lunes, 19 de junio de 2023

Bueno, bueno, todo está conectado, es evidente. Termino de comentar el tema de Kant y Dios en la publicación de Anabel Cuevas en InfoLibre , sobre la unidad infinita del Espíritu al que llamamos Dios por darle nombre a una Realidad ante cuya Esencia no hay nombre que cuadre ni abarque una inmensidad sin límites soprendente a cada paso. Y resulta que al mismo tiempo en R.D. se publica este post de Leonardo Boff, totalmente en la misma línea, igual que el hermano Francisco, desde Roma, reflexiona sobre Blas Pascal, en términos semejantes. ¿Qué fuerza nos mueve y nos hace coincidir en la inspiración antes de escribir y publicar algo? Tengo la sensación de que nos movemos en una eterna y también, temporalizable danza sufi, en un Pantecostés laico y aconfesional sine die...Un estado de conciencia in crescendo, que la naturaleza humana más elemental trabaja desde los móviles, la telefonía, la radio, la tele, los aviones, los viajes en busca de lo esencial, e internet. Es alucinante que desarrollemos tanta comunicación material sin descubrir que ya estamos comunicad@s desde que nacemos, e incluso, desde antes de nacer...Que somos migas del mismo pan, puntos e hilos del mismo tejido y a la vez, parte del/a panader@ y del/a tejed@r, del/a arquitect@ que diseña y construye la msima Casa Común, sin duda, hij@s de la misma familia, que ha perdido a tantos seres queridos en el Mediterráneo y en las guerras sin sentido alguno, como todas, como de l@s niñ@s que se han salvado en la selva de Colombia...Cuanto más se globaliza lo peor, en paralelo se va extendiendo lo mejor, la energía de una gracia renovadora que supera todo y cambia la percepción de las circunstancias y el significado de lo que sucede o no sucede... La esencia inmutable y que fluye, que nos integra, es el eje central de lo que vivimos cambiando en formas, tiempos y espacios... Nuestro hermano Leonardoo Boff lo explica divinamente, recordando a Duns Scoto, el primer maestro que descubrí en clase de Filosofía a mis 16 años y que me confirmó experiencias personales que yo no sabía de donde procedían...Qué unidad tan hermosa, qué telar tan espléndido y qué maravilla reveladora en lo más sencillo, cotidiano y "normal"...Uno de mis hijos, a sus trece años, me dijo algo que nunca podré olvidar: "Mamá, en casa no necesitamos la fe para creer en lo que no se ve, porque a Dios lo vemos por el pasillo, estudiando y haciendo los deberes, en clase, en los que vienen a casa, o vemos por la calle y en el parque, en lo que nos cura o nos explica por dentro lo que no sabíamos.muchas veces sin que preguntemos sin que nadie nos diga nada..!" Pues sí, es cierto lo que Jesús decía: l@s niñ@s tienen una vista de linces. Procuremos no perder el mapa ni la brújula que su energía nos regala y conserva dentro de nosotr@s si así lo intentamos. Es un regalo, tan natural como la misma vida, que una vez descubierto y acogido, jamás caduca ni se agota en cualquier formato que se presente!

 

"Más allá de las cosas, Él existe, con una naturaleza distinta a la de las cosas" Si Dios existe como existen las cosas, entonces Dios no existe

El ser humano, siempre a la búsqueda de respuestas
El ser humano, siempre a la búsqueda de respuestas Greg Rakozy

“Dios no existe”, estimaba el físico y astrónomo Stephen Hawking, que murió en marzo de 2018. Responderé con un filósofo y teólogo medieval, de los más perspicaces, hasta el punto de ser llamado “doctor sutil”, el franciscano escocés Duns Scoto (1266-1308): “Si Dios existe como existen las cosas, entonces Dios no existe”

“Dios no existe”, estimaba el físico y astrónomo Stephen Hawking, que murió en marzo de 2018. Responderé con un filósofo y teólogo medieval, de los más perspicaces, hasta el punto de ser llamado “doctor sutil”, el franciscano escocés Duns Scoto (1266-1308): “Si Dios existe como existen las cosas, entonces Dios no existe”.

Ambos, Hawking y Scoto, tienen razón. El famoso físico e identificador de los “agujeros negros” se mueve dentro de la burbuja de la física, de aquello que puede ser medido, calculado y hecho objeto de experimentación empírica. Buscar a Dios dentro de este paradigma significa no poder encontrar a Dios porque Dios no es una cosa, con las características de las cosas, por minúsculas que sean (un topquark, el bosón de Higgs) o por mayores que se presenten como el conglomerado de galaxias, de tamaño incalculable. Lo máximo que la razón podría decir es que Dios es el “Ser que hace ser  todas las cosas”, no siendo una cosa.

Así pues, desde la física, es válida la afirmación de que “Dios, de hecho, no existe”. Él no cabe dentro de la física por que no es una realidad física. Solo que la física no es la única ventana de acceso a lo real.

Stephen Hawking
Stephen Hawking

Hay otras realidades que, por no ser físicas, no dejan de ser realidades. Así una lombriz jamás entenderá una música de Vila Lobos, ni el coronavirus sabrá apreciar un cuadro de Tarcila. Son realidades de naturaleza diferente.

Duns Scoto tiene también razón porque al referirnos a Dios, sostiene él, estamos pensando en una Realidad Última que trasciende todos los límites de la física, del espacio y del tiempo o de cualquier otra forma de conocimiento. Es el Innombrable, y el Inefable, Aquel que no cabe en ningún lenguaje, ni en ningún diccionario. Dios no es un hecho de la realidad palpable que puede ser captada y dicha. Por su naturaleza, Él está más allá de los hechos. Él es Aquel ante el cual debemos, reverentemente, callar, expresando el Noble Silencio. Esa es la verdadera posición del pensamiento radical que se expresa por la filosofía y por la teología, tan bien elaborado en los escritos de Duns Scoto. Remarcando: Él es el Misterio que trasciende cualquier realidad dada, medible o captable por el ser humano.

Beato Juan Duns Escoto. (El doctor sutil, lumbrera de la “Escolástica”)
Beato Juan Duns Escoto. (El doctor sutil, lumbrera de la “Escolástica”)

Quien vio claro eso fue el filósofo vienés Ludwig Wittgenstein (1889-1951) en su famoso Tractatus Logico-philosophicus (1921) al decir: “La ciencia estudia cómo es el mundo; el místico se admira de que el mundo sea. Seguramente existe lo Inefable. Eso se muestra, es lo místico… Sobre aquello que no podemos hablar, debemos callar” (aforismo 6.522).

Aquí resuena la frase famosa de Gottfried Leibniz (1646-1716): “¿por qué existe el ser y no la nada?”. A esta pregunta no cabe respuesta: es el Misterio del ser frente a la nada. Ante el Misterio del ser se debe callar antes que hablar, porque todo lo que digamos queda más acá del Misterio que es Inefable e Inexpresable y ya supone que estamos en el ser.

En el horizonte del sentido

Pero no estando en el horizonte de las cosas, Dios sin embargo está en el horizonte del sentido. Por eso afirma Wittgenstein: “Creer en un Dios significa comprender la cuestión del sentido de la vida. Creer en un Dios significa percibir que no todo está decidido con los hechos del mundo. Creer en Dios significa percibir que la vida tiene un  sentido” (Id.ibd).

Pero volvamos a Hawking: todos los grandes científicos empezando por Newton, que introdujo el matematismo en la naturaleza, pasando por Einstein y otros, llegando al genial inglés, buscaban una fórmula que explicase toda la realidad. El intento era una “Teoría del Todo” (TOE en inglés: Theory of Everything) llamada también “Teoría de la Gran Unificación” (TGU).

Hay dos libros clásicos que resumen los  encuentros y desencuentros de esta magna cuestión: John B.Barrow, Teorías del Todo: la búsqueda de la explicación final (Zahar 1994) y el de Abdus Salam, Werner Heisenberg, Paul Dirac, La unificación de las fuerzas fundamentales: el gran desafío de la física contemporánea (Zahar 1994). Todos acaban reconociendo el fracaso de ese intento. En la expresión de John Barrow: “Toda la vida cotidiana, lo que mueve a los seres humanos en su búsqueda de felicidad y en su tragedia, no caben en la concepción del 'Todo'”.

El último a reasumir esta cuestión fue justamente Stephen Hawking en su famoso libro Breve historia del tiempo (Ediouro 2005). Lo intentó de todas las formas. Al final reconoció la imposibilidad afirmando: “Si realmente descubrimos una teoría completa, sus principios generales deberán a su debido tiempo ser comprensibles por todos, y no sólo por unos pocos científicos. Entonces, todos nosotros, filósofos, científicos y simples personas comunes, seremos capaces de participar en la discusión de por qué nosotros y el universo existimos. Si encontrásemos una respuesta a esta pregunta, sería el triunfo último de la razón humana porque entonces conoceríamos la mente de Dios” (Uma breve história do tempo, p. 145). Se refiere a Dios y a su mente oculta. Ese Dios-Misterio se encuentra en la raíz de todas las existencias, sustentándolas y haciéndolas continuamente subsistir, pero siempre oculto a la vista humana. Por eso las Escrituras judeocristianas afirman: “Dios habita en una luz inaccesible que ningún ser humano vio ni puede ver” (1Tim 6,16; Sal 104,2; Ex 33,20; Jn,1,18;  1Jn 4,12).

Entonces cabe, realmente, concluir: si Dios existe como existen las cosas, entonces Él no existe”. Más allá de las cosas, Él existe, con una naturaleza distinta a la de las cosas, como Aquel que sacó todo de la nada y continuamente subyace a todo lo que existe y podrá existir.

*Leonardo Boff es filósofo, teólogo y ha escrito: Experimentar a Dios hoy: la transparencia de todas las cosas, Sal Terrae 2003; Tiempo de transcendencia, Sal Terrae 2007.

Traducción de María José Gavito Milano

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