miércoles, 14 de agosto de 2019

Dejando a un lado el estrépito y el horror físico de las amenazas y la violencia criminal, el problema de fondo en estos casos se concentra en ver como "dios" a un impresentable moral porque tiene la sartén por el mango, en estos casos, la sartén laboral del glamour escénico con sus contratos paganinis, y pensar que un Dios digno de esa condición divina, se pueda comportar como un cerdo erotómano y bulímico, amaestrado en los modales aparentes, pero nada más. Esto es lo que a lo largo de la historia han aportado las religiones convertidas en imperios y los imperios impuestos como religión carente de conciencia, pero sobrada de prejuicios bloqueantes y miedo supersticioso, tantas veces impuesta mediante las armas, las torturas, las amenazas y las manipulaciones hipócritas de la humanidad desde la escuela primaria y la familia devota y dogma-dependiente en rebaño y manada: obviamente, cualquier individuo que ostenta un poder, en el inconsciente colectivo e individual, se iguala automáticamente con dios y, claro, a "dios" hay que obedecerle por encima de todo si no se quiere ser castigadas por él, por medio de sus representantes, claro...( ¿o clero?) sin plantearse la veracidad, la decencia, la justicia, la licitud y la legitimidad de sus mandatos. Conciencia missing absolutely. A tales dioses tales acaboses. A tales 'fieles' tales peleles en sus burdeles. Y eso lo explica casi todo en los tugurios pringados de tanto #Metoo



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