viernes, 9 de septiembre de 2022

Cosas que pasan y dan mucho que pensar

 

El modo en que gestionamos y asumimos lo que sucede en nuestro mundo, es sin duda el más claro análisis de  nuestras herramientas vitales para trabajar diversos aspectos de nuestro paso por el Planeta Tierra. Un ejemplo: la muerte de Isabel II de Inglaterra y el eco estrepitoso que ha inundado los medios de comunicación de golpe y porrazo. 

Un hecho tan natural como la muerte de una anciana de 96 años ha puesto la actualidad al pil-pil monotemático. En realidad una reina o un rey, en el siglo XX y XXI son solo etiquetas sociales, no desempeñan ningún trabajo del que dependa la vida de la ciudadanía, el equilibrio social ni la solución de los conflictos laborales, financieros, migratorios, ecológicos...al contrario son ellos los que viven de los impuestos de la ciudadanía, sin otro cometido que ser estatuas indiferentes e imperturbables a las necesidades y problemas de la sociedad humana. Pase lo que pase en "sus reinos" de fantasía carísima, ellos nunca abandonan sus palacios ni su tren de vida, insostenible para quienes, incomprensiblemente, les mantienen en el candelero de la exhibición. 

Este festival mortuorio tenía sentido y lógica en tiempos de Alejandro Magno, de Ramsés II, Ciro de Persia, Imperio Romano, de Carlo Magno, en fin de los  imperios de la antigüedad, incluidos el español, el francés, el inglés, el ruso...Es decir, cuando los emperadores y reyes del momento gobernaban personalmente y ejercían un poder necesario, tangible y ejecutivo, pero ya desde el siglo XX, las monarquías, gracias a la evolución social y al nacimiento de la conciencia común,  han ido perdiendo sentido político y social y resultan más un peso  económico insostenible para la economía de todo el planeta que una institución útil y eficaz a la hora de organizar los estados, sobre todo cuando hay crisis y dificultades para la economía de todo el planeta, como es el caso actual.

 Los reyes y reinas, con sus familias adjuntas, títulos y prebendas añadidas,  son como ninots falleros, pero indultats, como agravante,  porque para mantener su estatus de excepcional exhibición sin saber para qué,  es el pueblo el que se tiene que quemar en la falla financiera constante de unos presupuestos que para sostener el tinglado monárquico deben recortar forzosamente el gasto público en sanidad, educación, vivienda, investigación, agricultura, medio ambiente, ciencia, atención a las necesidades primarias más urgentes de la ciudadanía menos rica y más necesitada ayudándola a salir adelante, a crear puestos de trabajo, becas y propuestas que cambien la miseria en vida sostenible y digna, etc, etc. O sea, a la humanidad de nuestro tiempo le sobran monarquías (etimológicamente en el griego original, el poder arjía de uno solo mónos, sobre la politeia, la pluralidad y diversidad, ciudadana, que el derecho romano definió como la cosa de todos: la res publica, que, por supuesto, tras el triunfo de la monos arjía de Augusto, acabo convertida en el primer imperio europeo de la historia). 

Que a estas alturas de la evolución una monarquía como la inglesa siga a todo trapo con su trono y sus carrozas como en los cuentos de Canterbury, o de Cenicienta y la Bella Durmiente, sin que ni siquiera haya un partido republicano en el Parlamento del Reino Unido que reivindique por lo menos que los reyes y reinas no sean además los sumos pontífices de la religión que practican, como en tiempos de Enrique VIII y Ana Bolena, por cierto un rey que manipuló totalitariamente la política y la religión desde sus asuntos propios, hasta salirse con la suya, dividiendo la sociedad con una guerra civil, ¡religiosa nada menos!, entre la Escocia y la Irlanda católicas y el anglicanismo de su "majestad", que para hacer su santa voluntad, decidió que lo mejor era convertirse en dios, y no para ayudar a mejorar las cosas, ni mucho menos, sino solo para salirse con las suyas, "como dios manda", of course!, aunque eso supusiera cortarle la cabeza a Tomás Moro, el amigo personal que no acepto el cisma caprichoso del tirano, y por cierto, el más sano e inteligente de sus consejeros y alma gemela temporal de Erasmo de Roterdam. Al parecer, la monarquía inglesa lleva siglos pasándole factura a los  pueblos británicos por la dichosita Carta Magna de Juan sin Tierra, a la que consiguió darle la vuelta por completo y hacer que el pueblo considere la monarquía como un invento suyo, que ya es el colmo del humor inglés, xd!

Si de verdad Isabel II hubiese sido tan maravillosa en valores como ahora la consideran, no solo los ingleses, sino el mundo mundial de los medios, solo por verla durante 70 años viajando superchachi, a lo grande por el imperio de la Commonwealth  seguramente habría abdicado al conocer la historia de su propia monarquía, habría emprendido una vida mucho más digna privada y profesional, alejada del parasitismo dinástico y forrístico, habría estudiado y trabajado para ganarse la vida sin chupar del bote estatal, dignamente, como todos sus súbditos, seguramente Lady Di no habría muerto como lo hizo, ni sus hijos se habrían empantanado en asuntos turbios y rentables, posiblemente Gibraltar ahora sería un municipio andaluz y no un paraíso fiscal británico. 

Sí, creo que esta sobrevaloración anacrónica de las monarquías resilientes en pueblos y territorios donde jamás se ha podido establecer una democracia, porque los tronos, los cetros, coronas, castillos y palacios incontables forman  un penoso retrato actual de una humanidad, que añora el pasado anclada en un presente sin futuro, precisamente gracias a tanta añoranza épica desde una lírica con muy poca conciencia y bastante cursilería de maquillaje como barniz superficial y todo ello para celebrar el hecho consuetudinario de que las castas por el solo hecho de heredar genes y apellidos sigan eternamente manipulado y haciéndose de oro a costa de embaucar, engañar y arruinar pueblos y naciones, como la cosa más normal en  un sistema descerebrado y depredador que ya no es compatible actualmente con la misma vida y potencial desarrollo de la especie humana en el planeta Tierra. Es extraño y aberrante que precisamente en Europa aun existan tantas monarquías , si no hubiese sido por la descomposición de las antiguas URSS, en el Oeste europeo ahora habría más monarquías que repúblicas, en fin... ¡en el siglo XXI! 

El concepto político y el religioso son dos bastiones declarados de la misma manipulación universal, que Juan de Patmos explica metafóricamente en el Apocalipsis. Ambos sistemas en realidad son el mismo y su finalidad es convertir al ser humano en objeto de manipulación mediante el miedo y la necesidad, un camino en las antípodas de la liberación que tanto el Buda como el Cristo nos mostraron mucho más en la práctica que en las teorías. ¿Y qué mejor garantía de "seguridad" que incluir nada menos que a "dios" o a los "dioses" en el negocio, para que eso facilite la validación de la violencia, el poder arrasador político y financiero y la manipulación de las leyes convirtiéndolas en decretos "divinos", cuyo incumplimiento se convierte en pecado y/o delito, no tanto por el daño que perpetra contra la humanidad, sino porque rompe, debilita y desactivaría el poder de la "autoridad" imperial, que en el fondo es el motor material del día a día que nos venden según sus intereses. La publicidad como negocio y herramienta es el chollo del milenio. 

Juan lo deja clarísimo en la Revelación, -que es lo que significa el término Apocalipsis, no catástrofe, al contrario, la catástrofe es lo que se produce cuando no se sabe leer en los acontecimientos y actitudes que provocan los errores asumidos como victorias y triunfos de un sistema endiosado en sus peores inercias que para colmo se consideran triunfos y avances-, a ese negocio vis a vis entre poder material y religioso, Juan lo llama "la gran ramera", o sea, la prostituta que vendiendo parcelas de su "cielo" inmobiliario, se hace de oro, mientras ayuda a construir y propagar el infierno entre los seres humanos, "bebiendo con los poderosos de la tierra en la copa del poder la sangre de los mártires", o sea, de los testigos-víctimas que -¡qué causalidad!- siempre son los pobres, los oprimidos, los olvidados y los explotados, no solo económicamente sino también psicoemocialmente, "los tontos" excluidos del "progreso" y de la misma vida cuya calidad es ínfima para la inmensa mayoría del Planeta y abrumadoramente rica para la minoría de siempre y al mismo tiempo biológica y climáticamente terminator para el resto de la humanidad y del planeta que nos soporta.

Pues bien, la monarquía inglesa es el prototipo perfecto de ese modelo, en el que también se convirtió en el año 313, la iglesia católica. En realidad Enrique VIII siguió al pie de la letra el mismo apego al poder, queriendo imitar a Lutero, empleó su "revolución" para todo lo contrario: solucionar sus conflictos egocéntricos con el papado, no para que la Biblia se tradujese al inglés libremente, ni para reivindicar la relación directa del ser humano con su Origen infinito, al que llaman "señor" sin comprender que solo los "señores" necesitan esclavos y siervos, en vez de hijos e hijas que hagan posible la vida y sus milagros en este mundo experimental y que por eso Jesús de Nazaret recomendaba llamarle Abba, papaíto, y ponía en solfa a los que le llamaban "¡Señor, Señor!"

No es nada extraño en ese plan y con semejantes antecedentes históricos que Isabel II no soportase tener un nieto casado con la hija de una negra y de un blanco, -el caso de Megan- con la posibilidad genética de que cualquier hijo de la pareja salga negro, según las leyes de Mendel. Una dinastía tan "pura" y "perfecta" no puede permitirse correr ese riesgo, sobre todo si por una de aquellas, vuelve a pasar lo que pasó en Reino Unido para que ella llegase al trono...

Hasta que nuestra especie por masa crítica no comprenda que religare -el origen latino de la palabra religión- significa "atar dos veces", es decir, atarnos al poder manipulador en lo político y en lo psicoemocional que mueven todo a base del miedo, la presión, la violencia y la amenaza, que impiden a su vez  descubrir el Ser que es Amar desde la conciencia y el alma para poder crear de verdad y no vivir de la imitación y del eco vacío de una nada que intenta convertirse en todo...para acabar en la nada.

No se trata de ir contra nadie. Ni de poner verde a la "autoridad competente" y menos a la pobre Isabel II, que ya no anda por aquí, solo se trata de aprender y despertar cada día en la luz que nada ni nadie puede apagar cuando descubre que en realidad Todo es luz, que la humanidad emplea en su despiste, -¡qué burrada!- para hacer de su propia verdadera riqueza el inmenso agujero negro que se la está merendando.

Es muy de agradecer el detalle de dar el pésame a los ingleses por la pérdida de su reina casi centenaria, porque a ellos se les ha ido un pilar estable de su historia anclada aun en lo ancestral, más como relato de Tolkien entre Mordor y la Tierra Media, que como tránsito humano en el día a día, algo que a ellos les lleva funcionando(¿?) desde siempre. ¿Tal vez porque aún no  se han arriesgado a cambiar de parámetros cratófilos, -salvo en la época de Cromwell que por cierto salió fatal-? Se ve y se siente, que la república para ellos es un menú demasiado difícil de cocinar. A lo mejor por eso  la cocina británica está al nivel que está y por esa razón es la música celta, junto a la mirada de Shakespeare compartida con la de Orwell y Huxley, el mejor menú que  pueden aprovechar y compartir...

¿No resulta anacrónico y hasta ridículo mantener algo así solo por un apego histórico a la pantomima coronada por parte del pueblo? Según los informes de la prensa inglesa, el capital acumulado por Carlos III de Inglaterra y por su madre deja en mantillas el botín saqueado por el emérito español: miles de millones de euros y libras esterlinas que no pagan impuestos porque nominal y oficialmente pertenecen a ducados, condados y demás inventos repartidos por la geografía inglesa, para llevárselo crudo  desde el palacio real y sus vericuetos protegidos por la legalidad, tomayá! Hasta con generosas donaciones de Bin Laden y algún que otro gerifalte para completar el cuadro de la indecencia más surrealista. Parece una peli de los   Hermanos Marx, xd! Tanto Scotlanyard, tanto Sherlok Holmes y Agatha Christie, como tapaderas de la olla podrida más valorada y celebrada por los habitantes de las islas británicas y los restos de su imperio artefacto en la Commonwealth. 

Y que todo esto sea normal es lo que a estas alturas de la historia no tiene pies ni cabeza, solo cuentas bancarias a rebosar para los restos arqueológicos del poderío monárquico, en las antípodas de la democracia. Es alucinante.

 Que la dulce abuelita Isabel Windsor encuentre ahora, por fin libre de enredos,  la luz infinita de la Casa Común y que en ella disfrute la vida auténtica y democrática que los tronos, las fanfarrias, los armiños, las reverencias, las carrozas y la corrupción más cínica convertida en virtud institucional, nunca le pudieron dar en este mundo, porque con tanto lujo, palacios, enredos y berenjenales protocolarios y tiquismiquis, la vida auténtica es siempre una aporía inalcanzable, un verdadero marrón, o sea, a reality brown.

Y ahora que por fin puedes, una vez despierta y cara a cara con la realidad trascendente e inocultable de la luz y la transparencia, sin protocolos ni gaitas escocesas de por medio, disfruta la paz y el amor sin límites, dear sister Lilibeth! 


                 Hay que caminar por la senda de la Luz | Conciencias Despiertas Amino 

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Nada mejor que las aclaraciones de un experto demérito...Ains

Otra tradición Gracias, Manel Fontdevila-eldiario.es, dando en el clavo total...

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