lunes, 5 de septiembre de 2022

Interesantísimo. Muchas gracias al profesor Rilova Jericó y al Diario Vasco.🤩👍👍👏👏

 

Historia de Mijaíl Gorbachov o el fin de la “Nomenklatura” (1931-2022)

Por Carlos Rilova Jericó 

Diario Vasco  

5-9-2022

Esta semana parece inevitable tener que hablar del último presidente de la que fue llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o URSS. Es decir: Mijaíl Gorbachov. Su muerte esta misma semana, el martes pasado, hace pues casi obligado convertirlo en tema de este nuevo correo de la Historia, dado el gran papel que él jugó en acontecimientos históricos recientes.

Y aquí, como en toda biografía histórica, por breve que sea, surge la gran pregunta: ¿quién era, realmente, Mijaíl Gorbachov? Resumamos a partir de los abundantes datos que circulan sobre él hoy mismo.

Mijaíl Gorbachov fue un hombre que sorprendió al mundo, allá por el año 1989, más o menos, justo cuando se cumplían doscientos años del estallido de la liberadora revolución francesa.

Mijaíl Serguéyevich Gorbachov (por su nombre completo) nació en un momento histórico desgraciado para la Rusia en la que el Comunismo derivado de la revolución bolchevique de 1917, se había afianzado como gobierno y sistema. Fue el 2 de marzo de 1931.

Por esas fechas, cuando faltaba poco más de un mes para que en España cayera la monarquía alfonsina, Rusia acababa de salir del fin del Zarismo -con el que tan buenas relaciones mantuvo el propio Alfonso XIII- y de una guerra civil contra los llamados rusos blancos y sus aliados -franceses, polacos, británicos, etc.- que esperaban, como dijo Churchill, ahogar al “niño” bolchevique en la cuna, antes de que se convirtiera en una amenaza política.

Ciertamente para el momento en el que Mijaíl Gorbachov venía al mundo, la Rusia soviética era más un peligro para la gente dentro de sus fronteras que para la de fuera de ellas, como parecía temer Winston Churchill.

En Rusia, en esos momentos, había hambre. Una vez tomado el control del aparato político por Stalin, se empezaron a aplicar radicales reformas. Por ejemplo la colectivización agrícola cuyos resultados, prima facie, derivaron en una gran hambruna que las granjas colectivizadas, formadas con la reunión de propiedades privadas agrícolas, no acertó a resolver y derivó en salvajes purgas políticas.

Esto marcaría todo un hito en la vida de Mijaíl Gorbachov, que ascendió en el partido único que gobernaría la URSS -hasta 1989, aproximadamente- precisamente gracias a su dedicación a las cuestiones agrícolas.

Sí, fue a partir de sus estudios de Agronomía fundamentalmente cuando se desplegó la grisácea carrera de Mijaíl Gorbachov, en quien nadie podía prever nada más que otro plúmbeo y anodino funcionario soviético enquistado en la estructura monolítica de la URSS, haciendo como que oía llover mientras la mole se iba carcomiendo desde dentro. Acaso incluso pensando vivir en el mejor de los mundos posibles, dentro de la Nomenklatura y el “Carril ZIL”.

Es decir: formando parte de la casta privilegiada que disfrutaba de un mayor nivel de vida en la Unión Soviética, como recompensa por sus desvelos por el bienestar de los millones de afortunados ciudadanos de la URSS en el marco de una economía no capitalista. Bella teoría que, en realidad, se traducía en lo que el historiador ruso Michael Voslensky describía en su libro precisamente titulado “La Nomenklatura”. Es decir: en una “élite” de unos 3 millones de personas que gozaba de “otro” nivel de vida que implicaba segundas residencias en lugar de pisos compartidos por varias familias, coches lujosos como el ZIL, que, como decía, incluso tenían carril preferente en ciudades como Moscú -otra “recompensa” más por ser un servicio “esencial” para ese presunto paraíso proletario soviético- y, en general, acceso a unos bienes y servicios -como visitas al “horrible” mundo capitalista- absolutamente vedados y vetados a los restantes millones de presuntos felices ciudadanos soviéticos administrados por dicha Nomenklatura.

De un modo que se podría calificar hasta de misterioso, Mijaíl Gorbachov, el oscuro funcionario enredado en temas agrícolas, se salió de ese esquema en el año 1985. Un momento heroico, se podría decir, en una vida anodina, ramplona -como todo lo que tenía que ver con la Nomenklatura soviética- en el que el ya maduro Mijaíl tuvo que elegir entre asistir con gesto de indiferencia al colapso de esa pirámide alimenticia en cuya cúspide él vivía, o tratar de hacer algo por evitar ese colapso aplicando nuevas medidas económicas que, inevitablemente, iban a llevar a cambios políticos.

 Así empezó lo que se conocería como “Perestroika”, que, más o menos, implicaba volver a una economía mixta en Rusia -como en la época de la NEP de Lenin- para hacer levantar de nuevo el vuelo a aquella superpotencia que Stalin había creado -a golpe de deportación y pelotón de fusilamiento- entre 1929 y 1939. Cuando Mijaíl Gorbachov aún no había nacido o andaba en pantalón corto en la Escuela Primaria, dando los primeros pasos hacia su, hasta 1985, anodina y gris carrera de fiel servidor de la maquinaria burocrática soviética.

Parece evidente, por lo que vino después, que aquello tenía difícil arreglo, que era imposible combinar Capitalismo y Socialismo democrático en un sistema mixto que hiciera de la Rusia soviética y sus satélites un ejemplo, una tercera vía totalmente viable entre el Totalitarismo estalinista y el voraz Capitalismo neoliberal que triunfaba en esos momentos en Occidente y su amplio bloque global.

Aquel bello sueño -si es que alguna vez fue eso y no una voladura controlada de un cadáver político- acabó en el verano de 1991 con el golpe y contragolpe de estado de Moscú en el que el Partido Comunista ruso y sus generales -destacados miembros de la Nomenklatura- dieron su canto del cisne antes de ser reciclados. Como se iba a reciclar todo lo que quedaba de la era soviética en una sociedad que ansiaba todo lo bueno del Occidente capitalista, pero que, finalmente, fue abandonada en manos de una casta política sin escrúpulos (aunque eso sí: muy risueña, acaso por su afición a las bebidas fuertes) que iba a liquidar a la baja todo lo que fuera liquidable. Siempre y cuando ellos pudieran seguir formando parte de la nueva Nomenklatura en ciernes.

Un panorama en el que, ya puestos a hablar de todo, sólo era cuestión de tiempo que apareciera un restaurador como el hoy denostado Vladímir Putin -veremos que se dice de él de aquí a un año por los mismos que lo ensalzaban hasta 2021 y hoy lo maldicen- que salvase los muebles y devolviera tanta cartera robada a incautos ex-ciudadanos soviéticos que creían que el fin de la dictadura de la Nomenklatura soviética, era algo muy distinto a ser desplumados por esos mismos trileros. Sólo levemente reconvertidos en una Unión Soviética desmantelada y vendida como material de desguace en comandita con unas autotituladas “élites” occidentales que, últimamente, están dando un lamentable espectáculo de demencia política avanzada, en el que ya no se sabe exactamente qué ideología representan.

Como bien se podría confirmar por la siniestra puesta en escena de este 1 de septiembre perpetrada por el actual presidente estadounidense. Una en la que ha criticado el “semifascismo” de sus oponentes republicanos desde una estética que -aun piadosamente retocada por la fiel Prensa occidental de hoy día- recuerda precisamente a la pura estética fascista de distopías como adaptaciones a la pantalla de “V de Vendetta” o “El hombre en el castillo”…

Puede que este parezca un epitafio poco cariñoso para Mijaíl Gorbachov, pero sin despegarse de lo que un historiador debe hacer -más allá de simpatías personales y políticas- poco más puede decirse de lo que hizo en vida ese político que nos dejaba el martes 30 de agosto de 2022…

 



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Comentario del blog:

Menos mal que por fin logro encontrar en la prensa una crónica sana y acertada sobre la historia de Mijaíl Gorbachov, a cargo de un doctor y y profesor de Historia Contemporánea en la Universidad del País Vasco, aunque la carrera y la licenciatura las hizo en la Universidad Autónoma de Madrid, y el doctorado en la del País Vasco. 

Es un alivio comprobar cómo el conocimiento de la realidad sin distopías teóricas e ideológicas de por medio puede ser mucho más pedagógico e inteligente que las tripas y sus fijaciones preconcebidas a la hora de afrontar la realidad tal como es, como fue, y no como nos gustaría que fuese y hubiese sido. Acierta más el investigador humilde en su espacio equilibrado que el "experto" ignorante, fanático y cantamañanas invadiendo el espacio mediático de tod@s. 

Los hechos no tienen marcha atrás y hechos se quedan, las opiniones y cotilleos interesados en las posverdades son solo ceniza y polvo que el viento reparte sin mirar adonde y que la lluvia del tiempo acaba deshaciendo y aclarando, después de convertir los marrones en aguas de borrajas tan turbias y grises como la mediocridad, señora feudal y enredona vocacional en las sociedades autómatas y con las neuronas de vacaciones sine die... 

Parece imposible, por ejemplo, que algún miembro fracasado de Podemos acuse a Gorbachov de haber hecho con la URSS ¡lo mismo que ellos hicieron entre 2014/17 con los movimientos sociales y con el 15M!, que les habían dado la oportunidad de hacer algo más en la sociedad que encontrar trabajo para sí mism@s en el Estado y poder cambiarse de Vallecas a Galapagar, a costa de inventar "círculos" que se deshicieron en un plisplás en cuanto los líderes rozaron los escaños...Hubiera sido  muy interesante haberl@s visto a ell@s en el lugar de Gorbachov, entre 1985/1991, y que acabó en seis años con la Nomenklatura, una dictadura convertida por la URSS en institución "liberadora" durante más de 70 años, algo así como el franquismo esppañolazo pero utilizando a Marx en plan eslabón perdido, igual que el falso cristianismo manipula el evangelio para hacer su agosto, llamando nada menos que 'opus dei' a una labor de zapa antievangélica, pero camuflada de lagarterana, obviamente.

Toda crítica sana, creíble y honesta debe comenzar por un@ mism@, mientras eso no se haga y si pretenden, para colmo,  que se les vote otra vez, calladitos se está mucho mejor mientras se corrigen unos fallos garrafales que Gorbachov nunca perpetró ni en los peores momentos, por eso dimitió, precisamente, por un sentido de responsabilidad evidente y una ética adjunta, que en Podemos han brillado por su ausencia, solo les salvan hasta ahora los Gorbachov regeneradores de IU: Yolanda Díaz y Alberto Garzón. 

Los fallos rusos fueron de quienes carcomidos por una "costumbrología" tóxica y políticamente autómata, se asustaron ante la posibilidad equilibrante de un neocomunismo socialdemócrata, regenerado y sano en el que jamás gente como Putin habría llegado a controlar todo, igual que un Stalin del siglo XXI, dictador y adicto sin complejos al poder de la pasta gansa y a las oligocracias sin ética ni conciencia, pero forradas, algo que con Gorbachov a la cabeza del  proyecto humanizador y mucho más despierto, nunca habría sucedido, sin lugar a dudas. 

En fin, cada vez percibo y comprendo con más claridad que la figura de Gorbachov resulte mucho más valorada en el mundo medianamente libre de Occidente que en el mundo maniatado de la ex URSS. Tiene toda la lógica que eso suceda en un imperio como el soviético, habituado durante casi ochenta años a funcionar bajo un poder absoluto, represivo y cerrado absolutamente al exterior bajo las amenazas del propio Estado, donde "el pueblo" nunca ha sido demócrata, nunca ha tenido poder alguno como ciudadanía, como politeia, o sea, un demos teórico carente de la necesaria krathia,  es decir,  un rebaño domesticado, que a cambio recibía la "seguridad" de un trabajo, un techo y una comida, una educación completamente manipulada, pero un sistema "seguro" siempre que se obedezca ciegamente y se sigan las pautas impuestas por los gerifaltes, que seguían siendo oligocracia e incluso aristocracia, literalmente, el "gobierno de los mejores", un contrasentido total en una teórica "república popular". 

Sin conciencia, sin vida interior, sin alma, sin diversidad ni  capacidad para sentirse individuos responsables de sí mismos, porque solo se tiene noción del entorno colectivo y grupal, sin comprender que las dos realidades, personal y colectiva, son inseparables e imprescindibles para el equilibrio, el desarrollo y la salud psicoemocional de la propia sociedad y que tanto el egoísmo como la identificación plena con el valor exclusivo de  lo social, mediante la privación de libertades fundamentales, como es el derecho a pensar distinto, a la disidencia y  la desobediencia civil como denuncia pública de los errores e incluso delitos estatales, cuando el sistema se corrompe y disfunciona, son graves alteraciones de la percepción, de la educación y del funcionamiento tanto comunitario como personal, dos aspectos inseparables que no pueden inmolarse el uno a favor del otro, sino equilibrarse en cooperación lo más armónica posible, para que el propio bien común se haga realidad. O sea, que el sistema alterado del comunismo original se convirtió en un cáncer político y social, que para colmo se había ido convertiendo en "la normalidad" impuesta. 

Gorbachov lo entendió muy bien y por ello, cuando pudo,  intentó poner en marcha un nuevo sistema estatal, tal vez sin contar con que el largo periplo sociopolítico de la URSS, igual que la carcoma, había destrozado de agujero en agujero, la esencia funcional y la conciencia responsable e individual de una gran mayoría del pueblo soviético, al que teóricamente se había "salvado" del capitalismo, igualmente devastador cuando se convierte en único modelo de bienestar y de progreso...paradójicamente hacia su propia destrucción, como ya Marx entrevió y advirtió con suficiente claridad.   

Es evidente que los daños colaterales de las dictaduras en las sociedades humanas causan daños terribles y silenciosos durante generaciones, pues siempre queda una mayoría silenciosa, clonada y autómata, esclava de la costumbre que le da seguridad en la rutina ya convertida en tradición, y la comodidad de no plantearse nada que no sea obedecer normas y reglas preestablecidas e intocables, que la obliguen a tener que pensar, reflexionar y elegir, si ya el Estado  lo hace en su lugar y le deja claro lo que hay que hacer, pensar, elegir, decir y como comportarse en cada situación. 

La última prueba de los daños que pueden causar las dictaduras en los estados y naciones, la tenemos ahora mismo en Chile. Han hecho unas elecciones, en ellas se ha elegido un gobierno progresista y cuando ese gobierno y el nuevo parlamento han propuesto votar una Constitución renovada a la altura del nuevo tiempo, resulta que un 60% de la misma ciudadanía que ha votado por el cambio de rumbo ¡ha votado no! a la Carta Magna que debería ser la caja de herramientas para hacer posible el cambio que se ha votado por mayoría absoluta. ¿Habrían votado lo mismo los chilenos si no hubiera habido una dictadura militar a cargo de Pinochet, incluso tras suficientes años como para haberla superado? ¿Cómo es posible que habiendo sufrido tanto daño, persecuciones, exilios, migraciones forzosas, muertes violentas y crisis políticas devastadoras emparentadas con la dictadura, haya nada menos que un 60% de chilenos con miedo a los cambios a mejor, en vez de suceder al contrario? La responsabilidad política mal ejercida, más como poder manipulador que como servicio, que es su verdadero objetivo, es el origen de ese círculo vicioso en el que la política deja de ser un sano fundamento cívico para convertirse en una ratonera en la que la ciudadanía queda pesa y oprimida para desaparecer como democracia real y quedarse en la retaguardia de quienes mejor y más manipulan. 

Lo mismo ocurre en España cuando en vez de celebrar que por primera vez en nuestra penosa historia hay un gobierno de coalición, con lo que ello implica en crecimiento democrático, en cooperación de diversidades por el bien común y mejoras en tantos planos, gracias a la pluralidad aceptada como una riqueza compartida en tantísimos aspectos, existe una gran parte de la sociedad que prefiere la "seguridad" constante de un caciquismo unilateral y todopoderoso como lo es toda mayoría absoluta y llevan fatal lo que para otros países como por ejemplo Alemania, es una ocasión estupenda para unir, reflexionar, escucharse y caminar juntos en las diferencias, aprendiendo unos de otros lo que falta y lo que sobra a la hora de gestionar, programar y concretar realidades y no solo especulaciones descalificadoras, obstrucciones y reproches parlamentarios. En realidad en una verdadera democracia, lo mejor sería que el Gobierno y la Oposición trabajasen juntos, aportando lo bueno que tenga cada opción hasta eliminar lo negativo que haya en ambos lados a base de diálogo y propuestas compartibles, no para ser los ganadores, sino para que gane el bien común que es el verdadero objetivo de una política en la que la Ética está por encima de intereses particulares e ideologías que separan y destruyen en vez de construir convivencia y humanidad, igualdad en derechos y deberes, libertad de conciencia y fraternidad universal.

Si hasta el concepto "libertad" está manipulado en los países teóricamente "libres y democráticos", podemos imaginar lo que pasa en los países sometidos durante más de 70 años a una dictadura inmisericorde y llena de razones para no cambiar sus dogmas "infalibles", sin plantearse, como hizo Gorbachov, que el fallo sea ella misma. Si en España con 36 años de franquismo nos hemos quedado políticamente lisiados for ever, lo de Rusia es posible que nunca se acabe. Y también se comprende que algunos españoles de izquierdas, contagiados tóxicamente  por ambas dictaduras, la rusa y la franquista, no entiendan la actitud de Gorbachov, lo consideren  un fracasado y un inútil boicoteador de un Estado poderoso y contundente a bombazos e invasiones, incapaz de reconocer sus borrones sin cuantas nuevas, sus fracasos disfrazados de triunfos y sus rituales egópatas y "perfectos". Con ppoderío y glamour que es lo que cuenta para esas mentalidades enamoradas de la exhibición, del caché y de los sillones institucionales vitalicios, y hasta ideológicamente hereditarios, que es lo que más mola de una dictadura: antes muertos que claudicantes, xd! Incapaces de comprender que el cambio y la vida son inseparables y que es imposible crecer y seguir con la misma talla de zapatos y de ropa por los siglos de los siglos. 

Los dos sistemas, Capitalismo y Comunismo, que rigen este mundo desde la segunda década del siglo XX han caducado descarada y trágicamente, Rusia, China y Corea del Norte son la prueba del algodón, la demostración de que el dinero y el poder son la carcoma de la humanidad cuando el alma y la conciencia no funcionan o no existen y el ser humano solo es un animal trabajador y muy obediente, porqie si no, el Estado se lo carga. En los USA es que ni se lo plantean, ellos han propagado la peor de las pandemias: la destrucción masiva de una humanidad bulímica en el consumo y en la especulación que ya más que una especie es una plaga devoradora de todo lo que pilla. 

No entender a Gorbachov y su intento de cambio hace 31 años previendo la que nos iba a caer encima si la cosa no cambiaba de rumbo, no solo en Rusia,sino para todo el mundo en general, es no entender ni chufa de lo que nos está sucediendo si no dejamos ya los postureos que entienden el mundo como un demencial juego de tronos cayendo en picado en el agujero más negro, el de la estupidez convencida de ser el novamás. Ains!

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