José Luis Cortés.
(Religión Digital)
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Comentario del blog
Y no digamos nada de cómo se sentiría en ese plan el que vivió, murió, resucitó y dedicó su vida a crear lo que luego sus amigos y alumnos llamaron Evangelio y a él Cristo -dos conceptos griegos que él nunca utilizaba cuando andaba por aquí-, si de repente viera lo que hay y en lo que ha derivado la bienaventuranza original pasada por la Thermomix del apaño. Claro, que nos queda la esperanza de que su segunda venida está en el fondo de nuestro vacío, en la muerte de lo viejuno, pegajoso y degradado, esperando a que caigamos del guindo para recogernos y darnos la vuelta en el reencuentro, tan divina como humanamente, en esa cena vis a vis, a la que espera que le invitemos mientras llama a nuestra puerta desde el Nosotros, y que a partir de ahí ya no nos reconozca ni nuestra madre, porque también hemos resucitado sin hacer ruido. Afortunadamente el ágape, la caritas, el amor de verdad...es inagotable, sorprendente, regenerador, terapéutico, creador e infinito. Como la misma energía que lo emite y lo expande, de la que tod@s formamos parte, sin siquiera imaginarlo, hasta que se nos cae la coraza de los hábitos, costumbres, manías, fijaciones, devociones, obediencias, rebeldías, apegos y demás ataduras, que la vida coopera en desgastar haciéndonos un gran favor, hasta dejarnos sin agarraderas...Y entonces, la cena está servida y la puerta de par en par.
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