partido y de defunción de dos mandos, Irene Montero, vetada, y Pablo Echenique, apartado. No se ha buscado tanto la unión como la sumisión de los morados. No hay unidad porque están divididos. Es una suma con restas. Mal empiezan. 

No ha habido más veto que el de la ministra de Igualdad. La lista de motivos para dejarla fuera es larga: está quemada, despierta odio, no suma, resta… Pero es más importante la lista de razones para dejar que sean ella y su partido los que decidan. En primer lugar, todas las formaciones han podido elegir sin restricciones. Es una discriminación inadmisible. En segundo lugar, cuando aceptas unirte a un partido en coalición, asumes el paquete completo. La cuestión es que Sumar, y sobre todo, Más País, no estaban muy por la labor, según crónicas de la negociación. Quieren sus votos y sus bases sin sus cargos ni sus cargas y eso es una contradicción. No hay una cosa sin la otra. 

Por último, y más importante, a Montero la han quemado en la hoguera de los medios de la derecha por sacar adelante leyes feministas y por ser quién es. A mí ella me ha parecido mejor en sus logros que en sus crisis en las que no ha sabido o querido apagar algunos fuegos por confundir firmeza con rigidez, pero la izquierda no puede entrar en el marco de la derecha porque envía el mensaje de que quien lo intenta, muere abrasado. Así es como los reaccionarios hacen retroceder el progreso. El Supremo, tan oportunista en sus sentencias, en plena negociación, le quitó la razón a la ministra en la Ley del Solo Sí es Sí, pero también a sí mismo en sentencias anteriores. Lo vimos con Oltra, lo vemos con Montero. Cuando la turba prende las antorchas, la izquierda debe poner el cuerpo delante y el pie en pared para proteger a los suyos.   

Me temo que el problema de fondo es que Podemos y Sumar no querían confluir. Podemos se ha resistido todo este tiempo, con indisimulada hostilidad, contribuyendo al descrédito de Sumar. Yolanda Díaz respondió que podrían ir sin ellos. Pero el resultado del 28M ha sido tan severo con los morados que se han visto obligados a unirse. No por convicción sino por necesidad. Por supervivencia no solo política, también económica, porque la situación después de perder tanto poder es crítica. Me temo también que Sumar no ha perdonado el daño recibido y ha aprovechado su superioridad para exigir la rendición incondicional. Pero cautivo y desarmado el ejército morado, la guerra no ha terminado sino que continuará diez días más hasta que se cierren las listas en las que los de Ione Belarra intentarán a toda costa incluir a Montero. 

Asumamos que es un matrimonio de conveniencia, pero démosle la vuelta a la narrativa. No es tanto por su conveniencia como por la conveniencia del país. Aunque los padres ya no se quieran, los hay que son capaces de entenderse para cuidar de los hijos. Pueden tener diferencias sobre su educación, pero llegar a acuerdos y aportar cada uno su manual. Sumar y Podemos deberían hacer de la necesidad virtud. Ambos se necesitan, la izquierda los necesita, pueden convertir sus diferencias en su fortaleza, no en su debilidad. ¡Menos mal que hay izquierdas distintas, diversas, contrapuestas, que discuten y se enfrentan pero que han decidido convivir y cooperar! Hay que sumar la división. No les queda ni nos queda más remedio. Mal han empezado pero pueden acabar bien. Para eso deben cesar la agresión y el agravio. También por parte de los entornos tóxicos. Si Podemos ha aceptado entrar, tendrá que ser parte. Si Sumar ha aceptado que entre, tiene que dejar que lo sea.

En esta semana de negociaciones esperpéntica y espantosa ha faltado lo que hemos pedido con insistencia: prudencia y generosidad. Generosidad para ver al otro, prudencia para acercarse a él. No solo por parte de los partidos, también de los votantes. A quienes dicen que sin Irene o con Irene no votarán, les preguntaría si prefieren un gobierno con Abascal. Propongo una solución salomónica que requiere generosidad y altura de miras y que no contentará a las partes pero puede gustar a la ciudadanía y detener el ruido y la furia de una maldita vez: que Sumar rectifique y acepte a Irene Montero en reconocimiento a sus méritos y que Irene Montero agradezca la rectificación, pero tome la decisión de apartarse como hizo Iglesias cuando llegó a la conclusión que movilizaba más en contra que a favor como demostró el 28M. Dejar paso a nuevas caras para abrir el partido y seguir trabajando desde otro lugar. Irene Montero podría hacerse un Pablo Iglesias. 

** Nos necesitamos más que nunca, os necesitamos más que nunca. Para tener una radio propia, una casa propia, un refugio. Ayúdanos a proclamar la república independiente de la radio en goteo.cc/vamosaproclamarlarepública ** 

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Comentario del blogg

Querido hermano Javier Gallego, tienes todo el derecho a expresar tu opinión, tus ideas y tus sentimientos, claro que sí, pero hoy confieso que al leer artículos como éste, comprendo por qué la izquierda española se destroza a sí misma con las mejores intenciones, sin duda, pero con unos errores perceptivos de campeonato. 

Una enfermedad nunca se podrá curar si el tratamiento consiste en intoxicar al paciente con medicamentos y normas que lo empeoran  en vez de mejorarlo, lo debilitan y lo paralizan,  que en vez de orientarlo lo desorientan, que le animan a seguir con las mismas costumbres que le han provocado la enfermedad que lo está matando...Decirle a Sumar que debe seguir en las mismas, fumando egopatías podemitas, en plena bronquitis social, no sólo no ayuda, es que forma parte del tabaquismo que no se reconoce como toxicidad mediática, eso sí, con las mejores intenciones, indudablemente. 

Sumar la división es lo que se está haciendo, precisamente, con el fuerzo de tod@s pero eso significa, que la división precisamente por ser la causa básica del problema, no se  puede ni se debe convertir en "heroico" chantaje ni amenaza de unos líderes/as que hasta  ahora sólo han liderado la obstrucción y la falta de visión sumadora. Estas actitudes son la enfermedad crónica de la izquierda española: pretender conseguir el bien común haciéndose trizas a sí misma y cuando hay iniciativas renovadoras y más inteligentes para poder superar y curar la enfermedad, se boicotea todo lo que los demás consideran oportuno, sólo con el fin de no perder protagonismo ni un ridículo ppoder que no ppuede conseguir nada bueno para tod@s con semejantes actitudes. 

¿Por qué cuesta tanto alegrarse de que las cosas mejoren si no las hacen nuestros colegas como a nosotros nos molaría, sino que incluso lo mejoran todo en vez de empeorarlo en favor de esa eterna "lucha" tan extenuante como inútil, por imponer lo pproppio sobre lo ajeno sin comprender que ese no es el objetivo de la política más sana y necesaria? ¿Por qué les da tanta rabia que ganen "l@s otr@s", si lo están haciendo mucho mejor que "l@s nuestr@s"? 

Esa izquierda demasiado esppañola necesita madurar, que ya tiene muchos años -150 años de honradez, más o menos, desde que el Pablo Iglesias original la puso en marcha en el Parlamento español - y va siendo hora de comprender   que lo que envejece sin madurar se vuelve rancio y se seca, sólo estorba y no ayuda a nadie a mejorar nada, sino que incluso empeora lo que pretende arreglar, que es lo que está haciendo la escuela/secuela del Pablo Iglesias actual en fotocopia borrosa, remasterizada e irreconocible del Pablo Iglesias inicial.

Hay que decir basta a ese marrón en nombre de unas bases sociales que ya han sufrido la intemerata; sumando no se expulsa a nadie que previamente no se haya expulsado a sí mism@ de la inclusión. Lo único que esas bases sociales no deseamos ni necesitamos es que quienes no alcanzan a dar y gestionar lo necesario, vuelvan a gobernar la cosa pública. Que estén ahí, es genial, nadie las echará como miembros de un partido llamado Podemos, pero que no decidan ni desgobiernen, en plan personalista, cuando ya han demostrado que no saben lo que hacen, o peor aún, si lo saben, y siguen erre que erre con los egos desatados y sin tener en cuenta la que están liando. 

La madurez del conocimiento, la humildad, la conciencia, la salud ética  y el acierto, son ingredientes fundamentales para que todo funcione. Especialmente el gobierno de los pueblos y estados. Si algo tan básico no se entiende, ni se practica,  lo "normal" es que nada funcione y el caos sea el constante sistem in failure. 

Un partido con diabetes no puede alimentarse de pasteles y caramelos, sin acabar fatal. Y mucho menos enfadarse cuando sus compañer@s de camino no les dan azúcar por su propio bien, que es el bien común. Que la vieja tradición izquierdosa del despotrique sine die, no nos siga impidiendo avanzar y evolucionar envueltos en eternos rifirrafes que nunca han sumado, empecidados en restar y dividir, solamente, si no  son su idea y su programa los que llevan la voz cantante -aunque por el camino se desafine, confunda y enrede, todo lo que se pilla por medio-.

 Es muy preocupante que ante un panorama de cambio urgente y necesario, como el actual, todo se reduzca a la crítica y al marujeo mediático, que no se hagan unas propuestas en red, por parte de la prensa y los colectivos sociales, para ir aportando iniciativas que sean linternas en la oscuridad para la política y la economía, en vez de estos socavones "del siempre igual" que tanto desmoraliza y hunde intenciones de voto, con las que siempre ganará la derecha devastadora, no por mayoría, sino por falta de votos y de ganas. ¿Votará alguien en La Cañada Real, en el Pozo del Tío Raimundo, en Orcasitas, en Entrevías, en Vallecas, en Los Pajaritos, en Orriols, en La Coma, en La Malvarrosa, en La Fuensanta, en La Olla del Pastor? Miles, millones de seres humanos olvidados, invisibles, sin techo, sin domicilio ni buzón al que enviar papeletas y propaganda electoral, sin luz, sin trabajo, sin comida, sin cuarto de baño ni retrete, sin más cama que cartones y trapos amontonados en las escaleras de un antiguo edificio de Hacienda, cerrado durante años, donde se tumban para dormir en medio del monóxido de Carbono de coches, autobuses, camiones...Todos ellos son votantes sin acceso al voto, que jamás votarían al pp ni a vox, si pudieran acceder a las urnas. Por ellos y ellas, por sus niños con un futuro imposible si no hay presente, necesitamos Sumar mucho más que zascandilear en tonterías egopáticas y pseudopolíticas.

¿Qué tal, por ejemplo, proponer supermercados estatales, que ayuden a los más vulnerables a comer cada día, bonos para el butano, para la luz, para el material escolar, para el transporte urbano? Todo ese programa del bien común está cada día más cerca si sumamos y más lejos si lo más importante se reduce al show de los 'quisiéramos pero  no podemos porque en realidad no queremos: nuestros egos están por encima de todo y yastá'.

Lo cierto es que nunca hasta ahora, hemos tenido la oportunidad de reunir en un mismo impulso sanador y terapéutico social tanta variedad de propuestas enriquecidas por la pluralidad y las diferencias, Sumando, claro...y superando bobadas sin más función que destruir lo que nos une para fardar de lo que nos rompe. La mejor prensa in-formativa y reflexiva tiene el deber ético y cívico de alegrarse con las buenas noticias y comunicarlas, y de cooperar, así,  en la creación y sugerencias de una nueva conciencia social y personal, de no levantar trincheras ni fomentar rupturas donde la paz y el acuerdo ya son una rescatadora emergencia.

Ánimo, familia, izquierda/reflexiva, que estas cosas sólo se arreglan despertando⏰⏰⏰!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Para poder salir de la caverna,obviamente. y cambiar de paradigmas no sólo ya demostradamente inservibles, sino también patológicos, que nos impiden avanzar y seguir sumando for ever, para el bien de tod@s. Construyendo así el bien común diario y cada vez más lejos del Paleolítico psicosocial que tanto daño nos ha hecho durante siglos, y nos hace aún, convencido, para acabarlo de arreglar,  de ser cansina y desesperanzadamente izquierdosísimo for ever and ever. O sea, por los siglos de los siglos, amén...digo, ¡¡¡Ya basta, xd... ains!!!  

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 Más datos para la reflexión, que equilibran relatos y realidades. Gracias, Antonio Maestre y eldiario.es, aportando datos y sucesos que aclaran y despejan lo más enredado del pifostio a causa del inexistente veto a Montero. Gracias!



Irene Montero ha perdido, no la han vetado

Ione Belarra e Irene Montero en el Congreso el 7 de marzo.

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El poder es inmisericorde en política. Se ejerce, o te lo ejercen. A Irene Montero no la han vetado, inició una batalla de poder contra Yolanda Díaz desde el mismo momento en que Pablo Iglesias eligió a dedo en contra de su voluntad a la ministra de Trabajo y ha perdido. Si algo ha caracterizado el modo de manejarse de la ministra de Igualdad cuando ha tenido poder sobre otra persona, militante, adversario o compañera de partido ha sido no tener piedad y ejercer con mano de hierro. El infantilismo y la necesidad de mitificar la propia identidad hacen necesario encontrar una salida de victimización que justifique que todo aquel que se elige para admirar está libre de la suciedad inherente a las dinámicas internas de partido, pero lo cierto es que Irene Montero jugó muy fuerte una batalla política contra Yolanda Díaz y ha salido derrotada. No ha ocurrido nada que no hubiera hecho la ministra de Igualdad de haber salido victoriosa, porque hay precedentes. El adanismo de la nueva militancia hace que solo se manejen con la memoria a corto plazo y olviden lo que pasó el último verano. Lo recordaremos. 

Enrique Santiago fue quien dejó a Irene Montero y a Pablo Iglesias su propia casa para que pudieran descansar en verano huyendo de la infame cacería que la extrema derecha había desatado contra ellos. Lo supimos porque esa persecución ultra llegó hasta el mismo Asturias escribiendo en la calzada de acceso a la vivienda de Santiago donde se hospedaban insultos contra la familia Iglesias-Montero. Ese gesto de camaradería no fue tenido en cuenta por Irene Montero y el líder del espacio in pectore cuando tras la disputa política emanada de la configuración del acuerdo en Andalucía se cesó al propio Enrique Santiago como secretario de Estado y a Amanda Meyer como jefa de gabinete del Ministerio de Igualdad. Dos personas del círculo más personal de Irene Montero y Pablo Iglesias, que les había ayudado en el ámbito personal y profesional, eran decapitados de manera implacable sin considerar si esa decisión era injusta o si era una traición a la confianza y el comportamiento pasado de ambas figuras del PCE. Irene Montero no dudó y mandó a Amanda Meyer a casa. Podemos no dudó y cesó a Enrique Santiago. El silencio de Amanda Meyer después de observar el victimismo del fandom de Irene Montero por haber perdido es un ejemplo de la mejor cultura militante de los cuadros comunistas.  

Es de un cinismo difícilmente comprensible que quien no dudaba un solo minuto en desterrar a cualquiera que no siguiera los preceptos de doctrina de la cúpula de Podemos quiera convertir la pérdida de una batalla política interna en la segunda muerte de Juana de Arco. Irene Montero no está en listas porque ha dejado muchas heridas internas en el ejercicio de su liderazgo y en cuanto los agraviados han visto una posición de debilidad de la ministra han aprovechado la oportunidad para apartarla de su camino. Es muy sencillo, no la quieren a su lado porque no confían en ella y tienen plena consciencia de que en cuanto pueda tramará contra los socios de coalición para devolverles los golpes. Nadie la quiere cerca en los partidos que han configurado la alianza no por su trabajo en el Ministerio de Igualdad, que todos aprecian y defienden, sino por sus dinámicas internas de toxicidad, en los partidos ajenos y algunas en el propio partido. 

Lo cierto es que la negociación con Yolanda Díaz la llevó directamente Ione Belarra. Si la presión pública, en ruedas de prensa de pose afectada y en declaraciones en redes sociales, que ha hecho por la presencia de Irene Montero en las listas la hubiera hecho en la mesa de negociación no es descartable que la ministra de Igualdad hubiera tenido presencia. Pero lo cierto es que la secretaria general del partido estaba más preocupada en colocar en listas a una directora general en Alicante para apartar a Txema Guijarro antes que a la ministra de Igualdad. El nombre de Pablo Echenique y el de Rafa Mayoral tampoco fueron puestos encima de la mesa por la secretaría general de Podemos. Las razones las sabrá Belarra. El desgaste de la figura de Irene Montero para incorporarse a unas listas con posibilidad de lograr unos resultados óptimos estaba asumido hasta por Pablo Iglesias, que en su libro reconoce que su figura estaba tan quemada que no podía ser la que le sucediera. Un diagnóstico que realizó antes de que el ecosistema derivado de las rebajas de pena por la ley del “sólo sí es sí” arrasara con su imagen pública fuera de la militancia más enfervorizada del partido.  

La estrategia de victimización y ataque de Podemos a Yolanda Díaz en la postnegociación es un modo de dar a su militancia otro enemigo exterior que justifique una nueva derrota que les garantice que nadie mire a la cúpula para pedir una asunción de responsabilidades por el papel subalterno que se han visto obligados a asumir tras una debacle electoral sin precedentes. Siempre hay alguien al que apuntar para que se evite mirar de manera interna. Si Ione Belarra hubiera concluido que Irene Montero es un activo político tan potente que le garantiza tener una presencia importante en el Congreso de los diputados se hubieran presentado en solitario, pero Belarra sabe que Montero representa mucho menos en la política española que los ocho diputados que le garantiza Yolanda Díaz. La militancia de Podemos no lo hará, pero si tiene que buscar a los responsables por la ausencia de Irene Montero de las listas en Sumar tiene que escudriñar en su propia organización.  

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