lunes, 19 de junio de 2023

¡Guau! Qué maravillosa sorpresa para empezar la semana con la mejor de las orientaciones, en un momento tan electoralmente decisivo como éste...Donde el Imperativo categórico de Kant y la Buena Noticia del Carpintero de Nazaret, ese Jesusito de nuestras vidas que, sin escribir ningún tratado de intrucciones, abrió las puertas del Infinito dentro de nosotr@s, se descubren como básicos cimientos transmutadores de una humanidad en caída nada libre, aunque una gran minoría piense que el autofiniquito del desastre más que anunciado, es una libre decisión autodinamitadora supechachi. Ainssss. Muchas gracias, Anabel Cuevas Vega e InfoLibre por esa lúcida y ética generosidad, al compartir reflexiones informativas fundamentales en vez de morralla divertidora (recordemos que 'divertere/divertire' en su significado original, no es "pasarlo bien" sino 'perderse', 'desparramarse', 'desorientarse', 'desperdiciar', en fin, seguramente si en la escuela y en casa nos enseñasen desde pequeñ@s el sentido real de las palabras que usamos y alimentan nuestro inconsciente mientras bloquean la conciencia individual y colectiva, este mundo no estaría como está...Inmerso en un perenne carnaval enloquecido donde no se distingue la realidad de la ficción, ni la mentira de la verdad...Gracias, otra vez, Anabel e Infolibre, por encender la luz del Imperativo Categórico con Inmanuel Kant, en medio del black out globalizado de un pifostio tan mediocre e idiota, depredador de sí mismo, como tontiloco, pero con solución si así lo decidimos, antes de que la cosa empeore...Mientras haya vida y ética posible, hay esperanza, no lo olvidemos. En fin...Ánimo y vamos a superar y a deshacer el lío entre tod@s, querida familia, Sumando lo más sano y lo mejor de cada un@, desde ahora mismo, si también aprendemos a sumar las restas y las divisiones hasta transformarlas en abono estupendo para la mejor cosecha del presente y del futuro posible. Venga, carinyets,que los abrazos, la escucha, la empatía, las manos tendidas y la ayuda mutua y directa del amor sin barreras ni siglas, sean l@s protagonistas de la mejor cosecha, "obrando de tal modo que nuestra conducta se transforme en ley universal", pues eso: en el ya imprescindible Imperativo Categórico kantiano, la razón filosófica y práctica de las Bienaventuranzas. ¿A que ese plan de urgencias mola mucho más que engaños, estafas, racismo, xenofobia, egoísmo guerrero, machista, torpe, sádico, especulador y destructivo a tope, a base de chulería "patriótica", violencia, guerras y exterminios de nuestr@s herman@s de especie y de Planeta, y todo sólo para mandar y forrarse en el evento? Digamos No a todo ese caos y, aprovechando que aún nos permiten votar, votemos, no les demos las llaves de la casa común si queremos seguir en ella...


El "imperativo ecológico" de Kant o cómo el filósofo no aprobaría el negacionismo del cambio climático🤩🤩😍😍🤗🤗👍👍👍👏👏👏🙏🙏🙏

Montaje de Kant en un campo de girasoles en sequía.

Se podría decir que la preocupación por el cuidado del medioambiente no es algo “nuevo”. Parece que la sociedad es cada vez más consciente de la existencia de una crisis que nos afecta en el presente y que amenaza con impactar aún más en un futuro cercano. De la mano de esta preocupación llegan las preguntas sobre responsabilidad, culpabilidad o soluciones. Más que meras amenazas ambientales, económicas y sociales, este desafío nos interpela en un nivel ético profundo. Nos obliga a cuestionar nuestros valores, principios y responsabilidades como seres humanos.

La filosofía se lleva ocupando durante siglos de debates éticos y morales, que en la actualidad nos pueden servir para abordar la crisis climática. Y si hay un filósofo que destaca por sus reflexiones sobre moralidad y ética, ese es Kant. Está claro que entre los siglos XVIII y XIX no se preocupaban por la capa de ozono o por la contaminación de los mares. Sin embargo, hay algo en el pensamiento de este filósofo que puede resultarnos muy actual. En primer lugar, era clara su admiración por la naturaleza. En el colofón que cierra su famosa Crítica de la razón práctica, Kant recogía las dos pasiones que inundaron su ánimo de admiración: “el cielo estrellado que vislumbramos sobre nuestras cabezas y la ley moral con que nos encontramos dentro de nuestro fuero interno”. Esto es para Carlos Javier González Serrano, profesor de filosofía, una declaración de intenciones. 

Es ciertamente improbable que Kant pudiera haber imaginado las circunstancias que enfrentamos en la actualidad, pero González tiene claro que este pensador no vería con buenos ojos la explotación de la naturaleza que llevan a cabo algunas empresas. El filósofo no lo diría de esta manera, sino que su consejo (conocido como imperativo categórico) sería algo más parecido a “obra de tal manera que la máxima de tu conducta pueda convertirse en ley universal”. De esta manera, Kant nos vendría a decir que talar árboles de manera masiva, verter químicos al mar o emitir gases contaminantes no serían acciones que querríamos como leyes universales, y por lo tanto no deberíamos llevarlas a cabo. 

Irene Gómez-Olano, redactora de FILOSOFÍA&Co explica cómo Kant “plantea una moral en la que lo que hacemos no puede ser bueno en algunas ocasiones y malo en otras, sino que tenemos que intentar que siempre sea bueno”. De esta manera, “si consideramos que contaminar es algo malo, cualquier acción que nos lleve a contaminar o destruir el planeta sería indeseable”. El pensamiento kantiano nos llevaría a examinar (y puede que modificar) nuestros comportamientos para que sean coherentes con este principio ético universalizable. 

Las personas, tanto físicas como jurídicas, nos encontramos en muchas ocasiones en la dicotomía de elegir entre hacer lo moralmente correcto o lo que nos beneficia. De hecho, estas decisiones se complican cuando parecen ser excluyentes. González ve así una contraposición entre las voluntades particulares y el “imperativo ecológico” que podría defender Kant. Considera plausible imaginar que el filósofo nos recordaría la importancia de anteponer los intereses comunes de la comunidad por encima de los intereses individuales. La ética kantiana nos insta a considerar el bienestar colectivo y a buscar soluciones que beneficien a todos, universalizando nuestras acciones. 

Si Platón y Aristóteles hubieran vivido el cambio climático “dirían que habría que recurrir al primer motor, a Dios, a algo exterior”, según imagina Manuel Ángel Fernández, profesor de filosofía en la Universidad de Oviedo. Sin embargo, Kant se acerca más a nuestro pensamiento actual porque él se apoyaría en la “ciencia, en la racionalidad humana”, considerando que es “lo único que nos puede salvar”.

La filosofía, como en tantas ocasiones, no escapa a las contradicciones, y este caso no es una excepción. Según Victoria De Julián, periodista y profesora de filosofía, el uso de la ética kantiana como guía de acción frente a la crisis climática plantea aspectos conflictivos. De Julián explica que Kant “jamás jamás prescribiría una acción concreta como ‘reduce el plástico o no consumas tanta agua’, por muy universalizables que fueran estas acciones, porque esto sería una ética material y heterónoma”, nos estarían imponiendo qué hacer, y esto es algo con lo que el pensador no estaba de acuerdo. 

Además, De Julián cuestiona que Kant viera todas las medidas ecológicas como universalizables y buenas en sí mismas. Se pregunta, por ejemplo, si reducir el plástico es algo bueno per se o si solo lo es porque reduce la huella de carbono. Este sería un caso de imperativo hipotético (que se contrapone al categórico y por lo tanto no es deseable) en el que “una acción solo es buena porque produce consecuencias”. 

El filósofo tampoco se caracterizó por hacer una defensa férrea de la naturaleza. A pesar de que manifestó en varias ocasiones su admiración hacia ella, la consideraba desde luego “un medio para un fin”, supeditado a los intereses de las personas, como recuerda De Julián. Hoy en día estas afirmaciones chocan con el pensamiento ecológico y sostenible actual, que trata de hacer ver la importancia de cuidar el medio en el que vivimos.

Las enseñanzas de Kant ofrecen tanto inspiración como paradojas al abordar la crisis climática. Puede que haya aspectos de su filosofía que podamos usar como bandera ante la crisis climática, al mismo tiempo que nos podemos servir de sus palabras para hacer uso de los recursos naturales a nuestro antojo. Aún así, a pesar de las diferencias de interpretación y de los siglos que han pasado, hay algo que sigue siendo actual en su filosofía: su capacidad de inspirar reflexiones y debates sobre la ética y la moral.  

 

:::::::::::::::::::::::::::::

P.D/comentario del blogg:

 

La riqueza intelectiva y de conductas aplicables a nuestra ontología como seres humanos, que nos ofrece Kant, es tan amplia y profunda que no sólo soporta maravillosamente los cambios temporales, sociales y culturales de nuestra especie, es que está centrada en la base del alma y de la conciencia humanas, sin depender del "religare", de las ataduras dogmáticas a los credos religiosos (re-atadores).  Kant en realidad es un guía, un humilde sherpa, que ayuda desde la laicidad humana, a entrar en la Casa del Hijo Pródigo, y para ello, siguiendo el camino más sano de la evolución que es experimentar en nosotros mismos los efectos de la reflexión responsable y su materialización conductual, sin las amenazas de pecados y castigos, descubriendo lo que llamamos "Dios" como el noúmeno del Ser que llena nuestro interior e ilumina el fenómeno en el plano exterior del existir como emanación y materialización del Ser. 

Creo que es el primer filósofo laico y aconfesional que ha integrado por completo lo humano y lo divino, sin apelar a ningún credo ni denominación de origen determinada. De hecho su trayectoria se ha llamado desde siempre "idealismo" y nunca "materialismo". Precisamente es ese sistema el primero que integra los planos de la idea y de la materia sin separarlas ni dividirlas entre lo divino y lo humano. En el fondo creo que la experiencia kantiana -la laicidad de Dios- es mucho más acertada y profunda que lo que llaman "teología" (una contradicción de términos, como lo es hacer una ciencia, un conocimiento, -logía- de lo que religiosamente se considera dogmáticamente inalcanzable e incognoscible para la humanidad), de tal modo que la Buena Noticia de Jesús de Nazaret es mucho más kantiana que religiosa. Jesús e Inmanuel (curiosamente Emmanuel es el otro nombre que se le da a Yosuah, qué concidencia, ¿verdad?)  son siameses espirituales y antropológicos. Si Kant hubiese vivido en el siglo I, habría sido igual que  Jesús y si Jesús hubiese vivido en el siglo XVIII habría sido como Kant. Manifestaciones humanas/divinas del Espíritu Infinito, que nos habita a tod@s, sin andar eligiendo, algo que es imposible catalogar ni analizar, lo mismo que las células no pueden estudiar ni controlar el mismo cuerpo que las contiene y las hace posibles, ni las piezas de un puzle o las glándulas uy órganos de un cuerpo, tienen sentido fuera de él o en el lugar equivocado. 

Igual que Jesús nos dejó como descubrimiento el amor infinito en nuestro interior para tener sentido, conexión y conciencia, Kant nos ha dejado la Ética como sistema nacido del interior con el que aplicar el amor a la conducta social hasta convertirla en norma indispensable para el sostenimiento sano de la vida en todas sus manifestaciones.

Ah, y un último añadido: ética y moral son un idéntico concepto con distinta morfología original, no se diferencian nada más que en la forma. En griego -que es el origen del término- ethos/ethou significa costumbre, uso, sin más, igual que en latín significa  mos/moris. Hábito, costumbre. 

Fue Aristóteles, en el siglo IV a.d.c, quien le adjudicó al concepto primario, un sentido más profundo y humanamente extensivo al añadir desde la conciencia en proceso evolutivo, una cualificación psicoemocional y con sentimientos más allá de las emociones, que valoran los hechos desde una óptica más profunda en la conexión entre lo que hacemos y lo que somos, un proceso natural e inteletivo que nos permite comprender la diferencia entre el noúmeno que integra y comprende y las costumbres y usos meramente mecánicos e instintivos del fenómeno

La Ética, sin duda, es uno de los valores más imprescindibles para la misma supervivencia de nuestra especie y de toda manifestación de vida. Es la hija mayor y más sabia del Amor y de la Luz, que hacen posible el Ser y la Vida; llamar "dios" a esa inmensidad se queda cortísimo. Por eso Kant no era ateo, era sencillamente agnóstico, tan humilde como para reconocer que desde la pequeñez del sí mismos no se puede alcanzar lo que evidentemente nos desborda, por más I.A. Doctorados y Metaversos que nos montemos para explicarlo todo. Milagros y sorpresas inexplicables incluidas. Si no nos hacemos tan sabios y libres como niñ@s, seguiremos for ever sin comernos una puñetera e infinita rosca con la Ética en el Reino de los Cielos, que está aquí mismo, aunque no lo parezca. Es lo que hay, querid@s herman@s!

No hay comentarios: