lunes, 12 de agosto de 2019

Traigo aquí un viejo poema, si es que los pemas pueden envejecer, que no lo creo. Es de 2008. En él quise plasmar que el amor es un estado transformador y perenne, no solo la corteza emotiva de un apego centrado en un objetivo fotográfico y temporal. A eso en la espiritualidad se le llama dios, una lucidez entrañable que no caduca y tiene el don de empapar y reflejarse en toda criatura, no solo en una, y de tal guisa que la felicidad es la libertad del todo y en todos, sin excepciones y sin vendas en los ojos ni flechas en plan Cupido. Lo dicho, es un estado perenne pero no inmutable, sino que fluye a lo Heráclito de Éfeso, un nacimiento nuevo a otro plano de la existencia, que no tiene marcha atrás

Inevitable lucidez

Hay ciertas ocasiones en que
como en un sueño
nos visita la gracia
de repente. Como un mar
sensitivo y oblicuo.

Te abre puertas ocultas
que conducen al puerto
de una felicidad
recién nacida, ultramarina.

Te mira y te despierta
dentro del mismo onírico fulgor.
Se acerca despacito, para no interrumpir
la magia del momento. Se disfraza.
Y comprendes
la dulce sutileza de su proximidad.

Bromea divertida. Se despoja
de volúmenes inflados
de almohadones adjuntos.
Te regala una foto y un billete
para entrar en el baile
de la sala Love You.

Y se marcha de golpe
lo mismo que llegó.
Y a ti te queda un gusto rumoroso
un sabor de manzanas a la miel
de romero. Y antes de despertarte
te descubres pensando
donde estará el sujeto
que rige la sintaxis de aquella invitación.
En plena lucidez sientes el hueco
la vaporosidad hecha de ausencia,
la clave siempre abstracta
donde el Amor se implica
en el mundo concreto
de tu fragilidad.

Y aquel sueño te devuelve a la playa
con las manos vacías
y el alma golpeada por olas de algodón
y perfume de rosas ...

"...quando vedrete il mio caro amore..."
susurra el oleaje de este otoño insistente
en la enesimidad de sus repeticiones.

El sueño es alquimista de finísimo tacto
que destila las gotas de lluvias y silencios

Sumergida en las aguas del misterio insondable
abandoné la ruta del ayer
me quedé sin mañana
Porque sólo este HOY es para siempre.

Y ese trozo de MI que permanece y vibra
en la clave de TI
siempre será mi sueño y mi vigilia.



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