domingo, 13 de febrero de 2022

Ojo al parche, que la cosa tiene lo suyo


País Valencià. La avalancha de macroproyectos de energía solar en terrenos agrícolas valencianos alarma a las poblaciones afectadas

Se ha constituido una coordinadora con 39 grupos locales adheridos, mientras que la Generalitat valenciana insiste que no todos los proyectos presentados se tienen que realizar y solo autorizarán "aquellos que sean racionales".

 
Un parque de energía solar, en una imagen de archivo
Un parque de energía solar, en una imagen de archivo. Pixabay

El Valle de Ayora, o de Cofrentes, como se llama también, es una comarca valenciana con tan solo 10.000 habitantes. Es conocida por ser la ubicación de una central nuclear, pero además también tiene 191 aerogeneradores y tres centrales hidroeléctricas que aprovechan los saltos de agua del Júcar, que tiene un de sus nacimientos secundarios en la zona. Ahora, además, la modificación de la normativa en tres municipios –Ayora, Jarafuel y Zarra- facilitará la implantación de plantas solares en áreas donde ahora mismo se cultivan cereales. Hay hasta 19 proyectos interesados a situarse allí, tres de los cuales son muy grandes, de más de 200 MW. Todos sumados supondrían –si se acaban realizando- la producción de 1.311 MW y la ocupación de 1.835 hectáreas de terrenos agrícolas, además de los 13 kilómetros de líneas de alta tensión y el espacio ocupado por las subestaciones de transformación y otras infraestructuras.

"Si sumamos todas las fuentes, el Valle de Ayora acabará produciendo más de 4.000 MW de electricidad, mucho más de la que la comarca necesita e incluso suficiente para alcanzar todos los hogares valencianos", explica Carmela Cerdá, miembro de la plataforma contra los macroproyectos en renovables que se ha creado en la zona. Para Cerdá, estos proyectos "destruirán nuestro paisaje, imposibilitando otras actividades como el agrícola o la turística, además de poner en riesgo la recarga de los acuíferos que alimentan el Júcar. Podrían buscar azoteas o zonas urbanas para ubicarlas, pero entonces no podrían poner tantas y no sería tan rentable".

El caso de Ayora es uno de los más llamativos, pero no es el único. La avalancha de proyectos para crear grandes parques de placas solares ha alarmado los municipios afectados y ya son 39 –más dos otros que se pueden añadir bien pronto- los que han creado la Coordinadora Valenciana por la Implantación Racional de Energías Renovables. El domingo 6 de febrero convocaron concentraciones simultáneas a 23 municipios, incluidos Alzira, Borriol, Buñol, Carcaixent, Catadau, Chella, Chiva, la Vall d'Uixó, Monòver, Montesa, Requena, Siete Aguas, Utiel, Vilafamés o Villar, situadas a lo largo de todo el territorio valenciano. La movilización fue un éxito y Julio Rodrigo, de la plataforma de Chiva, asegura que tienen preparadas nuevas acciones, aunque por ahora prefiere no avanzar detalles. En su pueblo hay un proyecto de parque solar que ocupará 420 hectáreas de zona agrícola, con un alto valor paisajístico y una gran concentración de algarrobos centenarios. "En nuestro caso, el ayuntamiento se opone al proyecto, pero el Decreto 4/2020 de la Generalitat no da posibilidad de opinar en los ayuntamientos y limita la participación ciudadana", explica Rodrigo.

Precisamente ha sido el Decreto 4/2020 el que ha generado esta oleada de proyectos. Se calcula que ahora mismo hay cerca de 200 –la cifra crece día a día- ya presentados a las diferentes consellerías –Economía, Territorio y Medio Ambiente- encargadas de su aprobación. El Decreto responde a las necesidades del País Valencià de lograr los retos europeos de producir un 70% de su electricidad mediante fuentes renovables para el 2030. Esto supone multiplicar por dieciséis la potencia solar instalada y por cuatro la eólica. Y en solo ocho años.

"Vamos tarde. Muy tarde en la lucha contra el cambio climático. El año pasado se han instalado 45 MW de energía solar y tendrían que haber sido 550. Esto implica que este año tendrían que ser 950", explica el Director general de Transición Ecológica, Pedro Fresco. "Y las renovables tienen muchas cosas buenas, pero tienen un problema: y es que ocupan mucho territorio", añade. Aun así, Fresco quiere tranquilizar el vecindario de los municipios afectados y afirma que "una cosa es anunciar un proyecto, y la otra es llevarlo a cabo. Muchas de estas plantas no se harán nunca, bien porque no presentarán los papeles, bien, porque no les daremos los permisos por no cumplir los requisitos, sobre todo ambientales, o porque no conseguirán el capital suficiente. Al final se aprobaran aquellos que sean racionales". Según sus cálculos, el 75% de estas plantas nunca llegarán a instalarse.

Eva Tudela, activista de Acción Ecologista Agró, que asesora muchas de las plataformas locales en la presentación alegaciones a los proyectos, defiende que "el problema de la falta de tiempo no es nuestro. Han estado años sin hacer nada, cuando nosotros pedíamos implantar renovables y ahora lo quieren hacer corriendo y destruyendo el territorio". Para Tudela, el problema no es la generación eléctrica, sino "el movimiento especulativo que se ha creado. La mayoría de proyectos son de fondos de inversión internacional que especulan con futuros. Por eso, hace falta un cambio de modelo, más local y que vaya a cubrir las necesidades y no incrementar beneficios". En la misma línea, Rodrigo, pide "un estudio de la capacidad de generación eléctrica en las zonas urbanas, de mayor consumo", además de una moratoria en la aprobación de los proyectos y una modificación del Decreto 4/2020 para poder hacer un plan de implantación racional de las energías renovables, tal como defiende la coordinadora en su mismo nombre.

Desde la Conselleria de Agricultura y Transición Ecológica alertan que "esto no es posible", puesto que el decreto ya está aprobado y modificarlo implicaría "volver a empezar el proceso de cero, y todo se pararía por un tiempo indeterminado". También recuerdan que el decreto prioriza la creación de comunidades energéticas y el aprovechamiento de azoteas y zonas urbanas para instalar placas solares. "En la Comunitat Valenciana se han instalado 99 MW de potencia, que está muy bien y tienen que ser más, pero implicaría multiplicar esta cifra por cinco. No puede ser la única forma", insiste Fresco, quien, además, asegura, que la capacidad de generación energética de los tejados está cifrada en un 25% de la demanda valenciana. "Hay que pensar que las placas en azoteas son menos eficientes y, además, no se pueden situar en todas partes", zanja. 

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Comentario del blogg

Es urgentísimo tomar conciencia de esta situación. El cambio climático no afecta solo al precio de la luz, a la contaminación por combustión de derivados del petróleo, por el plástico, los cultivos invasivos y las macrogranjas. Convertir la energía solar y eólica en empresa del forring office habitual, en manos de los macrotrust de la pasta globalizada es tan perjudicial, erróneo y peligroso como "la normalidad" que nos ha traído hasta este estado de devastación planetaria y humana. 

No solo hay que cambiar de fuentes de energía, sobre todo hay que cambiar de sistema y de mentalidad, que en nada se distingue de una plaga devoradora de todo lo que no da dinero a espuertas, sin prever que la depredación per se, es ruinosa también para los depredadores que inicialmente se enriquecen a base de liquidar recursos. Los recursos se agotan. Es cierto que las energías más sutiles,como el sol y el aire. no se acaban como los crudos o el carbón, pero tanto el sol como el viento necesitan elementos receptores y transformadores de la luz y del aire y esas herramientas deben ajustarse a los lugares en que son necesarias sin  ser necesariamente nocivas. Por esa razón, las energías naturales deben ajustarse al autoconsumo y no invadir e inutilizar con placas solares y aspas eólicas los terrenos que se dedican al cultivo de cereales, legumbres, frutales, frutos secos, como del pasto para la ganadería extensiva, las granjas normales y la fauna propia de cada zona. 

Lo que nos está matando como "civilización" y especie no es solo el petróleo ni los minerales mal usados, sino, por encima de todo, la forma nada inteligente de malvivir especulando y usando el consumismo como fuente fundamental de dinero en cantidades demoledoras. Eso pretenden las empresas irresponsables que quieren hacer del sol y del viento su negocio redondo sin pensar en las consecuencias. Algo que acabará también con la vida del planeta y sus especies, incluida la nuestra, al reducir y empobrecer las tierras de cultivo para crear mucha más energía de la necesaria, seguramente para convertirse en emporio inversor y evasor de impuestos. 

Lo justo y sano es establecer la normalidad vital del autoconsumo energético, así lo hacen en ciudades alemanas tipo Freiburg, Colonia, Siegburg, Münster, Heidelberg o Bonn, donde en cada casa unifamiliar o bloque de viviendas se usan placas solares instaladas en las fachadas y terrazas. Es mucho más barata la instalación, ecológica al 100%, menos complicado el proceso y mucho más fácil de gestionar, no se requiere adquirir terrenos ni abandonar o invadir cultivos ni dañar la vegetación natural de las zonas, ni causar trastornos en los paisajes o en el curso de los ríos y sus afluentes. Ésa es la vía más inteligente, más barata y asequible, la más sana y sencilla, que evita la especulación, los excesos, los chanchullos y el fraude de las empresas que se hacen de oro con la manipulación de algo que no requiere ser manipulado si está sencillamente bien dirigido y estudiado. 

Los gobiernos, españoles en nuestro caso, tienen la obligación de asumir la investigación y las formas de usar la energía y no dejar su responsabilidad en manos de los especuladores de siempre, que están a la que salta a la hora de forrarse sin tener en cuenta nada más que sus intereses; la prueba del nueve: que la sola idea del autoconsumo les aterroriza. De hecho, el pp, mientras gobernó Rajoy, propuso cobrar impuestos por el autoconsumo de las placas solares instaladas en las terrazas y tejados de viviendas particulares, donde el Estado no interviene para nada. El sol es gratis y lo que cada uno haga con su generosa luz y potente calor  acumulados por la placa solar en su tejado o en su fachada, es cosa suya. ¿Acaso se puede cobrar por tomar el sol en la playa, en los parques, en los bancos o en las terrazas de los bares? Pues eso mismo es el autoconsumo de energías naturales en nuestras casas, escuelas, consultorios, peluquerías, comercios u oficinas. 

Tendría lógica que el Estado cobrase un impuesto si las placas para el autoconsumo las pagase el dinero público, pero las pagan los usuarios, así que menos cara dura y más responsabilidad, por parte de los gestores políticos; con los especuladores es más difícil la gestión, pero con los que gobiernan porque les hemos votado no debería haber ningún problema de este tipo, si se establece por consenso social  una legislación de las energías necesarias que tenga como primer objetivo el bien común de la ciudadanía y de la sostenibilidad limpia de la Naturaleza, con un desarrollo sano y justo que respete las leyes y normas éticas, adaptadas en cada momento evolutivo a la economía y a la igualdad de derechos y deberes sin excepciones para los ricos, para no acabar siendo herramientas protectoras e implicadas en la destrucción de la vida y del planeta, como por ejemplo lo es afectar con las instalaciones de placas solares a los acuíferos que alimental el río Júcar, en el caso de València, mientras se llenan bolsillos filibusteros, que en la sombra son los que desgobiernan el estado y las autonomías. 

Estamos autoamenazados exponencialmente ante un grave asunto sin resolver y con consecuencias terribles para el presente y el futuro próximo, y por no decir el futuro a medio y largo plazo,  que como siempre sucede en España, es el resultado de la constante procrastinación de los problemas comunes en los departamentos estatales. Diga lo que diga Pedro Fresco, el problema ecológico y energético está que arde y requiere una inmediata implicación de las instituciones; un Director General del asunto debería ser el primero en comprenderlo y reconocer la urgencia de las mejores, asequibles  e inocuas soluciones, o en dimitir responsablemente si no sabe lo que hay que hacer, mientras espera a que el tiempo pase y otro en el mismo plan le sustituya.Los ppepperos por morro, torpeza  y cinismo y los "buenos" del Botànic por dejadez, miedos y tiquismiquis, pueden acabar -como casi siempre- haciendo puré lo mejor y dejando lo más importante sin resolver. ¿Será por el síndrome innato de la marca hispánica? Ay, ese Carlo Magno, qué ojo clínico para las denominaciones de origen...En fin...

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