sábado, 19 de febrero de 2022

 

Letra actualizada para el siglo XXI

 

Arriba los pobres del mundo, en pie los esclavos sin pan,

alcémonos tod@s al grito de la solidaridad.

Acabemos con todas las trabas 

que oprimen al ser humano

cambiemos el mundo de base, 

poniendo su imperio al revés.

 

Agrupémonos tod@s en el cambio total

y se alcen los pueblos en familia global,

agrupémonos todos en el cambio total

y se unen los pueblos con amor 

en familia global.  

 

El día en que nos despertemos 

ni esclavos ni dueños habrá

los odios que al mundo envenenan 

al punto se extinguirán. 

La mujer y el hombre son hermanos,

derechos iguales tendrán, 

la tierra será el paraíso patria de la humanidad. 

 

Agrupémonos tod@s en el cambio total

despierten los pueblos en familia global,

convoquémonos todos en abrazo vital

en un mundo donde compartir 

la justicia integral. 

 

Donde pusimos tanta lucha 

sembremos el germen de la paz,

donde reinó siempre lo injusto 

pongamos desde ahora la igualdad

y adonde hubo fronteras y cadenas

hijas de la crueldad y el egoísmo

llevemos toda la esperanza, 

con cariño, empatía y libertad.

Como hermanos y hermanas

compartamos la vida 

y amasemos el pan

de la belleza, la luz y la alegría. 


Agrupémonos tod@s en el cambio total

y despierten los pueblos en familia global,

convoquémonos todos en abrazo cordial

y tendremos un mundo con amor

y justicia integral.  


Al releer las nuevas sugerencias de este himno me estoy planteando la necesidad cada vez más urgente de una bifurcación, del cambio de dirección y de horizontes. Hemos llegado a un verdadero callejón antropológico sin salida, ni los materiales de que disponemos son infinitos ni los sistemas que hemos ido desarrollando con ellos nos pueden solucionar el problema en el que nos hemos convertido, como especie devastadora y suicida. 

Lo primero no es buscar fórmulas y medicamentos "milagrosos" que nos quiten los síntomas, pero que en realidad no pueden curarnos la enfermedad tanto individual como globalizada. No busquemos aspirinas ni optalidones, entremos en nuestro interior y analicemos los por qués de lo que hacemos, creemos, pensamos  y decimos. ¿Qué nos mueve cada día al despertar y levantarnos? ¿Solo la supervivencia mecánica? ¿Para qué trabajamos? ¿Sólo para poder comer, tener un techo, comprar lo necesario, ver la tele, llevar un móvil en el bolsillo que nos diga constantemente qué pensar, qué ver, qué comprar,  qué hacen, dicen y piensan l@s otr@s, qué debo pensar de los políticos, de los asuntos de ese mundo que ya no distingo de mi propia vida, de mis emociones o de mis decisiones? 

Resulta que malamente vamos a poder arreglar el mundo y cambiar de sistema, si ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos, porque en realidad nuestra vida está programada desde fuera de nosotr@s, como si fuésemos robots. Y no es que haya una conspiración diabólica para manipularnos, es que es nuestra resignación, pasividad y hábitos hechos "normalidad", los que se acoplan a los mecanismos trazados por las tendencias depredadoras que nos educan desde que llegamos a este plano de la existencia hasta que nos vamos, muchísimas veces, sin siquiera habernos hecho conscientes de quienes somos más allá del DNI, la profesión , las creencias inoculadas desde el exterior y el nivel social. Con ese equipaje tan pesado y tan vacío de sentido no se puede evolucionar ni trascender realidades para distinguirlas de las mentiras y paripés, que en realidad son los que manejan el timón de nuestro barco vital. Ese equipaje en realidad nos aísla y nos encadena a lo más elemental, repetitivo, cansino y vacío de nuestro discurrir vital por este mundo. Es una modalidad zombi de simulacro vital. ¿Por qué la depresión es actualmente una de las patologías más globalizadas? ¿por la pandemia? No, la pandemia, precisamente ha sido la situación externa que nos ha parado en seco y en ese espacio de la nada, con el corte de las viejas rutinas, se ha manifestado el drama de nuestra verdadera realidad personal y colectiva. Se nos han esfumado los rituales en común, el hábito de compartir con otros el maquillaje y la vacuidad que todos llevamos encima como aprendizaje y "buena educación". En ese páramo inmenso e íntimo han comenzado a salir de la cueva todos los renglones torcidos de nuestro equipaje. Podemos huir pero no lo conseguiremos, porque el berenjenal forma parte de lo que en realidad nos oprime y de lo que tenemos que liberarnos ya mismo en vez de volver a esa patólogica "normalidad", que en realidad de normal no tiene nada. Sólo es mecánica aprendida por repetición. Ese agujero negro no lo van a curar los antidepresivos ni los estimulantes, porque ese tipo de tratamiento favorece que nuestro organismo se debilite y se intoxique y que además nos enganchemos a los psicofármacos como a las drogas.  

En la entrada de los antiguos templos/hospital de la Grecia clásica, sobre el dintel de la puerta, había una inscripción dando la bienvenida y la mejor receta al enfermo: gnozi seautòn. Conócete a ti mismo. 

Sólo desde ese nivel de conciencia tiene sentido que renovemos, nos ajustemos a la realidad que necesitamos crear entre tod@s, y que cantemos La Internacional, con cambios decisivos en la comprensión de un nuevo enfoque de la vida y sus nuevas preguntas por resolver. Ponernos las pilas es liberarnos de pesos muertos, fiambres socio-político-religiosos que ni siquiera se nos han muerto a nosotros, sino que hemos recibido como herencia durante milenios. Ahora ha llegado el agotamiento, la escasez de presente y de futuro, que se nos ido comiendo el culto al pasado y su fosilización exponencial. 

Ahora nos toca discernir entre lo conservable, lo reciclable y lo desechable. Pero lo fundamental es esa revisión clara, profunda, coherente y honesta. Y desde luego no quedarnos enganchado@s en las nostalgias y melancolías, yuyus y ñoñeces de una "felicidad" de pacotilla, planos ilusorios de lo que cuando se vivió, ni siquiera tuvo efectos transformadores a mejor en nuestra vida para despertarnos. Si lo que vivimos en aquellos tiempos fue tan guay y molón ¿por qué no nos sirvió de nada para cambiar y despertar? Si lo que se añora cuando estamos fatal hubiese sido tan maravilloso ahora, sin duda, estaríamos en otro estado de lucidez y de discernimiento muy distinto al percal de hoy.  

Ahora es el momento de resucitar, de salir del pantano de la calamidad, como le sucede a Atreiu en La Historia Interminable de Michael Ende. El caballo se nos ha muerto agotado. Hay que caminar y atravesar la mirada de la Esfinge. Mirarnos en el espejo y agarrarnos al talismán del espíritu, el Aurin del relato, que está dentro de nosotr@s, como las notas y las cuerdas del arpa que Bécquer describió en el ángulo oscuro del salón, esperando la mano de nieve que las pulse, y que cómo Lázaro espera una voz que le diga  -al arpa de la conciencia-"¡Levántate y anda!". 

Por ahí va la cosa. Despertar para resucitar y salir de la entropía pescadora. No permitamos que las redes sociales nos trinquen y nos devoren como si fuésemos pescadill@s, besug@s y merluz@s. No hemos nacido ni estamos aquí para eso. 

 

                Vinilo Pixerstick Fondo de la vendimia paisaje de la ...



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