viernes, 16 de junio de 2023

Oportunísimo, profesor Pérez Royo, por estas reflexiones básicas y necesarias, sobre una realidad inocultable, que canta La Traviata. Mil gracias por escribirlas y a eldiario.es por editarlas y facilitarlas.Ya es hora de que la sociedad despierte y no se deje arrastrar otra vez por el ruido y así salvaguardar y facilitar la recolección de las mejores nueces. Por fortuna, Sumar, como las buenas cosechas, se fundamenta en la prudencia y en la equidad del mejor y más fértil silencio: ése que hace posible el funcionamiento normal y más sano de individuos y comunidades, más basado en el abrazo justo de la escucha y las manos tendidas, que en el barullo contaminante de la idiothía y por ello, personal y socialmente, tan inútil como tóxico y destructivo. Necesitamos mucho más la "sofía" sumadora, que a los "sofistas" (textualmente, "sofistoi" los que viven y cobran por fingir que "saben" lo qque en realidad ignoran); una experiencia padecida, explicada y vivida por Sócrates, como observada, sorportada y escrita por Platón en sus "Diálogos".

 

En Sumar no hay ruido

La ministra de Igualdad, Irene Montero y el exvicepresidente segundo y exlíder de Podemos Pablo Iglesias, ejercen su derecho al voto en el Colegio Público La Navata, el pasado 28M, en Madrid.

Javier Pérez Royo


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eldiario.es

El ruido está en la prensa de derecha y extrema derecha que se ha juramentado para canonizar a Irene Montero después de haberla martirizado despiadadamente y de manera ininterrumpida a lo largo de los últimos años. Atacándola, incluso, con complicidades encubiertas del Estado profundo, en lo que más le podía doler, en sus hijos. 

Ahí y en las redes sociales es donde está el ruido en torno a Sumar. Los supuestos antiguos votantes de Podemos, que ahora se están multiplicando en una campaña para promover el voto nulo a Sumar en las próximas elecciones, sí están haciendo mucho ruido. Ya veremos la noche del 23J qué éxito tienen. Antes, incluso. Ya veremos qué queda de esa pretensión de hacer ruido una vez que las Juntas Electorales Provinciales aprueben la proclamación de las candidaturas como muy tarde el próximo lunes. 

(Abro paréntesis. Los servicios jurídicos de Sumar y de las distintas formaciones política que se han sumado, valga la redundancia, a la iniciativa deberían estar muy atentos ante la posibilidad de que se interpongan recursos por parte de Vox contra los acuerdos de las Juntas Electorales Provinciales de proclamación de las candidaturas de Sumar. Es sumamente improbable, por no decir imposible, que tales recursos puedan prosperar, pero si distraerían la atención de la opinión pública y dificultarían la inicial puesta en marcha de la campaña de Sumar para hacer llegar su programa al electorado. Tal como está el patio, más vale pasarse de precavido). 

En todo caso, por el momento, no parece que estén consiguiendo tener impacto mínimamente mensurable en la confederación de las izquierdas que representa Sumar para el 23J. Y no han conseguido desviar en lo más mínimo la trayectoria que Yolanda Díaz ha diseñado para dirigirse al cuerpo electoral.

El único ruido digno de mención es el que está generando Pablo Iglesias. El ruido viene de muy lejos, como me imagino que el lector de el Diario.es sabe. Pero se ha acentuado la intensidad a medida que se aproximaba la campaña del 28M y todavía más desde que se han convocado las elecciones generales para el 23J.

Recomendaría a los lectores el artículo que Pablo Iglesias publicó en Ctxt el 20/03/2023 con el título: “Caminar Juntos: ocho tesis sobre la unidad y el frente amplio”. En el artículo Pablo Iglesias se retrata como en ningún otro. En el fondo y en la forma. Y en el tiempo: Unos días antes del acto constituyente de SUMAR en el polideportivo Magariños del 6 de abril, Pablo Iglesias definía la senda por la que Sumar debería transitar. Y lo hacía como algo que va de suyo, que cae por su propio peso, de tal manera que dejaba entrever de forma implícita que, si no se seguía esa senda, habría que sospechar de motivaciones ocultas.

Tras el batacazo del 28M, se ha notado que habla en una posición de debilidad, pero la voluntad de marcar la senda que se tiene que seguir se mantiene. Circunscrita ahora a la integración de los militantes de Podemos en las candidaturas de Sumar, sobre la cual ha reflexionado con carácter general y con una mención especial del caso de Irene Montero. 

Este pasado lunes, sin ir más lejos, en Hora 25, en debate con Carmen Calvo y José Manuel García Margallo, Pablo Iglesias se quejó amargamente de que Podemos había sufrido una suerte de castigo por el lugar en que habían sido colocados sus militantes en las listas, lo que denota una pérdida de sentido de la realidad preocupante. Podemos, por sí solo, vale electoralmente entre 0 y 3 escaños y va a obtener en las listas de Sumar un número de escaños muy superior, además del 23% de la indemnización electoral del conjunto de la confederación de izquierdas, que, tras la hecatombe del 28M, puede ser la garantía de su propia supervivencia. 

Más amarga fue todavía la queja por la no inclusión de Irene Montero en las listas, que consideró un error político muy grave, cuyas consecuencias podrían hacerse visibles no solamente el 23J, sino incluso a lo largo de varios años.

No entiendo cómo a la dirección de Podemos, en primer lugar, y a Irene Montero, en segundo, no se les haya pasado por la cabeza que si hay alguna persona en la que no se puede delegar la expresión de la posición de Podemos sobre el 23J es a Pablo Iglesias.

Esta delegación supone una devaluación tanto de la dirección de Podemos, como de Irene Montero como política en activo. Pablo Iglesias abandonó voluntariamente la dirección de Podemos, pero no puede borrar lo que ha sido su relación con ese partido desde el momento de la génesis del mismo hasta el momento en que decidió abandonar la dirección. Todavía hoy, aunque Pablo Iglesias alardee de que ha dejado la política en activo y que con ello ha ganado libertad para expresar su opinión, no es esa la percepción que se tiene en la sociedad española. La dirección de Podemos no puede ser percibida como una dirección sometida a tutela, porque eso le resta credibilidad a la hora de dirigirse a los ciudadanos. Y a la hora de defender la inclusión de Irene Montero en las candidaturas de Sumar. 

Menos todavía puede, en mi opinión, Irene Montero delegar en Pablo Iglesias la defensa de su lugar en las listas electorales de Sumar. Irene Montero tiene que defenderse a sí misma y si considera que debe ir en las listas, tiene que hacerlo saber expresamente y hacer uso de todos los instrumentos de los que disponga para hacerlo. Pero no puede dejar que sea su marido el que la sustituya en esa tarea, porque de esta manera su figura sufre una devaluación política inexorable. 

En todo caso, se trata de un problema zanjado. Para Yolanda Díaz y para el proyecto Sumar se trata de un problema que no es susceptible siquiera de ser sometido a discusión. Al punto al que se ha llegado, afecta a la percepción por el cuerpo electoral de la autonomía de Sumar como proyecto político, premisa indispensable para poder competir con credibilidad. De ahí que la respuesta de Yolanda Díaz, cuando se le pregunta por el tema, sea la que tiene que ser. Entre otras cosas, para que no se genere más ruido..

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