jueves, 8 de septiembre de 2022

Muchas gracias, Jesús Maraña, por ser la antítesis de tu apellido. Y muchas gracias InfoLibre!

 

Un Poder Judicial antisistema (o el veneno de la equidistancia 

Jesús Maraña

InfoLibre

Han tenido que pasar tres años y nueve meses de bloqueo en la renovación de los órganos constitucionales para que el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, amenace de forma más o menos clara con su dimisión si no se llega “con urgencia” a un acuerdo entre el Gobierno y el PP que permita, simplemente, cumplir el mandato legal. No nos engañemos: por muchos esfuerzos que ahora haga Lesmes para hacerse pasar por un héroe de la separación de poderes y la independencia judicial, lo cierto es que llega muy muy tarde, y que ese puñetazo en la mesa probablemente habría evitado hace más de tres años un altísimo porcentaje del descrédito acumulado por el órgano que representa. 

Quizás sea cierto que debe pasar un tiempo (¿cuánto?) para calibrar la dosis de acierto o error en políticas trascendentes en términos de calidad democrática. (Me permito sugerir al hilo de esto la lectura del último ensayo de José Álvarez Junco, Qué hacer con un pasado sucio, para distinguir el grano de la paja y el rigor del sectarismo en algo tan sensible como la memoria histórica). Pero la conveniencia del reposo y la reflexión a la hora de analizar la realidad inmediata no exime del compromiso que obliga a historiadores, políticos o periodistas a acercarse honestamente lo más posible a la verdad de los hechos. Hay asuntos en los que la equidistancia es incluso peor que la mentira, porque falsifica lo que nos pasa y daña la convivencia con filtros que distorsionan la percepción de la realidad.

¿Cuánto tiempo habrá que seguir soportando esa reacción mediática equidistante ante el bloqueo de la renovación del Poder Judicial? Jueces, políticos y periodistas mienten cada vez que reclaman “un consenso para la renovación del CGPJ”, como si la responsabilidad pudiera adjudicarse a partes iguales. No es verdad, y lo saben. 

Lo sabe perfectamente Carlos Lesmes, cuyo discurso de apertura del año judicial este miércoles (ver aquí) habría sumado “uno más” si nos quedáramos con su reclamación (contundente pero neutra) para que los dos principales partidos del arco parlamentario, PSOE y PP, alcancen un acuerdo que permita renovar la composición del CGPJ. Lleva Lesmes con ese mensaje cuatro septiembres, aunque nunca hasta ahora se le había ocurrido amagar con su dimisión para forzar el acuerdo político del bipartidismo (ver aquí). Ya era hora. ¿Se imaginan que ese puñetazo en la mesa se hubiera producido hace tres años? ¿Se habría atrevido el PP —de Rajoy, de Casado o de Feijóo—, a bloquear con excusas absurdas y variables (ver aquí) la renovación del gobierno de los jueces si su elegido se hubiera plantado en el momento oportuno y forzado con esa actitud a que hicieran lo mismo el resto de consejeros y consejeras, fueran conservadores o progresistas?

No cuela. Lesmes hace ahora lo que hace porque no tiene más remedio ante la visibilidad obscena con la que el partido que lo nombró persevera en su actitud antisistema (ver aquí). Quizás tuviera la ilusión de salir bien parado (vía Tribunal Constitucional) con el cambio de liderazgo en el PP, de Casado a Feijóo. Pero es evidente que el sector más conservador del CGPJ, en línea con la dirección del partido, preferiría quemarse a lo bonzo antes que ceder la mayoría como indica el mandato constitucional. Si pueden seguirán hasta las siguientes elecciones generales… y más allá. 

¿Acaso lo hacen en defensa de la independencia de la justicia, o más bien de sus privilegios, sueldos y posiciones de influencia en el poder político? Puede cada cual comprobar datos, argumentos y excusas. Pero conviene que no nos dejemos arrastrar por el ruido: hay un Poder Judicial okupa gracias a la negativa del Partido Popular a cumplir el mandato constitucional. Si la principal alternativa de gobierno se empeña en exigir cambiar la ley antes de cumplir la que está vigente, no puede calificársele más que como antisistema. No busquemos bolivarianos o socialcomunistas ni caigamos en la trampa de la criminalización del oponente: un partido que aspira a gobernar España y boicotea su sistema institucional es exactamente lo que se define como antisistema, y unos magistrados que siguen ciegamente la estela de quienes les nombraron, más de lo mismo. Dice Lesmes que “la situación política erosiona la Justicia”, y convendría responderle: la cúpula del Poder Judicial está erosionando la democracia. Cumplan y exijan cumplir la ley o váyanse. Ya están tardando. 

 

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Comentario del blog:   

Resulta inconcebible que en un estado eufemísticamente democrático sucedan barbaridades como ésta y nadie dentro del pifostio haya dicho ni pío hasta ahora. Nada menos que la aplicación de la Justicia como institución puede ser secuestrable ad infinitum y que mientras los propios magistrados que "sufren" el secuestro se queden igual durante años y que no dimita nadie y que el Poder Ejecutivo, el Legislativo y la Jefatura del Estado acepten ese marrón judicial como normalidad. 

¿Debería haber asistido el Rey ya varios años a la mascarada-celebración de "apertura" de lo que está en realidad cerrado , paralizado y encadenado, sin que nadie tenga la llave de la jaula/ratonera, salvo el pp, que está corrompido hasta la médula, para más inri? ¿Cómo celebrar lo incelebrable? ¿Cómo es posible que un partido que es una vergüenza corrupta pueda cometer estos delitos constitucionales y no se le invalide parlamentariamente por obstaculizar nada menos que a la Justicia, que debe juzgarles por una ristra impresionante de delitos, si los magistrados no son de lo suyos? ¿Y la UE y la ONU no tienen nada que decir?¿Y por qué Lesmes, en plan fariseo, ahora se rasga las vestiduras si lleva más de tres años repitiendo el mismo obsceno ritual sin dimitir, y, si de verdad está tan afectado repentinamente, por qué no ha dimitido en el mismo festival del timo de la toguita judicial de ayer mismo? ¿Cómo es posible que la Constitución no tenga el valor necesario para impedir semejantes barrabasadas que nos hacen retroceder al reino de los Trastámaras, los Carrillos, los de Villena y demás sectas políticas de hace cinco siglos?

 La verdad es que esto da tanta grima como asco. La pregunta sin respuesta se queda en el aire: ¿Dónde está la Ética imprescindible para el funcionamiento social, político y económico?¿Puede llamarse democracia constitucional a un Estado que ni cumple con la democracia ni respeta la Constitución dejando que el tradicional caciquismo de cortijo lleve las riendas de las instituciones, y haciendo ascos a su cumplimento a favor de sus esbirros y beneficiarios, dejando a un lado sus obligaciones y deberes fundamentales? 

Cuánta mierda y mugre acumuladas entre togas, puñetas, mentiras, bribones al rojo vivo como teñidos de azul sacamantecas al por mayor, aliñados con reales saqueos  rebozados en la   porca miseria del oxímoron pseudodemocrático, de toda la vida...uffff...y ains!!!!

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